domingo, 22 de junio de 2025

Salvadora Medina Onrubia

                            SALVADORA MEDINA ONRUBIA: LA MUJER DE LAS MIL CARAS

 

«A pesar de ser mujer, me permito el lujo de tener ideas.

Yo tengo ideas. Ideas boxeadoras, que dan directos y crosses con la vida››.

 

Salvadora Medina Onrubia

Las descentradas, 1929

 

Se llamaba Salvadora Medina Onrubia y, como alguien escribió: «quiso ser dueña de sí misma en un mundo en el que las mujeres no tenían esos permisos››. Salvadora nació en la ciudad argentina de La Plata en 1894. Fue hija de una española, viuda y maestra, que al parecer había formado parte de una familia circense (en algunas biografías, es citada también como rebelde y de origen judío): Salvadora le fue siguiendo los pasos. También maestra (desde los trece años), fue madre soltera siendo aún adolescente: «Vengo a buscar mis cosas… Ando en amoríos con un abogado de Entre Ríos y estoy esperando un hijo››, le dijo a su madre. Lo cierto es que el padre, su futuro marido, le confesó, al saber de su estado, que era casado y que no podía hacerse cargo ni de ella, ni del hijo de ambos.

No se sabe el motivo por el que Salvadora abandonó su ciudad para establecerse en la ciudad de Rosario, donde prosiguió el trabajo de articulista que había iniciado en el ácrata El Diario de Gualeguay, uno de los tantos periódicos de la prensa anarquista. Con una carta de recomendación de estos círculos ácratas Salvadora llegó a la capital, Buenos Aires, donde comenzó a trabajar en el diario La Protesta. Se dice que el director, admirado por el coraje de esta joven, le dio un puesto de redactora, con sueldo fijo, lo que la convertiría en la primera mujer periodista del país. En los años siguientes sería de nuevo pionera en otras cuestiones, como veremos. Con veinte años rompería otra barrera al dar un discurso público ante una multitud para reclamar la liberación de un joven anarquista ruso: Era la primera mujer [de nuevo] que hablaba en un acto público. Escritora, dramaturga, activista anarquista, militante, fue también la primera mujer [otra vez] en dirigir un diario en el país argentino.

Salvadora, y esta es una cuestión que queremos subrayar, cuestionó las costumbres de la época y fue pionera a su manera y con su propio estilo. Fue, en resumen, una rebelde que desafiaba las normas impuestas por la sociedad conservadora de su tiempo, «ocupando puestos y ejerciendo derechos solo reservados a los hombres››. Sin embargo, su figura ha estado prácticamente oculta por otras de su entorno familiar. Fue muy amiga de Alfonsina Storni y Victoria Ocampo.

Como periodista publicó en los más importantes diarios argentinos como La Nación, El Hogar o Caras y Caretas. También, gracias a su educación bilingüe, tradujo del inglés varias obras del dramaturgo inglés Noel Coward, que se convirtió en amigo. De nuevo fue la primera autora sudamericana en estrenar su propia obra, que resultó extraordinaria: Las descentradas. Estrenada en 1929, es una obra autorreferencial en la que ironiza sobre esa sensación de sentirse fuera de lugar, del centro, con respecto a los roles que ocupaban las mujeres en la sociedad porteña en los años 20.

Como ya apuntamos, fue la primera directora del país con el diario Crítica, al que llegó de la misma forma que había llegado a La Protesta, deslumbrando con su arrolladora personalidad y su calidad como escritora al dueño del diario: Natalio Botana, que no la tenía en buena estima. Todos coinciden en que fue un flechazo inmediato entre la que popularmente sería conocida como «la Venus roja››, por su belleza y su cabellera como una llama, y el exitoso y poderoso Natalio Botana, apodado también «El Tábano›› (por sus efectos punzantes contra el poder). Ambos: «la Venus roja›› y «El Tábano›› formaron una pareja electrizante, centro del mundo cultural, del poder político y del arte.

Botana aceptó al hijo de Salvadora como propio, dándole su apellido, y convirtiéndolo en su heredero preferido, por delante de los otros hijos que tuvo la pareja[1]. Sin embargo, esta profunda relación entre padrastro e hijo pareció afectar a Salvadora hasta el punto de que los celos la llevaron, un buen día, a confesarle al hijo que Botana no era su verdadero padre. La reacción del joven, tan apegado a quien él creía su progenitor, fue el de suicidarse pegándose un tiro en presencia de sus hermanos. El marido, tras el terrible episodio, trasladó a la familia a España, para que Salvadora fuera visitada por los especialistas, porque se había sumido en una depresión que nunca abandonó hasta su muerte en 1972: «No puedo más con mi dolor››, escribe. Salvadora, podemos decir, que «se apagó›› en sentido real, no metafórico.

Su vida posterior es trágica. La pareja entró en declive y el marido se amparó en varias relaciones con otras mujeres. La última, y con la que quiso casarse (y divorciarse de Salvadora) fue una española: María del Carmen Vernacci, viuda del ídolo del fútbol español Miguel Durán («Pololo››). Vernacci era escenógrafa y había llegado a Argentina como exiliada de nuestra Guerra Civil, junto con sus hijos, para trabajar con la compañía de Margarita Xirgu.

Finalmente, no queríamos pasar por alto (quizás los ancestros españoles tuvieron algo que ver en ello) la implicación y el compromiso que adquirió Salvadora con la causa republicana y la guerra de 1936, escribiendo artículos y emprendiendo iniciativas de apoyo a los republicanos españoles. En este sentido, el 10 de marzo de 1939, en el Teatro Maravillas de Buenos Aires, se estrenó su obra Un hombre y su vida, que había sido publicada en septiembre de 1936. Como ella indica tras el título, la obra nació «bajo la advocación del momento encendido de España››. Los protagonistas de la obra fueron los actores españoles exiliados: Helena Cortesina[2] y Pedro López Lagar, así como la escenógrafa Victorina Durán. En este sentido, Natalio Botana, a través de Crítica, había logrado recaudar fondos durante meses para ayudar a los intelectuales españoles refugiados en Francia, ofreciendo trabajo en su periódico, convirtiéndose por ello en una figura “mítica” para los republicanos españoles. Botana moriría años después, en 1941, en un accidente automovilístico, quedando en manos de Salvadora la propiedad y la dirección de Crítica durante 23 años.

Salvadora fue una revolucionaria contradictoria (llegaba a los mítines y a las manifestaciones en Rolls-Royce y con tacones), una personalidad multifacética y, por ello, una incomprendida. Entre tantas contradicciones, tan difíciles de calibrar, fue también una madre que cuestionó los roles de la maternidad, una anarquista que ejerció desde el poder de su estatus social, una dramaturga rebelde, una voz única abanderada de las ovejas negras. Nunca abandonó el luto por su hijo y, tras su muerte, comenzó a practicar espiritismo para hablar con él, doctrina que también ejerció hasta sus últimos días.

Finalizamos el artículo con la transcripción de unas frases que Salvadora, desde la cárcel, le dirigió al dictador José F. Uriburo, rechazando la petición de indulto de sus amigos a causa de una de sus innumerables manifestaciones: «señor presidente, no autorizo el piadoso pedido (…) yo, ni recuerdo faltas ni necesito magnanimidades (…) guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta cómo, desde este rincón de miseria, le cruzo la cara de un sopapo con todo mi desprecio››. No fue el único tropiezo con el poder político. Durante el gobierno de Perón, se hizo notoria la rivalidad entre Salvadora y Evita, que declaró a Crítica (el periódico que aquella dirigía) como su enemigo. Fatalmente, fue expropiado.

Como se ha escrito, «es difícil definir a Salvadora, más complicado encasillarla, y casi imposible abarcar todos los hechos y aspectos que la volvieron la mujer que fue››. Pese a todo, podemos concluir afirmando que la convicción de su vida fue el anarquismo y la valentía de atreverse a escribir, como dijo su nieto Copi «sobre dobles pecadoras, las lesbianas y las adúlteras››. Fue también, como ella escribió, una sufridora: «yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia››. Salvadora murió en 1972, en la pobreza, el olvido, la demencia y la soledad.

 

La directora Daiana Rosenfeld estrenó en 2017 el documental Salvadora, sobre su vida y figura, que se puede ver en Cine.ar Play

 

                                              Rosa Ballesteros García

                          Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                          “benaltertulias.blogspot.com”



[1] Salvadora sólo consintió en casarse con Botana tras nacer su cuarto vástago, una niña.

[2] Cortesina había sido la primera directora de cine de España.