SALVADORA MEDINA
ONRUBIA: LA MUJER DE LAS MIL CARAS
«A pesar de ser mujer, me permito el lujo de tener
ideas.
Yo tengo ideas. Ideas boxeadoras, que dan directos y
crosses con la vida››.
Salvadora Medina Onrubia
Las descentradas, 1929
Se llamaba Salvadora Medina Onrubia y,
como alguien escribió: «quiso ser dueña de sí misma en un mundo en el que las
mujeres no tenían esos permisos››. Salvadora nació en la ciudad argentina de La
Plata en 1894. Fue hija de una española, viuda y maestra, que al parecer había
formado parte de una familia circense (en algunas biografías, es citada también
como rebelde y de origen judío): Salvadora le fue siguiendo los pasos. También
maestra (desde los trece años), fue madre soltera siendo aún adolescente: «Vengo
a buscar mis cosas… Ando en amoríos con un abogado de Entre
Ríos y estoy esperando un hijo››, le dijo a su madre. Lo cierto es que el
padre, su futuro marido, le confesó, al saber de su estado, que era casado y
que no podía hacerse cargo ni de ella, ni del hijo de ambos.
No se sabe el motivo
por el que Salvadora abandonó su ciudad para establecerse en la ciudad de
Rosario, donde prosiguió el trabajo de articulista que había iniciado en el
ácrata El Diario de Gualeguay, uno de los tantos periódicos de la prensa
anarquista. Con una carta de recomendación de estos círculos ácratas Salvadora
llegó a la capital, Buenos Aires, donde comenzó a trabajar en el diario La
Protesta. Se dice que el director, admirado por el coraje de esta joven, le
dio un puesto de redactora, con sueldo fijo, lo que la convertiría en la
primera mujer periodista del país. En los años siguientes sería de nuevo pionera
en otras cuestiones, como veremos. Con veinte años rompería otra barrera al dar
un discurso público ante una multitud para reclamar la liberación de un joven anarquista
ruso: Era la primera mujer [de nuevo] que hablaba en un acto público. Escritora,
dramaturga, activista anarquista, militante, fue también la primera mujer [otra
vez] en dirigir un diario en el país argentino.
Salvadora, y esta es
una cuestión que queremos subrayar, cuestionó las costumbres de la época y fue
pionera a su manera y con su propio estilo. Fue, en resumen, una rebelde que
desafiaba las normas impuestas por la sociedad conservadora de su tiempo, «ocupando
puestos y ejerciendo derechos solo reservados a los hombres››. Sin embargo, su
figura ha estado prácticamente oculta por otras de su entorno familiar. Fue muy
amiga de Alfonsina Storni y Victoria Ocampo.
Como periodista publicó
en los más importantes diarios argentinos como La Nación, El Hogar o
Caras y Caretas. También, gracias a su educación bilingüe, tradujo del
inglés varias obras del dramaturgo inglés Noel Coward, que se convirtió en
amigo. De nuevo fue la primera autora sudamericana en estrenar su propia obra,
que resultó extraordinaria: Las descentradas. Estrenada en 1929, es una
obra autorreferencial en la que ironiza sobre esa sensación de sentirse fuera
de lugar, del centro, con respecto a los roles que ocupaban las mujeres en la
sociedad porteña en los años 20.
Como ya apuntamos, fue
la primera directora del país con el diario Crítica, al que llegó de la
misma forma que había llegado a La Protesta, deslumbrando con su
arrolladora personalidad y su calidad como escritora al dueño del diario: Natalio
Botana, que no la tenía en buena estima. Todos coinciden en que fue un flechazo
inmediato entre la que popularmente sería conocida como «la Venus roja››, por
su belleza y su cabellera como una llama, y el exitoso y poderoso Natalio
Botana, apodado también «El Tábano›› (por sus efectos punzantes contra el
poder). Ambos: «la Venus roja›› y «El Tábano›› formaron una pareja
electrizante, centro del mundo cultural, del poder político y del arte.
Botana aceptó al hijo
de Salvadora como propio, dándole su apellido, y convirtiéndolo en su heredero
preferido, por delante de los otros hijos que tuvo la pareja[1]. Sin
embargo, esta profunda relación entre padrastro e hijo pareció afectar a
Salvadora hasta el punto de que los celos la llevaron, un buen día, a
confesarle al hijo que Botana no era su verdadero padre. La reacción del joven,
tan apegado a quien él creía su progenitor, fue el de suicidarse pegándose un
tiro en presencia de sus hermanos. El marido, tras el terrible episodio,
trasladó a la familia a España, para que Salvadora fuera visitada por los
especialistas, porque se había sumido en una depresión que nunca abandonó hasta
su muerte en 1972: «No puedo más con mi dolor››, escribe. Salvadora, podemos
decir, que «se apagó›› en sentido real, no metafórico.
Su vida posterior es
trágica. La pareja entró en declive y el marido se amparó en varias relaciones
con otras mujeres. La última, y con la que quiso casarse (y divorciarse de
Salvadora) fue una española: María del Carmen Vernacci, viuda del ídolo del
fútbol español Miguel Durán («Pololo››). Vernacci era escenógrafa y había
llegado a Argentina como exiliada de nuestra Guerra Civil, junto con sus hijos,
para trabajar con la compañía de Margarita Xirgu.
Finalmente, no
queríamos pasar por alto (quizás los ancestros españoles tuvieron algo que ver
en ello) la implicación y el compromiso que adquirió Salvadora con la causa
republicana y la guerra de 1936, escribiendo artículos y emprendiendo
iniciativas de apoyo a los republicanos españoles. En este sentido, el 10 de
marzo de 1939, en el Teatro Maravillas de Buenos Aires, se estrenó su obra Un
hombre y su vida, que había sido publicada en septiembre de 1936. Como ella
indica tras el título, la obra nació «bajo la advocación del momento encendido
de España››. Los protagonistas de la obra fueron los actores españoles
exiliados: Helena Cortesina[2] y
Pedro López Lagar, así como la escenógrafa Victorina Durán. En este sentido,
Natalio Botana, a través de Crítica, había logrado recaudar fondos
durante meses para ayudar a los intelectuales españoles refugiados en Francia,
ofreciendo trabajo en su periódico, convirtiéndose por ello en una figura
“mítica” para los republicanos españoles. Botana moriría años después, en 1941,
en un accidente automovilístico, quedando en manos de Salvadora la propiedad y
la dirección de Crítica durante 23 años.
Salvadora fue una
revolucionaria contradictoria (llegaba a los mítines y a las manifestaciones en
Rolls-Royce y con tacones), una personalidad multifacética y, por ello,
una incomprendida. Entre tantas contradicciones, tan difíciles de calibrar, fue
también una madre que cuestionó los roles de la maternidad, una anarquista que
ejerció desde el poder de su estatus social, una dramaturga rebelde, una voz
única abanderada de las ovejas negras. Nunca abandonó el luto por su hijo y, tras
su muerte, comenzó a practicar espiritismo para hablar con él, doctrina que
también ejerció hasta sus últimos días.
Finalizamos el artículo
con la transcripción de unas frases que Salvadora, desde la cárcel, le dirigió
al dictador José F. Uriburo, rechazando la petición de indulto de sus amigos a
causa de una de sus innumerables manifestaciones: «señor presidente, no
autorizo el piadoso pedido (…) yo, ni recuerdo faltas ni necesito
magnanimidades (…) guárdese sus magnanimidades junto a sus iras y sienta cómo,
desde este rincón de miseria, le cruzo la cara de un sopapo con todo mi
desprecio››. No fue el único tropiezo con el poder político. Durante el
gobierno de Perón, se hizo notoria la rivalidad entre Salvadora y Evita, que
declaró a Crítica (el periódico que aquella dirigía) como su enemigo. Fatalmente,
fue expropiado.
Como se ha escrito, «es
difícil definir a Salvadora, más complicado encasillarla, y casi imposible
abarcar todos los hechos y aspectos que la volvieron la mujer que fue››. Pese a
todo, podemos concluir afirmando que la convicción de su vida fue el anarquismo
y la valentía de atreverse a escribir, como dijo su nieto Copi «sobre dobles
pecadoras, las lesbianas y las adúlteras››. Fue también, como ella escribió,
una sufridora: «yo sé sufrir. Sé sufrir con serenidad y con inteligencia››. Salvadora
murió en 1972, en la pobreza, el olvido, la demencia y la soledad.
La
directora Daiana Rosenfeld estrenó en 2017 el documental Salvadora,
sobre su vida y figura, que se puede ver en Cine.ar Play
Rosa Ballesteros García
Vicepresidenta del
Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
[1] Salvadora sólo consintió en
casarse con Botana tras nacer su cuarto vástago, una niña.
[2] Cortesina había sido la primera
directora de cine de España.