domingo, 9 de octubre de 2022

Romper el estereotipo

                                            LAS MUJERES Y LOS MITOS

(Rompiendo estereotipos)

 

Para Platón los mitos son una estrategia narrativa y una vía de acceso al conocimiento que el cine se ha encargado de atrapar como medio de comunicación de masas, porque el cine, de su poder, de su seducción tenemos infinidad de ejemplos, hasta el punto de que ninguno de los líderes políticos de todo el arco político, ninguno, ha escatimado (ni escatima) medios para utilizarlo como el medio de propaganda más eficaz.

El presente artículo trata de dar visibilidad a ciertos estereotipos establecidos (y rotos) por las mujeres. Comenzamos por uno de ellos que desafíó al canon establecido, el de las Valkirias escandinavas de las antiguas sagas: unas vírgenes guerreras, entre realidad y mito, que vienen a romper de forma clara y rotunda el estereotipo femenino generalizado de madres sumisas y cuidadoras. Esas seguidoras de Freya, señora de las batallas que vivían como guerreras, renunciando a su feminidad y a su maternidad, se pueden rastrear, entre otras, en la Sagas Hervarar, Volsung (s. XIII) o en la Gesta Danorum (s. XII). Así, surgen nombres míticos como los de las guerreras Hervor, Visna, Alwinda o Gurith, personajes que se corresponden, en cierto modo, con las míticas amazonas, también mujeres guerreras (como las clásicas Pentesilea o Hipólita) que la memoria colectiva revive a través de las crónicas de los conquistadores hispanos que llegaron a América, plasmadas en personajes de ficción o reales como Catalina de Erauso (1592-1650), conocida como «La monja alférez», una aspirante a monja rebelde, violenta y valiente que cambió los hábitos impuestos por el masculino uniforme militar, ejemplo viviente del espíritu libre de las amazonas, cuyo personaje ha sido llevado al cine por actrices como la mexicana María Félix (Emilio Gómez Muriel, 1944) o la española Esperanza Roy (Javier Aguirre, 1987); o como Inés de Suárez (1507-1580) quien, como la anterior, fue una intrépida dama que se lanzó al otro lado del Atlántico a la conquista de tierras desconocidas y a la que dio vida la italiana Elsa Martinelli en La araucana (Julio Coll, 1971). Inés no se travistió de hombre, como Catalina, pero reprodujo sus peores hábitos: fue una terrible y cruel asesina de indígenas que, junto a Pedro de Valdivia, su amante, fundaría la ciudad de Santiago de Chile. En 2020 se estrenó una serie para TVE basada en su biografía. Sobre estas féminas valientes, guerreras y rompedoras de clichés, el clasicista Peter Walcot escribe al respecto: «Dondequiera que los griegos ubicasen a las amazonas (…) siempre era allende los confines del mundo civilizado. Las amazonas existen fuera del ámbito de la experiencia humana normal».

No son los únicos casos de travestismo militar. Partiendo de Aquiles, a quien su madre disfrazó de mujer para evitar que marchara a guerrear a Troya, o la joven Epípole de Caristo que hizo lo propio (pero al revés) para ir a esa misma Guerra[1]. Hay multitud de ejemplos de mujeres que hicieron lo propio, como las británicas Hanna Snell (1723-1792) convertida en James Gray o Christian Davies (1667-1739); o Juana de Flandes (1295-1374), Jacqueline de Baviera (1401-1436) o Brita Olofsdotter (c.1520-1569-75) y también hombres que, como Aquiles, se travistió de sirvienta para eludir ir a la guerra, como también es el caso de Carlos Eduardo Estuardo (1720–1788) huyendo de la batalla de Culloden en 1746.

También en China surgen mujeres travestidas como Hua Mulan (s. V-VI), que ha inspirado al personaje de películas animadas; Yuenü (s. V-VI), espadachina del estado de Yue; Huang Guigu (246-221 a. C.), una guerrera que actuó como general para el primer emperador Qin; Xun Guan (s. IV) famosa por haber dirigido un grupo de soldados a la edad de trece años. También guerreras como Li Xiu (s. III), comandante militar; Hong Xuanjiao (s. XIX), general de las tropas femeninas que luchaban en el ejército Taiping; Lin Hei'er (s. XIX), prostituta, acróbata y especialista en artes marciales que organizó y mandó la «Unidad Linterna Roja» de mujeres soldado en Tianjin; o la Princesa Pingyang (s. VII) que organizó el «Ejército de la Dama». Son solo algunos nombres de una larga lista de guerreras.

No obstante, surgen otros ejemplos al margen del mundo greco-romano y oriental como los transmitidos a través de un género sobradamente conocido: el llamado Western, tan rentable y popular del cine norteamericano donde encontramos, como afirman algunas fuentes, toda una «mitología maniquea», así como los mensajes del puritanismo contrarreformista o el fundamentalismo norteamericano y, sobre todas estas consideraciones, como alguien ha escrito, un género que «odia a las mujeres» porque: «La ficción que da vida a la leyenda y la epopeya, ese escribir-inventar la Historia, no es femenino; ¿dónde cabrían aquí las mujeres?» .

No obstante, también en este contexto encontramos mitos que vienen, de alguna forma, a evidenciar que junto a estos exploradores también había mujeres. Por poner un ejemplo muy popular como es el de Martha Jane Canary-Burke (1852-1903). Dicho así, poca gente la reconocería, pero si le añadimos su alias: «Juana o Juanita Calamidad» es muy posible que se disipe el desconocimiento. Jane, a pesar de ser mujer, «usurpó» todos los roles del otro sexo. Cabeza de familia al quedarse huérfana a los diez años, tuvo que batallar para sacar adelante a sus hermanos más pequeños. Muy joven se convirtió (siempre travestida como hombre) en una activista luchadora, en la expresión más amplia del término. Se convirtió a los 14 años en una exploradora profesional y defendió, rifle en mano, las fronteras que se habían ganado a los «pieles rojas». Todas las imágenes que de ella se conservan la presentan travestida como sus compañeros de oficio. Personaje realmente extraordinario, vivió una existencia realmente fuera de lo común, circunstancia esta que sirvió para que los avispados cineastas  explotaran debidamente el filón recreando sus hazañas en numerosos westerns, como personaje central o secundario.

Otras «descentradas»[2] fueron Jane Belle Star (1848-1929) que, al contrario que aquélla, siempre iba vestida elegantemente, como una dama, y otras, como Ellen N. Cashman (1845-1925)[3] o Annie Oakley (1860-1926) cuyas vidas han sido  llevadas también a la gran pantalla. De esta última, Irving Berlín escribió el musical Annie Get Your Gun (algo así como: Annie toma tu arma) en 1946, basado en la vida de Oakley, más tarde llevado al cine en 1950 en una producción de George Sidney, con Berry Hutton en el papel de Annie (Annie Ger Your Gun). El tema fue retomado en 2014 en formato para TV.

Sin cambiar de continente, ni de modelo mítico, no podemos dejar de referirnos a las famosas «Adelitas» de  la revolución mexicana (1910-1917), modernas amazonas muy bien estudiadas por la mexicana Elena Poniatowska (Premio Cervantes), soldaderas que acompañaron a los hombres al campo de batalla que, si bien oficialmente no actuaban como militares, algunas de ellas llegaron a alcanzar grados de coronel, teniente o capitán como son los casos, entre otros, de Margarita Neri, Rosa Bobadilla, Juana Ramona o María de Jesús de la Rosa, apodada «La Coronela»[4]; mujeres valientes que rompieron estereotipos como ya, por otra parte, lo habían hecho sus abuelas, las valientes aborígenes que se enfrentaron con los conquistadores, también víctimas, como botín de guerra, o como víctimas de las violaciones sistemáticas de la soldadesca. El cine ha recreado un buen número de películas que tienen como argumento la revolución, como la protagonizada por el icono del cine mexicano: María Félix, quien dio vida a una de esas Adelitas en la producción azteca La cucaracha (1958), dirigida por Félix Rodríguez[5].

Y la lista podría seguir, pero lo dejamos para otra ocasión.

 

                                 Rosa Mª Ballesteros García

                   Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                              “benaltertulias.blogspot.com”



[1] Según los cronistas, cuando Palamedes descubrió la superchería, fue apedreada hasta la muerte por los soldados del ejército griego.

[2] El adjetivo “descentradas” lo asociamos a estar fuera del centro del poder que, generalmente está en poder de los hombres.

[3] En 1879 abrió el restaurante Delmonico en Tucson (Arizona), el primero en propiedad de una mujer en esta ciudad.

[4] En 1950 se estrenaría La negra Angustias, película dirigida por Matilde Landeta en la que María Elena Cortés da vida a la «Coronela Angustias».

[5] Con versiones de 1934, 1998, 2013. En la adaptación de 1958 otras actrices mexicanas dan vida a otras tantas soldaderas como Alicia del Lago, Lupe Carriles o Irma Torres, entre otras.

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