domingo, 3 de julio de 2022

Raf Vallone

Raff  Vallone: La otra cara de Jano

 

Hace unos meses, entre los artículos que publiqué dedicados a personajes del cine: Conchita Montenegro, Betsy Blair, Mae West, Theda Bara, Jeanne Roques, Josephine Baker o Maureen O´Hara, todas ellas actrices, es verdad, añadí a dos actores: el norteamericano Paul Robeson: universitario, políglota, activista y negro en una época en que el pigmento de la piel era socialmente determinante en todos los aspectos, y a un ingeniosísimo judío ucraniano llamado Kaspar Brandhofer que consiguió burlar el acoso de los nazis. Con estas pocas frases, lo que quiero destacar es que tanto las actrices citadas, como Paul o Kaspar, no solo fueron actores y actrices de éxito, y que sus biografías descubren aspectos que nada tienen que ver con su faceta profesional: compromiso social o político, personalidad, carácter reivindicativo, inteligencia, empatía, humanidad… En definitiva, lo que intentaba transmitir con estas pequeñas reseñas era destacar y poner en valor otras facetas (esa doble cara de Jano)[1] que casi siempre quedan a la sombra del brillo de focos y candilejas.

            Por otro lado, cuando intento definir el feminismo siempre me refiero a un movimiento social que lucha por los derechos y las libertades de toda la humanidad, mujeres y hombres, conciliador y no excluyente, lo que me llevó a reflexionar que entre todas estas pequeñas biografías sólo había destacado, a título individual, dos dedicadas a varones (actores), así que entonando un “mea culpa”, para nivelar la asimetría[2], me dispongo a sacar a la luz a otro actor extraordinario: el italiano Raffaello Vallone, conocido con el nombre artístico de Raf Vallone.

            Raf, nacido en Calabria en 1916, era hijo de un abogado y de una dama de la aristocracia calabresa. Como su colega, el norteamericano Robeson, fue deportista profesional[3], universitario  (estudió Filosofía y Letras), políglota y activista como miembro de la resistencia durante la Segunda Guerra Mundial. Al estallar la guerra, abandonó el futbol para trabajar como periodista y crítico de cine y teatro del diario turinés La Stampa y editor de la sección cultural de L'Unità, publicación del partido comunista del Piamonte italiano, a pesar de que él nunca militó por su rechazo al estalinismo.

            Vallone llegó al cine por casualidad mientras realizaba un reportaje para su periódico. Su primera película como actor fue en 1942 en la película dirigida por Goffredo Alessandri Los que vivimos, con argumento basado en la obra homónima de 1936 de la filósofa y escritora de origen ruso Alissa Zinovievna Rosenbaum (Ayn Rand), nacionalizada estadounidense y muy controvertida ―fue tildada como reaccionaria, por los liberales, revolucionaria por los conservadores, pro-capitalista por los comunistas y atea por la Iglesia―. La película, protagonizada por estrellas del momento como Alida Valli y Rossano Brazzi, es un retrato del impacto que tuvo la Revolución rusa para un grupo de seres humanos en clave de drama romántico. Raf intervino con un pequeño papel secundario. Sin embargo, su fama como actor le llegó en 1949 con la película Arroz amargo, un clásico del neorrealismo italiano dirigido por Giuseppe de Santis, junto a Vittorio Gassman y Silvana Mangano. El argumento: una mezcla de mensaje político, melodrama, cine negro y documental antropológico. Vallone da vida a Marco Galli, un militar licenciado de carácter pacificador. Otra de las películas en las que intervino durante la época neorrealista fue Roma ore 11 (1952) de Mario Camerini, un drama urbano que pone en el centro de la historia a un grupo de mujeres desempleadas. Otras películas de la época fueron El camino de la esperanza (1950) de Pietro Fermi, Los héroes del domingo (1952), de nuevo con Camerini,  y La playa (1953) de Alberto Lattuada, que también lo dirigió en Ana (1951), junto a Silvana Mangano y Vitorio Gassman y Guendalina (1956), en la que tuvo como pareja a Sylvia Koscina.

            Como ya apuntaba, su poliglotismo le sirvió para no ser doblado (él lo impuso) en películas francesas, entre otras, Thérèse Raquin (1953), una adaptación de la novela homónima de Zola, como el prota masculino “Laurent” y Simone Signoret como su oponente femenina. También en inglés y como actor de teatro (quienes lo conocieron aseguran que este fue su verdadera pasión), intervino en obras como La Duchesse d'Amalfi de John Webster. En teatro encarnó a Woyzeck, de Georg Büchner o Bodas de sangre, de Federico García Lorca y llegó a ser un divo de Hollywood donde intervino en películas como El Cardenal (1963), La carte del Kremlin (1970) o El gran duelo (1971), entre otras, o en coproducciones como Fedra (1962) dirigida por el francés Jules Dassin y coprotagonizada por la actriz griega Melina Mercouri, esposa de Dassin.

También es España intervino en producciones como Los ojos dejan huella (1952) una joya del cine negro dirigida por Sáez de Heredia, con Elena Varzi,  su mujer en la vida real, a quien conoció durante el rodaje de Il Cristo proibito (1951) de Curzio Malaparte; La venganza (1957), de Juan Antonio Bardem (una película realizada contra la censura que quería impedir su mensaje de “reconciliación nacional” implícito); La violetera (1958), de Luis Cesar Amadori, todo un éxito, al lado de Sara Montiel  o El Cid (1961) de Anthony Mann, con Sofía Loren, que no fue su único personaje español: Goya, Cristóbal Colón o el Greco (de origen griego, como se sabe, pero que vivió y murió en Toledo) fueron algunos de estos. También dio vida a personajes históricos como el Papa Alejandro VI, que por cierto era valenciano, de Játiva, Giuseppe Garibaldi, Tomás Moro o el Cardenal Lamberto en  El Padrino.

En 1953 ganó el Oso de Plata del Festival de Berlín, fue nominado al Oscar y ganó el Premio David di Donatello al mejor actor por Panorama desde el puente (1961) de Sidney Lumet. Fue condecorado Cavaliere di Gran Croce Ordine al Mérito della Repubblica Italiana en 1994. Asimismo trabajó como director de ópera, en Turín (“Norma”, de Bellini), en el Metropolitan Opera de Nueva York y la Opera de San Francisco (“Adriana Lecouvreur”), junto a Plácido Domingo, en 1983, entre otras.

Raf Vallone estuvo casado desde 1952 hasta su muerte con la actriz italiana Elena Varzi con quien tuvo tres hijos, dos de ellos actores. Se retiró de la actividad en 1995 y murió en 2002 Un año antes, en 2001, publicó sus memorias: El alfabeto de la memoria.

Vallone, un verdadero intelectual, fue traductor de los versos latinos de Catulo de Verona, además de un artista polifacético y un profesional serio que, como otros de nuestros biografiados Fritz Lang, André de Thot, Raoul Walsh, John Ford, Nicholas Ray o Sam Fuller, todos ellos directores, perdió un ojo en un accidente ocurrido sobre el escenario.

Como ciudadano, socialmente comprometido, criticó el “individualismo ciego y agresivo en la vida política y en la social”. Nunca llegó a encarnar el latin lover como Rossano Brazzi o Marcello Mastroianni. Todos los biografiados citados rompieron los estereotipos que de ellos hemos fabricado, cegados, seguramente, por su aura de estrellas.

 

                                    Rosa M. Ballesteros Garcia

                   Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                   “benaltertulias.blogspot.com”

                               “ateneolibredebenalmadena.com”



[1] Un héroe cultural de la mitología romana, en línea con el Prometeo griego.

[2] No obstante, y en mi descargo, se publicó hace tiempo un artículo mío en el que trato el caso de varios directores de cine que también perdieron un ojo durante algunos de sus rodajes.

[3] Jugó en el equipo de fútbol del Torino Club en la primera división (1938-39).