miércoles, 2 de mayo de 2018

"LA DESBANDÁ". EL CRIMEN DE LA CARRETERA MALAGA-ALMERIA

Día 2 de Mayo de 2018

"LA DESBANDÁ". EL CRIMEN DE LA CARRETERA DE MÁLAGA-ALMERÍA"


 Jesús Majada Neila. Dr. Filosofía y Letras. 30 asistentes.







 Los sucesos

            A mediados de 1936 un grupo de militares apoyados por la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini se levantó contra el gobierno democrático de la República Española y provocó una guerra civil. En febrero de 1937 se produjo el hecho más cruel de toda la Guerra Civil española. En Andalucía, al sur de España, la ciudad de Málaga es atacada por el ejército fascista; y la población, despavorida, huye en masa por el único camino posible, la estrecha carretera entre el mar y la montaña que conduce hasta Almería: más de cien mil personas son ametralladas y bombardeadas por tierra, mar y aire a lo largo de varios días y de los doscientos kilómetros que separan ambas ciudades.

            Nadie se preocupó, por parte de la República, de organizar y canalizar la evacuación, que no fue tal, pues tanto las autoridades civiles como militares fueron las primeras en huir y abandonar a los fugitivos a su suerte.

            Una columna italiana pertrechada de armamento ultramoderno persiguió por tierra a los fugitivos; aviones italianos y alemanes de la Legión Cóndor los bombardearon desde el aire; y los cruceros Canarias y Cervera los cañonearon desde el mar. Fue la primera vez en la historia de las guerras modernas que se masacró a la población civil de manera sistemática e indiscriminada.

            Tres extranjeros, Norman Bethune, Hazen Sise y Thomas Worsley, fueron los primeros en ayudar a los que huían por la carretera. Formaban parte del Servicio Canadiense de Transfusión de Sangre, una unidad médico-sanitaria que se dedicaba a llevar sangre a los frentes de batalla. Desde Valencia se dirigieron a Almería, pero allí les anunciaron que Málaga ya había caído. A pesar de las recomendaciones de que no siguieran adelante, Norman Bethune, el jefe de la unidad, decidió continuar. Con su furgón-ambulancia enfilaron la carretera de Málaga y se toparon con las masas de fugitivos, que ya llevaban varios días de camino. Avanzaron hasta Castell de Ferro, cerca de Motril, y ya no pudieron progresar más, pues el ejército italiano se encontraba a poca distancia.

            Tras desmontar todos los aparatos médicos, durante tres días con sus noches estuvieron llevando refugiados a Almería y salvaron la vida de muchos niños y mujeres. Su acción es señaladamente encomiable y debe permanecer en la memoria y gratitud de los malagueños. Pero el alcance de su labor tuvo también otras trascendencias, pues ellos fueron los únicos que se encargaron de dar a conocer al mundo las dimensiones de la tragedia.

            Thomas Worsley escribió y publicó en 1939 Los ecos de la batalla, testimonio absolutamente imprescindible -por la minuciosidad, la objetividad y la cercanía de lo relatado- para conocer lo sucedido en la carretera Málaga-Almería. Hazen Sise fue quien tomó todas las fotografías que se recogen en este libro, y que son las únicas existentes de la huida. Norman Bethune con las fotografías obtenidas por su ayudante Hazen Sise publicó inmediatamente un opúsculo con ediciones en español, francés e inglés titulado El crimen de la carretera Málaga - Almería, que difundió como conferenciante por Canadá y Estados Unidos.



El olvido

            El bando republicano sintió la caída de Málaga como un tremendo revés, y fueron muchas las voces que se alzaron contra la indolente actitud de las autoridades. En varias ciudades se produjeron manifestaciones en contra del gobierno de Largo Caballero. El gobierno republicano silenció la noticia y estableció la censura informativa. Para los alzados, en cambio, la toma de Málaga fue el primer gran triunfo desde el comienzo de la guerra. Y lo airearon a todos los vientos.

            Los discursos, las manifestaciones y los comentarios de prensa, tanto los de uno como los de otro bando, siempre giraron en torno a la importancia de la toma de la ciudad, y al papel jugado por los ejércitos extranjeros. Sin embargo, sobre la tragedia de los fugitivos, sobre el acoso, bombardeo y ametrallamientos sufridos por la población civil nadie habló, ni Franco, ni el gobierno de Largo Caballero. La repercusión en la prensa internacional de lo sucedido en la carretera, en consecuencia, fue también escasa.

            hubo unos pocos artistas y literatos que crearon sus obras alrededor del suceso. Entre los últimos destacan tres: un poeta, un novelista y un dramaturgo. Todos ellos son extranjeros, y todos dieron a conocer sus obras sobre Málaga en el mismo año 1937. César Vallejo escribío España, aparta de mí este cáliz, un poemario centrado en la Guerra Civil: el segundo poema está dedicado a los fugitivos malagueños. El francés André Malraux publicó la novela La esperanza, en la que narra la intervención de aviadores extranjeros en favor de la República; en uno de sus capítulos uno de los aviones, que intentaba detener la columna italiana que perseguía a los malagueños, es derribado a la altura de Castell de Ferro, en la provincia de Granada. Finalmente, Bertolt Brecht estrenó en París Los fusiles de la señora Carrar, un drama cuya acción transcurre en un pueblo de la costa granadina, justamente en los trágicos días de la caída de Málaga y la huida por la carretera de Almería.

            Pero todo cayó en el olvido o fue sepultado con un manto de silencio. Ningún historiador de la Guerra Civil en Málaga ha utilizado las fotografías del libro de Bethune; tampoco el libro de Worsley.

La memoria

            Antes de 2004 los historiadores de la Guerra Civil prestaron poquísima atención a la huida por la carretera de Almería. Hugh Thomas escribió cuatro líneas, mientras que al bombardeo de Guernica le dedicó treinta. En su Historia de la Guerra Civil en Málaga Antonio Nadal dedica un uno por ciento de su libro (cuatro páginas) al suceso más importante de cuanto ocurrió en la provincia. Ramos Hitos en su Guerra Civil en Málaga prestó al suceso un análisis un poco más detenido.

            Durante la dictadura apenas se abordó el tema de la huida de forma pública. En la novela Las últimas banderas (premio Planeta 1967) Ángel María de Lera en una quincena de páginas recrea muy acertadamente las causas y circunstancias de lo sucedido.
Tras la muerte de Franco y con la llegada de la democracia, empezó a levantarse el pesado velo que, sobre los horrores vividos por los republicanos durante la Guerra Civil, había impuesto el régimen franquista. Muchas personas conservaban muy vivas aquellas experiencias y algunas se decidieron a sacarlas a la luz.

            Y así ocurrió con la carretera de Almería. Aquel suceso, tan dramático y tan traumático para cuantos lo vivieron, había permanecido nítidamente en la memoria de muchos de los fugitivos. Para ellos fue sin duda el hecho más terrible de todo lo vivido durante la Guerra Civil y también durante toda su vida. Y empezaron a aparecer publicaciones con relatos de lo ocurrido. Pero la valiosísima aportación de estos testimonios impresos no ha rebasado, en la mayoría de los casos, el ámbito de familiares y amigos. El silencio de historiadores y de políticos
perduró más allá del franquismo y más allá de la transición. Parecía que nadie estuviera interesado en revelar lo sucedido.

            La pesada losa no se levantó hasta la primavera de 2004, sesenta y siete años después de la huida, y veintisiete después del retorno de la democracia. El Centro Andaluz de la Fotografía y el autor de este libro presentaron en Málaga la exposición Norman Bethune: El crimen de la carretera Málaga-Almería y publicaron un catálogo con el mismo título. A pesar de mostrarse sin ninguna campaña de publicidad, la afluencia de visitantes desbordó ampliamente las previsiones más optimistas: más de diez mil en los veintiséis días que estuvo abierta. La presentación de la exposición constituyó un revulsivo en el estado de desatención que, hasta entonces, venía prestándose a aquel trágico suceso.

            En la clausura de la exposición la Diputación rindió homenaje a los fugitivos, y el 7 de febrero siguiente les dedicó en Torre del Mar un lugar de memoria: al lado de una placa conmemorativa (laga 1937. Nunca más) se plantó un almendro. Junto a él, cuando renace en flor, se honra cada año a quienes huyeron de Málaga buscando refugio.

            El 7 de febrero de 2006 el Ayuntamiento de Málaga saldó la deuda que la ciudad tenía con Norman Bethune: uno de los huidos (Manuel Sánchez), el alcalde de la ciudad (Francisco de la Torre) y el embajador de Canadá (Marc Lortie) plantaron un olivo y un arce, y descubrieron un bronce con esta leyenda: PASEO DE LOS CANADIENSES: En memoria de la ayuda que el pueblo de Canádá, de la mano de Norman Bethune, prestó a los malagueños fugitivos en 1937. El Paseo de los Canadienses discurre al este de la ciudad y junto al mar, en las inmediaciones del Peñón del Cuervo, un hermoso paraje muy querido de los malagueños. Por allí pasaron todos los que huyeron de la ciudad.

            Además de los ya señalados, a lo largo de la carretera de Almería se han ido levantando otros lugares de memoria: una estela en la Cala del Moral, un grupo escultórico en bronce en la Caleta de Vélez, en Motril un busto y una avenida han sido dedicados a Norman Bethune

            La televisión andaluza y también la nacional han ofrecido diferentes reportajes. También por iniciativa privada se han realizado varios documentales, tanto en España como en el extranjero. Igualmente han aparecido nuevas publicaciones que examinan y profundizan en el tema de la huida desde distintos puntos de vista.

            Por su parte, la exposición que sacó del silencio y el olvido lo ocurrido en febrero de 1937 continúa dando a conocer fuera de Málaga tanto los sucesos de la carretera como la figura de Norman Bethune. El Centro Andaluz de la Fotografía ha publicado una reedición del catálogo en versión trilingüe español-inglés-francés con vistas a difundirla en el extranjero; y ha presentado la exposición en una larga veintena larga de ciudades españolas, en Montreal, en México DF y en Pekín.

            Finalmente, en febrero de cada año, y a lo largo de la carretera, se realizan diferentes marchas que recuerdan las penalidades sufridas por los malagueños que salieron de la ciudad.
A la postre, el empeño de Bethune dio sus frutos, aunque después de sesenta y siete años, pues ha sido su relato y han sido las fotografías que tomó Hazen Sise los que han recuperado para la memoria colectiva lo sucedido en febrero de 1937 en la carretera que va de Málaga a Almería.