lunes, 14 de septiembre de 2020

Elogio de Abdelrraman III

                                                     ELOGIO DE ABDERRAMAN III

Nace en Córdoba el 7 de enero de 891, nieto de una princesa navarra de nombre Oneca, e hijo de madre vasca llamada Muna. Su abuelo, el emir Abd Allah, es la cabeza de un emirato que lleva funcionando cerca de doscientos años, de  cuyas preferencias recibió una esmerada educación. Su fisonomía nos lo describe como de tez blanca, ojos azul oscuro, cabellos rojizos, corpulento y de baja estatura. Solía teñirse la barba y el cabello de oscuro para parecer más árabe. Dotado para el mando, se muestra cortés y tolerante, aunque no exento de firmeza en sus decisiones.

El 16 de Octubre de 912, con apenas 21 años fue entronizado como nuevo Emir cordobés, el tercero de su nombre, de un emirato en disolución debido a las disensiones internas cuyo poder efectivo apenas alcanzaba a los arrabales de Córdoba. Sustituyó la tortuosa política de su abuelo por otra franca, atrevida y audaz, manejando hábilmente el “aman”, o perdón, con el castigo ejemplar, consiguiendo el sometimiento y la pacificación de la casi totalidad del territorio peninsular excepción hecha de los territorios del norte en donde sometidas las Marcas Fronterizas, mantuvo a raya a los cristianos “politeístas”, arrogándose la capacidad de arbitrar  sus propias luchas intestinas. Afianzó su poder  construyendo en sus atarazanas de Algeciras y Pechina una potente marina de guerra con la que sometió al Magreb  contrarrestando el apogeo fatimí que se extendía hacia la península.

En el punto más alto de su poder efectivo proclama la creación del Califato de Córdoba en 16 de enero de 929 denominándose Ab Al Raman III an-nasir li-din Allah (el que obtiene la victoria para Dios). El poder califal, la administración central, la justicia, la hacienda, el ejército y la marina alcanzaron sus niveles más eficaces de organización y funcionamiento. Se mejoró la Gran Mezquita Aljama con la creación de un nuevo alminar, “el más bello de los alminares de Occidente” (cuyos restos aún pueden verse en el interior del posterior campanario). Reconstruyó el zoco y mejoró las conducciones de agua a la capital mediante un nuevo y espectacular acueducto para poder atender a las más de cien mil casas, innúmeros palacios y 28 arrabales que hacían de Córdoba la mayor ciudad del siglo X.

No satisfecho con todo esto mandó construir la ciudad-palacio de Madinat-al-Zahra, una de las obras más notables, importantes y grandiosas que haya hecho el hombre. Radicada en las proximidades de la capital surgió como encantamiento en una docena de años, con una monumentalidad y riqueza extraordinarias, insólitas en el occidente europeo que describieron con asombro todos los cronistas y escritores de su tiempo. Se precisaron unos 10.000 obreros y se utilizaron materiales preciosos traídos de todos los lugares del mundo. A sus mil metros cuadrados de extensión se trasladaron todas las funciones administrativas, la ceca, el salón de recepciones, una nueva mezquita y la vivienda del califa y los altos funcionarios. Significó el símbolo del poder y la opulencia del califato cordobés cuya influencia internacional desbordó todas las previsiones. Se intercambiaron embajadas con Bizancio, con el Sacro Romano Imperio Germánico, con Italia, con Creta, etc., estableciendo con todos ellos relaciones comerciales.

La cohesión social y étnica (asabiya) alcanzada, facilitó la eclosión cultural más extraordinaria que se había vivido nunca en España. El obispo mozárabe Recemundo (autor de “El Calendario de Córdoba”) y Hasday Ben Saprut  (médico judío) fueron embajadores del califato, y como tales llegaron a Córdoba el geógrafo Ben Awqal y el monje Nicolás portador para su traducción de la obra en griego de Dioscórides “Materia  Médica” y la “Historia”, en latin,  de Paulo Orosio. De Siria llegaron el filólogo Ali al-Qali (“El libro de los dictados”) y el literato y poeta Al-Mutanabbi.  

Las raíces  literarias y culturales habían aflorado ya en la propia Córdoba como lo demuestra la obra de Ibn Abd Rabbihi: “El collar único” una auténtica enciclopedia de saberes desarrollado en 25 capítulos o piedras preciosas. El historiador Qasim Ibn Asbag (“Tratado de los insignes méritos de los Omeyas”), Ibn Al Qutiya (“Historia de la conquista de Al Andalus”) o las obras de la saga de los Al- Razi, los primeros en escribir una historia completa de España.

En el cenit máximo de su esplendor político, militar, social y cultural muere Abderraman III el día 15 de Octubre de 961, tras cincuenta años de gobierno en España, su tierra natal que nunca abandonó, legando un califato en paz, próspero y pujante que siguió dando frutos durante muchos años.

La gran Mezquita Aljama, símbolo externo de esta pujanza será ampliada y embellecida en tres ocasiones por sus sucesores, consagrándose como centro de saber y enseñanza en la que Al- Jushani (autor de la “Historia de los jueces de Córdoba”) introduciría el género “Adab” similar a los “studia humanitatis” europeos posteriores, la biblioteca de Al-Hakem II será famosa en todo el mundo.

A la disolución del califato, los reinos de taifas siguen ofreciendo sus frutos previamente incubados como Ibn Hazm en Córdoba (“El collar de la paloma”), Al Mutadid e Ibn-Zaydun (poetas sevillanos), Ibn-Nagrella (“El libro de la riqueza”)de Granada, Salomon Ibn Gabirol (“La fuente de la vida”)de Zaragoza, Ibn Said (“Categorías de las naciones”) de Toledo, Al Baytar (botánico) de Málaga, Al Zarqali (astrónomo) y un larguísimo etcétera que atestigua la importancia de la cultura derramada en la península ibérica por el estado andalusí.

Más allá de la península, esta potente crecida cultural impregna, igualmente, todos los ámbitos intelectuales del momento, de la mano de figuras tan señeras como Avempace autor de “El régimen del solitario” obra sin parangón de la cultura universal, Abentofail, autor de “El filósofo autodidacta”, predecesores ambos de Rousseau y de su Contrato Social, o del Emilio. Averroes (nadie en Europa podrá llegar a Aristóteles si no es a través de los comentarios de Averroes). Maimónides el gran médico contra la ignorancia, autor de la “Guía de los perplejos”, un posicionamiento entre la fe y la razón. Ibn Arabi autor de “El intérprete de los amores” como una vía de acercamiento a Dios.

La crecida cultural de la España Califal llevaba en sí el limo necesario que inició e impulsó el renacimiento cultural europeo.

La ocultación o el menosprecio de la figura de Abderraman III denotan, no solo una falta culpable en el conocimiento de  nuestro devenir  histórico,  sino un interés doloso en borrar una de las páginas más brillantes de la Historia de España.

Jesús Lobillo Ríos

Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena