Juana Ginzo
(1922-2021): La voz de la radio
98
años de lecciones
Nació y
murió en Madrid, con casi un siglo de edad. Se llamaba Juana Ginzo Gómez y era
hija de un impresor y una cigarrera. Es posible que a las generaciones más
jóvenes no les suene el nombre, pero los más veteranos, los que teníamos la
radio como medio de entretenimiento e información antes de que llegara la
televisión, no podemos olvidar la personalísima voz de esta mujer que fue una
de las grandes actrices de la radiodifusión de nuestro país, además de locutora y
actriz de doblaje para el cine, donde llego a participar en algunas películas,
entre otras: Los ladrones somos gente honrada, Aeropuerto, El tigre
de Chamberí, La estanquera de Vallecas o Bearn o la sala de las muñecas.
Miembro de una familia de clase
obrera y socialista, nunca en toda su larga vida se desclasó y fue todo un
ejemplo de coherencia con sus principios. Se casó muy joven con un joven de su
misma clase, de oficio tornero: un «obrerete››, como ella misma declara en uno
de sus libros de memorias titulado La pasión de vivir con
un montón de años, publicado en el año 2000.
Posteriormente escribió otros dos libros, también muy personales: Parejas:
el amor y otras libertades y Mis días de radio, publicados,
respectivamente, en 2002 y 2004, en los que aborda, junto a su compañero Juan
Rodríguez Olivares, su vida privada y su vida profesional.
Mujer
inquieta, viva e inteligente fue un ejemplo de superación personal.
Autodidacta, como tantas personas de su misma clase social, no se resignó a
permanecer anclada en el rol para el que estaba, a priori, destinada. Ese
destino pareció que iba a cumplirse y que comenzó, como era natural, casándose
muy joven con aquel «obrerete›› ya citado, de forma que con sólo 23 años ya era
madre de dos hijos. El primero murió siendo un bebé y el segundo tenía sólo
unos meses cuando ella decidió dar un cambio radical a su vida, y la Juana que
trabajaba como asistenta se inició en lo que sería su nueva vida: la radio.
Sin embargo, y aquí comienza
su extraordinaria aventura, esa arriesgada «pirueta›› no supuso una ruptura
traumática, como hubiera sido lo normal, dadas las circunstancias (no olvidemos
que estábamos en plena dictadura). Ella cuenta, con muchísimo humor en su
libro, que el marido, una bellísima persona, muy generoso, comprendiendo sus
inquietudes y su afán de superación, no le puso impedimentos. Es más, como el
divorcio estaba prohibido, le firmó un poder para que pudiese tener su dinero,
pasaporte e independencia. Verdaderamente, un verdadero ejemplo de «rara avis››
y, como se llevaba tan bien con los padres de ella (vivían juntos desde que se
casaron), Juana decidió que, como era ella la que rompía la pareja, a ella le
tocaba abandonar el hogar, de forma que Juana voló y el marido se quedó con los
suegros, porque lo querían «como a un hijo››.
Y el tiempo siguió su
marcha, y esa intrépida Juana: joven, separada y con un hijo, luchando en la
España del franquismo más duro, tan difícil para los más desfavorecidos y más
duros, si cabe, para aquellas gentes que vivían como podían su exilio interior,
siempre temerosos de las persecuciones políticas, las delaciones, las
detenciones. En definitiva; el silencio, el miedo y las mujeres sometidas a la
doble obediencia al estado y al marido o padre. En todo este contexto podemos
hacemos una ligera idea de le enorme valentía y de lo agotador que tuvieron que
ser estos primeros años para esta mujer hasta encontrar acomodo. Todo ello no
hubiera sido posible sin una férrea voluntad y unos principios mamados durante
su juventud republicana. Según opinión de una de sus mejores amigas, la actriz
Lola Herrera, Juana se comportaba ya en 1946 como una feminista radical y de
izquierda. En su opinión, fue una «maestra de vida›› que se puso «el mundo por
montera en un mundo de prohibiciones››.
Y llegó el año 1946 y
Juana escucha en la radio que se convocaba un concurso para ser locutora y
actriz de radio. Decide dar el paso y se presenta, no tiene nada que perder. El
certamen lo convocaba un tal Robert Steiner, y el seleccionador era el actor
Manolo Bermúdez, más conocido por su seudónimo artístico: «Boliche››, quien
acertó de pleno augurándole: «podrás vivir toda la vida de la radio››. No se
equivocó, a partir de ese momento iniciaría una exitosa carrera en la radio que
la convertiría en una de las voces más emblemáticas del cuadro de actores de
Radio Madrid (Cadena SER), dirigido por Antonio Calderón. La fama le llegó en
1953 con la serie «Diego Valor››. Durante las décadas de 40, 50, 60 y 70 fue
protagonista de incontables seriales y brilló, con especial éxito de público en
la mítica «Ama Rosa››, sin embargo, este papel dramático, tan distinto de su
personalidad (el de una mujer sometida) le provocó muchos conflictos
ideológicos, que le provocaron una úlcera duodenal, según sus propias palabras.
En alguna entrevista llegaría a confesar que le repugnaba interpretar ciertos
papeles, pero que no tenía otra: «Había que comer››.
Y el tiempo siguió su
marcha, y siguieron pasando los años y Juana, incansable, seguía luchando, como
nuestro clásico, contra los elementos. De este modo, en 1972 conocería al
compañero con el compartiría su vida hasta el final: Luis Rodríguez Olivares,
un periodista que trabajaba como guionista en el programa Hora 25, veinte años
más joven que ella. El primer encuentro fue, como se relata: Juana entró como
una exhalación en el estudio: «Se abrió la puerta de la redacción violentamente
y apareció una mujer impresionante, Juana Ginzo, que se puso a pedir a gritos
dinero a todos los presentes y cuando le preguntaron que para qué quería el
dinero dijo que era para comprar un cuadro››, así lo recuerda Luis. La
recaudación era para ayudar a unas mujeres que vendían dibujos, pinturas y
litografías para recaudar dinero para presos políticos y sus familias. Así era
Juana y para Luis, desde aquel día, fue alguien irresistible. Compartieron vida
hasta la muerte de Juana en 2021.
Fue un ejemplo de vida para quienes la
rodearon. Una de sus mejores amigas y compañera, Natalia Figueroa (esposa del
cantante Rafael) dijo de ella que fue un ser «fuera de serie. Es la libertad,
la independencia, la inteligencia, la coherencia, la fuerza››. Y También valiente, muy valiente: «Yo
aprendí a no tener reputación, aprendí a ser una señora de vida rara››. Se
jubiló a los 60 años. Sus últimas actividades fueron en «Días de radio›› y más
tarde, entre 1999 y 2003 en el programa «Lo que es la vida››. Fue galardonada
con el Premio Ondas a la mejor actriz en 1957, Antena de Oro (1971), Premios
Mujeres Progresistas (1991) y Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2005).
En
palabras de Iñaki Gabilondo, para rematar esta breve biografía, Juana «se
comía la vida a bocados››.
Rosa M. Ballesteros García
Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”