domingo, 13 de octubre de 2024

Juana Ginzo

Juana Ginzo (1922-2021): La voz de la radio

98 años de lecciones

Nació y murió en Madrid, con casi un siglo de edad. Se llamaba Juana Ginzo Gómez y era hija de un impresor y una cigarrera. Es posible que a las generaciones más jóvenes no les suene el nombre, pero los más veteranos, los que teníamos la radio como medio de entretenimiento e información antes de que llegara la televisión, no podemos olvidar la personalísima voz de esta mujer que fue una de las grandes actrices de la radiodifusión de nuestro país, además de locutora y actriz de doblaje para el cine, donde llego a participar en algunas películas, entre otras: Los ladrones somos gente honrada, Aeropuerto, El tigre de Chamberí, La estanquera de Vallecas o Bearn o la sala de las muñecas.

            Miembro de una familia de clase obrera y socialista, nunca en toda su larga vida se desclasó y fue todo un ejemplo de coherencia con sus principios. Se casó muy joven con un joven de su misma clase, de oficio tornero: un «obrerete››, como ella misma declara en uno de sus libros de memorias titulado La pasión de vivir con un montón de años, publicado en el año 2000. Posteriormente escribió otros dos libros, también muy personales: Parejas: el amor y otras libertades y Mis días de radio, publicados, respectivamente, en 2002 y 2004, en los que aborda, junto a su compañero Juan Rodríguez Olivares, su vida privada y su vida profesional.

            Mujer inquieta, viva e inteligente fue un ejemplo de superación personal. Autodidacta, como tantas personas de su misma clase social, no se resignó a permanecer anclada en el rol para el que estaba, a priori, destinada. Ese destino pareció que iba a cumplirse y que comenzó, como era natural, casándose muy joven con aquel «obrerete›› ya citado, de forma que con sólo 23 años ya era madre de dos hijos. El primero murió siendo un bebé y el segundo tenía sólo unos meses cuando ella decidió dar un cambio radical a su vida, y la Juana que trabajaba como asistenta se inició en lo que sería su nueva vida: la radio.

Sin embargo, y aquí comienza su extraordinaria aventura, esa arriesgada «pirueta›› no supuso una ruptura traumática, como hubiera sido lo normal, dadas las circunstancias (no olvidemos que estábamos en plena dictadura). Ella cuenta, con muchísimo humor en su libro, que el marido, una bellísima persona, muy generoso, comprendiendo sus inquietudes y su afán de superación, no le puso impedimentos. Es más, como el divorcio estaba prohibido, le firmó un poder para que pudiese tener su dinero, pasaporte e independencia. Verdaderamente, un verdadero ejemplo de «rara avis›› y, como se llevaba tan bien con los padres de ella (vivían juntos desde que se casaron), Juana decidió que, como era ella la que rompía la pareja, a ella le tocaba abandonar el hogar, de forma que Juana voló y el marido se quedó con los suegros, porque lo querían «como a un hijo››.  

Y el tiempo siguió su marcha, y esa intrépida Juana: joven, separada y con un hijo, luchando en la España del franquismo más duro, tan difícil para los más desfavorecidos y más duros, si cabe, para aquellas gentes que vivían como podían su exilio interior, siempre temerosos de las persecuciones políticas, las delaciones, las detenciones. En definitiva; el silencio, el miedo y las mujeres sometidas a la doble obediencia al estado y al marido o padre. En todo este contexto podemos hacemos una ligera idea de le enorme valentía y de lo agotador que tuvieron que ser estos primeros años para esta mujer hasta encontrar acomodo. Todo ello no hubiera sido posible sin una férrea voluntad y unos principios mamados durante su juventud republicana. Según opinión de una de sus mejores amigas, la actriz Lola Herrera, Juana se comportaba ya en 1946 como una feminista radical y de izquierda. En su opinión, fue una «maestra de vida›› que se puso «el mundo por montera en un mundo de prohibiciones››.

Y llegó el año 1946 y Juana escucha en la radio que se convocaba un concurso para ser locutora y actriz de radio. Decide dar el paso y se presenta, no tiene nada que perder. El certamen lo convocaba un tal Robert Steiner, y el seleccionador era el actor Manolo Bermúdez, más conocido por su seudónimo artístico: «Boliche››, quien acertó de pleno augurándole: «podrás vivir toda la vida de la radio››. No se equivocó, a partir de ese momento iniciaría una exitosa carrera en la radio que la convertiría en una de las voces más emblemáticas del cuadro de actores de Radio Madrid (Cadena SER), dirigido por Antonio Calderón. La fama le llegó en 1953 con la serie «Diego Valor››. Durante las décadas de 40, 50, 60 y 70 fue protagonista de incontables seriales y brilló, con especial éxito de público en la mítica «Ama Rosa››, sin embargo, este papel dramático, tan distinto de su personalidad (el de una mujer sometida) le provocó muchos conflictos ideológicos, que le provocaron una úlcera duodenal, según sus propias palabras. En alguna entrevista llegaría a confesar que le repugnaba interpretar ciertos papeles, pero que no tenía otra: «Había que comer››.

Y el tiempo siguió su marcha, y siguieron pasando los años y Juana, incansable, seguía luchando, como nuestro clásico, contra los elementos. De este modo, en 1972 conocería al compañero con el compartiría su vida hasta el final: Luis Rodríguez Olivares, un periodista que trabajaba como guionista en el programa Hora 25, veinte años más joven que ella. El primer encuentro fue, como se relata: Juana entró como una exhalación en el estudio: «Se abrió la puerta de la redacción violentamente y apareció una mujer impresionante, Juana Ginzo, que se puso a pedir a gritos dinero a todos los presentes y cuando le preguntaron que para qué quería el dinero dijo que era para comprar un cuadro››, así lo recuerda Luis. La recaudación era para ayudar a unas mujeres que vendían dibujos, pinturas y litografías para recaudar dinero para presos políticos y sus familias. Así era Juana y para Luis, desde aquel día, fue alguien irresistible. Compartieron vida hasta la muerte de Juana en 2021.

Fue un ejemplo de vida para quienes la rodearon. Una de sus mejores amigas y compañera, Natalia Figueroa (esposa del cantante Rafael) dijo de ella que fue un ser «fuera de serie. Es la libertad, la independencia, la inteligencia, la coherencia, la fuerza››. Y También valiente, muy valiente: «Yo aprendí a no tener reputación, aprendí a ser una señora de vida rara››. Se jubiló a los 60 años. Sus últimas actividades fueron en «Días de radio›› y más tarde, entre 1999 y 2003 en el programa «Lo que es la vida››. Fue galardonada con el Premio Ondas a la mejor actriz en 1957, Antena de Oro (1971), Premios Mujeres Progresistas (1991) y Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (2005).​

 

En palabras de Iñaki Gabilondo, para rematar esta breve biografía, Juana «se comía la vida a bocados››.

 

                                                   Rosa M. Ballesteros García

                                  Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                  “benaltertulias.blogspot.com”