El doctor Majadas durante su disertación
miércoles, 5 de octubre de 2022
Tertulia inaugural del 5 de octubre de 2022
El doctor Majadas durante su disertación
domingo, 2 de octubre de 2022
Vivir en compañia
VIVIR EN COMPAÑIA
La simbiosis se define en
biología como la asociación entre dos organismos vivos, animales o vegetales,
en la que uno de ellos se beneficia del otro (parasitismo) o ambos se benefician
mutuamente (comensalismo). De los muchos ejemplos de comensalismo, vamos a
considerar el que nos compete a nosotros mismos: la microbiota.
La microbiota es la asociación
simbiótica comensal establecida entre nuestras células y una legión de bacterias
que las centuplican en número, para conformar la fábrica de recursos en la que
se elaboran los elementos inmunológicos celulares y enzimáticos indispensables
para nuestra vida. Se asienta en nuestro tejido conjuntivo, el tejido que une
sin solución de continuidad todos los órganos que componen nuestra economía,
estando en contacto con el exterior a través de la piel y del tubo digestivo, a
partir de los cuales selecciona los elementos extraños que nos rodean para
absorberlos (digestión), eliminarlos (defecación) o aprovecharlos para fabricar
fermentos, hormonas o enzimas necesarios para nuestras reacciones vitales.
Nuestras reacciones vitales o
reacciones inflamatorias se encuentran en todos los actos de nuestra vida. La
respiración, la circulación sanguínea, el crecimiento, la plasticidad neuronal,
el desarrollo y el desgaste, son actos que se producen gracias a un
encadenamiento de reacciones inflamatorias para las que son indispensables los elementos
fabricados en la microbiota. Vivimos en un estado de inflamación permanente y cuando
este estado de inflamación disminuye caemos en la inacción y la muerte, y
cuando aumenta de forma desordenada nos enferma y aniquila.
Este estado de inflamación que
nos protege, alimenta y defiende requiere una microbiota cambiante y diversa
según su localización (piel, boca,
nariz, oído, ojos, prepucio, vagina y
tracto intestinal) y según cada sujeto y en cada etapa de su maduración.
En ella se integran posiblemente casi tres mil especies de bacterias
diferentes, muchas de las cuales ni siquiera son cultivables y hay que
identificarlas por su genoma, pero se organizan según su función en protectoras
(clasificadoras), metabólicas (digestivas) e inmunomoduladoras (productoras).
Las relaciones entre la
microbiota y las enfermedades inflamatorias intestinales (trastornos diarreicos
tras la toma de antibióticos) están bien establecidos por la evidencia clínica,
que también nos corrobora su influencia positiva en el estreñimiento y en el
restablecimiento del ritmo intestinal. Las investigaciones sobre las
enfermedades inflamatorias (colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn) avanzan en
los continuos controles de heces de estos pacientes y en las mejorías
alentadoras que la administración de los moduladores de la microbiota demuestran.
Cada vez se va conociendo mejor
la influencia bidireccional que existe entre la microbiota y la
neuroplasticidad cerebral, a través del eje intestino –cerebro, en el que las
principales neurohormonas (la serotonina, catecolaminas, dopamina y el gaba)
cuyas alteraciones se encuentran en la génesis de las principales enfermedades
neurológicas (esclerosis múltiple, trastorno por déficit de
atención/hiperactividad, Parkinson y Alzheimer) se fabrican en la microbiota.
La ausencia de bacterias en animales de laboratorio ha puesto de manifiesto
trastornos cognitivos que han desaparecido al repoblar la flora (estudios en
humanos de esta tipo han proporcionado resultados beneficiosos). Todo ello
alimenta la idea de que las enfermedades cerebrales son enfermedades
gastrointestinales, que se benefician de los tratamientos moduladores de
la microbiota.
Así mismo empezamos a conocer la
influencia que la microbiota ejerce sobre el desarrollo de las células del
sistema óseo, ya que los osteoclastos
(células que reabsorben hueso) y osteoblastos (células formadoras de hueso), se
equilibran por las acciones de factores que se generan así mismo en la
microbiota, creando un nuevo eje intestino-sistema óseo, razón por la que la
osteoporosis o pérdida generalizada de masa ósea, pasa a ser considerada como
otra enfermedad gastrointestinal que ha dado en desarrollar un nuevo campo
etiopatogénico que se denomina osteoinmunología en donde los tratamientos
moduladores de la microbiota tiene una favorable indicación.
En este mismo orden de ideas
avanza la investigación sobre la relación de la microbiota con la formación de
los vasos sanguíneos (angiogénesis) y la regulación de la distribución de la
grasa corporal (obesidad) que la sitúan en el primer puesto etiológico de las
patologías relacionadas con estos sistemas y que se beneficiarían así mismo de los tratamientos normalizadores de
la microbiota.
Estas nuevas enfermedades
gastrointestinales están poniendo en valor la composición específica de cada
microbiota, y sus cambios o alteraciones (disbiosis) con cada enfermedad. La
evidencia científica nos muestra que los tratamientos moduladores de la
microbiota son eficaces en estas patologías, en ausencia de efectos secundarios
notables.
Estos tratamientos, suponen, por
una parte, la administración de “prebióticos” para alimentar y estimular el
crecimiento de bacterias sanas en nuestro organismo, que son fibras
especializadas, no digeribles, que alimentan éstas bacterias y microorganismos,
y que forman parte de muchas verduras y frutas.
En el caso de tener que repoblar la flora intestinal, el recurso consiste en la administración de “probióticos”
que son complementos alimenticios funcionales que contienen microorganismos y
bacterias vivas que conocemos por formar parte habitualmente de nuestra flora,
y que administrados en cantidades suficientes mejoran nuestro estado de salud,
y que deben de llevar identificados el género, especie, cepa y número de
bacterias y microorganismos que aportan, que se miden en UFC (=Unidades Formadoras
de Colonias) de las que deben de asegurar un mínimo de diez mil millones por
cápsula que favorezcan la implantación o colonización de las mismas en ausencia
de toxicidad comprobada. Se expenden como alimentos o complementos
nutricionales en farmacias, parafarmacias y herboristerías y no están sujetos a
prescripción médica.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”