Rosita
Díaz-Gimeno y Conchita Montenegro: Memoria de nuestro cine
Dos actrices, dos vidas, dos destinos
Las protagonistas de este artículo fueron
dos actrices españolas que se iniciaron en películas mudas de los años veinte. Ambas
coincidieron en nacer en 1911 (Rosita lo haría en Madrid y Conchita en San
Sebastián). Ambas conocieron el éxito durante los años 20 y 30 dentro y fuera
de España: las dos fueron admiradas por el público. Hasta ahora, una historia,
casi paralela, de dos actrices españolas que rompieron moldes, pero con vidas
muy diferentes y finales muy distintos, como podremos ver.
La madrileña, que había
debutado en el teatro con la compañía de Catalina Bárcena, viajó a Hollywood en
los años 30 para participar, como lo harían otros actores y actrices, en las
versiones españolas de producciones estadounidenses. De esta época destacamos películas
como Un hombre de suerte (película en la que coincide con la actriz
malagueña Rosario Pino); Su noche de bodas, Lo mejor es reír, Un
caballero de frac, El hombre que se reía del amor o Susana tiene
un secreto. La actriz regresó a España a principios de 1936 para
promocionar Angelina o el amor de un brigadier y los dueños de la
productora CIFESA (recuerden: «la antorcha de los éxitos››), le ofrecen un contrato
sustancioso por tres películas. Aquí rodó Sierra de Ronda de Florián Rey
(primer marido de Imperio Argentina); La dolorosa del francés Jean
Grèmillon (quien dirigió varias películas en España) y guion de Luis Buñuel y
Eduardo Ugarte y El genio alegre de Fernando Delgado, su último trabajo
en España, una película que tiene una historia verdaderamente interesante para
la historia del cine y para su protagonista. Para empezar, el golpe militar de
1936 sorprendió de lleno el rodaje. Rosita, que era novia del hijo del jefe de
Gobierno Juan Negrín, fue detenida por un grupo exaltado de golpistas que la
llevaron presa con el objetivo de fusilarla. Salvada por un oficial (al parecer
un admirador) fue finalmente canjeada unos meses después y consiguió salir de
España. Varios de los actores (Edmundo Barbero y Anita Sevilla) tuvieron
también que poner tierra por medio (es decir, por mar, porque se exiliaron en
México). Y, para más inri, el tifus se llevó a otra joven actriz: Lolita
Astolfi. Tras finalizar la guerra la película se acabó de rodar con otra actriz
protagonista (Carmen de Lucio) que doblaba la edad de nuestra protagonista y, como
resultado, Rosita fue «borrada» de la película.
Sus últimas películas
en los años 40, ya en el exilio fueron: Pepita Jiménez dirigida por
Emilio «indio›› Fernández (donde coincidiría con varios actores y actrices españoles
exiliadas en aquel país)[1], El
último amor de Goya o El canto de la Sirena, con guion del escritor
(también exiliado) español Álvaro Custodio. Posteriormente se trasladaría a los
Estados Unidos junto a su marido, el neurocirujano Juan Negrín Mijáilovich.
Además de la interpretación, su espíritu inquieto la llevó a experimentar en
materias como la gemología y la mineralogía y en estudios de psicología. En
Estados Unidos llegó a ser consejera del departamento de lenguas romances de la
prestigiosa Universidad de Princeton, y miembro de honor de la
Asociación de Licenciados y Doctores de ese país, junto al doctor Severo Ochoa
y otras distinguidas personalidades. Además, impartió conferencias sobre
teatro, literatura, danza, música y cultura española en colegios y
universidades. También trabajó como actriz de teatro y cine tanto en Nueva
York, donde finalmente se instaló, como antes lo había hecho en México.
Falleció en Nueva York, el 23 de agosto de 1986, ciudad donde fue enterrada.
Nuestra segunda
biografiada, Conchita Montenegro, también haría las américas en la misma época,
contratada por la MGM y después para la Fox. Sin embargo, debido a sus
conocimientos de idiomas, no se limitó, como lo hizo Rosita, a las versiones
hispanas, sino que también intervino en películas dialogadas en francés y en
inglés. María de la Concepción Andrés Picado (ese era su nombre de nacimiento)
nació en San Sebastián en 1911, como la anterior. Tuvo otra hermana, también
actriz, Juanita, ambas hijas naturales de Severiano Martínez Anido que sería ministro
de Orden Público de la Dictadura de Primo de Rivera. Ambas hermanas estudiaron
danza y arte dramático en París y decidieron formar pareja artística dándose a
conocer como las Dresnas de Montenegro (nótese que Dresnas es anagrama de
Andrés) en el Teatro Romea de Barcelona. Debutó en el cine (junto a su
hermana), en la película Rosa de Madrid de Eusebio
Fernández Ardavín y Sortilegio, dirigida y protagonizada por Agustín de
Figueroa quien, al parecer, estaba enamorado de ella.
Ya con cierta fama, el
director francés Jacques de Baroncelli, le ofreció el papel protagonista de la
película La femme et la pantin (La mujer y el pelele), estrenada
en 1929 y basada en la novela de Pierre Louÿs (en los años 50 se hizo otra
versión protagonizada por Brigitte Bardot y el portugués Antonio Vilar).
Trabajó en películas como De frente, marchen (con Búster Keaton),
Asegure a su mujer o Sevilla de mis amores. En total fueron siete
películas, todas ellas en versiones de habla hispana. En versión original (en
inglés) rodó Never the twain shall meet (con Leslie Howard, el rubio de Lo
que el viento se llevó, con el que tuvo un romance) o Strangers may Kiss.
En 1935 se acaba su contrato con la Fox, que no se renueva, y regresa a Europa.
En París trabaja en varias películas como La vie parisienne o Caravanne.
Ese mismo año se casa con el actor y cantante brasileño Raoul Roulien, con
quien había trabajado el Hollywood. Al parecer, según algunos investigadores, ya
había estado casada en España con un hijo de la actriz Catalina Bárcena.
Tras su boda viajó a
Brasil para rodar la primera película de su marido como director: Grito da
mocidade. Justo entonces estalla la Guerra Civil Española… y también
estalla su matrimonio con Roulien y regresar de nuevo a París, donde
protagoniza. Lumieres de París y L’or du Cristóbal. En Italia
rodará La nasita di Salome (dando vida a la Salomé bíblica) y Melodie
Eterne. Su retorno a España se produce a principio de los años 40: Rojo
y negro de Carlos Arévalo (película maldita que fue prohibida a los pocos
días de su estreno), Boda en el infierno, Aventura, Ïdolos o
Lola Montes (su último trabajo para el cine). Estos primeros años de posguerra
la convertirían en la gran estrella cinematográfica nacional, sin embargo, en
pleno éxito, abandonó su carrera y se casó con el diplomático Ricardo
Giménez-Arnau, delegado del Servicio Exterior de
Falange y embajador ante la Santa Sede, A partir de ese momento, como hiciera
otra de las grandes divas, Greta Garbo, se retiró del mundanal ruido y se negó
a conceder entrevistas o a participar en homenajes. Enviudó en 1972 y falleció
en 1907 en Madrid a los 95 años de edad.
Su hermana Juanita,
también actriz, con quien había trabajado en Francia en la película En los
jardines de Murcia siguió un camino diferente. Durante la Guerra Civil
trabajó como chofer para la Unión Republicana. En la revista Mundo Gráfico
se la puede ver en un reportaje publicado en 1937. El escritor Vicente Álvarez
de la Viuda, la convirtió en un personaje de su novela Todas las ruletas son
rusas publicada en 2020.
Para quienes quieran
profundizar más en la vida de Conchita, pueden leer Mientras tú no estabas,
de Carmen Ro (La Esfera, 2017) y Mi pecado, de Javier Moro (premio
Primavera 2018).
Rosa M.
Ballesteros García
Vicepresidenta del Ateneo
Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
[1] Por la que fue nominada como
mejor actriz en los premios Ariel, equivalentes a los Oscar y los Goya.