domingo, 6 de diciembre de 2020

EL ESPERPENTO NACIONAL

                                                         EL ESPERPENTO NACIONAL

 

Consideramos como cierto que el  “esperpento” es una creación del escritor gallego Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), pero no fue el primero, porque ya se observan antecedentes en la obra del madrileño Francisco de Quevedo Villegas (1580-1645) y en la del pintor aragonés Francisco de Goya (1746-1828). Los tres, y muchos más, se acercaron a la realidad crítica del momento que vivieron deformando lo que veían para llamar la atención sobre ello. Esta metáfora de la deformación grotesca y grosera de los hechos, satiriza la forma de ver y observar la existencia real, y no se trata de un término literario que se populariza, sino que más bien, a la inversa, pasa de la observación popular a la literatura ya que es en realidad una constante de la escena nacional.

El esperpento como género dramático, aparece por primera vez en 1920 en la obra “Luces de bohemia” pero tiene su origen real en el anuncio de una ferretería que había en Madrid en la calle Álvarez Gato muy cerca de la Puerta del Sol y del Teatro del Príncipe. Este reclamo publicitario disponía de dos espejos, uno convexo y otro cóncavo que deformaban la imagen de los transeúntes  y que por ello se convirtió en entretenimiento jocundo de los madrileños.

Sin embargo no podemos catalogar a Valle-Inclán como un crítico sin más de la realidad nacional. El autor de las bellísimas “Sonatas” o de “Flor de santidad”, se demuestra como un destacado modernista, cuya visión se va agriando al acercarse a la realidad a través de “Divinas palabras” y sobre todo de “Luces de bohemia”, para pasar a la crítica despiadada con “Los cuernos de don Friolera” o “Las galas del difunto”. Su genialidad de ver la existencia a través de la deformación es el resultado de un cambio en la valoración personal de la realidad que le circunda. Para él el drama de España es ridículo y no puede asimilarse a la tragedia clásica si no es deformándolo.

La consagración literaria del esperpento cala profundamente en el imaginario público que afrenta todos los desafueros, desaciertos o aciertos a medias, en un cajón de sastre común que une a la natural tendencia popular a criticar mediante la broma, todos los sucesos a los que tacha no solo de groseros o chabacanos, sino además de cómicos, creando un totum revolutum que viene a poner de manifiesto la profunda separación entre lo popular y lo político, es decir, entre la calle y el parlamento.

En la actualidad estos espejos deformantes, que ya hace tiempo que desaparecieron, no deforman tanto la realidad nacional porque la mayoría de los hechos que estamos viviendo superan en su increíble verosimilitud a la más grotesca imagen imaginada por cualquier ciudadano-observador, porque la realidad siempre  supera a la ficción.

 

Jesús Lobillo Ríos

Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena