domingo, 21 de agosto de 2022

Elogio de Arturo Duperier

                                                  ELOGIO DE ARTURO DUPERIER

 

Fue un físico componente del grupo de profesores que insuflaron aires nuevos a la ciencia española en el pasado siglo XX, experimentador notable, ideó  procedimientos para localizar y estudiar los rayos cósmicos que constituyeron la base para el desarrollo de la física de las partículas elementales. Conocido y respetado internacionalmente fue propuesto en más de una ocasión para recibir el Premio Nobel, terminando  ensombrecido por la dictadura franquista.

Arturo Duperier Vallesa nació en Pedro Bernardo (Ávila) en 1896, hijo del farmacéutico y la maestra del pueblo, como el menor de tres hermanos de los que solo él sobreviviría. Realiza sus estudios elementales en la escuela de su madre y el bachillerato en Institutos de Madrid y Ávila, comenzando sus estudios universitarios en Valladolid para terminarlos en Madrid donde se licencia en Químicas en 1916 y en Físicas en 1919.

No obtiene plaza remunerada para trabajar con Blas Cabrera que lo acoge como doctorando y hace oposiciones al Servicio Meteorológico Español obteniendo plaza en el Observatorio Meteorológico del Retiro en  Madrid. En 1924, a los 28 años, defiende su tesis doctoral “Estudio termomagnético del agua y de algunas disoluciones paramagnéticas” consagrándose como un especialista en magnetismo y publicando varios trabajos con su maestro en francés que alcanzaron gran relieve, consiguiendo el nombramiento de Profesor Auxiliar de Cabrera en Electricidad y Magnetismo en la Facultad de Ciencias.

En 1927 forma parte de la recién creada Sociedad Española de Meteorología y realiza su primer viaje de estudios subvencionado por la Junta de Ampliación de Estudios visitando los observatorios de Estrasburgo, Zúrich y París, y en 1932 se crea para él la dirección de la Sección de Investigaciones Especiales del Observatorio Meteorológico de Madrid, y en 1933 obtiene la Cátedra de Geofísica de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid.

En 1934 tras un viaje a Berlín conoce estudios, técnicas y métodos para la detección de los rayos cósmicos en la atmósfera que pasaría a convertirse en su campo preferente de investigación.  Este mismo año se casa con Ana María Aymar y Gil de cuyo matrimonio nace una niña que viviría un año.

En 1936 es nombrado Presidente de la Sociedad Española de Física y Química y se dedica ya al completo al estudio de la atmósfera, primero en Madrid y luego en Valencia y Barcelona según posibilita el avance de la guerra civil, hasta que en la primavera de 1938 se traslada a Londres en donde se convertiría en colaborador del futuro Premio Nobel Patrick Blackett. También en Londres nace su segunda hija.

El origen y naturaleza de las partículas de alta energía absorbieron su trabajo durante la segunda guerra mundial poniendo a punto sistemas originales de detección y registro  de alta sensibilidad. Estudia además la influencia de la actividad solar en la variación de la intensidad de la radiación. Establece una ecuación que se conoce como “modelo Duperier de la intensidad”.

En su punto más alto de reconocimiento científico es invitado por la The Physical Society a dictar la vigésimo novena conferencia “Guthrie”, acontecimiento científico de máximo nivel. Recibe asimismo  una oferta de la embajada de Estados Unidos para dirigir el Observatorio Geofísico norteamericano  de Huancayo, en Perú, considerado en aquel momento como el mejor del mundo.

En 1951 sufre un infarto en Londres. Su suegro Alejandro Familiar, abogado y político y antiguo diputado a Cortes por Burgos, trata de solucionar los problemas políticos para facilitar su vuelta a España ya que había sido expulsado de su cátedra por el nuevo régimen. En 1953 regresa definitivamente y el ministro Joaquín Ruiz Jiménez firma su reingreso en la Universidad de Madrid en una nueva Cátedra de Geofísica. El Imperial College de Londres le regala su laboratorio con toda su dotación para que pueda seguir trabajando en sus investigaciones en Madrid, pero este material, imprescindible para el científico, queda inexplicablemente retenido en el puerto de Bilbao durante los cinco años que le restaban de vida impidiéndole todo progreso en su actividad investigadora y reduciéndole a impartir clases.

Muere en 1959, sin llegar a tomar posesión como académico de número de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en el sillón que había ocupado su maestro Blas Cabrera. A título póstumo la Fundación March le concedió el Premio de Ciencias

 

                                                                   Jesús Lobillo Ríos

                                                 Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                          “benaltertulias.blogspot.com”

                                                      

Bibliografia.-

Bru Villaseca y González de Posada. “Arturo Duperier, mártir y mito de la Ciencia Española”

F. González de Posada. “Real Academia de la Historia”