ELOGIO DE ARTURO DUPERIER
Fue un físico componente del
grupo de profesores que insuflaron aires nuevos a la ciencia española en el
pasado siglo XX, experimentador notable, ideó
procedimientos para localizar y estudiar los rayos cósmicos que
constituyeron la base para el desarrollo de la física de las partículas
elementales. Conocido y respetado internacionalmente fue propuesto en más de
una ocasión para recibir el Premio Nobel, terminando ensombrecido por la dictadura franquista.
Arturo Duperier Vallesa nació en
Pedro Bernardo (Ávila) en 1896, hijo del farmacéutico y la maestra del pueblo,
como el menor de tres hermanos de los que solo él sobreviviría. Realiza sus
estudios elementales en la escuela de su madre y el bachillerato en Institutos
de Madrid y Ávila, comenzando sus estudios universitarios en Valladolid para
terminarlos en Madrid donde se licencia en Químicas en 1916 y en Físicas en
1919.
No obtiene plaza remunerada para
trabajar con Blas Cabrera que lo acoge como doctorando y hace oposiciones al
Servicio Meteorológico Español obteniendo plaza en el Observatorio
Meteorológico del Retiro en Madrid. En
1924, a los 28 años, defiende su tesis doctoral “Estudio termomagnético del
agua y de algunas disoluciones paramagnéticas” consagrándose como un
especialista en magnetismo y publicando varios trabajos con su maestro en
francés que alcanzaron gran relieve, consiguiendo el nombramiento de Profesor
Auxiliar de Cabrera en Electricidad y Magnetismo en la Facultad de Ciencias.
En 1927 forma parte de la recién
creada Sociedad Española de Meteorología y realiza su primer viaje de estudios
subvencionado por la Junta de Ampliación de Estudios visitando los
observatorios de Estrasburgo, Zúrich y París, y en 1932 se crea para él la
dirección de la Sección de Investigaciones Especiales del Observatorio
Meteorológico de Madrid, y en 1933 obtiene la Cátedra de Geofísica de la
Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid.
En 1934 tras un viaje a Berlín
conoce estudios, técnicas y métodos para la detección de los rayos cósmicos en
la atmósfera que pasaría a convertirse en su campo preferente de investigación.
Este mismo año se casa con Ana María
Aymar y Gil de cuyo matrimonio nace una niña que viviría un año.
En 1936 es nombrado Presidente de
la Sociedad Española de Física y Química y se dedica ya al completo al estudio
de la atmósfera, primero en Madrid y luego en Valencia y Barcelona según
posibilita el avance de la guerra civil, hasta que en la primavera de 1938 se
traslada a Londres en donde se convertiría en colaborador del futuro Premio
Nobel Patrick Blackett. También en Londres nace su segunda hija.
El origen y naturaleza de las
partículas de alta energía absorbieron su trabajo durante la segunda guerra mundial
poniendo a punto sistemas originales de detección y registro de alta sensibilidad. Estudia además la
influencia de la actividad solar en la variación de la intensidad de la
radiación. Establece una ecuación que se conoce como “modelo Duperier de la
intensidad”.
En su punto más alto de
reconocimiento científico es invitado por la The Physical Society a dictar la
vigésimo novena conferencia “Guthrie”, acontecimiento científico de máximo
nivel. Recibe asimismo una oferta de la
embajada de Estados Unidos para dirigir el Observatorio Geofísico
norteamericano de Huancayo, en Perú,
considerado en aquel momento como el mejor del mundo.
En 1951 sufre un infarto en
Londres. Su suegro Alejandro Familiar, abogado y político y antiguo diputado a
Cortes por Burgos, trata de solucionar los problemas políticos para facilitar
su vuelta a España ya que había sido expulsado de su cátedra por el nuevo
régimen. En 1953 regresa definitivamente y el ministro Joaquín Ruiz Jiménez
firma su reingreso en la Universidad de Madrid en una nueva Cátedra de
Geofísica. El Imperial College de Londres le regala su laboratorio con toda su
dotación para que pueda seguir trabajando en sus investigaciones en Madrid,
pero este material, imprescindible para el científico, queda inexplicablemente
retenido en el puerto de Bilbao durante los cinco años que le restaban de vida impidiéndole
todo progreso en su actividad investigadora y reduciéndole a impartir clases.
Muere en 1959, sin llegar a tomar
posesión como académico de número de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y
Naturales en el sillón que había ocupado su maestro Blas Cabrera. A título
póstumo la Fundación March le concedió el Premio de Ciencias
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
Bibliografia.-
Bru Villaseca y González de
Posada. “Arturo Duperier, mártir y mito de la Ciencia Española”
F. González de Posada. “Real
Academia de la Historia”