EN MEMORIA DE ALFONSINA STORNI
El tiempo es el silencio o la
pausa; puede que solo sea una palabra.
No debió ser nunca una dimensión.
Así,… arrasa.
Leía a Alfonsina Storni y por un
momento vi sus pies descalzos caminando hacia
el mar.
Empujaba la angustia de un cáncer
o la desazón por saber que llegaría el día en que no surgirían sus versos como
luces inauditas.
Pensé haberla tomado de la mano,
abrazar su angustia, robársela y pedirle solo un poema o todos los que después
del mar no escribiría.
Se fue Alfonsina, se fue a las
olas del Mar del Plata.
Leía “Viaje” : “Hoy
me mira la luna/blanca y desmesurada” decías; y tiemblas a lo largo del poema,
lo haces en cada verso de luna y agua, en cada pausa de amor y muerte.
Alma desterrada transitando por un
cielo que es galaxia.
“Va por los cielos largos/triste y
acurrucada”
Y te abrazó el mar para calmar
temblores, para retener el alma desterrada.
En el inexistente tiempo, cuando
solo recuperamos su esencia, el poeta nos trajo a Alfonsina meciéndola sobre un
epitafio: “Por la blanda arena que lame el mar/..../Sabe
Dios qué angustia te acompañó/ Qué dolores viejos calló tu voz ”.
Y en esas estrofas de canción
convertidas en una adherencia invisible, viven sus poemas
y ella en todos nosotros, ahora
transmutados en sus cielos largos; lo hicimos cuando te acurrucamos
con la levedad de aquellos años de guitarra solitaria y coro de voz
juvenil.
Vuelvo los ojos a los versos de su
“Viaje”: “Hoy me mira la luna/blanca y desmesurada”.
Me detengo y vuelvo a ver “la
arena que lame el mar”, y deseo que sea noche donde el mar es todo plata
para encajar la desmesura de su luna, de sus versos, su dolor, … el nuestro.
“Tiemblo como en los
ojos /suelen temblar las lágrimas”;
sigues diciendo
Y tu temblor replica en la voz de
Mercedes Sosa como si fuese efecto de un terremoto infinito. Esa zamba que
cantábamos como si eleváramos nuestras voces al cielo que ocupas, llamándote
para que habites en nosotros, aún sin saber bien quién era la Alfonsina que caminó hacia mar.
El estómago se encoje o siente el
ligero arañazo de tu “gato nocturno”; los años aún no han borrado todos los
pasos que se dieron (¡Ah ¡,Machado). Pero esos versos y los sones de zamba, son
como las huellas que quedaron labradas en las esperanzas necesarias.
Tu epitafio eleva los ojos a un
cielo borroso y susurra repitiendo: Sabe Dios
qué angustia te acompañó/ Qué dolores viejos calló tu voz”.
Siempre acompañada de las
sirenitas por aquel camino de algas y de coral.
“Te vas Alfonsina”
Te vas….
Manuel
del Castillo Molina [i]
Miembro del Ateneo
Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
[i] “Viaje” de Alfonsina
Storni (1892-1938)
“Alfonsina y el mar”
, zamba; poema de Felix Luna (1925-2009) y música de Ariel Ramirez (1921-2010).