domingo, 27 de marzo de 2022

La edad de plata de la cultura española

                                        LA  EDAD DE PLATA DE LA CULTURA ESPAÑOLA

 

La edad de oro de la cultura española está claramente definida en nuestra educación escolar por un periodo de brillantez cultural que abarca los momentos de máxima expansión política y económica de nuestro país durante los católicos reinados de Carlos I, Felipe II y los Austrias menores. Pero no ha sido el único momento de brillantez cultural porque a lo largo de la última parte del siglo XIX y de la primera mitad del XX España vivó otro momento dulce en lo que podemos denominar una nueva edad de oro de nuestra cultura, o de plata, cincuenta años que vieron emerger lo mejor de nuestra capacidad intelectual y artística en un esfuerzo sin precedentes por modernizar el país, floreciendo de manera espectacular durante la segunda república y que fueron abrupta y aviesamente cercenados por los vencedores de nuestra guerra civil.

La necesidad de una modernización del país, puesta de manifiesto en la redacción de la Constitución de 1812, no empezó a materializarse hasta la superación del denostado absolutismo de Fernando VII, durante el reinado de Isabel II (1833-1868), con la introducción de las ideas inspiradas en el pedagogo alemán Karl Friedrich Krause (1781-1832), a cuyas clases había asistido Julián Sanz del Río (1814-1869) como catedrático de la Universidad de Madrid, becado por el Gobierno español. Estas ideas se extienden rápidamente entre sus discípulos que comienzan a reclamar mayor libertad de enseñanza.

En 1857, se publica la ley Moyano, un intento de combatir el  analfabetismo del país que recoge esfuerzos de gobiernos anteriores, y que en el sexenio democrático (1868-1874) había conseguido comenzar a liberarse del férreo control estatal  y religioso, que en un postrer intento,  trata de  reforzarse mediante el decreto del Marqués de Orovio (1875), ya en plena restauración, y que  casi sesenta profesores  se niegan a aceptar por considerarlo una regresión, razón por la que son apartados de sus cátedras.

Como reacción a estas medidas, al año siguiente, en 1876, un grupo de estos profesores separados entre los que se encuentran Nicolás Salmerón, Joaquín Costa, Gumersindo de Azcárate y otros, dirigidos por Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) pedagogo, filósofo y ensayista, fundan “La Institución Libre de Enseñanza” (I.L.E.), que sigue los modernos conceptos krausistas importados por Sanz del Río y que en su primer boletín fundacional publicado cuatro meses después de su fundación establece una escuela paralela laica con independencia total de todo tipo de influencia política, religiosa e ideológica (libertad de cátedra), coeducación organizativa y curricular (los niños y las niñas son iguales), cambios metodológicos (no se aceptan textos predeterminados ni enseñanza memorística), educación física (en su doble vertiente de salud física y moral), educación ambiental (acudiendo al campo a pasear y disfrutar de la naturaleza), educación social (llevar la educación a todos los lugares accesibles), en resumen, una educación global e integral.

El BILE (Boletín de la Institución Libre de Enseñanza) inició su publicación en 1877 con la finalidad de dar cuentas de la marcha de la institución y la de informar de los movimientos culturales contemporáneos tanto en España como en Europa y América. Ejerció una gran influencia como lo atestiguan los más de cuatro mil artículos que publicó y la calidad de sus colaboradores (Bertrand Russell, Henry Bergson, Charles Darwin, John Dewey, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, María Montessori, León Tolstoi, H. G. Wells, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio D`Ors, Ramón Pérez de Ayala, Antonio Machado, etc.).

El desarrollo de la ILE, como una institución de carácter privado dedicada a la enseñanza, al margen de la tutela oficial, se planificó como una academia dirigida a la enseñanza superior y media, cuyas asignaturas estaban calcadas del modelo de la enseña oficial ante la que rendían cuenta en sus exámenes. Sus alumnos nunca fueron numerosos y podrían situarse en los 160 de media por curso, pero tuvo una enorme repercusión en todo el país y se convirtió en el germen del desarrollo de numerosas instituciones tanto públicas como privadas.

El Museo Pedagógico Nacional surge de la ILE  en 1894 como un centro vivo de investigación educativa que, más allá del mero coleccionismo, se convirtió en un foco de modernización de la enseñanza y formación del magisterio. Su Boletín era distribuido a todos los maestros del país. Contaba con un laboratorio de Pedagogía Antropológica y cursos monográficos de pedagogía y ciclos de conferencias. Su director fue Manuel Bartolomé Cossío (1877-1935), ahijado y sucesor de Giner, y contó con la colaboración de numerosos profesores y catedráticos de universidad. De su mano, en 1887 se inician las Colonias Escolares de Verano idea novedosa que tiene por objetivo fomentar las buenas costumbres, la educación y la higiene entre la población más desfavorecida. A estas se añadieron, las conferencias de maestros, las asambleas de maestros, y las exposiciones escolares, hasta que en 1901 se crea el Ministerio de Instrucción Pública.

La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) fue fundada como un organismo público en 1907, dirigida desde su fundación por Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1906,  que la regentó hasta su fallecimiento, desarrollando una labor más fructífera para el país que el propio galardón, auxiliado como secretario por José Castillejo Duarte (1877-1945) que promovió la escuela plurilingüe y la Escuela Internacional.

La JAE supuso el esfuerzo más importante realizado nunca en España por europeizar al país, llevando a cabo una reforma cultural basada en la libertad de pensamiento que preconizaba la ILE, y la apertura a las nuevas corrientes culturales internacionales, y comenzó por la formación del profesorado mediante el denominado sistema de pensionados, a través del cual envió a gran cantidad de profesores a formarse o a completar su formación fuera del país  pero además para aprovechar debidamente las enseñanzas recibidas, y no reducirse a una renovación de cuadros, creó multitud de centros para que éstos pensionados desarrollaran los conocimientos asimilados.

La JAE disponía de una amplia autonomía en sus decisiones en cuya cúpula contaba con unos veinte vocales, todos personalidades destacadas de todas las especialidades culturales y científicas gracias a lo cual consiguió superar los baches políticos que sufrió de manos de los gobiernos católico-conservadores, o de la dictadura de Primo de Rivera consiguiendo afianzarse en un tiempo en el que recibió 9.200 solicitudes de pensiones de las que concedió 1.700 (57 por año), de las que el 19% fue para pedagogía, el 18,5% para medicina, el 17% para ciencias físico-naturales, el 10,5% arte y el 10% derecho, lo que supuso un importante impulso cualitativo para nuestra cultura, estableciendo además numerosos enlaces de intercambios culturales con el resto de los países.

La JAE también estableció relaciones con organismos dentro de España entre ellos la Residencia de Estudiantes creada en 1910 y dirigida por Alberto Jiménez Fraud (1883-1964), cuya importancia cultural ha quedado ligada a la generación del 27 (Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Miguel de Unamuno, Manuel de Falla, Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Rafael Alberti, etc., etc.).

Con el Centro de Estudios Históricos creado en 1910 y dirigido por Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), que fue un gran revitalizador de nuestras ciencias históricas y sociales en todas sus secciones: medieval (Sánchez Albornoz), filología (Américo Castro), arqueología (M. Gómez Moreno), arte (Elías Tormo y Monzó), árabe (M. Asín Palacios) y derecho (F. Clemente de Diego). Con el Instituto Nacional de Ciencias Físico-naturales también creado en 1910 que contaba con dos institutos a su vez, el Instituto Cajal con secciones de biología (J. F.Tello), y de histología cerebral (Gonzalo Rodríguez Lafora) y el Instituto de Física y Química (Blas Cabrera) con secciones de espectroscopia (Miguel Catalán), magnetismo (Arturo Duperier), y laboratorios de Fisiología (Juan Negrín, Severo Ochoa, Grande Covian) y de Histología (Pío Del Río Ortega).

 En 1915 se crea la Residencia de Señoritas, primer centro destinado a fomentar la enseñanza universitaria a mujeres y que fue dirigido por María de Maeztu (1881-1948), y en 1916, la Fundación Giner de los Ríos que tiene por objetivo preservar el patrimonio de la ILE tras la muerte de su fundador ocurrida el año anterior. En un paso más se crea en 1918 el Instituto Escuela que es un experimento pedagógico destinado a extender a la enseñanza secundaria los principios fundamentales de la ILE.

Pero fue al instaurarse la Segunda República, o república de los intelectuales, cuando se produce la máxima expansión cultural a través del Ministerio de Instrucción Pública y desde las plataformas del Museo Pedagógico Nacional y la Institución Libre de Enseñanza al crearse en 1931 las Misiones Pedagógicas siguiendo la idea de Giner de “llevar los mejores maestros a las peores escuelas”, que consiguieron hasta 1938 alcanzar a  7.000 pueblos y aldeas, a través de 196 circuitos establecidos, con la participación aproximada de 600 “misioneros”, repartiéndose en 5.522 bibliotecas más de 600.000 libros, se llevaron a cabo 286 representaciones teatrales y las exposiciones de pinturas del Museo del Prado se vieron en 179 localidades.

Tras la guerra civil el proceso de depuración franquista del magisterio español, desmanteló, declarando ilegal y altamente perniciosa a la ILE, confiscando todos sus centros y desarbolando todas sus instalaciones muchas de las cuales se destinaron a necesidades militares y otras al nuevo CSIC, heredero falaz, en cuya fundación en 1940 el Ministro de Educación Nacional franquista, Ibáñez Martin declaró: “queremos una ciencia católica…y liquidamos todas las herejías científicas que secaron y agostaron nuestra genialidad sumiéndonos en la atonía y la decadencia…se ha acabado el tiempo en que la actividad científica era una aportación voluntaria y libre”.

La modernización y europeización del país, su edad de plata cultural, se había terminado. Una pléyade enorme de literatos, científicos y artistas educados y consumados entre nosotros se exiliaron, y otros fueron inhabilitados o terminaron en la cárcel e incluso fusilados.

 

                                                                  Jesús Lobillo Ríos

                                          Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                       “benaltertulias.blogspot.com”

                                                  “ateneolibredebenalmadena.com”

  

 .Bibliografía.-

Enrique M. Ureña.-“Krause y la educación”. Universidad de Comillas. 1988.

 Utero, Navarro y Basanta.-“Las colonias escolares de vacaciones y la Ile”. U. Santiago de Compostela 2013.

Teresa Marín.-“La pedagogía europea importada por becados de la JAE”. Universidad de Castilla La Mancha 1987.

M. Rius .-“Institución Libre de Enseñanza”. U. Rovira y Virgili.