ELOGIO DEL
INVESTIGADOR ENRIQUE MOLES ORMELLA
Empezó a investigar en España
cuando la investigación no existía, siendo considerado el padre de la Química
española, su clara inteligencia y su carácter abierto le hicieron el científico más reconocido y más
relacionado internacionalmente de su tiempo, de talante progresista y
comprometido terminó encarcelado y anulado por las autoridades franquistas que,
si bien, no lo fusilaron, no consintieron el reconocimiento de su labor
académica.
Nació en Barcelona en agosto de
1883 y murió en Madrid en marzo de 1953. Tras superar brillantemente el
bachillerato en el Colegio Ibérico de Gracia, su villa natal, estudió Farmacia
en la Universidad de Barcelona graduándose en 1905, con 22 años, con
sobresaliente y Premio Extraordinario, consiguiendo el título de doctor en
Farmacia al año siguiente por la Universidad de Madrid, a raíz de lo cual se
desempeñó como auxiliar interino (sin sueldo) en la Facultad de Farmacia de
Barcelona hasta 1898 en que consiguió una beca de la JAE (Junta de
Ampliación de Estudios) para trabajar en
las Universidades de Múnich y Leipzig en la que se familiarizó con la química–física,
rama de la Química en la que destacó, y en donde obtuvo su segundo doctorado,
en Química, colaborando con Karl DrucKer.
A su regreso a España se
incorporó al laboratorio de Investigaciones Físicas de la JAE que dirigía Blas
Cabrera, introduciendo en el país la química-física que desarrolló hasta que
fue admitida como asignatura en el plan de estudios oficial. En 1911 tomó
posesión con profesor auxiliar de Química Inorgánica de la Facultad de Ciencias
de Madrid.
En 1912, pensionado de nuevo por
la JAE, estudió en la Escuela Politécnica de Zúrich, la relación entre las
propiedades químicas y la naturaleza de los cuerpos químicos, es decir, la
magnetoquímica, que se convirtió en otro de sus temas de investigación. Y en
1915, de nuevo pensionado por la JAE, estudió la determinación de los pesos
atómicos de los elementos por métodos fisicoquímicos obteniendo un nuevo
doctorado, esta vez en física, bajo la dirección de Philippe Guye que le
ofreció trabajar en Ginebra o en Baltimore (USA), ofertas que rechazó para
volver a Madrid en donde se doctoró por cuarta vez, ahora en Ciencias, en 1920.
Pero hasta 1927 no consiguió la Cátedra de Química Inorgánica de la Facultad de
Ciencias de la Universidad de Madrid, y en 1929 fue elegido Presidente de la
Sociedad Española de Física y Química.
Consecuencia del desarrollo
obtenido por el laboratorio y sus beneficios prácticos, sus instalaciones
precisaban una mejoría que vino de la mano de la Fundación Rockefeller que
posibilitó la creación del Instituto Nacional de Física y Química, inaugurado
en febrero de 1932. Como representante de la Ciencia Española fue enviado a
Buenos Aires a ocupar la cátedra que la Institución Cultural Española había
creado para las figuras destacadas de nuestra cultura, en donde permaneció tres
meses dando clases y dictando conferencias.
En 1934 organizó en Madrid el IX
Congreso Internacional de Química Pura y Aplicada y la IX Conferencia de la
Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) de la que fue elegido
presidente. Ese mismo año leyó su famoso discurso de ingreso en la Real
Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (“Del momento científico
español, 1775-1825”) en el que estudió las contribuciones científicas españolas
de ése periodo. También en 1934 recibió la Gran Cruz de la Orden de la
República Española y el grado de oficial de la Legión de Honor Francesa. En
1926 había recibido el premio Cannizaro de la Academia dei Lincei de Roma y en
1921, prueba de su sensibilidad artística, había publicado “Primavera de amor”,
una traducción de algunos extractos de la correspondencia amorosa de Schiller
con su novia Carlota.
Al estallar la guerra civil ocupó
la vicerrectoría de la Universidad de Madrid y firmó un texto junto a otros
catedráticos en defensa de la República titulado “Los intelectuales españoles
apelan a la conciencia internacional” y fue nombrado director general de
Pólvoras y Explosivos, y en 1938, pese a la guerra, participó en una reunión
internacional de Física y Química a la que contribuyó con una memoria de 75
páginas sobre la determinación de los pesos moleculares y atómicos de los
gases”.
El 5 de febrero de 1939, Moles,
cruzó la frontera con Francia enterándose de que había sido desposeído de su
cátedra. Trabajó para el Centro Nacional de Investigaciones Científicas de
París (CNRS) como “maitre de recherche” durante dos años, en los que recibió
ofertas de trabajo de las universidades de Zúrich, Baltimore, California, La
Habana y la Casa de España en México, pero provisto de la documentación
necesaria facilitada por las autoridades diplomáticas españolas, volvió a
Madrid en el año 1941 siendo detenido en la frontera e ingresado en la prisión
de Torrijos de donde salió en libertad condicional para ser detenido de nuevo
en ingresado en la prisión de Porlier. Sometido a un Consejo de Guerra fue
acusado de “auxiliar a la rebelión militar” y condenado a muerte, conmutada por 12 años y un día de
reclusión menor, que posteriormente revisada fue aumentada a 30 años de prisión
mayor. No obstante en 1943, al cumplir sesenta años, logró la libertad condicional.
Inhabilitado para cualquier actividad académica o investigadora, en enero de
1944 se incorporó al Instituto de Biología y Sueroterapia (YBIS) como asesor
técnico de la sección farmacéutica. En 1951 se cancelaron todos sus
antecedentes penales, y aunque no fue repuesto en la Universidad, pudo viajar a
Cuba invitado por la Facultad y Academia de Farmacia de la Habana. El 30 de
Marzo de 1953 falleció a consecuencia de un derrame cerebral.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente
del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
Bibliografia.-
José M. Sánchez Ron. “Enrique
Moles Ormella”. Real Academia de la Historia
Raúl Berrojo Jario.-“Enrique
Moles y su obra”. Tesis Doctoral. UB.