domingo, 3 de noviembre de 2024

María Zambrano Alarcon

                                                 MARIA  ZAMBRANO  ALARCÓN

                             UNA  HUELLA  FEMINISTA  EN  LA  FILOSOFÍA  DEL  SIGLO  XX

En 1927, José Ortega y Gasset (1833-1955), Catedrático de Metafísica de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Madrid, afirmaba que el aumento de los conocimientos habidos en el último siglo, no suponían un aumento de la cultura ya que los conocimientos solo son una parte, una dimensión de la cultura, porque sus raíces se encuentran en el corazón. Los sentimientos, los amores y los odios suponen un previo conocimiento.

El desarrollo y el encaje de estas ideas se llevaría a cabo en los años siguientes merced a la colaboración de sus discípulos (la llamada “escuela de Madrid”), entre los que cabe destacar a María Zambrano Alarcón, su primera ayudante de cátedra, una muchacha, enfermiza, discreta, casi asustadiza, que desarrolló una ingente labor silenciosa (nunca escribió para tener lectores) y que tardó mucho tiempo en ser conocida en nuestro país del que debió exiliarse durante 45 años a causa de la Guerra Civil y su decidido compromiso intelectual con la II República.

Nació en Vélez-Málaga en 1904 y falleció en Madrid en 1991. Sus padres (Blas Zambrano y Araceli Alarcón) así como su abuelo paterno (Diego Zambrano) fueron maestros. A los tres años de su nacimiento se trasladan a Madrid y a los cuatro a Segovia donde su padre obtuvo una cátedra de Gramática. En esta ciudad en 1913 a los 8 años comienza el bachillerato en el mismo instituto en el que daba clases Antonio Machado (muy amigo de su padre) aunque no lo tiene de profesor, y disfruta de sus primeras experiencias amorosas. Su delicada salud, que fue una constante en su vida, comienza a estar presente.

En 1924, con 20 años, su familia  se traslada de nuevo a Madrid donde se matricula por libre (dada su proclividad a la enfermedad) en la Facultad de Filosofía y Letras, recibiendo clases de García Morente, Julián Besteiro, Manuel Bartolomé Cosío, Xabier Zubiri, y conoce a Ortega y Gasset, al que siempre reconoció como su maestro, en cuya cátedra comienza a trabajar. Invitada por éste a la Revista de Occidente amplió su círculo de conocimiento intelectual con Antonio Sánchez Barbudo, José Antonio Maraval, Federico García Lorca, Pedro Salinas y Miguel Hernández.

En 1928 colabora en la fundación e ingresa en la FUE (Federación Universitaria Escolar) y en la Liga de Educación Social y comienza a colaborar en algunos periódicos y a escribir sus primeros ensayos y a dar clases en el Instituto Escuela, ligado a la Institución Libre de Enseñanza. En 1931 fue nombrada profesora auxiliar de la Cátedra de Historia de la Filosofía de la que era titular el ex sacerdote vasco Xabier Zubiri, al que sustituía en sus viajes, comenzando a elaborar su inconclusa tesis doctoral sobre “La salvación del individuo en Spinoza”.

Su alineamiento sin reservas con la República provoca un extrañamiento con su maestro (fue la única de sus alumnas que no se apuntó a la Falange) y su marcha al exilio al terminar la Guerra Civil, dando clases en las universidades de La Habana, Puerto Rico y México. Vuelve a Europa en los cincuenta estableciéndose primero en Italia y luego en Francia para volver definitivamente a España en 1984 (una vez desaparecido el dictador) estableciéndose en Madrid.

María Zambrano es coetánea con la generación del 27 y se la reconoce como una representante de las “sin sombrero”, movimiento de liberación cultural de aquellos años. La práctica totalidad de su obra (una veintena de libros) está escrita fuera de España aunque arranca de las ideas de su maestro Ortega en relación con el desarreglo entre el yo y sus circunstancias que hace al hombre perder sus raíces, es decir, sus sentimientos.

María Zambrano, muy marcada por el exilio y por su historia, valora la necesidad de analizar nuestros sentimientos y nuestra historia interior. Siguiendo su paralelismo, España entera lleva dormida siglos, y está comenzando a despertar. Cada despertar, cada amanecer, suponen un inicio de relación del individuo con todo lo que le rodea, pero en su caso, el exilio supone una especie de muerte o de no vivir, de abandono de todo lo que marca su existencia, un alejamiento que conlleva una crítica de lo adquirido, de lo moderno, de la propia guerra. Pero para ella esta escisión, vivida de forma tan personal, es una constante aplicable a  la historia de la humanidad.

Aceptado que la modernidad, el acúmulo de conocimientos y el desarrollo de la situación política, han sepultado al hombre, y de una manera mucho más significativa, a la mujer, lo que se impone para superar esta situación, es buscar el fondo, lo real de la persona, un fondo que ella identifica con lo oscuro, lo sagrado, en donde se inicia la persona, que para Zambrano representa recuperar lo divino, es decir, hay que recuperar lo divino de la humanidad, representado por la inexcusable existencia de los dioses, y para conectarse con ellos, el único medio posible es lo que ella denomina “la razón poética”, una poesía que se haga con la razón, o una razón que se haga poética sin dejar de ser razón. Un concepto que no puede ser sistematizado ni concretado, y cuya única forma de manifestación son las metáforas.

La razón poética por tanto es multidimensional en el tiempo, un tiempo que divide en tres planos: la psique (sin orden), el cuerpo (tiempo físico, pasado, presente y futuro) y el tiempo humano (supratemporal, por encima del tiempo) cuya representación plástica es la música, notas que se entrelazan formando una armonía. La apuesta de Zambrano es por lo tanto, por  la libertad, una libertad que conecta al humano mediante su capacidad creadora con lo profundo con lo real,  lo sagrado, en donde habitan los dioses, a los que presenta como seres necesarios.

María Zambrano no fue descubierta en España hasta que en el año 1966 el filósofo y Catedrático de Ética y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, José Luis López-Aranguren (1909-1996) escribiera un  artículo en la Revista de Occidente titulado “Los sueños de María Zambrano”, dando a conocer su obra. Años más tarde comenzaría la cadena de reconocimientos que incluyen el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 1981, y el Premio Cervantes en 1988, además de ser declarada hija predilecta de Andalucía y doctora honoris causa por la Universidad de Málaga.

A su muerte fue enterrada en el cementerio de Vélez-Málaga y siguió recibiendo reconocimientos. Hija Predilecta de la Provincia de Málaga, su nombre se le dio a la Nueva Estación Central de Ferrocarriles de Málaga, a la Biblioteca Central de Filología y Derecho de la Universidad Complutense, hija adoptiva de Segovia, etc., etc.   

                                                                 Jesús Lobillo Ríos

                                          Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                    “benaltertulias.blogspot.com”

 

Bibliografía.-

J. F. Ortega Muñoz.-“María Zambrano. Breve Antología”. Proyecto Sur Ediciones, 2004

José Ortega Y Gasset.-“Teoría de Andalucía”. Revista de Occidente 1942.

Jordi Gracia. “José Ortega y Gasset. Santillana 2014.

J. Correa Román. “María Zambrano: el nacimiento de la razón poética”. Filosofía &Co.  2022

Maite del Moral. “María Zambrano, una filósofa comprometida entre las “sin sombrero”. 2021

María Zambrano.-“Claros del bosque”. Alianza 2023.

María Zambrano.-“Persona y Democracia”. Alianza 2022.

María Zambrano.-“Delirio y destino”. Alianza 2020.

María Zambrano.-“El hombre y lo divino”. Alianza 2024.