domingo, 13 de diciembre de 2020

FELICES FIESTAS

                                                          FELICES FIESTAS

                                               

Se cumplen diez meses desde que el Ateneo interrumpió de forma obligada sus actividades presenciales para reducirlas a estas añorantes comunicaciones que no pueden sustituir a nuestros animados debates semanales en los que defendíamos diversos puntos de vista.

No será posible por lo tanto una edición renovada de nuestra fraternal felicitación anual con motivo de estas fiestas de acercamiento sincero, que superan en su veracidad al arcano fervor que las rodea o a la mimetización patria con que hoy se las quiere disfrazar, pero permanecerán los signos inequívocos de compartición en los dulces y  viandas y sobre todo en las consumiciones espirituosas que aun sin vernos podremos brindarlas a la salud de todos  que seremos ausentes.

La protección facial (mascarilla), la distancia de seguridad (nadie a menos de un brazo extendido) y la limpieza de manos, nos acompañarán inseparablemente a todo tipo de reunión sea comercial (compras), familiar (reuniones) o esparcimiento (visitas al alumbrado). Debemos huir de todo tipo de aglomeraciones y de los espacios cerrados a los que exigiremos ventilación. Todos debemos protegernos por nuestro propio interés.

Más difícil y comprometido se plantea el problema ante los desplazamientos y las reuniones familiares pues los lazos consanguíneos no forma parte de la convivencia y por duro que nos parezca, los nietos pueden contagiar a sus abuelos que serán siempre los grandes perjudicados.

En estos días nuestra principal acompañante debe de ser la prudencia frente al bienintencionado triunfalismo de los reclamos oficiales que tanto nos animan a salir como a quedarnos en casa,  pero que no deben de apartarnos del hecho de estar tratando de evitar una tercera ola del todo indeseable a las puertas ya de la anhelada vacuna que todavía no sabemos lo que nos va a solucionar.

La prudencia y la sensatez esperamos, así mismo, que impregnen los discursos oficiales cuya credibilidad está absolutamente agotada tras años de insistentes y reiteradas falacias que en nada contribuyen a encomiar nuestra decidida voluntad de avanzar juntos.

Pero por encima de todas las circunstancias, a todos deseamos profundamente unos felices días y un venturoso año nuevo con el deseo grande de que pronto podamos volver a reunirnos para continuar con nuestros comunes afanes culturales.

 

Jesús Lobillo Ríos.

 Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

domingo, 6 de diciembre de 2020

EL ESPERPENTO NACIONAL

                                                         EL ESPERPENTO NACIONAL

 

Consideramos como cierto que el  “esperpento” es una creación del escritor gallego Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936), pero no fue el primero, porque ya se observan antecedentes en la obra del madrileño Francisco de Quevedo Villegas (1580-1645) y en la del pintor aragonés Francisco de Goya (1746-1828). Los tres, y muchos más, se acercaron a la realidad crítica del momento que vivieron deformando lo que veían para llamar la atención sobre ello. Esta metáfora de la deformación grotesca y grosera de los hechos, satiriza la forma de ver y observar la existencia real, y no se trata de un término literario que se populariza, sino que más bien, a la inversa, pasa de la observación popular a la literatura ya que es en realidad una constante de la escena nacional.

El esperpento como género dramático, aparece por primera vez en 1920 en la obra “Luces de bohemia” pero tiene su origen real en el anuncio de una ferretería que había en Madrid en la calle Álvarez Gato muy cerca de la Puerta del Sol y del Teatro del Príncipe. Este reclamo publicitario disponía de dos espejos, uno convexo y otro cóncavo que deformaban la imagen de los transeúntes  y que por ello se convirtió en entretenimiento jocundo de los madrileños.

Sin embargo no podemos catalogar a Valle-Inclán como un crítico sin más de la realidad nacional. El autor de las bellísimas “Sonatas” o de “Flor de santidad”, se demuestra como un destacado modernista, cuya visión se va agriando al acercarse a la realidad a través de “Divinas palabras” y sobre todo de “Luces de bohemia”, para pasar a la crítica despiadada con “Los cuernos de don Friolera” o “Las galas del difunto”. Su genialidad de ver la existencia a través de la deformación es el resultado de un cambio en la valoración personal de la realidad que le circunda. Para él el drama de España es ridículo y no puede asimilarse a la tragedia clásica si no es deformándolo.

La consagración literaria del esperpento cala profundamente en el imaginario público que afrenta todos los desafueros, desaciertos o aciertos a medias, en un cajón de sastre común que une a la natural tendencia popular a criticar mediante la broma, todos los sucesos a los que tacha no solo de groseros o chabacanos, sino además de cómicos, creando un totum revolutum que viene a poner de manifiesto la profunda separación entre lo popular y lo político, es decir, entre la calle y el parlamento.

En la actualidad estos espejos deformantes, que ya hace tiempo que desaparecieron, no deforman tanto la realidad nacional porque la mayoría de los hechos que estamos viviendo superan en su increíble verosimilitud a la más grotesca imagen imaginada por cualquier ciudadano-observador, porque la realidad siempre  supera a la ficción.

 

Jesús Lobillo Ríos

Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

domingo, 29 de noviembre de 2020

EL CINE DEL NEORREALISMO

El cine del Neorrealismo: Roma ore undici

 

Rosa M. Ballesteros García. Historiadora

rosaballesterosgarcia@gmail.com

 

 

Introducción

 

Nadie puede dudar de que el cine, conocido también como «séptimo arte», «imágenes en movimiento», «sábana horizontal», «linterna mágica», por citar algunos sobrenombres, ha servido ―desde sus orígenes a final del siglo XIX― de herramienta utilísima para propagar ideas, fijar cánones, remover conciencias… En pocas palabras, como un instrumento de propaganda poderosísimo que tiene el poder de llegar a todas las clases sociales, que habla todos los idiomas y, que, bien utilizado, puede llegar a ser un rival imbatible para cualquier medio de información de masas.

            Dicho esto, con el presente artículo me propongo dar marcha atrás en el tiempo para acercarnos al cine italiano, y a la etapa más atractiva e influyente de su historia fílmica, a través de una película que marcó un hito: Roma hora once, una de las joyas del neorrealismo[1], término acuñado por el crítico italiano Umberto Barbaro (1902-1959). Se estrenó en 1952 y fue dirigida por uno de los cineastas más relevantes de aquella época: Giuseppe de Sanctis (1917-1997).

 

Italia y el cine del fascismo

 

Es imprescindible, por otro lado, hacer un mínimo resumen de los antecedentes que impulsaron a los profesionales del cine italiano a desarrollar este maravilloso género que tanto influyó en otras cinematografías mundiales, incluyendo la nuestra, a través de directores como Juan A. Bardem (Bienvenido Mr. Marshall, 1953) o Luis G. Berlanga (El verdugo, 1963), por poner un par de ejemplos.

Se dice que el cine fomenta gustos y forma de ser y de vivir de las personas. En la época que proponemos, y en este continuum que es la Historia, donde el presente bebe del pasado, este género glorioso se proyectó sobre otro género, artísticamente más pobre, en todos los sentidos, como fue el cine producido por la dictadura fascista italiana durante los años 30 y 40, popularmente conocido como cine de «teléfonos blancos»: pobre en recursos y en ideas, escapista, calificado por algunos historiadores del cine como «frívolo y hueco», que ponía su foco productivo en comedias y en argumentos marcados por el régimen de Mussolini, a pesar de que el Duce era muy consciente de poder[2].  Sus señas de identidad eran los decorados fastuosos, las grandes escalinatas y como lujo más destacado y que da nombre al género: los inexcusables teléfonos blancos. Citaré un par de ejemplos que lo ilustran dirigidos por Mario Camerini[3]: El señor Max, estrenada en 1937 (que cuenta las peripecias de un modesto quiosquero que se hace pasar por rico) y Grandes almacenes, estrenada en 1939 (una historia de amor a tres entre una pareja de empleados y una clienta rica); ambos protagonizados por Assia Noris (191-1998), una actriz rusa, nacionalizada italiana[4] y Vittorio de Sica (1901-1974)[5], uno de los grandes actores italianos y director de algunas películas más representativas del genero neorrealista como Ladrón de bicicletas (1948), El limpiabotas (1946) o La puerta del cielo (1945).

Por otro lado, el raquitismo de la industria del cine en Italia durante estos años, se incrementaría a causa de la limitación autárquica decretada por el fascismo para la importación de películas extranjeras. Este es, pues, el antecedente del neorrealismo, género en el que se encuadra la película que vamos a comentar: Roma ore undici (Roma: hora 11) producida en 1952 y no estrenada en España (recordemos que los pactos de Madrid con los yanquis se firmarían en 1953, año que pudieron verla nuestros vecinos portugueses bajo el título de El pan nuestro de cada día).

 

El Neorrealismo (Realismo social)

 

Ya hemos adelantado, grosso modo, cómo el género que imperaba durante los años del fascismo daría paso a un género relativamente cronológicamente efímero, es verdad, pero tremendamente impactante como fue el neorrealismo. Mussolini, como se sabe, tras la caída parcial de Francia entró en guerra apoyando a Hitler. Desde mediados de 1943 los aliados comienzan su ofensiva, entran en Roma al año siguiente y toman definitivamente el poder en mayo de 1945 expulsando a los nazis. Durante esos años, pues, el país vivió una «guerra civil» con todas las consecuencias. Desde esta perspectiva y por derivación de la realidad social y política, un grupo de cineastas se propuso dar visibilidad y mostrar al mundo la vida cotidiana de la ciudadanía. Fueron unos años intensos en los que directores como Roberto Rossellini: Roma, città aperta (Roma ciudad abierta, 1945), Vittorio De Sica: Sciuscià (El limpiabotas, 1946), Luchino Visconti: La terra trema (La tierra tiembla, 1948), junto a guionistas como Suso Cecchi d'Amico (1914-2010) y Cesare Zavattini (1902-1989), entre otros profesionales, deciden dedicar sus esfuerzos y su creatividad para dar a los espectadores esta nueva visión del arte, en parte influenciados por el realismo cinematográfico soviético de Eisenstein o Pudovkin y el realismo poético francés de René Clair o Jean Renoir..

            Finalizada la guerra en 1945 Italia se dispone, cual ave Fénix, a resurgir de sus cenizas. En 1946 la Democracia Cristiana llega al poder y con ello ese romanticismo antifascista posbélico pasa a reconvertirse, tras la nueva ordenación jurídica del cine estatal ―muy atenta al efecto que se podía causar fuera del país― en una tremenda maquinaria censora y proteccionista (¿nos suena de algo?) con un viraje que pasa por desechar el cine pesimista por producciones más comerciales y de factura más personal, pasando a una etapa post-neorrealista y nuevos realizadores, por otra parte extraordinarios, como Federico Fellini (1920-1993) o Michelangelo Antonioni (1912-2007), por citar un par de nombres, que llevaron a la gran pantalla historias tan extraordinarias como La Strada (1954), Las noches de Cabiria (1957) o La dolce vita (1960), todas de Fellini. Las dos primeras protagonizadas por su mujer (y musa) Giulietta Masina (1991-1994) y la tercera por la sueca Anita Ekberg (1931-2015). Por su parte, Antonioni dirigió películas como Las amigas (1955) con Eleonora Rossi-Drago (1925-2007) y El eclipse (1962) con Mónica Vitti (Roma, 1931), en la que intervino por cierto Paco Rabal (1926-2001).

 

Roma ore undici (1952)

 

La elección de esta película, como casi todo en esta vida, no es nada inocente. Por un lado, el que fuera realizada dentro de un género extraordinario y universal como fue el neorrealismo y, por otra parte, al que a su argumento se une la mirada sobre las mujeres, pues es una historia de mujeres que su director, Giuseppe de Santis (1917-1997) llevó a la gran pantalla inspirándose, como no podía ser de otra forma, hablando de neorrealismo, en hechos reales. En este caso concreto, de Santis trabajó con un elenco mayoritario de profesionales[6], si bien para algunas de sus actrices, como  Irene Galter (Merano, 1931), significó su debut como actriz. Otras de sus protagonistas ya eran actrices principiantes, como Lucía Bosé (1931-2020), casada, como se sabe, con el torero L.M. Dominguín, madre de una saga de actores y actrices y residente en España hasta su muerte. Otras, que se casarían con profesionales del cine como Carla del Poggio (1925-2010), esposa del director Alberto Lattuada (1914-2004) o Elena Varzi, (1926-2014) con el gran Raf Vallone (1916-200), actor muy conocido en el cine español[7]. Otras actrices del elenco: Maria Grazia Francia (Florencia, 1931), Lea Padovani (1923-1991) o Delia Scala (1929-2004), acompañadas por actores como Paolo Stoppa (1906-1988), Massimo Girotti (1918-2003) o el ya citado Vallone; los dos últimos, junto al director de Santis, reconocidos antifascistas. Al año siguiente De Sanctis dirige colabora en el guion de Un marido para Anna Zaccheo, un melodrama que pone de nuevo el foco sobre una mujer (violación e intento de suicidio incluido). En este caso la protagonista fue Silvana Pampanini (1925-2016) junto a Amedeo Nazzari (1907-1979) y Massimo Girotti. Por otro lado, De Sanctis, y en esta línea de género, ya había dirigido en 1949 la extraordinaria Riso amaro (Arroz Amargo), protagonizada por Vittorio Gassman (1922-2000), Raf Vallone y Silvana Mangano (1930-1989), cuyo argumento tiene como protagonistas a las recolectoras de arroz (mondine). Como nota anecdótica, la película se estrenó en España en 1954, muy cortada por la censura, que ponía la lupa más en la escena del mítico «bayón»[8] ejecutado por la Mangano, enfundada en unos pantalones pirata a media pierna, que por su gran carga de crítica social (la actriz, casada con el productor Dino de Laurentiis, murió en Madrid a los 59 años).

            Retomando de nuevo la película que proponemos, Roma ore undici, su argumento se basa, como ya hemos anticipado, en unos luctuosos hechos que acabaron con la vida de una joven aspirante a secretaria. El suceso ocurrió en 1951 en Roma[9]. Hacía poco más de 5 años que había finalizado la guerra, pero el desempleo era brutal, especialmente para las mujeres, y un anuncio de trabajo publicado en la prensa fue el detonante para que unas doscientas mujeres se lanzaran a una para conseguir el puesto: jóvenes recién casadas, pero con el marido en paro, solteras embarazadas, prostitutas decididas a cambiar de vida, hijas de familias acomodas venidas a menos… Allí, en las cochambrosas escaleras de la oficina en cuestión, en largas filas de espera, apiñadas unas con otras, el espectador asiste a las confidencias pormenorizadas de sus vidas, de sus miserias y de sus aspiraciones. Sin embargo, el desenlace iba a ser trágico. Una disputa por la prioridad en la fila convierte la espera en una tragedia: la barandilla cede, provocando la caída de las mujeres, algunas gravemente heridas y una de ellas, Cornelia Riva, muerta a causa de las lesiones. Impactante la escena en la que la cámara muestra al espectador, desde el piso superior, una escalera en espiral de cuatro pisos, repleta de mujeres que miran expectantes hacia arriba. Todo ello enmarcado por el blanco y negro clásico como corresponde. No acaba aquí la tragedia, porque al llegar al hospital a las heridas se les exige el pago de la tarifa diaria. Imposible para la mayoría, que se verán obligadas a hospitalizarse en sus casas porque no pueden permitirse el gasto. La ciudadanía no disfrutaba de un seguro universalista de salud que solamente llegaría en 1978. Como conclusión, el guion propone una solución catártica: todos son culpables y no se haya ningún responsable del colapso y… la vida continúa con santa resignación para sus protagonistas.

Lo cierto es que esta truculenta historia no fue la única contada, cinematográficamente hablando, pues ese mismo año Augusto Genina (1892-1957) dirigiría otra versión bajo el título de Tre storie proibite (Tres historias prohibidas), no estrenada en España. Genina, como se sabe, se convirtió en uno de los principales directores del fascismo, con títulos como Sin novedad en el Alcázar, realizada en 1939 y basada en uno de los episodios de nuestra Guerra Civil. Su primera película como director fue La moglie di sua eccellenza (La señora de su excelencia), rodada en Barcelona en 1913. Genina, en las antípodas políticas de Sanctis, plantea el argumento como una trágica fatalidad a la que es inútil culpar a las fallas sociales o políticas.

Finalmente, no podemos dejar de citar a Elio Petri (1929-1982), un joven periodista entonces que publicaba en L´Unità, órgano de expresión del PCI. De Santis le encargó que llevase a cabo una investigación entre las chicas de Via Savoia (la calle donde se ubicaba la oficina siniestra) que sirviera como base del guion. En los títulos de crédito aparece como asistente de dirección. Esta película fue, de alguna manera, la despedida de De Santis al llamado neorrealismo. De 1952 a 1953 la situación política nacional y sobre todo internacional aparece definitivamente estabilizada y cualquier hipótesis de un punto de inflexión social-comunista quedaría archivada.



[1] Su influencia se inicia tras finalizar la 2ª Guerra Mundial y finaliza hasta mediados de los años 50.

[2] El Gobierno italiano empleó medios financieros muy importantes para «proteger la industria cinematográfica nacional» y construir Cinecittà y el Centro Sperimentale di Cinematografía, dos centros destinados a la formación de profesionales. Sin embargo, obligaba a los productores a invertir en epopeyas, obras históricas y comedias musicales muy alejadas de la verdadera realidad humana y social del país.

[3] Mario Camerini (1895-1981). Director y guionista romano. Dirigió en 1955 la popular Ulises, protagonizada por Kirk Douglas.

[4] Estuvo casada con los directores de cine Mario Camerini y Roberto Rosellini.

[5] Casado con la actriz de origen español María Mercader y padre de la actriz española Vicky Lagos, hermana de madre de las también actrices Carla, Conchita y Mª José Goyanes.

[6] Otra de las características del neorrealismo era utilizar actores y actrices no profesionales, además de utilizar platós naturales, urbanos, todo ello muy en la línea de la filosofía economicista del género.

[7] Los ojos dejan huellas (1952); La violetera, La venganza (1958); El Cid (1961); Volver a vivir (1968); Goya (TVE, 1987); La leyenda del cura de Bargota (TVE, 1989).

[8] Baile popular de origen cubano.

[9] Tres de las jóvenes involucradas en la tragedia participaron en la película.

 

domingo, 22 de noviembre de 2020

Renovarse o morir

                                                     RENOVARSE  O  MORIR

 

La microbiota es el último hallazgo funcional de nuestra fisiología que ha sido elevada a la categoría de auténtico órgano, al que cada vez se le involucra más en las responsabilidades de nuestro desarrollo vital. Consiste en el trabajo aunado de las capacidades conocidas del tejido conjuntivo, y las cada vez más desentrañadas de las bacterias que conviven en nuestro organismo.

El tejido conjuntivo conforma el armazón global de nuestra economía y vigila, a través de nuestra piel, su integridad defendiéndola de todas las agresiones biológicas o tóxicas, e incluso repara los desperfectos causados gracias a su capacidad reconstructora (la cicatrización).

Las bacterias fabrican enzimas, vitaminas y metabolitos, necesarios a nuestra economía que permiten la digestión de los alimentos, mejoran el desarrollo de nuestros mecanismos defensivos y facilitan la regeneración de nuestros elementos envejecidos y obsoletos.

Este acuerdo de colaboración conjuntivo-bacteriana que llamamos microbiota tiene su asiento en el área esplácnica o territorio intestinal, en el que por cada cien mil millones de células conjuntivas presentes existen cien billones de bacterias. Mediante esta colaboración o perfecta simbiosis, los principios activos fabricados por estas bacterias son transmitidos gracias a la ubicuidad del tejido conjuntivo a todos los puntos en que se precisa su actuación. De esta forma, todo aquel elemento orgánico que se altera por una agresión o simplemente por envejecimiento y decrepitud va a solicitar la activación, es decir, la inflamación, del tejido conjuntivo que  acudirá en su auxilio a colaborar en su reparación con todos los elementos necesarios.   

La microbiota se asegura su contacto con el exterior a través del tracto intestinal o tubo digestivo que se constituye como la mayor superficie de comunicación externa de todo el organismo: unos 300 ó 400 metros cuadrados, considerando su superficie total con las vellosidades desplegadas.  Existen otras  microbiotas como la vaginal, la oral, nasal, auditiva e incluso prepucial, y todas ellas tienen un papel  beneficioso en este triple carácter metabólico-defensivo-regenerativo.

En el intestino se ha estudiado la existencia de entre 500 y 1000 especies distintas de bacterias que se pueden resumir en dos clases: las nativas que viven permanentemente en él, y las de tránsito. Las nativas se adquieren al nacer y en el primer año de la vida, y son un tercio del total. Al nacer, el niño, adquiere, de la microbiota vaginal de la madre, sus primeras bacterias. Las de tránsito se adquieren diariamente con la comida y la bebida.

Estas bacterias de tránsito una vez conocidas y reconocidas quedan marcadas por unas huellas desarrolladas específicamente para su reconocimiento. Hay estudios realizados que demuestran estadísticamente que en las casas en las que existe un “exceso de higiene” como resulta de la utilización de lavavajillas o un excesivo cambio de sábanas, las rinitis alérgicas son mucho más frecuentes por la ausencia de estas huellas.

El conocimiento profundo de nuestra microbiota se hace cada vez más necesario si queremos que la fabricación de tejido inmunológico y sustancias tróficas reparadoras se lleven a cabo en cantidad suficiente Tengamos presente que enfermedades como la demencia senil o el Alhzeimer, e incluso las enfermedades vasculares son  beneficiarios de esta actividad.

Para mejorar el estudio pormenorizado de cada microbiota individual se precisan análisis y cultivos de cada individuo a fin de establecer los déficit y excesos de cada paciente. De investigaciones hechas combinando enfermedades intestinales con cultivos de microbiota,  alimentación y cambios observados, se obtuvo la conclusión aproximada de que una dieta caracterizada por nueces, frutas,  vegetales y legumbres, moderación de alimentos derivados de animales como pescado, carne magra, aves de corral, y la disminución de carnes rojas, a lo que se pueden añadir los lácteos y una copa de vino tinto, se asocian beneficiosamente con el ecosistema intestinal.

Mientras no dispongamos en la práctica habitual de estas exploraciones clínicas todo aquello con lo que alimentemos nuestra microbiota tiene un impacto importante en nuestra salud, mientras mejor la alimentemos más saludables estaremos. La clave para conseguirlo es nutrir equilibradamente las mil especies diferentes de bacterias que viven con nosotros.

Para las bacterias que nos acompañan permanentemente  les daremos lo que les gusta, es decir, los prebióticos, que son las fibras vegetales que constituyen su alimento y que van desde los espárragos hasta los puerros.

Y para todas  las demás debemos de añadirles bacterias vivas directamente, o sea, probióticos que contienen organismos vivos que se añaden a nuestra población de microorganismos saludables y que se encuentran en el yogurt, el chucrut, actimel o el kéfir.

La renovación de nuestras estructuras es necesaria e imprescindible en todos los momentos evolutivos de nuestra vida pero muy especialmente en los años postreros y si pese a todo no conseguimos que nuestra microbiota equilibre la excesiva demanda de reparación, antes de llegar al fracaso vital, debemos tratar de acortar la actividad de los grandes hitos demandantes de inflamación, de manera muy concreta  la depresión, cuya influencia aumenta progresivamente con la edad.

No sabemos si esta depresión tiene su origen exclusivamente en la regresión y desgaste del tejido nervioso o de qué parte de él, pero sí sabemos que su intensidad se relaciona con las condiciones socioeconómicas de los individuos, y que su mejora revierte directamente sobre la calidad de vida de todos  y sobre la supervivencia de los mayores.

 

Jesús Lobillo Ríos

Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

domingo, 15 de noviembre de 2020

LEONARDO DA VINCI

LEONARDO DA VINCI: EL HOMBRE Y SU TIEMPO

Rosa M. Ballesteros García. Historiadora

 

1.      El contexto histórico, social y político

Uno de los especialistas sobre da Vinci escribió que Leonardo «siempre defendió mostrar al hombre y no al genio, al aprendiz y no al maestro, al Leonardo de sus errores y sus fracasos». Por ello voy a desarrollar esta charla siguiendo esta prioridad. Por otra parte, como historiadora, siempre planteo que, para abordar la vida de cualquier personaje, o de algún acontecimiento relevante es imprescindible contextualizarlo para entenderlo, cosa que no resulta nada fácil. En el caso que nos ocupa, la figura del italiano Leonardo, nace en un contexto como fue el Renacimiento, que se inicia con la Caída de Constantinopla en 1453.

 

2.      El Renacimiento

Es un fenómeno cultural iniciado con la Edad Moderna que retoma los principios de la antigüedad Clásica, pero actualizándola. Sin renunciar a la tradición cristiana, sustituye la omnipresencia de lo religioso por el aumento y afirmación de los valores del mundo y del ser humano. Este movimiento se produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI, teniendo como foco difusor Italia (XIV). Fue un período de transición entre la Edad Media y los inicios de la Edad Moderna y sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto naturales como humanas. La primera persona que utilizó el término fue el historiador y artista Giorgio Vasari, quien consideraba a la cultura medieval como un arte de «bárbaros».

La característica que define este movimiento es el humanismo, que entiende que las ideas tienen como centro y foco de atención principal al hombre. En otras palabras, es el paso del teocentrismo medieval al antropocentrismo renacentista. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las ciencias, situando al hombre como centro universal. No fue un fenómeno unitario, tanto desde el punto de vista geográfico como cronológico, si bien se hizo efectivo en la cultura europea con el centro difusor en Italia, como ya he adelantado, para expandirse progresivamente a los países de la América recién descubierta, hito que inaugura lo que conocemos como Edad Moderna.

Características del Renacimiento:

·         la consolidación de los estados europeos,

·         los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América,

·         la descomposición del feudalismo

·         el ascenso de la burguesía

·         la afirmación del capitalismo

Tras esta pequeña introducción pasamos a presentar a nuestro personaje.

3.      Datos biográficos

Leonardo da Vinci (Leonardo di ser Piero da Vinci), nació en Vinci, el 15 de abril de 1452 y murió en la ciudad francesa de Amboise el 2 de mayo de 1519. Leonardo fue un polímata (del griego μανθάνω (aprender) y πολύ (mucho) ―es la sabiduría que abarca conocimientos sobre campos diversos de la ciencia, el arte o las humanidades―. Fue a la vez anatomista, arquitecto, paleontólogo, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta, urbanista y pintor… y aunque parezca inverosímil fue un autodidacta, porque no pasó por la Universidad y quizás esta circunstancia sirviera como acicate para su gran curiosidad por descubrir cosas y de esta forma, en mi opinión, se distanció del narcisismo de tantas criaturas que se consideraban (y se consideran) genios. En opinión de la psiquiatra y psicoanalista Marie-France Hirigoyen: «se creen genios por encima de la línea de flotación».

Leonado se opuso al concepto de «belleza ideal», de canon, defendiendo la imitación de la naturaleza con fidelidad, sin tratar de mejorarla[1]. Contempla la fealdad y lo grotesco, como en sus dibujos de personajes deformes y cómicos, considerados las primeras caricaturas de la historia del arte. Al parecer, tuvo dificultades intentando aprender latín y griego, los idiomas cultos, y la llave de acceso a la cultura filosófica neoplatónica que dominaba Italia y parte de Europa. Leonardo escribió la mayor parte de sus escritos en toscano, un dialecto florentino, pero escribía al revés, como visto por un espejo (escritura especular). Quizás, en mi opinión, todas estas particularidades, tan diferentes a otros grandes artistas, han hecho de él un mito, el par inter pares; dicho de otra forma, un genio que sobresale por encima de otros genios, a pesar de que el mismo se definía como «un discípulo del experimento». Entre sus maestros Leon Battista Alberti, también hijo natural, elegante y deportista; o también el matemático, médico, astrónomo y geógrafo Paolo Toscanelli.

Su vida personal es en gran parte un misterio; apenas han llegado indicaciones acerca de sus costumbres, gustos o defectos. Se sabe que era estrictamente vegetariano, por sus cartas y escritos sobre anatomía, en los que llama a los omnívoros «devoradores de cadáveres». Fue inconformista, pues nunca estaba contento con lo que pintaba. Buena parte de sus biógrafos apuntan que fue homosexual, señalando entre sus amantes al también pintor Gian Giacomo Caprotti (Salai), uno de sus discípulos, que sirvió como modelo para su San Juan Bautista, o Jacopo Saltarelli, un aprendiz de orfebre. Elizabeth Abbott, en su Historia del celibato sostiene que, aunque Leonardo era probablemente homosexual, el trauma del caso de la sodomía lo convirtió al celibato para el resto de su vida. El tema fue ampliamente estudiado por Freud. Otros intentos más recientes para psicoanalizar a Leonardo se discuten al final del libro de Bradley Collins Leonardo, el psicoanálisis y la historia del arte. Lo cierto es que Leonardo permaneció soltero y sin hijos.

Tras pasar su infancia en su ciudad natal, Vinci, localidad de la provincia de Florencia, en la Toscana, Leonardo estudió con el pintor florentino Andrea de Verrocchio, aunque sus primeros trabajos de importancia fueron creados en Milán al servicio del duque Ludovico Sforza. Esta fue, en opinión de uno de sus biógrafos, Charles Nichols, el fin de su infancia para adentrarse en un «mundo competitivo, urbano y adulto de su padre, un mundo de gremios, contratos y fechas de entrega en el que nunca llegará a encajar». Trabajó a continuación en Roma, Bolonia y Venecia, y pasó los últimos años de su vida en Francia, por invitación del rey Francisco I. Murió acompañado de Francesco Melzi a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas.

Prototipo de hombre del Renacimiento, Leonardo fue el hijo ilegítimo de Piero Fruosino di Antonio, noble y embajador de la República de Florencia, y de una joven campesina llamada Caterina di Meo Lippi. Su madre se casó con un hombre de la localidad y tuvo cinco hijos. Su padre, por su parte, se casó hasta cuatro veces y tuvo doce hijos reconocidos. Leonardo vivió en la casa paterna en Vinci. Sin embargo, nunca fue reconocido como hijo legítimo por su padre y según varias fuentes el hecho le hizo sentirse excluido de por vida. La educación de Leonardo da Vinci fue, precisamente, en el municipio florentino de Vinci. Allí aprendió los conocimientos básicos de lectura, escritura y aritmética porque al ser un bastardo no se le permitió estudiar en la Universidad, así que podemos decir que fue un autodidacta. En lenguaje actual, no estuvo lastrado de esa «titulitis» que a veces nos hace caer en ciertos prejuicios. Su mayor virtud fue la curiosidad. Por el contrario, su punto débil fue la bipolaridad que le impidió, por el déficit de atención que ello comporta, finalizar muchas de sus obras o inventos. Siempre se consideró más científico que artista. El oficio de pintor lo consideraba el más insignificante de sus talentos, por debajo incluso del musical. En general, muchos de sus biógrafos coinciden en que la suya era una inteligencia expansiva (todo es una continuidad de causa y efecto). Una gran parte de tener una mentalidad expansiva es creer que la inteligencia y talentos naturales no determinan el éxito o el fracaso. Es el paradigma que nos dice que «todos podemos ser líderes», en lugar del paradigma común que afirma que el «liderazgo es para unos pocos elegidos». Un ejemplo contrario, por ejemplo, fue Miguel Ángel, que tenía una inteligencia concentrada (en un solo punto). Cristián Gálvez, en su biografía utiliza la siguiente metáfora para retratar al genio: «su cabeza era una creativa olla a presión».

Da Vinci pronto manifestó inquietud por la naturaleza. Su curiosidad le llevó a pintar seres mitológicos inventados por él mismo, inspirados en sus observaciones. Su voluntad de representar la realidad se puede contrastar en su técnica del óleo, que le permitía transmitir auténtica sensación de vida en sus obras. Da Vinci definió al color como algo propio de la materia y confeccionó la siguiente escala de colores básicos: primero el blanco como el principal, ya que permite recibir a todos los demás colores; después el amarillo para la tierra, verde agua, azul cielo y rojo fuego. Por último, el negro para la oscuridad, ya que es el color que nos priva de verlos a todos. Con la mezcla de estos colores obtenía todos los demás. Por primera vez en la historia se habla de los colores primarios y secundarios.

Su primer biógrafo, Giorgio Vasari, afirmó que el padre de Leonardo quedó aterrado a la vez que fascinado por uno de los dibujos que pintó el joven Leonardo. Conocedor del enorme talento del joven, su padre preguntó al artista Andrea del Verrocchio si su hijo podría dedicarse a la pintura. Ante la afirmación de este, Leonardo ingresó en su taller como aprendiz en 1469. Orfebre, herrero, escultor y pintor, Verrocchio trabajó para la familia Medici. En su taller, Leonardo aprendió desde las técnicas de dibujo y pintura hasta la base de la química, pasando por técnicas de grabado y de escultura. Se piensa que, durante estos años, Leonardo también aprendió música y las primeras nociones sobre anatomía en el taller de Antonio Pallaiuolo, que se encontraba cerca de Verrocchio. Después de los seis años que pasó como aprendiz, Leonardo montó su propio taller en Florencia.

La acusación (al parecer falsa) de sodomía en que se vi involucrado le impulsó en 1482 abandonar Florencia para asentarse en Milán. Allí, se presentó ante Ludovico Sforza, duque de Milán, que pasó a ser su mecenas. Permaneció en su corte durante 17 años como ingeniero. Cuando este cayó, fue a Venecia y en 1500 volvió a Florencia para trabajar al servicio de César Borgia y unos años más tarde, en 1506, se trasladó de nuevo a Milán. Durante este periodo desarrolló un especial interés en la ciencia, aunque continuó con su faceta de pintor, y en 1513 se mudó a Roma, al servicio del papa León X. Finalmente, El rey de Francia, Francisco I, instaló a da Vinci en el castillo de Clos-Lucé, cercano a la localidad de Amboise, donde pasó los últimos años de su vida. El 2 de mayo de 1519 Leonardo murió a los 67 años. Sus restos descansan en la capilla de Saint Hubert, en el castillo de Amboise. Esta es, a grandes rasgos, su biografía.

 

4.      Autorretratos de Leonardo

 

Leonardo de Vinci era atractivo, bien proporcionado, elegante y agraciado. Vestía una túnica rosa hasta la rodilla en un momento en que la mayoría llevaba túnicas largas. Tenía un hermoso cabello rizado, cuidadosamente peinado, que le llegaba la mitad del pecho (descripción del Manuscrito de la familia Gaddi, recopilado en 1540). Nadie puede asegurar, hasta el momento, cuál es su retrato a pesar de las distintas representaciones que se conservan. El imaginario colectivo lo identifica con la figura del anciano de larga barba porque estamos acostumbrados a ver a través de los ojos del arte (el mito visual). Para el mitólogo Roland Barthes la producción del mito es el mecanismo fundamental por el cual el ser humano ha llegado hoy a considerar lo históricamente construido como algo naturalmente dado. La pintura al temple sobre madera de álamo, ​muestra el busto de un hombre en primer plano, vestido con una prenda oscura y un gorro con una pequeña ala hacia arriba. La piel del hombre es pálida, sus ojos azules y su cabello y barba canosos. Es claramente, un hombre europeo, de aspecto mediterráneo, probablemente italiano. La figura está colocada sobre un fondo oscuro, siendo iluminada desde la parte izquierda. La mirada de la figura se vuelve hacia el espectador. La identificación de este retrato como uno de Leonardo da Vinci se basa en la comparación con otras tantas representaciones del artista, incluido un retrato muy similar en los Uffizi,​ el retrato de tiza roja en Turín, el otro retrato de tiza roja de Francesco Melzi en Windsor y otros de similar factura, como el que pintó Rafael Sanzio en su célebre fresco La escuela de Atenas. Esto llevó a los expertos a desestimar la idea inicial de los dueños originales de que se trataba de un retrato de Galileo Galilei, confirmando que era un retrato de Leonardo da Vinci.

5.      Luces y sombras de Leonardo

Muy repetida es la frase de Bernardo de Chartres, filósofo neoplatónico del siglo XII, recogida por Juan de Salisbury, que «somos como enanos a hombros de gigantes», aunque la cita suele atribuirse a Isaac Newton. Sobre esta cuestión, es decir, sobre los «hombros» en los que se apoyó Leonardo, vamos a recordar a unos cuantos maestros antecesores del genio florentino. Su legado se estudia a partir de las 6.ooo notas con un alfabeto secreto que sólo se puede leer aplicando un espejo (conservadas en 10 cuadernos o códices).

Antes de abordar este legado y a propósito de la presencia de códices de Leonardo en España durante los siglos XVI XVII, estos datos se conocen gracias al escultor italiano Pompeo Leoni, que fueron traídos por él desde Milán, a instancias de Felipe II, para incorporar a su biblioteca de El Escorial. Las historiadoras del arte Victoria Soto Caba (UCM) y Palma Martínez-Burgos García (UCLM) han puesto al día el nombre de los ingenieros que estaban a su servicio. De hecho, Leoni estaba muy bien relacionado con los ingenieros españoles. Consideran estas profesoras que muchos de los códices de Leonardo que estuvieron en España fueron conocidos por personajes de la corte española y al estar en la Biblioteca Real pudieron ser consultados por los artífices que trabajaron para los monarcas Felipe II, Felipe III y Felipe IV, como Francisco de Mora, Juan Gómez de Mora, Teodoro Ardemans y Domingo García, para quienes la lectura de esos códices serviría en sus proyectos y en su interés por la hidráulica.

6.      Los genios antecesores

Mariano di Jacopo detto il Taccola (1382 - 1453) («Cuervo»). Fue un administrador, artista e ingeniero italiano de principios del Renacimiento. Taccola es conocido por sus tratados tecnológicos llamado De ingeneis y De machinis, que contaba con dibujos anotados de una amplia gama de máquinas y dispositivos innovadores. El trabajo de Taccola fue ampliamente estudiado por otros ingenieros y artistas renacentistas, entre ellos Francesco di Giorgio, y quizás incluso Leonardo da Vinci.

Marco Vitrubio Pilión (c. 80 a.C-15 a.C.). Fue arquitecto de Julio César durante su juventud, y al retirarse del servicio entró en la arquitectura civil, siendo de este periodo su única obra conocida, la basílica de Fanum (en Italia). Es el autor del tratado más antiguo sobre arquitectura que se conserva y el único de la Antigüedad clásica, De Architectura, en 10 libros (probablemente escrito entre los años 27 a. C. y 23 a. C.). Inspirada en teóricos helenísticos

Abu l-Qāsim Abbās ibn Firnās (Ronda, Málaga, 810-Córdoba, 877). Fue un precursor de la aeronáutica y un proto-humanista, científico y químico andalusí nacido en una familia de origen bereber cuyos ancestros participaron probablemente en la conquista de la Península.​ Vivió en la época del Emirato Omeya en al-Ándalus. Los biógrafos lo presentan como un brillante filósofo; debió recibir una formación sólida, lo que significa que realizó estudios científicos. Estudió química, física y astronomía, principalmente. Sus aptitudes en el campo de la poesía y su habilidad en astrología le permitieron introducirse en la corte de Abderramán II (822-852), donde enseñó poesía. Diseñó un reloj de agua, la clepsidra. También fue el primero en desarrollar la técnica de talla del cristal de roca; hasta entonces, sólo los egipcios sabían facetar el cristal. Creó una esfera armilar para representar el movimiento de los astros y un planetario que construyó en su casa, siendo el primero en utilizar en toda la península ibérica las tablas astronómicas de Sinhind, originarias de la India, básicas para el desarrollo de la ciencia europea posterior. Precursor de la aeronáutica, en el siglo IX inventó lo que algunos investigadores retrasan a la época del Egipto antiguo. Abbas se lanzó desde la torre de la Arruzafa con un ingenio alado para planear sobre Córdoba. En Ronda, su ciudad natal, se ha inaugurado un centro astronómico que lleva su nombre. Con 65 años diseñó las alas (de seda y adornadas de plumas). Se rompió las piernas.

Guido da Vigevano (c. 1280-c. 1349). Era el físico personal de la Reina Juana de Borgoña. Para una cruzada prevista dibujó bocetos de carros blindados, carruajes a propulsión de viento y máquinas de asedio. También fue uno de los primeros en agregar órganos a sus descripciones anatómicas. Sus bocetos eran por lo general medievales en su falta de perspectiva. Guido creó un vehículo que se movía utilizando un molino de viento que transmitía fuerza a la marcha y luego a las ruedas. Algunos consideran esta máquina el primer automóvil de la historia, o al menos un precursor del mismo

León Battista Alberti (1404-1472). Fue un arquitecto, secretario personal (abreviador apostólico) de tres papas —Eugenio IV, Nicolás V y Pío II—, humanista, tratadista, matemático y poeta italiano. Además de estas actividades principales, también fue criptógrafo, lingüista, filósofo, músico y arqueólogo.

Francesco di Giorgio (c. 1439-1502). Arquitecto, escultor y pintor italiano. Como ingeniero militar ejecutó diseños arquitectónicos, proyectos escultóricos y construyó casi 70 fortificaciones para el Federico da Montefeltro.

7.      Retomando a Leonardo

Para el futuro sabio, Leonardo, en principio, su primera obsesión fue volar. Se quedaba ensimismado estudiando el vuelo de las aves, aunque el resultado de estos estudios se ignora si se pudieron probar al no haberse encontrado restos materiales de sus inventos, como es el caso del paracaídas. Se sabe que estudió los manuscritos de la tradición ingeniera de Sienna y que su primer inspirador fue Taccola, quien introdujo la técnica del diseño previo para llevarlo a sus inventos.

 

7.1.El pintor

Su asociación histórica más famosa es la pintura. Dos de sus obras más conocidas, La Gioconda (1503-1519 últimos retoques) y La Última Cena, copiadas y parodiadas en varias ocasiones, al igual que su dibujo del Hombre de Vitruvio, que llegaría a ser retomado en numerosos trabajos derivados. No obstante, únicamente se conocen alrededor de 20 obras suyas, debido principalmente a sus constantes (y a veces desastrosos) experimentos con nuevas técnicas y a su inconstancia crónica. Fue el inventor del Sfumatto, un efecto vaporoso que se obtiene por la superposición de varias capas de pintura extremadamente delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como un aspecto de vaguedad y lejanía. Existen cientos de copias contrastadas. De los dos cuadros que se dicen originales se duda su autenticidad a tenor de la descripción que hace Vasari. No se aprecian dejas, pestañas y labios carnosos. Inacabado. Tampoco se han hallado evidencias de contrato para su realización. En el cuadro podemos apreciar sus Estudios de la naturaleza: las plantas (los anillos de los árboles), las piedras, la tierra estableciendo la interrelación de todos estos elementos, lo que lo convierte en un ecologista avant la lettre poniendo de manifiesto lo que se denomina «pensamiento sistémico»: no se pueden estudiar los fenómenos de la naturaleza de forma aislada, ya que están interrelacionadas. Al final no queda en el cuadro el mínimo trazo de pincel, haciendo muy difícil saber a simple vista cuál ha sido la técnica pictórica empleada.

 

7.2. Inventor y anatomista

Entre sus investigaciones: el paracaídas, el chaleco salvavidas, la bomba de agua, las aletas de natación, la perforadora de pozos, el barco impulsado por paletas, un carro si caballos (automóvil), la cadena de rodillos, la pistola de vapor, la turbina de agua, la máquina para pulir lentes, las granadas de fragmentación, la ametralladora, el aeroplano, el helicóptero, la bomba de tornillo (un artilugio que ya anticipó Arquímedes en el siglo III a.C.), o el prototipo de submarino. Se dice también que invento el primer despertador del que se tenga noticia. El paracaídas, que ya estudió Taccola en el s. XV, es un ensayo que ya había antes efectuado el cordobés Abbas Ibn Firnas. No obstante, Leonardo fue el primero en detallar las dimensiones y el material: tela de lino encerado que se comporta como las plumas de los pájaros.

Otros inventos en los que se inspira en anteriores trabajos de Taccola son el salvavidas, para permitir a los caballeros con armaduras atravesar ríos. Entramos con esto en el mito y en el mar, el lugar más misterioso e inexplorado de nuestro planeta: la profundidad de los océanos. A través de la historia, el ser humano ha sentido el impulso de conocer lo que contienen esas aguas con hábitats y vidas fascinantes, tan diferentes a las que existen en la superficie terrestre. La dificultad de poder sobrevivir dentro del agua sin algún artefacto de apoyo sólo incrementó el misterio y, por ende, la curiosidad. Sin embargo, eso no frenó la imaginación, los diseños y la eventual audacia para poner a prueba los primeros mecanismos sumergibles que terminaron evolucionando en los sofisticados submarinos que conocemos hoy en día.

La primera mención de un aparato sumergible la hizo el filósofo Aristóteles en el siglo IV a. de C. al aludir a un supuesto evento en el que participó su más destacado pupilo, Alejandro Magno. La historia de la aventura submarina de Alejandro fue elaborada en gran medida durante el curso de la Edad Media, especialmente en la literatura vernácula alemana.

Una versión relataba que Alejandro tenía curiosidad por explorar el océano. Se sumergió en el agua en una campana de vidrio y se llevó consigo tres criaturas: un perro, un gato y un gallo. El que fue rey de Macedonia, Hegemón de Grecia, Faraón de Egipto y rey de Media y Persia confió a su amante más leal el cuidado de la cadena con la que se sacaba la campana a la superficie. Pero su amante tenía a su vez un amante que la persuadió de que se fugase con él y arrojó la cadena al mar. Con la cadena inútilmente enroscada en el fondo del océano, Alejandro tuvo que idear su propio escape.

El mismo Leonardo Da Vinci, precursor de los aparatos voladores y tanques de guerra, dibujó a principios del siglo XVI una embarcación de doble casco semi-sumergible. Aunque algunos se han referido a este como el «submarino de Leonardo», se trataba de un armazón con espacio suficiente para acomodar una persona sentada en su interior. En la parte superior tenía una torre de mando sellada con una tapa, que se anticipó al diseño de los submarinos modernos.

Fuera del mito, se tiene constancia de que el primer intento de navegación submarina tuvo lugar en España en el siglo XVI. Según un informe en Opusculum Taisnieri, publicado en 1562: «dos griegos entraron y salieron varias veces del fondo del Tajo ante la presencia del emperador Carlos V, sin mojarse y sin extinguirse el fuego que llevaban en sus manos». Este hecho supuestamente tuvo lugar en el río Tajo, cerca de Toledo; según parece, los submarinistas utilizaron una especie de campana protectora.

Algunas de las anotaciones que Leonardo Da Vinci escribió en aquel volumen de 72 páginas (Codigo Leicester) y que anticiparon tantos descubrimientos siglos después, podrían haberle costado la vida. No era buena idea, por ejemplo, andar por ahí en 1506 con la ocurrencia de que el mundo existía desde mucho antes que el hombre o que los castigos del cielo, en realidad, no iban a llegar en forma de diluvio, sino a causa de todo lo contrario. Buena parte de su vida sigue siendo un misterio. ¿Por un deseo general de que no se resuelva el misterio y mantener así el placer del mito?

 

Nota: Este es el resumen de uno de los temas dedicados a modo de reconocimiento y en conmemoración de los 500 años de su fallecimiento que teníamos preparados cuando nos sorprendió la pandemia. La presentación iba acompañada de fotografías de sus inventos y sus pinturas que hubieran sido fundamentales para complementar el texto.



[1] Este punto de vista no es nuevo y baste con recordar las representaciones conservadas del faraón Akenaton (Amenophis IV) del siglo XIV a.C. con estilo realista, no idealizado.

domingo, 8 de noviembre de 2020

EL INFINITO EN UN JUNCO

                                                   EL INFINITO EN UN JUNCO

                                     (La invención de los libros en el mundo antiguo)


Es el título del libro publicado por la Editorial Siruela en septiembre de 2019 por vez primera y que alcanza su edición número 14 en junio de 2020, escrito por Irene Vallejo Moreu (Zaragoza 1979), doctorada en Filología Clásica por las Universidades de Zaragoza y Florencia.

Posiblemente tras la gran revolución biológica que supuso el inicio de la inteligencia humana con el desarrollo de la memoria, se sitúa la gran revolución tecnológica que supuso la invención del libro como soporte necesario a los relatos y conocimientos que empiezan a elaborarse. Para ello fue necesario aprender a señalar dibujando, a precisar escribiendo y a diseñar ese soporte que los retuviera más allá de la capacidad de la memoria.  El libro se desarrolló evolutivamente en un lento recorrido que nos lleva desde las orillas del Nilo hasta los tiempos actuales porque su actualidad no ha decaído. Es la cadena imprescindible para la preservación de las soluciones que la mujer y el hombre han conseguido inventar literaria o científicamente formando  un tesoro de experiencias de incalculable valor.

Las peripecias infinitas vividas por esta historia cultural inabarcable nos son desveladas en este libro de ensayo, de historia, de viajes, una novela, un cúmulo de anécdotas que engarzan forzosamente lo mejor de la historia antigua arrancando de Alejandro Magno y la espléndida Biblioteca de Alejandría. Los libros son el nexo de unión de la historia de nuestra cultura. Unas vicisitudes a las que contribuyeron los fabricantes de papiros y de pergaminos, los escritores, los copistas, los amanuenses, muchos de ellos servidores o esclavos, los monjes, los sacerdotes, las abadías, los monasterios, las mezquitas, y entre todos, y sobre todos, las bibliotecas como grandes centros  guardadores de libros y, cómo no, los bibliotecarios y bibliotecarias.

Todo ello se nos desgrana y se nos manifiesta en este libro a través de capítulos cortos y cómodos, con un lenguaje amigable, simple, ameno, instructivo, esclarecedor, a la altura de cualquier lector. Se trata de un conjunto de historias y anécdotas entrelazadas que además de mostrarnos la historia en su tiempo, simultáneamente se conectan con el presente, transportándonos sin abandonar nuestra época, demostrándonos con un fuerte contenido didáctico la importancia de la escritura y del libro como base de nuestras culturas.

Pero la sencillez engaña porque en las notas finales del libro aparecen reseñadas todas las referencias de las citas a  que alude a lo largo de los cuarenta y ocho capítulos de la obra, lo que le dan la consistencia de una tesis doctoral, además de una extensísima y enriquecedora bibliografía que nos permite comprender que solo una joven con esta extraordinaria madurez de conocimientos puede ser la autora de este libro maravilloso y recomendable.


Jesús Lobillo Ríos

Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

 

PD: En 4/11/2020, este libro recibió el  Premio Nacional de Ensayo