domingo, 27 de octubre de 2024

L sororidad en María Zambrano

LA SORORIDAD EN MARIA ZAMBRANO[1]

 

Quiera considerarme su lectora y su amiga adicta y admiradora

que desea encontrarla algún día en este mundo. Dios la guarde.

(Gabriela Mistral a María Zambrano: “Cartas”)

 

A través de este artículo, dedicado a la memoria de María Zambrano, nuestra filósofa malagueña más universal, nos hemos decantado, como historiadora e investigadora feminista, por poner de manifiesto su postura vital que la apartó, voluntariamente, en su momento, del movimiento feminista de la época. Para ello hemos releído (de nuevo) Delirio y destino (su obra más autobiográfica) escrita en La Habana en 1952, uno de los varios países que la acogieron durante sus largos años de exilio. Al mismo tiempo, queremos destacar esa sororidad que destacamos en el título, que mantuvo a lo largo de su dilatada vida y que, paradójicamente, está íntimamente ligada a la filosofía del mismo movimiento del que ella parece tomar distancia.

Si bien no es lo más recordado de su obra, ya sea ensayos, libros o artículos, María aborda temas poco explorados por los filósofos como es el sueño, la poesía o el saber femenino. Concretamente sobre este último aspecto (lo femenino) elaboró una serie de textos, de denuncia y reflexión, en los que pone al descubierto el, prácticamente nulo, papel de las mujeres en la sociedad como consecuencia del dominio absoluto y controlador del hombre.

Por otra parte, habrá que recordar que en la malagueña existe una ambigüedad en cuanto a su postura frente al movimiento feminista y sus análisis sobre la diferencia sexual; sin embargo, cuando repasamos su libro autobiográfico Delirio y destino nos damos cuenta que en él conviven, por una parte, su preocupación e interés en pensar qué significa ser una mujer y, por otra, su tentación de negar la importancia de la diferencia sexual y pensar sólo desde un sujeto universalizado. Contradicciones, por otra parte, que arrastramos las personas y que forman parte de nuestra socialización y nuestra experiencia. En este sentido, María estuvo muy influenciada por el ejemplo de su padre, un profesor de ideas socialistas, colega de Antonio Machado, a quien describe en el texto ya citado al frente de un desfile del Primero de Mayo, en Segovia, donde impartía sus clases: «…en el que iba […] con traje oscuro y corbata, en medio de hombres de blusa y chaqueta de pana››. Este sentimiento hacia lo popular se manifiesta lo largo del texto como cuando afirma, hablando con el padre: «¡Ah, si los que mandan escucharan de vez en cuando lo que nadie se atreve a decirles! Y el padre, sonriendo irónicamente con un deje de admiración le contesta: Claro, mujer, ya no hay Sibilas››. Más adelante, María, siguiendo ese sentimiento de sororidad enunciado en el título de este artículo escribe sobre una de las chicas de servicio que trabajaron en su casa: «…recordaba a aquella muchacha venida de un pueblo [...] llorando delante de un trozo de carne porque no podía comerlo››.

En esta misma línea, abundando en el interés por las mujeres y su situación en la sociedad, María escribe una primera serie de artículos en el periódico madrileño El Liberal, en la sección “Aire libre”, y en una columna titulada “Mujeres”, una serie de 15 artículos, de carácter social, que salen a la luz a partir de junio de 1928. En su libro autobiográfico también destaca algunas de las charlas impartidas, junto a sus compañeros, en centros obreros: «Estaba lleno de las cigarreras […] hablaban sin apenas tema […] y ellas entendieron perfectamente. Serias, escuchaban atentamente con los ojos brillantes››. Sin embargo, no duda en poner de manifiesto la “rareza” y lo “inédito” que significaba que una mujer interviniera en estas palestras políticas, y así lo manifiesta en algún momento en su libro cuando interviene en una de las charlas dirigidas a las mujeres. Escribe: «Mira, nos habían dicho que iba a venir una mujer y es una muchacha. Qué jovencita es, parece tener sólo veinte años››.

Años después, en el exilio de La Habana, dictaría una serie de conferencias sobre la situación de la mujer en la historia, recogidas en dos artículos publicados en la revista Ultra, además de los varios ensayos que dedicó a diversas figuras femeninas, ya fueran personajes de ficción, ya fueran mujeres reales. Entre ellas las primeras: Safo de Lesbos, Eloísa, Sor Mariana Alcoforado, las mujeres de Galdós −Nina, Tristana, Fortunata e Isidora−, Beatriz o Antígona; o mujeres reales como Lucrecia de León, dama de la corte de Felipe II; Diótima de Mantinea, sacerdotisa griega del silgo V (a.C.); Juana de Arco; la laica dominica del siglo XIV Catalina de Siena; Bernadette, la visionaria de Lourdes o la también filósofa y activista política Simone Weil, a quien María había conocido en Valencia durante el II Congreso Internacional de Escritores.

Sobre la figura de Antígona, fundamental en la vida y en el pensamiento de María Zambrano, llegaría a dedicarle varias decenas de textos entre 1947 y 1967. En 1948, en la revista cubana Orígenes, bajo el título “Delirio de Antígona” se publicó este ensayo que años más tarde, en 1967, daría lugar a su única obra teatral: La tumba de Antígona, publicada en México. Antígona representa para Zambrano el símbolo del sacrificio encarnado en ella misma, en su propia madre y en su hermana Araceli, víctimas inocentes, las tres, del fenómeno demoledor del nazismo y el exilio y es reconocida, como alguien afirma, como: «Un ejercicio de hermenéutica feminista, es decir, un proceso crítico y emancipador compatible con los objetivos del feminismo, por lo que, aunque María Zambrano no se definió a sí misma como feminista, puede ser considerada como tal, al tiempo que la pionera de la metodología crítico-feminista española››. Lo que es cierto es que María, en todo momento, puso todo su empeño en destacar cualquier iniciativa o actuación en la que intervinieran las mujeres. Es el caso, por ejemplo, en el que uno grupo de personas influyentes, aristócratas, trataban de aconsejar al entonces Alfonso XIII: «entre ellos algunas damas››, destaca. Tampoco olvida a las jóvenes estudiantes que participaron en las primeras algaradas que anticiparon la República. Varias de ellas fueron a parar a la Cárcel de Mujeres: «La prisión de las muchachas fue la primera, la que marcó el camino››, enfatiza.

El largo exilio de María Zambrano incluye varias estancias en el Caribe, en Cuba y Puerto Rico, entre 1940 y 1953. Algunos autores creen que es significativo que mucha de su escritura feminista se llevó a cabo en estos lugares, poniéndolo en conexión con la relación tirante con su esposo y su colaboración con su amigo ˗˗algunos estudiosos los vinculan como algo más que amigos˗ Gustavo Pittaluga, también exiliado en Cuba, en su tratado Grandeza y servidumbre de la mujer: Situación de la mujer en la Historia, publicada en aquel país en 1946. En aquellos momentos María estaba casada con el historiador Alfonso Rodríguez Aldave, del que se divorció posteriormente. Anteriormente había tenido una larga relación con el capitán Gregorio del Campo Mendoza, un maño, fiel a la República, fusilado en 1936, con quien tuvo un hijo, fallecido a los pocos días[2].

Aunque Zambrano no creía en el término «feminista», sí creía en la libertad, y en el derecho implícito a la igualdad por ser personas. Por medio de su trabajo posibilitó la expresión de las mujeres, en su pluralidad y diversidad. En 1988 se convirtió en la primera mujer en ganar el Premio Miguel de Cervantes, siendo así la figura femenina del pensamiento español más importante del Siglo XX. Finalmente, el 6 de febrero de 1991, fallecía en Madrid, siendo enterrada en su ciudad natal Vélez-Málaga.

 

 

                                 Rosa María Ballesteros García

                       Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                   “benaltertulias.blogspot.com”                                                       



[1] Término que se refiere a la relación de solidaridad entre las mujeres.

[2] Con relación a esta pareja, Marifé Santiago Bolaños prologó y editó: Cartas inéditas (a Gregorio del Campo) de María Zambrano, publicadas por Ediciones Linteo en 2012. Como Gregorio, también fueron varios los miembros de su familia víctimas de los golpistas: una hermana y otro hermano fusilados y varios exiliados.