lunes, 22 de junio de 2020

EN RECUERDO DE UN ALCORNOQUE

Ayudas a una desescalaladad: 22/06/2020

                                   

                              "EN RECUERDO DE UN ALCORNOQUE"


La primera vez que te vi me pareció que no había otro  árbol tan hermoso ni más lleno de vida. Formabas una escultura de corcho y ramas en medio de un paraje único. Tus brazos  se alargaban reptando en el espacio acaparando una amplia zona y creando un techo artesonado de impulso natural y vivo.
Eras, el más visitado por los niños que colgaban en sus juegos de tus ramas entre risas y gritos emulando a los pájaros o como auténticos  simios. También fuistes el árbol elegido para las fiestas lugareñas en las que te engalanaban como “Rey por un día” todo giraba a tu alrededor,  formabas  parte de las músicas, de las gentes unidas en momentos de júbilo como en una gran familia.
Este aspecto tuyo amable y servicial que recibíamos como un don natural ¡como un regalo!  Por derecho propio y por  haberte visto tantos años haciendo el mismo papel,  como si hubieras nacido para ese cometido anual  que tú esperabas con amor ofreciéndonos cada año tu esplendor.
 guardabas en tu interior un misterio sutil, un sentimiento.  Eras algo más que un árbol, un ser que trasmitía sentimientos  como serenidad, paz.   Te sentía vivo, alguien anidaba en tu interior , quizás tu alma o tu ninfa como  en la antigua mitología que habla de una ninfa en cada árbol como en los cuentos clásicos
Tu misterio me quedó desvelado un atardecer, en esa hora bruja que precede a la noche y en la que los campos quedan inmersos en un silencio sobrecogedor y confortable a la vez.  Fue un susurro suave que venía del sitio donde tú estabas. Sentí que me atraías  como un imán. Según me acercaba,  tus crujidos se hacían más evidentes, eras tú, no me cabía duda. Te miré hipnotizada, las sombras iban cayendo y yo me sentía atrapada en un momento único  mientras veía como   te humanizabas.  Tu tronco cobraba  figura femenina . Tus brazos suplicantes  hacia lo alto se balanceaban suavemente y del centro de tu tronco salían  gemidos que murmuraban al ritmo de la brisa  ¡hablabas! Y podía comunicarme contigo  ¡Mírame soy yo quién te habla! Me sentí parte de ti, como la unión de un todo, mis pies echaban raíces y se unían a las tuyas.  Me sentí en ese momento como parte de esa naturaleza  que me esponjaba y respiraba junto a todos esos seres que cobraban vida a mi alrededor.
Pasados unos años volví a verte. Un virus te había enfermado. Contemplé  con  tristeza cómo tu vigor iba desapareciendo, aun así, lucias hermoso y digno en tu vejez.
Habían pasado muchos años cuando volví a verte. Estabas en el centro de una valla redonda como una jaula, ¡solo quedaba de ti un tronco, triste mutilado, sin vida! Ya no susurrabas ni te quedaban ramas que cimbrear con la brisa.
Sentí nuestro olvido ¡el de todos! en tu silencio, en tu muerte melancólica,  aunque quizás tu espíritu ya se haya unido a un brote tierno lleno de ilusión y esperanza hacia una nueva vida.
Un nuevo árbol que crecerá con ramas susurrantes contando vidas pasadas a quién sepa escuchar.  Historias en las que volveremos a vivir todos de nuevo en ese mundo mágico,  igual que el invierno propicia la  entrada a la primavera como explosión de esperanza.

Lola Recio Barba
Diplomada en Artes. Pintora