“CORRUPCIÓN Y SOCIEDAD”
(Tertulia
del 26/10/16)
Enrique
Pablo Centella Gómez, Concejalía de Cultura (Benalmádena)
El
asunto que nos ocupa se puede abordar de muchas maneras y muchos niveles de
profundidad incluso filosófica o histórica, pero considero que hay que afrontar
la cuestión en el hoy, en el aquí y ahora, para que podamos sacar conclusiones
que nos sirvan para entender lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.
Uno
tiene el “vicio” de acudir al Diccionario para abordar, en primer lugar, la cuestión
desde un punto de vista semántico. Así vemos que la primera acepción de la
palabra corrupción dice, “acción o efecto de corromper o corromperse”. Esto
evidencia que en la corrupción intervienen dos actores, quien se corrompe y
quien corrompe, es pues un toma y dame.
En
otra de las acepciones del Diccionario encontramos, “en las organizaciones,
especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las
funciones y medios de aquellos en provecho, económico y otra índole, de sus
gestores”. Esta es la corrupción que aparece casi a diario en los medios de
comunicación pero resulta curioso que, salvo excepciones, los grandes
titulares, las grandes redadas y registros se producen en una sola dirección,
los representantes públicos o políticos. Sin embargo tan corrupto es el
político que coge el dinero como el empresario que lo da, tan deshonesto es uno
como otro, tan ladrón el otro como el uno.
Vayamos
ahora a situar en que contexto histórico se sitúa lo dicho hasta ahora, en qué
sociedad se produce el fenómeno realmente existente. Para ello destaco cuatro
rasgos de la sociedad que hemos ido construyendo en las últimas décadas.
La
sociedad actual se caracteriza por un pérdida importante de los valores
humanistas tomado
este concepto en el sentido más amplio. El dinero (tanto tienes tanto vales) a
costa de cualquier cosa, de tu vecino o de pueblos lejanos. El beneficio es el
nuevo becerro de oro y todo debe estar a su servicio.
Claro
que cuando se habla de beneficio se refieren al beneficio de unos pocos. Nunca
antes hubo tanta desigualdad como ahora y los datos oficiales nos dicen que el
1% más rico posee ya mas riqueza que el 99% restante. La declaración de los
Derechos Humanos o siendo mas concreto nuestro texto constitucional, se ha convertido
en papel mojado porque todo, nuestras vidas incluidas están al servicio del
beneficio de las elites.
“Si
somos los mas, ¿por qué dejamos que nos gobiernen los menos? esta reflexión es
importante ya que nos lleva a explicar la capacidad de dominio de unos hombres
sobre otros y nos lleva a otra de las características de esta sociedad. Las
políticas mundiales se dirigen a mantener la posición de las elites porque la
inmensa mayoría restante lo permite. Así de claro y sencillo. Ahora bien, ¿la
gente es tonta o masoquista? Claro que no. ¿Qué ocurre entonces? Pues la
segunda característica que quiero destacar
de esta sociedad donde se ha instalado y asumido socialmente la
mentira, que se sustenta en varios instrumentos pero especialmente en los
medios de comunicación de masas.
Estos, con especial virulencia la televisión, atontan
porque eliminan pensamiento crítico, aíslan y manipulan la información. En
ellos se sustenta gran parte de la inmensa mentira en que han convertido la
vida política, social y económica. Es mentira que España sea un Estado Social y
democrático de derecho, es absolutamente falso que la Constitución Española
rija nuestras vidas. Son las necesidades de las elites las que condicionan
nuestro día a día.
Que
la Ley es igual para todos es mentira o que nuestro sistema fiscal sea
progresivo como marca la constitución es mentira y así podríamos seguir. La
mentira se consume fácil y las hay de largo recorrido o de muy corto. La
mentira cumple una función en el momento y tienen su efecto sin importar que
días o semanas mas tarde se muestre su falsedad porque ya cumplió su objetivo.
Es
radicalmente falso que no generemos la suficiente riqueza para mejorar la vida
de la mayoría de la población. Según el Sindicato de Técnicos del Ministerio de
Hacienda (GESTHA) el fraude fiscal en nuestro país se sitúa en 90.000 millones
de Euros al año, ojo al año! Ellos mismos afirman que de ese montante el 72% lo
defraudan las empresas del IBEX35, estas grandes empresas “españolas” poseen
891 filiales en paraísos fiscales por donde escapan los miles y miles de
millones de euros cada año.
Lo
negro es blanco y lo blanco es negro. Así nos lo presentan y así lo consumimos
en una sociedad donde ha triunfado el pensamiento único. “Las cosas son así
y no pueden ser de otra manera”, “vivimos en el menos malo de los
sistemas”. Cuando nos hablan de empleo, por poner otro ejemplo, quieren decir
contratos, cuando el telediario nos dice que se han creado tanto puestos de
trabajo es mentira pues no son ni
puestos ni creados, son contratos de semanas, días e incluso horas. Las cosas
son como son y no pueden ser de otra manera, esa es la gran mentira que se
sustenta en otras muchas mentiras y cuando un pueblo intenta coger otro camino
es machacado si es preciso por tierra mar y aire.
La
cuarta característica de esta sociedad que quiero resaltar es la siguiente,
las decisiones no las toman ya los representantes, más o menos democráticos, de
los países las toman los mercados que nos lo presentan, además, como un
ente abstracto que no tiene ni nombre ni rostro. No hay mayor mentira que
ocultar la verdad y existe gran interés en hablar de los mercados como algo
etéreo cuando sí son nombres y caras, los nombres y las caras de las elites.
Se
supone que el vicepresidente de los Estados Unidos de América es una de las
personas con mayor poder del mundo pues veamos como se dirige a los asistentes
en el Foro Económico de Davos. “La desigualdad se debe en gran parte a la
elusión fiscal y los paraísos fiscales. Esto no solo atañe a la equidad
tributaria, sino también al crecimiento económico... Posiblemente no os guste
oír esto, mantener miles de millones en paraísos fiscales será bueno para
vuestros accionistas, pero supone un robo a vuestros países de origen”.
Abstrayéndonos
de la honestidad que nos pueda transmitir esta persona y lo que dice se
evidencian dos cuestiones. Que asocia a los paraísos fiscales como una forma de
robo y que él con todo el poder que tiene no regula que se impida robar sino
que exhorta a que no roben como si el robar o no debiera estar al libre
albedrío de las personas en cuestión. ¿Se imaginan a un policía ante una escena
de robo en un supermercado llamando a los ladrones a que dejen de robar motu
propio? Se supone que al que roba hay que perseguirlo para que devuelva lo
robado y asuma la responsabilidad penal del robo. Ya vemos que no, que es
mentira, que eso en algunas esferas de la economía no es así. Que se puede
robar con toda tranquilidad vamos.
Esas
cuatro características de la sociedad actual nos explican la corrupción
realmente existente. Una corrupción del que da y del que recibe pero que
mediática y socialmente se centra en la política y los que se dedican a la
función pública. Y esto es así de manera intencionada pues se trata de
desprestigiar la política mas que la corrupción y los corruptos. La política en
cualquier caso no es mas ni menos corrupta que la sociedad en la que se
desarrolla. Es tremendo lo visto en uno de los juicios que se están celebrando
en estos momentos por corrupción.
Uno
de los acusados ha declarado en sede judicial
acusando a tres empresas de haberle dado dinero para corromper al poder
político, con nombres y apellidos y delante de un juez! Pero este decide no
llamarlos a declarar y la fiscalía anticorrupción que se supone que defiende el
interés general ha abierto algún procedimiento? La respuesta es no.
No
pasa nada por desprestigiar a la política pero hay que salvar al mundo de la
empresa. Así no es extraño que hayan calado dos mensajes que oímos
constantemente hasta instalarse en nuestro subconsciente. Ya decía unos de los
líderes nazis que una mentira repetida mil veces acaba convirtiéndose en
verdad.
“Todos
roban, todos son corruptos” tan mentira es decir esto de los que se dedican a
la política como que todos los curas son pedófilos porque hayan aparecido casos
bastantes escandalosos.
“Es
condición de la naturaleza humana”. Se trata de una variante más culta del
párrafo anterior, que apela a la inevitable condición de la naturaleza humana
que es corrupta por definición.
Esas
dos aseveraciones que han calado en el subconsciente colectivo impacta
directamente en lo prescindible de la política en un momento dado o el modelo
empresarial para la gestión pública que tan bien representa el neofascismo de
Trump. También y esto quizás sea lo más peligroso porque daña la confianza en
el ser humano, no es cierto que el ser humano sea malo por naturaleza. No es
verdad que el que no roba es porque no puede. No estamos abocados a una
existencia humana sin valores como quieren hacernos creer. Ni todo el mundo
roba ni todo el mundo es malo, los que dicen esto es porque no quieren apartar
a los que sí roban y sí son malos. Porque claro que los hay y deben ser
apartados con gran reprimenda social. Pero al decir que todos son iguales lo único que se consigue es que se queden tan
panchos los que sí roban y sí son corruptos
La
corrupción político-empresarial estrictamente tomada más allá de la corrupción
fiscal legalizada tiene un impacto en la
economía. Las cifras oficiales nos hablan 30.000 los millones que se pierden
cada año, un 3% del PIB. Una barbaridad, y cada año!!
También
está muy extendido entre la mayoría de partidos políticos la expresión “y tú
más” igualando los casos de corrupción de manera injusta y ampliando la
corrupción del contrario. Este sucede entre los que forman los partidos
políticos pero también entre quienes los votan o los apoyan pues necesitan
sentirse “los buenos” dentro de lo malo para justificarse ante su propia
conciencia de haber votado o apoyado a tal o cual fuerza política envuelta en
casos de corrupción.
Para
no caer en esa peligrosa espiral que convierte a gente honesta en cómplice de
la corrupción pues viene a entenderla y validarla aunque sea por pasiva, hay
que buscar las causas estructurales que facilitan la corrupción
político-empresarial. Me atrevo a señalar dos, lo costoso que supone el actual
sistema político y la escasa separación entre los poderes del estado.
Los
grandes y muchos de los pequeños casos de corrupción producidos en
instituciones tienen que ver con la necesidad de gastar ingentes cantidades de
dinero para que el mensaje del partido en cuestión llegue a la ciudadanía. Se
supone que todas las fuerzas políticas tienen las mismas oportunidades pero no
es así. Cuesta mucho dinero mantener el aparato de un partido, cuesta mucho
dinero un anuncio en prensa o radio, cuesta un pastón los macro mítines que
vemos en la tele, las vallas, las marquesinas, los carteles, los pasquines...
El
dinero es fundamental para que tu mensaje llegue a quién quieres que llegue y
de la forma que quieres que llegue. Son carísimas las encuestas y unos partidos
las tienen y otros no. Acaso no es especialmente importante saber que piensa el
electorado para saber qué mensajes y a quienes lanzarlos? No es cierta la igualdad
de oportunidades, quien tiene más dinero tiene muchas más posibilidades de
ganar. La financiación de los partidos y especialmente sus campañas electorales
es la base de una gran parte de los casos de corrupción conocidos.
Ahora
conocemos ya que muchas de esas elecciones estaban amañadas con dinero de la
corrupción, con dinero de empresas que compran personas y partidos. Unos se
forran amañando contratos y otros gana elecciones con ese sucio dinero. Y
siempre en medio de todo esto hay algún listo que se lo lleva calentito a casa.
Para
terminar destacar cuatro cuestiones que pueden atacar la corrupción y sus
secuelas desde la raíz.
1.-
Rearmar moral y éticamente la sociedad situando al ser humano, sus necesidades,
en el objetivo de la economía, la política y la sociedad.
2.-
Acotar los gastos de los partidos políticos y ofertar los medios de
comunicación para que todos de manera ecuánime puedan explicar sus ideas.
3.-
Medios de Comunicación independientes no sólo del poder político sino también
del poder económico.
4.-
Separación radical de los poderes del Estado.