domingo, 19 de julio de 2020

LAS DAMAS DE LA LIGA "LUCY STONE"

Ayudas a una desescalada: 19/07/2020

                                         
                                           "LAS DAMAS DE LA LIGA LUCY STONE"



Las damas de la Liga «Lucy Stone»

Rosa María Ballesteros García
Universidad de Málaga
rosaballesterosgarcia@gmail.com


Abstract:

Keywords: Lucy Stone; antropología cultural; feminismo; activismo; antiesclavismo.

Resumen:
El objetivo de este artículo es estudiar,

Palabras clave: Lucy Stone;


Introducción
Mi nombre es mi identidad y no debo perderla.
(Lucy STONE)



La frase con que iniciamos el epígrafe forma parte de la correspondencia entre Lucy y su marido, Henry Browne Blackwell (1825-1909), un activista a quien había conocido en la Convención de Seneca Falls en 1846 ―la primera sobre los derechos de las mujeres de los Estados Unidos―, organizada por las activistas Lucretia Mott (1793-1880) y Elizabeth Cady Stanton (1815-1902) como respuesta a las restricciones, especialmente políticas, a que estaban sometidas las mujeres[1]. Los resultados de estas deliberaciones se publicarían en el texto fundacional del movimiento feminista de EE.UU. titulado Declaration of Sentiments. Sus dirigentes principales, Mott y Stanton, eran ya veteranas en estas lides: habían participado en 1837, en Nueva York, en el Primer Congreso Antiesclavista Femenino, organizado por varias sociedades antiesclavistas femeninas, y también ambas líderes habían sido vetadas para participar en la World's Anti-Slavery Convention (Convención Internacional Antiesclavista) celebrada en Londres en 1840. Como ejemplo de la íntima unión entre el feminismo y el anti-esclavismo citamos la primera novela que se editó en 1852 en aquel país sobre el tema: Uncle Tom's Cabin (La cabaña del Tío Tom), de la escritora abolicionista Harriet Beecher Stowe (1811-1896), cuyo texto se había publicado previamente en episodios en un periódico abolicionista, The National Era. Su segunda novela, de 1856, aborda de nuevo el tema en Dred, una historia del Gran Triste Pantano.

Por otro lado, no se debe olvidar que el anti-esclavismo, y toda acción dirigida contra cualquier derecho humano, han sido punta de lanza para el movimiento feminista desde sus inicios. La escritora Ángeles Caso recoge en su novela Las olvidadas, publicada en 2005, una cita de Virginia Woolf recordando a una escritora y dramaturga británica que dice: [que] «Todas las mujeres juntas deberían ir a lanzar flores sobre la tumba de Aphra Behn, pues fue ella quien les enseñó que tenían derecho a permitir que sus mentes hablasen» (2005: 229)[2]. Aphra había nacido en 1640 y fue una escritora atípica al escribir sobre temas considerados tabús para una dama (léase de índole sexual). Fue también la autora de la primera novela antiesclavista: Oroonoko, or the Royal Slave. A true History, publicada en 1688 y traducida como El esclavo real.

            Como se verá, la cita textual con que iniciamos el epígrafe justifica, absolutamente, la declaración de principios que inspiraría varias décadas después a otras norteamericanas para formar una especie de «hermandad» o «grupo de resistencia», en defensa de su propia identidad familiar al que bautizarían en honor de nuestra activista como Lucy Stone League (1921). En opinión de estas mujeres, el despojarles de su apellido familiar las invisibilizaba como personas. Algunas de las feministas más notables como la bailarina Isadora Duncan (1877-1927), casada con el poeta ruso Serguéi Esenin[3]; la aviadora Amelia Earhart (1897-1937), casada con el editor y explorador George Palmer Putnam; la antropóloga Margaret Mead (1901-1978), casada en tres ocasiones; la poeta Edna St. Vincent Millay (1892-1950), casada con el poeta Eugen Jan Boissevain; la pintora Georgia O'Keeffe (1887-1986), casada con el fotógrafo Alfred Stieglitz o la actriz Michael Strange (1890-1950)[4] son ejemplo de lo dicho. Las dos primeras murieron por accidente y varias de ellas tuvieron relaciones sentimentales con otras mujeres. También políticas como Frances Perkins (1880-1965), casada con Paul Cadwell Wilson, y primera mujer que ostentó rango ministerial (fue Secretaria de Trabajo con Roosevelt) o Hilary Rhodan (1947), demócrata como la anterior, casada con Bill Clinton, y aspirante a la Presidencia de EE.UU. Todas las citadas conservaron sus apellidos de solteras, pasando por ello a formar el grupo conocido como Lucy Stoners.

En opinión de la profesora de lingüística de la Universidad de Florida, Diana Boxer, la fórmula de adoptar el apellido del marido «refleja la forma en que el poder de los hombres sigue influenciando la sociedad estadounidense a pesar del hecho de que las mujeres han logrado grandes avances económicos y sociales», si bien la excepción sigue siendo mujeres altamente cualificadas profesional o académicamente. Según uno de sus estudios, sólo el 18% mantenía su propio apellido y el resto, mayoritario, lo justificaban porque les servía «para hacerme sentir realmente casada y que formamos una familia nueva»[5].

En líneas generales, no está generalizada la costumbre de adoptar el apellido del marido, si bien en el mundo angloparlante se mantiene esta fórmula: Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Gibraltar, las Islas Malvinas, Irlanda, las provincias de habla inglesa en Canadá, los Estados Unidos y la India (antiguo mimbro de la Commonwealth), en contraposición a la mayoría de los países de lengua árabe donde las mujeres conservan el apellido familiar, como también es el caso de nuestro país, si bien en algunos casos, años atrás, y en ciertos círculos sociales, al apellido de soltera se le acompañaba con el tan acogedor «de», seguido del apellido del marido. De esta forma, se convertía a la esposa en apéndice del consorte creando así la impresión de falta de autonomía de la esposa, a la vez que evidenciando las relaciones de poder entre la pareja; en ocasiones se prescinde del nombre y apellido de la esposa pasando a ser la «Señora de X».

1. Lucy Stone (1818-1893)

Pero, ¿quién fue esa Lucy Stone que tan honda huella ha dejado? Había nacido en 1818 en una granja que sus padres poseían en un pueblo de Massachusetts. Miembro de una familia numerosa, fue la octava de nueve hermanos y hermanas. Allí pasó su infancia y se formó como maestra de escuela. A los 21 años, como apuntan sus biógrafos, ingresaría en la primera universidad presbiteriana privada en admitir afroamericanos (1835) y mujeres (1837): el College Oberlin, en la ciudad de Ohio, que había sido fundado en 1833. En 1839 fue la primera mujer de Massachusetts que obtuvo un grado académico, graduándose posteriormente en 1847. Fue profesora en la Sociedad Americana Antiesclavista (1833-1870), donde también impartirían clase otras reformadoras sociales feministas como la periodista y escritora Lydia Child (1802-1880) o la maestra y editora Maria Weston Chapman (1806-1885). Años más tarde, la Sociedad Antiesclavista Femenina de Filadelfia, su filial, ―fundada por 18 mujeres con Lucretia Mott a la cabeza― publicaría en 1846 un Alfabeto antiesclavista para niños escrito por dos hermanas cuáqueras: Hannah y Mary Townsed.

En 1850, dos años después de que se celebrara en Nueva York la Convención de Séneca Falls, Lucy fue una de las organizadoras de la primera Convención Nacional por los derechos de la mujer en Worcester, Massachusetts. Dos décadas más tarde, en 1869, el Estado de Wyoming extendió el derecho del voto a las mujeres y fue Louisa Ann Swain (1801-1880), ciudadana de Laramie, quien se convertiría en la primera mujer en ejercer su derecho en unas elecciones generales en Estados Unidos, si bien tenemos que precisar que se trataba de un sufragio restringido (sólo para blancos) en un territorio altamente masculinizado, con escasas mujeres, lo que nos hace sospechar que, como en tantas ocasiones, no se trataba de justicia social, sino de simple interés práctico (y coyuntural), como se ha podido constatar al estudiar las concesiones y los retrocesos, concretamente en lo que se refiere al derecho del voto femenino[6].

Teniendo en cuenta que durante los años que duró la conquista del Oeste existió un gran desequilibrio entre los pobladores de ambos géneros, uno de los motivos que más pesarían al tomar la decisión de conceder el sufragio a las mujeres (blancas) no puede ser otro que atraerlas para asentar las poblaciones de los territorios conquistados[7]. De esta forma, territorios como Mississippi cambiarían las leyes en 1839 para dar a las mujeres casadas control sobre su propiedad; ejemplo que sigue Oregón en 1850, beneficiando también a las solteras para promover la migración, dotándolas con tierras para establecerse (Villaseñor, 2015).

Estos ejemplos se llevarían al cine, especialmente a través del género sobradamente conocido: el llamado Western, tan rentable y popular del cine norteamericano, donde encontramos, como afirman algunas fuentes, toda una «mitología maniquea», así como los mensajes del puritanismo contrarreformista o el fundamentalismo en numerosos filmes. A través de esta «fábrica de sueños» conocimos a emprendedoras como Martha Jane Canary-Burke (1852-1903), más conocida como «Juanita Calamidad», una activista luchadora y exploradora; y también otras como Belle Star (1848-1929), Ellen N. Cashman (1845-1925) o Annie Oakley (1860-1926), cuyas vidas han sido llevadas también a la gran pantalla.

Por otra parte, la lucha de las mujeres por sus derechos políticos les llevaría a establecer alianzas, casi siempre efímeras. De este modo su trabajo codo a codo con los reformadores sociales, y en cuestiones tales como el abolicionismo de la esclavitud, fueron algunos de los «territorios comunes» en los que las feministas se involucraron. Y en estas luchas se encontraría Lucy Stone, que se había casado en 1855 con Henry B. Blackwell, con la promesa de que ambos mantendrían igualdad de derechos en el matrimonio. Un año después de la boda, como protesta contra las leyes discriminatorias, Stone decidió recuperar su apellido de soltera, siendo la primera estadounidense registrada que mantuvo su apellido después del matrimonio. Ciertamente que su marido, Henry, no era un hombre vulgar, ni tampoco su familia, destacando varias hermanas maestras, escritoras o médicas, como Emily y Elizabeth Blackwell ― esta última, la primera mujer en ejercer la medicina en los Estados Unidos, feminista y también escritora―[8]. El matrimonio tuvo una hija que siguió el ejemplo de sus padres: Alice Stone Blackwell (1857-1950) periodista, traductora y también activista por los derechos de las mujeres.

            Durante toda su vida Lucy se mantuvo fiel a sus principios: en 1861 fue elegida presidenta de la Asociación de Mujeres de Nueva Jersey. Fue cofundadora de la Women´s Nacional League y en 1869 creó en Boston la American Woman Suffrage Association. Junto a su marido fundó el semanario feminista Diario de la Mujer. Murió en Boston en 1893, a los 75 años. Ese mismo año se aprobó una enmienda de la Constitución de Estados Unidos que otorgaba en algunos estados el derecho al voto de las mujeres (blancas). Stone se adelantó a los estudios de antropólogas culturales como Gayle Rubin (Carolina del Sur, 1949) sobre los estudios del feminismo del parentesco.

2. Lucy Stone League

Decir que las mujeres tienen el derecho de venderse es
enmascarar que los hombres tienen el derecho de comprarlas.
(Françoise HÉRITIER)

El grupo que formaba la Liga estaba abierto a mujeres y hombres, entre ellos los periodistas Franklin Pierce Adams (1881-1960) o Heywood Broun (1918-2001), esposo de Ruth Hale, también miembro de la Liga, así como las también periodistas Ruth Hale o Jane Grant, ambas asiduas del Club del Algonquín, fundado en 1912, cuya principal figura animadora fue la escritora y crítica teatral Dorothy Parker.

            Pero, sin el alma del Algonquín fue la Parker, quien fundó y presidió la Liga sería otra mujer, Ruth Hale: rebelde y batalladora contra los prejuicios a su género. Uno de sus primeros retos fue el de conseguir un pasaporte a «su» nombre de soltera. Sería el primer paso para su consecución en 1925, fecha en la que una mujer casada de los EE.UU, Doris Fleischman (1891-1980), escritora feminista y miembro de la Liga pudo obtenerlo[9]. Dos años más tarde, Doris se unió al Woman Pays Club, que había sido fundado en 1919. Su objetivo era encontrar estrategias para combatir los prejuicios contra las mujeres. El paso siguiente fue el conseguir una escritura de propiedad a su nombre. Entre las metas que se proponía la Liga, en relación a los derechos de las mujeres casadas: poder registrarse en un hotel con su propio nombre; tener su propia cuenta bancaria y poder firmar cheques para acceder a diversas transacciones: tarjetas, derechos de autoría, cheques de pago, teléfono, etc. Hasta 1972 no se pudieron conseguir estas metas.

            Por otro lado, como toda obra humana, la Liga ha pasado a lo largo de su existencia por periodos de luces y sombras. El declive se produciría a partir de la muerte de Rose Fall Bres (1869-1927), abogada de la Liga, y la posterior desaparición de su fundadora, Ruth Hale, tras una depresión que la llevó a la muerte en 1934. Tendrían que pasar casi dos décadas para que, nuevamente, se reanudase su actividad gracias al empeño de Jane Grant y una veintena larga de ex miembros que siguieron batallando para que, como adelantamos, en 1972 se cumplieran los objetivos propuestos. Este Revival, por otro lado, logrados sus objetivos de principio, concentró a sus socias en otras líneas de trabajo, dejando al margen lo político para afianzar la formación del colectivo femenino en todos los órdenes, patrocinando becas y estableciendo bibliotecas feministas. Dicho de otra forma, creando cultura feminista. En esta línea se mantuvo un par de décadas porque el Estado, a través de la Organización Nacional para la Mujer asumió, en buena parte, su decálogo; un ejemplo de fagocitación que podríamos extrapolar a Portugal y su Conselho Nacional de Mulheres Portuguesas (CNMP), una organización fundada en 1914 durante los primeros años de la República y que, como en el caso de las americanas, la dictadura de Salazar, en los años 40, la borró de las instituciones al considerar que ya el Estado se ocupaba de las mujeres (Ballesteros, 2000).

            Casi tocando el nuevo milenio la Liga había cesado en sus actividades asumidas, como apuntamos, por mano del Estado. No iba a ser su final porque uno de sus ex presidentes, el empresario y ex candidato demócrata Morrison MacKelvy Bonpasse (1947-2019) cambió el enfoque, relanzando una página web bajo la dirección de una nueva junta que preside, actualmente, la profesora experta en estudios de género Cristina Lucia Stasia.

En Nueva York, aún resiste un grupo activo: el Lucy Stone League, afiliado a Alianza Internacional de Mujeres.
  
3. Las socias de la Lucy Stone League

Seguimos moviéndonos con patrones de conducta
 y pensamiento, forjados en el Paleolítico Superior.
 (Françoise HÉRITIER)

3.1. Zona GALE (1874-1938). Novelista, dramaturga y escritora de cuentos. primera mujer en ganar el Premio Pulitzer de drama, y activista política por los derechos de las mujeres. Políticamente progresista, militó en el National Women´s Party (NWP). Fue una de las fundadoras de la Liga formando parte de su Comité Ejecutivo. En 1928 se casó con William L. Breese.

3.2. Fannie HURST (1885-1968). Nacida en Ohio, fue una novelista y escritora de cuentos de ascendencia alemana. Hija de una familia judía emigrante de Baviera, llegó a ser una de las autoras más leídas de los años 20 en los EE.UU. Asistió a la Universidad de Washington y se graduó en 1909 a la edad de 24 años. En Nueva York, donde se trasladó para intentar vivir como escritora fue camarera, dependiente de ventas e, incluso actuó en pequeños papeles en los escenarios de Broadway bajo el pseudónimo de Rose Samuels. Algunas de sus posteriores obras serían adaptadas para el cine: Imitation of Life, en las versiones de 1934 (Claudette Colbert) y 1959 (Lana Truner); Humoresque (Joan Cawford, 1946) o Young at Heart (Doris Day, 1954). Fue una activista que apoyó diversas causas sociales como el feminismo o la igualdad racial. Fue también una seguidora incondicional de la política intervencionista del Presidente Roosevelt (New Deal), y muy amiga de su esposa Eleanor. Fue también un miembro destacado de la Liga Urbana.  Fue mimbro del club Heterodoxy, fundado por Marie Jenney Howe en 1912 para mujeres «no ortodoxas», radicales, lesbianas y bisexuales incluidas[10]. En 1915 se casó con el pianista Jacques Danielson (1875-1952), si bien cada uno mantuvo su independencia. Formó parte también de otras organizaciones como la Comisión Nacional de Vivienda, del Comité Asesor Nacional para la Administración del Progreso de las Obras y delegada ante la Organización Mundial de la Salud.

3.3. LIVINGSTONE, Beulah (1886-1975). Fue una publicista en las industrias teatrales y cinematográficas durante la etapa del cine mudo. En 1926, los Anunciantes Asociados de Cinematografía la nombraron como una de las 12 mujeres que más habían logrado en la industria cinematográfica; las otras 11 mujeres eran todas actrices o guionistas. Tras graduarse trabajó como maestra y posteriormente se inició escribiendo en periódicos y revistas y como publicista para el mundo teatral y cinematográfico. Se convirtió en agente publicitaria de estrellas como Olga Petrova, las hermanas Norma y Constance Talmadge, y también de astros como Buster Keaton o Rodolfo Valentino, de quien escribió una pequeña biografía: Remember Valentino: Reminiscences of the Greatest Lover, publicada en 1938. Fue vicepresidenta de la Liga Lucy Stone, presidenta honoraria del Club The Woman Pays de Nueva York, vicepresidenta de los Representantes de la Prensa Teatral de Estados Unidos y miembro del Club de Mujeres del Periódico de Nueva York.

3.4. Ruth HALE (1887-1934). Fue una periodista y publicista estadounidense nacida en Tennessee. Estudió también Bellas Artes en Filadelfia. Fue una activista feminista durante los años anteriores y posteriores a la Primera Guerra Mundial. Trabajó como periodista en el Washington Post. Escribió también artículos deportivos, un tema poco común para mujeres periodistas, lo que le dio ocasión para conocer al que sería en 1917 su marido, el también periodista deportivo Heywood Broun (1888-1939), a quien acompañó cuando éste fue enviado a Francia como corresponsal de guerra. Ruth escribió, como corresponsal en París, para el Chicago Tribune. Trabajó también para otras publicaciones como el The New York Times, Vanity Fair o Vogue. Incluso llegó a actuar en los escenarios de Brodway. Fue una ardiente defensora de la abolición de la pena de muerte formando parte del comité de defensa en el famoso caso Sacco-Vanzetti, junto con Dorothy Parker y John Dos Passos. Su vida fue recreada por la actriz Jane Adams en la película de 1994 Mrs. Parker and the Vicious Circle. Fue elegida presidenta de la Liga de Lucy Stone.

3.5. Anita LOOS (1889-1991). Fue una escritora californiana nacida Corinne Anita Loos. Su novela más conocida (y llevada a la gran pantalla): Los caballeros las prefieren rubias (Ruth Taylor y Alice White, 1928)[11], así como su continuación, Los caballeros  se casan con las morenas (Jeanne Crain, Jean Russell, 1955). Escribió regularmente para las revistas Harper's Bazaar, Vanity Fair y The New Yorker. Durante 18 años trabajó como guionista para la Metro Goldwyn Mayer. Su padre fue periodista y su madre editora. También intervino como actriz en teatro, cine (Camille, 1926)[12] y televisión, si bien al parecer no era un oficio de su agrado porque siempre quiso ser escritora. Según la investigación en sólo tres años (1912-1915) escribió más de un centenar de guiones para cine. En 1915 se casó, una breve unión de apenas 6 meses que la conduciría a Hollywood como futura guionista, también para el cine sonoro hasta la década de 1950. Entre sus publicaciones destacamos su obra memorista: A Girl Like I (1966); Twice Over Lightly: New York Then and Now (1972), en colaboración con su amiga y actriz Helen Hayes; Kiss Hollywood Good-by (1974) o The Talmadge Girls (1978) sobre las hermanas actrices Constance y Norma Talmadge.

3.6. Janet FLANNER (1892-1978).  Fue una periodista estadounidense, que firmaba con el pseudónimo «Genet». Fue corresponsal en París de The New Yorker (1925-1975) e hizo reportajes para el National Geografic. Al finalizar la guerra cubrió, entre otros acontecimientos, los Juicios de Núremberg (1945), la crisis de Suez (1956), la revolución húngara de 1956 o la descolonización de Argelia (1954-1962). Mantuvo una larguísima (e intermitente) relación sentimental con otra socia de la Liga: Solita Solano. En 1972 se publicó un libro: Paris Was Yesterday. 1925–1939, una recopilación de sus artículos del periodo de entreguerras. En 1947 le fue concedida la Legión de Honor francesa. Entre 1918 y 1926 estuvo casada con William «Lane» Rehm.

3.7. Jane GRANT (1892-1972).  Nacida Jeanette Cole Grant, fue una periodista del New York Times y cofundadora del The New Yorker.  Escribió, fundamentalmente, sobre temas relacionados con las mujeres. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó para la Cruz Roja como cantante para las tropas aliadas. En 1921 se sumó a la Liga. En 1950, con otros ex miembros reiniciaron la Liga Lucy Stone. En 1943 publicó el ensayo Confession of a Feminist y en 1968, unas memorias: Ross, The New Yorker and Me. Su vida fue llevada al cine en 1994 en la película La Sra. Parker y el Círculo Vicioso (la actriz Martha Plimpton le dio vida en la pantalla). Estuvo casada con Harold Ross (1920-1929), fundador de The New Yorker y con el editor William Harris en 1939, su viudo, quien en 1974 financiaría un centro de investigaciones sobre mujeres y estudios de género. A su muerte en 1981 dejó un legado de más de tres millones de dólares a nombre de su esposa para establecer el Centro para el Estudio de la Mujer en la Sociedad.

3.8. Neysa MORAN McMEIN (1888-1949) fue una ilustradora y pintora de retratos. Actriz de teatro y escritora de cine (Three Miles Out, 1926), comenzó su carrera artística como ilustradora. Durante la Primera Guerra Mundial, junto a Dorothy Parker, acompañó a las tropas en Francia, elaboró carteles para apoyar el esfuerzo de guerra[13] e ilustró portadas de revistas y publicaciones nacionales (McClure's, McCall's, The Saturday Evening Post o Collier's). McMein creó el retrato de una ama de casa ficticia «Betty Crocker», para General Mills, que se convertiría en un icono nacional. También fue una exitosa pintora de retratos de presidentes, actores y escritores. Nada que ver con la ideal Betty, su creación. Fue una mujer de mentalidad progresista y abierta en todos los sentidos, destacando la relación mantenida con su marido, John C. Baragwanath, con quien se casó en 1923, que no fue obstáculo para tener relaciones con otros hombres, como el actor Charlie Chaplin o el dramaturgo George Abbott. Fue una unión exitosa que estuvo basada en una amistad profunda. Entre sus retratadas figuran la escritora y aviadora Anne Morrow (1906-2001); la actriz cómica Beatrice Lillie (1894-1989), las también actrices Katharine Cornell (1893-1974) y Kay Francis (1905-1968) o las periodistas Janet Flanner (1892-1978) y Dorothy Thompson (1893-1961)[14], todas ellas comprometidas con la causa feminista. Neysa también diseñó textiles de seda que pueden verse en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.

3.9. Solita SOLANO (1888-1975). Sarah Wilkinson fue su verdadero nombre y nació en Nueva York, en el seno de una familia de clase media. Fue una crítica de teatro, editora y escritora. Su nom de plume comenzó a utilizarlo cuando comenzó a trabajar como crítica teatral en New York Tribune. Durante su matrimonio vivió en países tan exóticos como Filipinas, Japón y China. En 1908 el matrimonio se instaló en Nueva York. Su vida sentimental (y bisexual) estuvo ligada a varias mujeres como la periodista Janet Flanner, si bien ambas estuvieron ligadas al círculo lésbico de Gertrude Stein (1874-1946)[15] y otras intelectuales como Alice B. Toklas, Natalie Clifford Barney, Romaine Brooks y Djuna Barnes. Intelectualmente curiosa, Solano fue durante muchos años discípula del místico armenio George Gurdjieff (1866-1949), entre cuyas alumnas encontramos a Dorothy Caruso (esposa del famoso cantante de ópera y una «socialite» de aquella época), quien dejó publicadas un par de biografías de su marido y una autobiografía: Dorothy Caruso: A Personal History, publicada en 1952. Un año antes, en 1951, se había estrenado una película basada en la vida del divo: The Great Caruso, dirigida por Richard Thorpe, en la que la actriz Ann Blyth da vida a Dorothy. Varias de las mujeres del grupo de Stein fueron asiduas del Club del Algonquín
Dorothy






Referencias bibliográficas

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Ballesteros García, Rosa Mª. El cine no solo es un juego de hombres. Directoras de cine mudo. Editorial Académica Española (eae), 2017.
CLAVE: L
Benchley, Nat & Fitzpatrick Kevin C.The Lost Algonquin Round Table: Humor, Fiction, Journalism, Criticism and Poetry from America's Most Famous Literary Circle. Donald Books Universe, 2009.       
Blakcwell, Alice. Lucy Stone: Pioneer of Woman's Rights. Charlottesville y Londres: University Press of Virginia, 2001.
Champion, Laurie (ed.). American Women Writers, 1900-1945: A Bio-bibliographical Critical Sourcebook. Westport, CT, Greenwood Press, 2000.
Duby, George & Aries, Philippe. Historia de la vida privada (5 vols.). Madrid: Taurus, 2001.
Gaines, James R. Wit's End: Days and Nights of the Algonquin Round Table. New York: Harcourt, 1977.
Grant, Jane. “Confession of a Feminist”. The American Mercury, vol. LVII, nº. 240, diciembre, (microfilm), pp. 684–691, 1943.
Gubern, Román. La caza de brujas en Hollywood. Barcelona: Anagrama, 1987.
Héritier, Françoise. Masculin-féminin 2, Dissoudre la hiérarchie. Paris: Editions Odile Jacob, 2002.
Héritier, Françoise. Hommes, femmes, la construction de la différence. Paris: Le Pommier, 2005.
Lerner, Gerda. La creación del patriarcado. Barcelona: Crítica, 1990.
McMillen, Sally. Seneca Falls and the origins of the women's rights movement. Oxford: University Press, 2008.
Miyares, Alicia. “1848: El Manifiesto de Seneca Falls”. Leviatán, Nº 75, pp. 135-158, 1999.
Olavarría, María Eugenia. “De la casa al laboratorio. La teoría del parentesco hoy en día”. Alteridades, vol. 12, núm. 24, 2002.
Parker, Dorothy. Narrativa completa. Penguin: Random House, 2018.
Parkin, Robert & Stone, Linda. Antropología del parentesco y de la familia. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces, 2007.
Perrot, Michelle & Duby, George. Historia de las mujeres. Madrid: Taurus, 2000.
Segalen, Martine. Antropología histórica de la familia. Madrid: Taurus, 1992. 
Tarducci, Mónica. Adopción y parentesco desde la antropología feminista. Guadalajara:  La ventana vol.4 no.37, 2013.
Tropiano, Stephen. The Prime Time Closet: A History of Gays and Lesbians on TV. New York: Applause Theatre and Cinema Books, 2000.


[2] Virginia Wolf recoge su vida en su más famosa obra: Una habitación propia.
[3] Duncan publicó en 1926 su autobiografía titulada Mi Vida.
[4] Nacida Blanche Oelrichs (1890-1950) publicó bajo seudónimo masculino. Era una estrategia para protegerse para publicar su poesía, a veces de contenido erótico, considerado socialmente como «poco adecuado» para una dama. Se casó en tres ocasiones, la segunda con el actor John Barrymoore (1882-1942), conocido como «El gran perfil».
[5] Ambas citas en https://www.portafolio.co/economia/finanzas/mujeres-e-u-vuelven-adoptar-apellido-esposo-398634 (p.v. 13/4/2020).
[6] Respecto a esta cuestión, Este derecho que fue generalizado en 1920, tras finalizar la Primera Guerra Mundial, se hizo universal en 1965 sin restricciones de color o sexo.
[7] A través de la obra de M. Báez Villaseñor conocemos que a mediados del siglo XIX el desequilibrio entre sexos estaba generalizado. Estimándose, por poner un par de ejemplos, que en el Estado de Nevada había ocho hombres por cada mujer y en Colorado, veinte a una.
«Un largo camino: la lucha por el sufragio femenino en Estados Unidos»
(p.v. 10/06/2019).
[8] Obtuvo su título en 1849. «Elizabeth Blackwell: Mujeres de la Ciencia».  https://elpais.com/especiales/2018/mujeres-de-la-ciencia/elizabeth-blackwell.html 
(p.v. 11/6/2019).
[9] De ascendencia judía, era sobrina del neurólogo Sigmund Freud. Buena deportista, estudió música y psiquiatría. Fue la primera mujer en informar sobre boxeo en el New York Tribune.
[10] Se mantuvo vigente hasta los años 40. Entre otros miembros no «ortodoxos»: Doris Stevens, Paula Jacobi, Alice Kimball, Alice Turnball, Katherine Susan Anthony, Sara Josephine Baker, Agnes de Mille, Crystal Eastman, Elizabeth Gurley Flynn, Charlotte Perkins Gilman, Susan Glaspell, Marie Jenney Howe, Elizabeth Irwin, Mabel Dodge Luhan, Mary Margaret McBride, Inez Milholland, Alice Duer Miller, Rose Pastor Stokes, Margaret Widdemer.
[11] Nueva versión de 1953 con Marilyn Monroe y Jane Russell.
[12] Dirigida por Ralph Barton y actores como el afroamericano Paul Robeson y Sinclair Lewis, también escritor y. premio Nobel de Literatura.
[13]Otras cartelistas fueron Thelma Cudlipp (1891-1983), Helen Hyde (1868-1919), Mary Brewster Hazelton (1868-1953) o Jessie Willcox Smith  (1863-1935).
[14] En 1931 consiguió entrevistar a Adolf Hitler, pero como consecuencia de sus críticas al régimen nazi fue expulsada de Alemania en 1934. Fue el primer periodista extranjero expulsado del país.
[15] Escritora, poeta, empresaria y coleccionista de Arte, nacida en Nueva York de origen judío.