viernes, 28 de octubre de 2022

                                                               

                                                 IMPERIO ARGENTINA

En Octubre de 2022, el ayuntamiento de Benalmádena situó en un lugar preeminente de la Casa de la Cultura, el cuadro que pintara Antonio Montiel, por encargo del municipio en 1999, de la artista Imperio Argentina (en el que luce el manto que le regalara Miguel de Molina),  radicada en el pueblo costasoleño desde hacía 25 años, y en donde había fallecido en 2003 a los 92 años de edad. Es momento por tanto de recordar la figura y merecimientos de esta artista acreedora de tal atención consistorial.

Magdalena Nile del Río, nació en Buenos Aires en 1910, hija de una bailaora malagueña de Monda, que llegó a Argentina como polizón en un barco, y de un mecánico gibraltareño, cuya afición a la música le había llevado a emigrar, y luego a llevar a su hija a los cafés y tablaos donde actuaba, en uno de los cuales, el Café Armonía, debutaría con solo cuatro años. Recibió algunas clases gratuitas que Ana Pavlova daba en el Teatro Colón y luego de su asistente Nemanoff, y continuó con su familia viajando y dando conciertos por las provincias argentinas y por los países sudamericanos hasta que en Lima asombró, al dramaturgo Jacinto Benavente que le aconsejó el nombre artístico de Imperio Argentina porque la consideró una mezcla de Pastora Imperio y de Antonia Mercé “la argentina”, recomendándole que volviera a España.

Llegó a España en 1923, con 13 años, en donde tuvo como representante a Juan Carceller, y consiguió sustituir ocasionalmente a “la niña de los peines” en el Teatro Romea en el que debutó en 1924 con 14 años. Tres años después, a los 17 años, la contrataron para rodar la película “La hermana San Sulpicio” que dirigió Florian Rey con el que se casó civilmente y tuvo un hijo que se suicidó joven, y con el que rodó más películas como “Los claveles de la Virgen” y “Su noche de bodas”, “Nobleza Baturra” y “Morena clara”. También trabajó a las órdenes de Alexander Korda (“Lo mejor es reír”) y con Maurice Chevalier (“El cliente seductor” en 1931, “La casa es seria” y “Melodía de arrabal” en 1932). Todo ello le proporcionó una enorme popularidad, dentro y fuera de España.

En 1937, en pleno auge del nazismo con el que ella simpatizaba, fue contratada en Alemania en donde Hitler que se interesó por conocerla personalmente, le dio todo tipo de facilidades para que se quedara en el país, en donde al fin rodó “Carmen la de Triana” bajo la dirección de Florian Rey, rodaje que se simultaneó con “Andalusische nachte” con el mismo argumento pero con equipo e idioma alemán, basados en la Carmen de Merimé. Ambas películas fueron cómicamente parodiadas en 1998 por Fernando Trueba en “La niña de tus ojos”.

Su escarceo con el nazismo le acarreó un boicot con abucheos y piquetes de los teatros más importantes del mundo y la limitó a trabajar solo en España donde su aproximación a la falange y al mismísimo general Franco, necesitado de éxitos, le permitió rodar a las órdenes de Benito Perojo (“Goyescas”, “Bambú”, “La maja de los cantares” y “Lo que fue de la Dolores”).

Al término de la dictadura, con la muerte del dictador, su pasado falangista sepultó su carrera artística que apenas se recuperó levemente con José Luis Borau (“Tata mía” en 1886, cuando tenía 76 años) y Javier Aguirre (“El polizón del Ulises” en 1987). Por último a los 81 años, en 1992, participó en un gran espectáculo musical sobre la “Historia de la Copla” celebrado en el Auditorio “La Cartuja” en Sevilla.

Al fallecer en 2003, Benalmádena le dedicó una calle con su nombre y ahora ha recuperado su retrato que la anterior corporación, netamente conservadora, había sufragado para perpetuar su memoria. Sus canciones más populares como “Los piconeros”, “Falsa moneda”, “Coplas de Luis Candelas”, ”La muerte de Vargas Heredia” y sobre todas “Échale guindas al Pavo” siguen retratando fielmente la actualidad cotidiana.

 

                                                                Jesús Lobillo Ríos

                                           Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                         “benaltertulias.blogspot.com”        

jueves, 27 de octubre de 2022

Tertulia del 2/11/2022


George Steiner (1929-2020), es el arquetipo ideal del europeo culto, educado en tres idiomas (francés, inglés y alemán) es el gran maestro de la literatura comparada que nos permite comprender los vínculos entre la historia y la cultura desde el punto de vista del humanista integral.

 

ALFREDO RUBIO DIAZ es Profesor Titular de Geografía Humana en la UMA.


 


Tertulia del 26 de Octubre de 2022

ELIO ANTONIO DE NEBRIJA




El Profesor Antonio García Velasco impartió una valiosa charla sobre el humanista Elio Antonio de Nebrija autor de la primera gramática castellana ante un auditorio compuesto por una quincena de asistentes

domingo, 23 de octubre de 2022

                                                       MARION E. WONG (1895-1969)

Una cineasta entre Oriente y Occidente

 

En palabras de la profesora Moira Fradinger: “Largos y sinuosos son los caminos que nos conducen al rescate de los magros datos existentes sobre las mujeres pioneras del cine en el mundo”[1]. Por otra parte, no debemos perder de vista que estamos hablando de un mundo laboral tan especial como el de las artes escénicas, tan escapista a normas establecidas, tan liberal en muchos aspectos y, por otro lado, tan contradictorio; todo ello sin perder la perspectiva cronológica del periodo propuesto para presentar a una de estas pioneras, la actriz y directora Marion E. Wong, nacida en San Francisco, aunque su familia era originaria de China. Trabajó en la industria cinematográfica de Hollywood durante la etapa del cine mudo o cine silente, como también fue conocido en aquellos años, y también como cantante y animadora.

Hasta hace relativamente pocos años, y gracias a la investigación feminista, están saliendo a la luz más y más nombres de mujeres profesionales del cine (especialmente tras las cámaras) que hasta hace bien poco no se conocían o, lo que es más grave, se les había ocultado deliberadamente. Sirvan unos ejemplos de cineastas chinas que trabajaron en él durante las décadas de 1920 y principios de 1930: Xie Caizhen, Yang Naimei y Xuan Jinglin: ¿Alguien sabía de su existencia?

Por otro lado, suele hablarse de cine mudo o bien de la época silente o muda, y esto no es del todo exacto porque las proyecciones en las salas iban acompañadas de música ejecutada por un pianista o bien por una pequeña orquesta. También iba relatando la trama un “comentador de películas”, pues la inmensa mayoría del público o bien era analfabeta o inmigrantes que desconocían el idioma, porque este nuevo arte había nacido para entretener a un auditorio popular. El cine mudo, en realidad, no lo era del todo, y por ello, al referirnos al cine “sonoro” lo hacemos utilizando el término “cine hablado”.

Incidimos en el desconocimiento de las mujeres profesionales que habían trabajado en esta nueva industria, ya sea tras las cámaras (guionistas, productoras, directoras, etc.) o delante de ellas (actrices) y a ello se suma, en este caso concreto, el exotismo de una mujer, de origen oriental, protagonista principal de este artículo. Se llamaba Marion E. Wong y fue la primera actriz china que trabajó en un largometraje americano y además fue una de las primeras directoras a nivel internacional.

Hasta hace pocos años se creía que la primera empresa estadounidense de origen chino había sido la Wah Ming Motion Picture Company, fundada por James B. Leong en 1922 ―Leong había llegado a los Estados Unidos con su familia desde Shangai, naturalizándose después como norteamericano―; sin embargo, gracias a posteriores investigaciones, se descubrió que cinco años antes una joven estadounidense de origen chino (Marion Wong) se le había adelantado fundando la Film Company Mandarín en la ciudad californiana de Oakland. Gracias a los datos aportados por Arthur Dong[2], su descubridor, sabemos que Wong fue además guionista, directora y diseñadora de vestuario. Marion utilizó la mejor tecnología de su tiempo con actores no profesionales: familia y vecinos colaboraron en la producción y el vestuario entre otras cosas. Toda la producción, desde la dirección a la confección del vestuario es de autoría china, con patrocinio de un cuñado, marido de su hermana, que era un rico comerciante. Cuando la entrevistaban para diversas publicaciones, Wong siempre expresó su entusiasmo por la presentación de la cultura china a los occidentales.

Por la información recibida a través de una entrevista, realizada años más tarde con algunos de sus parientes, recogida por la Women Film Pioneers Projects para elaborar su biografía. sabemos que parte del rodaje se realizó en China. La trama tiene como protagonista a un niño, testigo de la primera Revolución China[3]. El film es un melodrama donde están presentes el amor, la pasión, los celos y los conflictos familiares. Termina con la muerte de la villana (interpretada por Marion E. Wong) y la reunificación feliz de la esposa, encarnada por la hermana de Marion, Violet Wong.

La película que dirigió se titulaba La maldición de Quon Gwon (Cuando el Lejano Oriente se mezcla con Occidente) producida en 1916. En ella trabajaban, como ya hemos anticipado, su hermana Violet, su madre, Chin See y su sobrina Stella.

Marion Evelyn Wong nació el 1895 en San Francisco, aunque se crio en Oakland, California, donde fue alumna de su Universidad. A los 16 años viajó a China, acompañada de dos hermanos, para conocer a su futuro esposo, como era la costumbre. Según la política americana disponían de un año para lograr su propósito si no querían perder la ciudadanía. Uno de sus hermanos murió, y el otro volvió con una candidata, de nombre Violet, que se convirtió en cuñada y colaboradora de nuestra directora. En cuanto a ella, regresó a casa sin marido porque se negó a casarse con él. Según el periódico Oakland Tribuned, Wong construyó un estudio temporal en la parte trasera de su casa y alquiló un equipo de cámara para rodar su película, perdida hasta 2005, cuando aparecieron dos carretes del negativo original de 35 mm y una copia de 16 mm encontrados, casi por accidente, en el sótano de la Sociedad Histórica China Estadounidense en San Francisco. Gracias a estas pruebas sabemos que se trataba de un melodrama lleno de amor, pasión, celos y conflictos familiares que finaliza con la muerte de la villana (la propia Marion E. Wong) y la feliz reunificación de la esposa (Violet), con su esposo. Hasta entonces, sólo se conocía su existencia por la prensa de la época.

Por último, y como curiosidad, porque la película es muda y sin intertítulos, llamamos la atención sobre la gestualidad, definitoria durante la época no hablada, así como la puesta en escena. El actor masculino, aunque chino, como todo el elenco, aparece vestido a lo occidental, con traje y sombrero. La esposa la vemos ataviada a lo oriental, con el traje tradicional de las mujeres chinas; sin embargo, la villana, es decir Marion Wong, aparece vestida, como el hombre, a lo occidental. De este modo queda representada visualmente la simbiosis entre las dos civilizaciones.

Esta pionera murió en la ciudad californiana de Alameda en 1969. En el censo del año 2000, la población asiática suponía más de un cuarto de su población.

 

                                   Rosa María Ballesteros García

                    Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                     “benaltertulias.blogspot.com”



[1] Profesora y directora de Estudios de Grado, Literatura Comparada de Yale con una Maestría en Estudios de la Mujer del Instituto de Estudios Sociales en Holanda y una Licenciatura en Psicología por la Universidad de Buenos Aires en Argentina.

[2] El director e investigador de cine Arthur Dong (California, 1953), encontró por casualidad hacia 2005 dos carretes de 35mm, con parte del negativo original, en una impresión de 16 mm, en el sótano de la American Historical Society chino en San Francisco. Según los datos del original, se rodó durante 1917.

[3] La Revolución China (1911-1913), no sólo puso fin dos mil años de un sistema feudal, sino que aceleró con ello el ritmo de la occidentalización y la modernización de aquel país.