miércoles, 10 de enero de 2018

FEMINISMO, QUÉ ES Y CÓMO RECONOCERLO

10/ENERO/2018
                         Historia del movimiento feminista
Rosa Mª Ballesteros García (Doctora en Historia, Experta en Género e Igualdad, Especialista en Hª de las Mujeres, Escritora e Investigadora de la UMA).
Aforo: 30 asistentes


Cronología:
·         Punto de inflexión.
·         Inicios del feminismo organizado.
·         Primera Ola (Revolución Francesa-Siglo XVIII-XIX).
·         Segunda Ola (Mediados Siglo XIX-Mediados XX).
·         Tercera Ola (Feminismo Contemporáneo).

Principales objetivos del movimiento feminista:
·         La mejora de la educación.
·         La capacitación profesional y la apertura de nuevos horizontes laborales.
·         La equiparación de sexos en la familia como medio de evitar la subordinación de la mujer y la doble moral sexual.
·         El derecho al voto.
Definición de feminismo: Según el diccionario: “Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres”. Supone la toma de conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión, dominación, y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo de varones en el seno del patriarcado. 
Definición de machismo: El machismo es una expresión derivada de la palabra macho, definido como aquella actitud o manera de pensar de quien sostiene que el varón es por naturaleza superior a la mujer. El machismo es una ideología que engloba el conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a promover la negación de la mujer como sujeto indiferentemente de la cultura, tradición, folclore o contexto. En opinión de la escritora Rosa Montero «una ideología en la que nos educa a todos y está grabado a fuego en nuestro inconsciente».

1.      Introducción:
La feminista Rosa Cobo, doctora en Ciencias Políticas y Sociología, dijo en una intervención en nuestro Parlamento que «las feministas tenemos una característica con todas las ideologías críticas de la modernidad, y es que tenemos la debilidad o la manía de mirar cuáles son las causas de la subordinación, de la explotación o de la opresión».
Pero si queremos encontrar las pruebas más antiguas que constatan la importancia que las mujeres han tenido para la historia y para la humanidad, tenemos que echar mano de la arqueología. Por ejemplo, la catedrática de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, María Ángeles Quirol[1] llegó a la conclusión de que la tarea fue fundamentalmente femenina, mientras que los hombres se dedicaban a la caza. Así, en torno al 90% del sustento, el procedente de la recolección vegetal y pequeños mamíferos, estaba mantenido por las mujeres, una hipótesis que decidieron demostrar buscando registros arqueológicos, una labor nada fácil. Durante su estudio, el principal problema que encontró fue que la lengua no incluye a las mujeres (por eso soy tan “machacona” con la importancia de las palabras”). Escribe: «En ninguno de los discursos científicos de filosofía, antropología o historia las mujeres están contempladas, salvo cuando hay algo tan específico de la mujer como el parto, en ese caso ya se pone la palabra mujer», ha subrayado. Por ello, ha insistido en que la palabra «hombres» a veces representa a las mujeres y a veces no, por lo que es necesario especificar el género y educar a los hombres en este sentido desde la infancia. Para algunos autores, la primera revolución sexual se produce cuando el hombre primitivo comienza a intuir que el rol del macho en la reproducción tenía tanta importancia como el de la hembra. Hasta entonces la reproducción se entendía como gracia de la diosa naturaleza. En su obra más célebre. Johann Jakob Bachofen en su obra El derecho materno (1861), planteó que el matriarcado fue el régimen más antiguo y que existió una mitología, de índole femenina, sobre la madre originaria. Para él la mitología se basó en lo matriarcal-patriarcal.[2] La directora de cine Donna Read y la autora neopagana y activista conocida como "Starhawk" realizaron en 2004 un documental en estrecha colaboración sobre la vida y el trabajo de Marija Gimbutas, una reconocida antropóloga, titulado Signs out of time. Marija se basó en utilizar de manera interdisciplinaria la arqueología con la lingüística y la mitología, algo novedoso, para descubrir los orígenes de los pueblos indoeuropeos. Destacamos por ello la importancia de la Genealogía para el conocimiento de la historia de los grupos sociales).
La investigadora de la Universidad colombiana de Antioquía, Alejandra Restrepo , afirma que para los estudios feministas “el restablecimiento de los vínculos genealógicos es una estrategia política que ha permitido recuperar los legados de las mujeres, visibilizar sus aportes en todos los ámbitos, identificar la opresión femenina en perspectiva histórica, poner los acentos en el significado que ha tenido lo ocurrido en cada momento histórico, desde la mirada de las mujeres, y revisitar el pensamiento y la acción política feminista desde su aparición”.
2.      Cronología
La discriminación o la violencia contra la mujer no es un fenómeno  propio de nuestra época ni exclusivo de determinadas culturas; es un anómalo conjunto de conductas que se producen en el género humano desde tiempos tan pretéritos como lugares o ámbitos tan universales.  Muchas mujeres han sufrido, y sufren en la actualidad, una tangible diferencia en cuanto roles, funciones, obligaciones y derechos respecto al hombre, sometidas a cierta discriminación que limita o anula su independencia y autonomía; en pocas palabras, padecen un permanente atentado tanto contra su propia Personalidad como contra su Dignidad y, esto ocurre, en medio de una silenciosa complicidad de la que todos, en mayor o menor grado formamos, parte. Eso es lo que denominamos “el silencio elocuente”.  En definitiva, las mujeres víctimas de mutilaciones genitales, violaciones, malos tratos, agresiones psicológicas y económicas o, también, las miles de asesinadas, recuerdan a nuestras sociedades una causa pendiente en la historia de la convivencia humana, el reconocimiento efectivo de la Libertad, Dignidad, Igualdad y Personalidad respecto a una mitad del género humano.
La violencia y los abusos no tienen raza, ideología ni estatus social. Como ejemplo, por la repercusión del personaje, traemos unas declaraciones de la famosa actriz, e hija de actores Jane Fonda que escribe en su autobiografía: “Conozco a chicas que han sido violadas y no sabían siquiera en qué consistía una violación. Piensan: ‘Debe haber ocurrido porque dije que no de la manera equivocada’”, apuntó (…) Una de las mejores cosas que ha logrado el movimiento de las mujeres es darnos cuenta de que la violación y los abusos no son nuestra culpa”, agregó[3].
A lo largo de la Historia, el Patriarcado se configurará como forma de la estructura social, ya exclusiva e inapelable durante la Edad Media (siglos V al XV) con la consolidación de las religiones judío-cristiana en occidente y budista o animista en oriente o en Egipto anteriormente (no olvidemos que los derechos de las mujeres y sus papeles sociales han variado a través de la historia). En el antiguo Egipto, aparentemente, las mujeres tenían similares derechos económicos y legales que los hombres y llegaban a ser vistas como heroínas en la cultura egipcia, según opinión de Meter Piccione, profesor de la Northwestern University.  A la mente nos vienen nombres reales como Cleopatra VII (69ac-30aC) o las médicas Meri Ptah y Peseshet (sobre el 2500 aC)[4], o divinidades como Isis, Heket, Hathor, o el hecho de que algunos faraones ptolemaicos acostumbraran a desposarse con sus hermanas y otros muchos gobernaran, conjuntamente, con sus esposas; además, se sabe con certeza, que el divorcio era una institución plenamente admitida entre los antiguos egipcios.
            En sentido inverso, no hay ninguna duda de la desigualdad entre hombres y mujer en la milenaria China donde el valor de uno y otro sexo era, y es, abismal: Para acreditar esto bastará con reproducir el inicio de un antiguo poema chino que dice; «… ¡Qué triste es ser una mujer! / Nada en la tierra es considerado de menor valor...»
Entre los siglo XI y II antes de Cristo encontramos que, con absoluta naturalidad, principalmente en la literatura griega, aparecen comportamientos violentos, vejatorios o discriminatorios hacia la mujer como norma de comportamiento tan habitual como impune. Por ejemplo, podemos leer, en el Canto I de la Ilíada, que Zeus acostumbraba a apalear a su esposa Hera, hecho contado por Hefesto, el hijo de ambos, el cual se declara incapaz de defenderla, ya que, en cierta ocasión en que lo hizo, fue arrojado del Olimpo por su padre, el maltratador Zeus, que lo agarró por los pies y lo estrelló contra la tierra, quedando cojo para siempre.
Más adelante, entre el sigo I (a C) y el siglo V (d C.), en la cultura romana occidental, las ciudades eran lugares en donde sus habitantes tenían el derecho de participar en las actividades políticas en pie de igualdad. Este estatus de ciudadano exclusivamente lo detentaban aquellos que poseían un patrimonio doméstico, es decir, el derecho de disponer sobre esclavos, mujeres y bienes materiales.  O, dicho en otros términos, la mujer nunca era ciudadana y, consecuentemente, quedaba descartada para participar en cualquier actividad pública, que se constituía en ámbito, exclusivamente, masculino.
Entre los años 1450 y 1750 la situación empeora y aparece, respecto a la mujer, un patente proceso de exterminio, bajo el argumento de la «brujería», destinado a las mujeres que practicaban la «magia negra» y se «aliaban», en sus propósitos, con el Diablo, (lo cual, en bastantes ocasiones, quería decir «mujeres que pensaban»); así se causó la muerte, según los cálculos más fidedignos, de unas 60.000 mujeres, en Europa Occidental que, previamente, eran sometidas a monstruosas torturas para obtener las adecuadas confesiones en los juicios por brujería, a los que, sólo en muy contadas ocasiones, fueron sometidos los varones, en los que, por el contrario, siempre eran juzgadores.
3.      Punto de inflexión
Mientras que, de modo silente, surgen las ideas feministas, la concepción más difundida, moderna y evolucionada, que impone la Revolución Francesa y su alegato de «Libertad, Igualdad, Fraternidad», es la del ideario de Rousseau (1712-1778). Repito que una cosa eran las teorías y otra la realidad. Así sucedió que, con la llegada de la Revolución Francesa y del Liberalismo; las mentalidades sexistas no cambiaban con igual cadencia que la se estaban produciendo las reformas políticas. Curiosamente, a la Déclaration des Droits de l'Homme et du Citoyen (1789) de la Revolución Francesa siguió en 1791 la Déclaration des Droits de la Femme et de la Citoyenne, donde se reclamaba la emancipación de las mujeres y que fue redactada por Marie Gouze, más conocida como Olympe de Gouges (1748-1793), que recibió como premio el ser guillotinada. Antes de estas fechas, ya conocemos opiniones como la manifestada por Mary Astell (1666), una escritora pionera que escribió: “Si todos los hombres nacen libres, ¿por qué las mujeres nacen esclavas?”.
3.1. Inicios del feminismo organizado
Tendrían que pasar miles de años para que el feminismo, como amplio movimiento social viera la luz. Este tiene sus orígenes hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX, años en que el movimiento obrero mantenía una posición tradicional de corte patriarcal en relación con la igualdad de la mujer y sus reivindicaciones. Será a mediados del siglo XIX cuando los movimientos reivindicativos de la mujer tomen fuerza: lucha por el sufragio femenino, la reivindicación de la igualdad, la denuncia de la opresión social, familiar y laboral. Surgieron entonces los denominados movimientos sufragistas, inicialmente de origen burgués, con figuras como la pensadora socialista francesa Flora Tristán (1803-1844). Esta posición contrasta claramente con la misoginia de alguno de los primeros ideólogos del movimiento obrero como Ferdinand Lasalle (1825-1864) y, sobre todo, Pierre-Joseph Proudhon (1809-1864). Este último afirmaba claramente que una mujer igual al hombre significaría «el fin de la institución del matrimonio, la muerte del amor y la ruina de la raza humana». El lugar ideal para la mujer era el hogar. Para Proudhon las cosas estaban claras: «no hay otra alternativa para las mujeres que la de ser amas de casa o prostitutas».
En sentido opuesto a este, los primeros grupos feministas en el movimiento obrero tendrían como gran aliado teórico el libro de Friedrich Engels, publicado en 1884, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado y surgirían dentro de los movimientos anarquistas que reivindicaban, desde el neomalthusianismo, la procreación consciente del proletariado, la separación entre sexualidad y reproducción, la defensa de la maternidad libre, la liberación femenina, la libertad sexual, la promoción de la planificación familiar, el cuidado de los niños así como el uso y difusión de métodos anticonceptivos artificiales.
No obstante, antes, mucho antes, existía ya un feminismo implícito; esto es, el sentimiento en buena parte de las mujeres de que el poder en manos de los hombres nos marginaba de la vida pública y nos condenaba a ser seres subsidiados (algo así como un feminismo intuitivo). Sin embargo, si bien las polémicas sobre la mujer se remontan hasta la Edad Media, con nombres de mujeres como Hildegarda de Bingen o Cristina de Pizan, tienen su continuación con el preciosismo[5],  se considera que el primer gran precedente del feminismo es la obra de Poullain de la Barre De l’égalité des deux sexes (1673) y que es en el siglo XVIII, siglo de la controversia y de la razón, cuando la polémica sobre igualdad y diferencia entre los sexos se plantea con un discurso crítico, a través de la filosofía de la Ilustración, que era contemporánea.
Avanzados estos antecedentes voy a tratar de esquematizar lo que ha sido la evolución del Movimiento Feminista organizado en Europa y USA,  que se suele resumir en «tres olas». Si bien los inicios en Europa y USA surgen de contextos diferentes.
3.2. La Primera Ola del Feminismo
Según la Genealogía del feminismo y la cronología de los estudios europeos, sitúa el origen del feminismo en la Ilustración, por considerar que fue en el Siglo de las Luces cuando la polémica sobre la naturaleza de la mujer y la jerarquía de sexos, también llamada la polémica feminista, se planteaba en términos diferentes a los de siglos anteriores. El feminismo nace con nuevo discurso crítico que utiliza, precisamente, las categorías de la filosofía que le es contemporánea. Es decir, usa el pensamiento de autores como Rousseau para fundamentar las vindicaciones. En opinión de la filósofa Amelia Valcárcel «el feminismo es un hijo no querido de la Ilustración». Según los estudios norteamericanos, la primera ola se refiere al movimiento feminista que se desarrolló en el Reino Unido y Estados Unidos a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX y que tiene otras características, como ya veremos.
Sus principales características son:
·         Se extiende desde la Revolución Francesa hasta mediados del siglo XIX.
·         El debate se centra en la igualdad de la inteligencia y la reivindicación de la educación.
·         Fundamenta sus reivindicaciones en el pensamiento del Siglo de las Luces, a pesar de que muchos autores como Rousseau desplazasen a la mujer a un segundo plano dentro del estado liberal.
Sus autores clave son Poullain de la Barre (De l’égalité des deux sexes, 1673), Olympe de Gouges (Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, 1791) y Mary Wollstonecraft (Vindicaciones de los derechos de la mujer), así como las ciudadanas que presentaron en 1789 a la Asamblea francesa sus Cahiers de doléances («cuadernos de quejas»), que incluía ya el derecho al voto, la reforma de la institución del matrimonio y la custodia de los hijos, además del acceso a la instrucción. Los derechos de la mujer comienzan a estar presentes en las tribunas políticas e intelectuales. Uno de los grandes pensadores, el revolucionario girondino Condorcet, padre el laicismo en la enseñanza, escribe en 1790 el ensayo Sobre la admisión de las mujeres en el derecho de la ciudad.
3.3. La Segunda Ola: El Feminismo Liberal Sufragista
Reivindica principalmente el derecho al voto de las mujeres y su principal obra es El sometimiento de la mujer, escrito por John Stuart Mill y Harriet Taylor en 1869, que sentó las bases del sufragismo. Sus principales características son:
·         Se extiende desde mediados del siglo XIX hasta la década de los cincuenta del siglo XX (final de la Segunda Guerra Mundial).
·         Comienza con la Declaración de Seneca Falls, de 1848. Entre 100 y 300 mujeres y hombres (la cifra varía según las fuentes) pertenecientes a movimientos sociales y organizaciones, lideradas por Elisabeth Cady Stanton y Lucrecia Mott, se reúnen en el Seneca Falls (NuevaYork) y tomando como base la declaración de Independencia norteamericana, reclaman la independencia de la mujer de las decisiones de padres y maridos así como el derecho al trabajo, al que daban prioridad por encima del derecho al voto. Los doce principios formulados exigen cambios en las costumbres y moral de la época y en la consecución de la plena ciudadanía de las mujeres.
·         En Inglaterra aparecen las sufragistas, lideradas por Emmeline Pankhurst, y el debate sobre el sufragio universal se hace cada vez más intenso. Durante la primera mitad del siglo XX, se va incorporando a las legislaciones democráticas, a veces limitada en edad o estrato social. Es la primera reivindicación pacifista e introduce el término de solidaridad.
·         Socialmente, el activismo se extiende a las clases media y baja. También se vincula a otras causas de derechos civiles, como la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. En este sentido, destaca la figura de Sojourner Truth y su discurso ¿Acaso no soy mujer ('Ain't I a woman') de 1851.
·         Continúan, en paralelo al derecho al voto, las reivindicaciones sobre el acceso a la educación y, a partir de 1880, algunas universidades comienzan a admitir mujeres en sus aulas, aunque todavía es algo excepcional. Antes, la mujer fue logrando acceso a la educación primaria y secundaria, aunque todavía bajo el pretexto de ser buena madre y esposa.
·         Liga por la Paz y la Libertad, 1867, Ginebra. La Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad, 1915, La Haya. Las sufragistas  recibieron el Premio Nobel de la Paz en 1931 y 1946, respectivamente.

3.4. La Tercera Ola: El Feminismo Contemporáneo
Las críticas a un feminismo único, que obviaba las diversidades femeninas y las diferentes culturas y reivindicaciones de la mujer en el mundo se iniciaron al finalizar la Segunda Ola, pero es el principal eje de todo el movimiento de la Tercera Ola. Así, el feminismo se convierte en los feminismos (en plural) y adquiere varias dimensiones étnicas, sexuales, de creencias, políticas...más allá del esencialismo de la anterior etapa. Reivindica un cambio de valores y que la justicia legisle aspectos considerados antes como «privados». Sus obras de referencia son El segundo sexo de Simone de Beauvoir, y La mística de la femineidad, de Betty Friedan. Sus principales características son:
·         Comienza con las revoluciones de los años 60 hasta la actualidad, aunque algunas teóricas marcan el punto final en los años 80.
·         Se lucha contra la mujer como estereotipo sexual en los medios de comunicación, el arte y la publicidad. Los años cincuenta definen un tipo de femineidad, de la que se hace propaganda en la televisión y el cine. Los sesenta y setenta reflexionan acerca de esos modelos y se enfrentan a ellos.
·         Pide la abolición del patriarcado: se toma consciencia de que más allá del derecho al voto, la educación y otros logros de las primera feministas, es la estructura social la que provoca desigualdades y sigue estableciendo jerarquías que benefician a los varones.
·         Con el lema «lo personal es político» entran en el debate la sexualidad femenina, la violencia contra la mujer, la salud femenina, el aborto o la contracepción, entre otros.
·         Desde los años ochenta, adquieren especial importancia las diversidades femeninas, el multiculturalismo, la solidaridad femenina y el debate, cada vez más intenso, entre diferentes corrientes del feminismo. Teóricas feministas: Rebecca Walker, Olga Castro y María Reimóndez, Nancy Fraser, Linda Nicholson o Elisabeth Spelman, Bell hooks, Camille Paglia, Vandana Shiva (ecofeminismo), Wangari Maathai (del Movimiento Cinturón Verde de Kenia), Sandra Harding, Donna Haraway, Naomi Wolf.
El feminismo en los diferentes países (siglo XIX)
En Francia: el feminismo experimentó un intenso desarrollo como movimiento organizado a partir de 1860. Sin embargo, sus conexiones con el republicanismo anticlerical hizo que la mayor parte de las mujeres, muy influenciadas por la Iglesia Católica, se mantuvieran al margen del movimiento. Destacan figuras como Nelly Roussel (1872-1922) y Madeleine Pelletier (1874-1939) que fueron pioneras en plantear temas como la libertad sexual y el control de la natalidad. 1944
En Italia: la situación se caracterizó por un mayor peso de la Iglesia Católica y la consiguiente falta de movilización de las mujeres. La gran figura del sufragismo italiano fue Anna Maria Mozzoni (1837-1920). 1945.
Reino Unido: en Inglaterra, Mary Wollstonecraft (1759-1797) inicia con su obra Vindicación de los Derechos de la Mujer (1792) la larga tradición del feminismo anglosajón. Contraria al absolutismo de los reyes, señaló la conexión existente entre ese sistema político y las relaciones de poder entre los sexos. 1928.
España: En nuestro país la existencia de una sociedad arcaica, con escaso desarrollo industrial, con una fuerte ascendencia de la Iglesia Católica y fuertes jerarquizaciones de género en todos los ámbitos de la vida social, dio lugar a que el feminismo tuviera durante el siglo XIX una menor presencia e influencia social que en otros países. La resistencia a la generalización de la enseñanza femenina fue muy acentuada. El reconocimiento oficial del derecho a la educación superior no se produjo hasta 1910. A lo largo de todo el siglo XIX, el analfabetismo femenino se mantuvo en tasas enormemente altas que rondaban el 70% en muchas zonas a fines de la centuria. En el caso español, hasta principios del siglo XX no se puede hablar con propiedad de un movimiento colectivo de emancipación femenina. 1931. Una de las principales teóricas es Carmen de Burgos.
Feminismo USA: El movimiento feminista en Estados Unidos se consolidó rápidamente debido a las condiciones socio-políticas y económicas propias de la sociedad americana. Partiendo de un sistema político teóricamente democrático, el feminismo nació ligado a los movimientos protestantes de reforma religiosa que propugnaban una regeneración moral de la sociedad y al abolicionismo. La importante participación femenina en movimientos humanitarios por la abolición de la esclavitud ayudó a la rápida concienciación de las mujeres. La analogía entre los esclavos sin derechos y las mujeres era evidente. Las condiciones sociales y culturales en EE.UU. fueron especialmente favorables para la extensión de los movimientos femeninos. Las prácticas religiosas protestantes que promovían la lectura e interpretación individual de los textos sagrados favorecieron el acceso de las mujeres a niveles básicos de alfabetización, lo que provocó que el analfabetismo femenino estuviera prácticamente erradicado a principios del siglo XIX. A diferencia de Europa, desde mediados del siglo XIX nos encontramos con una amplia capa de mujeres educadas de clase media que se convirtieron en el núcleo impulsor del primer feminismo. Autoras y activistas importantes de la primera ola del feminismo son: Lucretia Mott, Lucy Stone, Elizabeth Cady Stanton, y Susan B. Anthony, muchas de ellas vinculadas al abolicionismo e influenciadas por el pensamiento cuáquero. El primer documento colectivo del feminismo norteamericano lo constituye la denominada Declaración de Seneca Falls, ya citada, aprobada el 19 de julio de 1848 en una capilla metodista de esa localidad del estado de Nueva York.
Tras la guerra de Secesión (1861-1865), el movimiento feminista que había ligado en gran medida su suerte al abolicionismo sufrió una gran desilusión. Pese al triunfo del bando nordista, partidario de la supresión de la esclavitud, la XIV enmienda de la Constitución, que otorgaba el derecho de voto a los esclavos negros liberados, le negó a la mujer el derecho de sufragio. La reacción fue inmediata, Elisabeth Candy Stanton (1815-1902) y Susan B. Anthony (1820-1906) crearon la Asociación Nacional por el Sufragio de la Mujer (National Woman Suffrage Association), primera asociación del feminismo radical americano, independiente de los partidos políticos y de los movimientos de reforma.
España (S. XIX-XX)
En 1892, Emilia Pardo Bazán había fundado la publicación La biblioteca de la mujer para hablar del sufragio y de temas relacionados con la liberación femenina, pero, conforme avanzaban los números, se fue desanimando. La escritora esperaba que sus referencias a obras como La esclavitud femenina, de John Stuart Mill, hicieran despertar en las mujeres el deseo de autonomía e independencia, y de exigir los mismos derechos que los hombres. Pero eso no ocurrió. La periodista coruñesa, decepcionada, terminó la colección con recetas de cocina.
«Cuando yo fundé La biblioteca de la mujer, era mi objeto difundir en España las obras del alto feminismo extranjero (…). He visto, sin género de duda, que aquí a nadie le preocupan gran cosa estas cuestiones, y a la mujer, aún menos. Cuando por caso insólito, la mujer se mezcla en política, pide varias cosas distintas, pero ninguna que directamente, como tal mujer, le interese y convenga», escribió. «Aquí no hay sufragistas, ni mansas, ni bravas. En vista de lo cual, y no gustando de luchas sin ambiente, he resuelto prestar amplitud a la sección de economía doméstica de dicha Biblioteca, y ya que no es útil hablar de derechos y adelantos femeninos, tratar gratamente de cómo se prepara el escabeche de perdices y la bizcochada de almendra». Emilia Pardo Bazán.
Dos años después de sacar a escena el tema del divorcio, Carmen de Burgos se propuso azotar la opinión pública con una campaña en prensa a favor del sufragio femenino. El 19 de octubre de 1906 inauguró una columna titulada «El voto de la mujer».

El derecho al voto:

En enero de 1918 aprobaron en Inglaterra la Ley de Representación del Pueblo. Las mujeres por fin podían votar. Aunque no todas. Esa primera ley concedía el voto a esposas de los propietarios, mujeres propietarias y universitarias de más de 30 años. Y había llegado muchos años después que en algunas de sus antiguas colonias: Nueva Zelanda lo aprobó en 1893 y Australia, en 1902. También después que en Finlandia (1906), Noruega (1913), Dinamarca e Islandia (1915), y Alemania (1916).
Espero que tras esta pequeña exposición nos haya quedado un poco más claro que el feminismo tiene razones de peso para seguir vivo y en la brecha y que aunque hemos avanzado significativamente en muchos aspectos, no debemos olvidarnos de que somos nosotras, las europeas, las occidentales, una minoría privilegiada respecto a los millones de mujeres que aún no disfrutan ni de los mínimos derechos básicos.
Resumen:
·         El sufragismo aparece como una forma de encuadramiento de mujeres de todas las clases sociales, a pesar de sus distintas ideologías y objetivos, pero coincidentes en reclamar el derecho a la participación política, uno de cuyos requisitos es el voto, para reformar la legislación y la costumbre y, en consecuencia, la sociedad (...)
·         El sufragismo surgió en los países que adoptaron el régimen capitalista, países de clase media poderosa y con unos ideales democráticos asentados en sus instituciones políticas (...)
·         En los países nórdicos apenas se dio sufragismo debido a la mentalidad progresista imperante y al peso social de la mujer, que facilitaron la equiparación jurídica de los sexos.
·         Una evolución diferente presentó el mosaico de países del este procedentes de los Imperios centrales: austro-húngaro y alemán, turco y ruso. El desmoronamiento de los primeros tras la Primera Guerra Mundial (Alemania, Austria, Checoslovaquia, Polonia) trajo reformas muy progresistas, el voto femenino entre ellas, sin existencia previa del sufragismo (...)
·         En Rusia fue posible después de una auténtica revolución, la bolchevique, que trastocó los fundamentos del orden tradicional.
·         En el caso de los estados surgidos del Imperio turco, Yugoslavia, Grecia y Bulgaria, el peso de la tradición era todavía muy fuerte y no hubo sufragismo ni reformas tocantes a la situación femenina.
·         Por último, en los países occidentales cabría diferenciar entre los protestantes (Inglaterra, Holanda...): más modernos y evolucionados, y más prósperos económicamente, y los católicos (Italia, España, Portugal...) : atrasados, tradicionales y conservadores (...) En los países protestantes hubo un movimiento sufragista fuerte, y sólo gracias a su lucha se consiguieron las reformas y el voto. En los católicos apenas se dio el movimiento sufragista y sólo tras mucha batalla femenina y muy tarde, caso de Italia, o por el reformismo de sus gobernantes, caso de España, se obtuvieron estas conquistas".
Conclusión:
Por último no puedo dejar de referirme a un tema recurrente, y tan antiguo como la humanidad, como son las violaciones sistemáticas en los conflictos bélicos. Sí, el abuso y la destrucción del cuerpo de la mujer es algo que se utiliza como arma de guerra en todos los conflictos de la historia. En la Segunda Guerra Mundial, por supuesto, las mujeres fueron violadas en el marco de la ocupación nazi, en los campos de concentración. Pero lo tremendo es que también fueron violadas por el ejército de liberación soviético. A menudo se cree que las violaciones solo eran atrocidades de los fascistas, pero es un arma de guerra que no entiende de ideologías. Ocurre lo mismo con el rapado de la cabeza y la ingesta del aceite de ricino. Fue un ritual muy utilizado en la guerra de España como castigo de los fascistas contra mujeres de izquierdas, pero durante la liberación europea fue al revés: fueron los hombres y algunas mujeres de izquierdas los que impartían estos castigos. ¿Por qué? Porque tenía un fuerte componente de género, no tenía tanto que ver con una ideología política: se trataba de castigar a las mujeres como cuerpos sexuados, suponía privar a la mujer de su feminidad.
Uno de los nombres propios de la ciencia del siglo XX es sin lugar a dudas el de Albert Einstein. Su archiconocida teoría de la relatividad le hizo inmortal y lo convirtió en un icono. Pero detrás del genio existió una mujer que inició una brillante carrera como científica pero que fue dramáticamente truncada por sus circunstancias personales. Mileva Marić, primera esposa de Einstein, le acompañó en las largas horas de estudio que dieron como fruto sus grandes descubrimientos científicos. Hay quien asegura que ella tuvo mucho que ver en ellos.
Curiosidades:
La actriz que inventó el intermitente: Florence Lawrence (1886-1938)
La más bella inventora: Hedy Lamarr (1914-2000)
La primera cineasta: Alice Guy (1873-1968)
La magia de las sombras: Lotte Reiniger (1899-1981)
La primera doctora amerindia: Suzanne LaFlesche Picotte (1865-1915)
La primera ginecóloga: Agnódice (Siglo IV a.C.)
La primera mujer al volante: Bertha Benz (1849-1944)
Inventando pañales: Marion Donovan (1917-1998)
El perfecto café: Melitta Bentz (1873-1950)
La mujer que inventó el limpiaparabrisas. Mary Anderson (1866–1953)
El alma del Monopoly: Elizabeth Magie (1866-1948)
La inventora del lavavajillas: Josephine Cochrane (1839-1913)
La mujer que inventó el e-book: Ángela Ruiz Robles (1895-1975)
La guerrera samurái: Tomoe Gozen (1157-1184)
Bibliografía:
Celia Amorós y Ana de Miguel (eds.) (2005): Teoría feminista. De la Ilustración a la globalización (3 vols.), Madrid, ediciones Minerva.




[1]Conclusiones que llegó tras estudiar los grupos de personas pretecnológicas que vivieron en África u Oceanía –últimos aborígenes más cercanos a las costumbres de los hombres prehistóricos-.
[2] En 1861 publicó El matriarcado: una investigación sobre el carácter religioso y jurídico del matriarcado en el mundo antiguo, que presentó una visión radicalmente nueva del papel de la mujer en una amplia gama de sociedades antiguas. En su obra se inspiraron autores como Friedrich Engels, que utilizó a Bachofen para sus Orígenes de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Thomas Mann, Erich Fromm, Robert Graves, Rainer Maria Rilke, Lewis Henry Morgan o la antropóloga  Jane Ellen Harrison, que se sintió inspirada por Bachofen para dedicar su carrera a la mitología, a Joseph Campbell, a Otto Gross, Franz Mayr y a Julius Evola.
[3] En 2014, Fonda desveló que su madre, Frances Ford Seymour, que se suicidó a los 42 años, también sufrió abusos sexuales siendo niña. La actriz, mientras preparaba sus memorias, descubrió esa situación cuando revisó el historial médico de su madre.
[4] Para quien le interese, en 2009 se publicó la novela Ciclo de tormenta, de Roy e Iris Johansen sobre este personaje.
[5]Es la denominación de un movimiento social y cultural de naturaleza barroca que precede al clasicismo francés y hasta cierto punto lo prepara, en la primera mitad del siglo XVII. Vinculado a una moda social (la poussée précieuse), que responde a un deseo de elevación y refinamiento en los modales, costumbres y gustos, sentido por una parte de la alta sociedad parisina como reacción a lo que consideraba formas vulgares de la Corte de Enrique IV. Las preciosas, es decir las damas que participaban en los salones, contribuyeron al refinamiento de la vida social, a la penetración de los intelectuales y de los artistas en los círculos aristocráticos culturales y, en definitiva, a la implantación del nuevo estilo de vida que caracteriza el clasicismo francés. Estas mujeres eran además hijas de apoderados y hasta de padres protestantes, lo que les permitía ilustrarse de manera secreta; puesto que en esta época el conocimiento le estaba prohibido a la mujer.