miércoles, 18 de octubre de 2017

LAS CUEVAS PREHISTÓRICAS DE BENALMADENA

18-OCTUBRE-2017

LAS CUEVAS PREHISTÓRICAS DE BENALMÁDENA

María del Carmen Martín Lara. Licenciada en Historia. Cronista Oficial de Benalmadena.
Aforo: 35 asistentes



PATRIMONIO PREHISTORICO DE BENALMADENA: La Cueva del Toro, La Cueva del Sahara y las Cuevas de la Zorrera y de los Botijos.

Este es un estudio basado en las fuentes documentales que sobre la Benalmádena prehistórica hay publicados hasta el momento Apenas se aportan datos nuevos, ya que no se han realizado trabajos de campo que amplíen y modifiquen lo ya escrito. Sin embargo, existe por parte de las autoridades municipales la intención de iniciar nuevos proyectos de investigación arqueológica que nos ayudaran a conocer mejor y más ampliamente nuestro pasado prehistórico.

De la Bibliografía consultada merecen mención especial los capítulos dos y tres de la obra “Una historia de Benalmádena”, primer intento académico y riguroso de introducirnos, de forma más general  en la Prehistoria de esta zona.  También  cabe destacar el artículo de los profesores Fortea Pérez y Giménez Gómez (1972-12973) y el libro de Olaria de Gusi (1978), ambos con un contenido más concreto. Por su extensa documentación fotográfica, a los trabajos anteriores hay que unir la obra de Navarrete Enciso (1976)

 

Marco geográfico


Benalmádena, municipio de la Costa del Sol occidental, tiene una extensión de 26,7 km2. En su parte meridional se observa un relieve alomado, cruzado de noroeste a sureste por múltiples arroyos, mientras que la zona septentrional es montañosa y de fuertes pendientes, en las que destacan los cerros de Castillejo, del Moro, Puerto viejo y Calamorro1 (una de cuyas laderas centrará parte de este estudio). Estas empinadas montañas - que sirven de barrera protectora contra el clima continental – junto al mar, suavizan las temperaturas invernales y estivales.

En cuanto al entorno geológico de Benalmádena se aprecian tres unidades: Alpujárride, Malaguide y materiales postorogénicos, todas ellas pertenecientes a la Cordillera Bética. Por tanto, encontramos abundantes afloramientos rocosos, algunos de base caliza como la Sierrezuela, que han propiciado la formación de grutas.

 La escasa vegetación de carácter autóctono que se puede observar actualmente es de tipo matorral-pastizal, con espartos, tomillos, altabacas, adelfas, jaras, retamas y otras plantas que conforman una tupida vegetación de monte bajo. Sin embargo podemos confirmar que el tipo de vegetación potencial, que en un pasado cubrió el término de Benalmádena, estaba formado por encinares y alcornocales y que sin duda sus arroyos y nacimientos de agua eran mucho más caudalosos, (No olvidemos que el hombre, sobre todo en época histórica, en su búsqueda de recursos, ha alterado de forma irreversible el paisaje que le rodeaba con la  explotación de minas y  bosques, la creación de zonas de pastos y cultivos o la búsqueda de acuíferos, ocasionando una paulatina erosión de los suelos y la formación de estuarios).

En cuanto al litoral,  Benalmádena posee 8 Km. de costa, situación privilegiada que supuso, sin duda, un aliciente más para la elección de asentamientos humanos, al favorecer siempre la búsqueda y obtención de recursos. La actual línea de costa posiblemente no coincida con la que conocieron los pobladores del Paleolítico, que estaría cuatro o cinco metros más alta o más baja, incidiendo en las zonas ocupadas, como es el caso del poblado de la Era2.

Este es, pues, el medio físico que sirvió de entorno a hombres y mujeres de la Prehistoria de Benalmádena.

Vestigios de un pasado prehistórico: Los yacimientos que actualmente aportan información sobre la Prehistoria en Benalmádena son:

§  Cueva del Toro
§  Cueva del Sahara
§  Cueva de la Zorrera
§  Cueva de los Botijos
§  Cueva I del sector Gil
§  “Otras dos cuevas”3
§  Yacimiento Arroyo de Casablanca
§  Yacimiento del Castillejo
§  Cerro del Piojo
§  Poblado de la Era

Cada uno de estos enclaves ha sido estudiado con resultado de diverso interés. Algunos de ellos son actualmente inaccesibles para profundizar en su investigación y otros permanecen sin apenas investigar. El período acerca del que nos aportan datos abarca de la cultura Solutrense (Cueva del Toro) hasta los primeros contactos con civilizaciones históricas o protohistoria (Poblado de la Era).

Por su interés y guiados por la documentación encontrada estudiaremos exclusivamente los cuatro primeros yacimientos.

La Cueva del Toro.

Paleolítico Superior

La primera constancia de ocupación humana en el municipio de Benalmádena se remonta al Paleolítico Superior, concretamente en el santuario de la Cueva del Toro, de cultura Solutrense, como ocurre en el resto de la bahía de Málaga, consecuencia de un momento de mejora climática. No existen, por el momento, yacimientos habitacionales del mismo periodo en esta zona que se puedan relacionar con el santuario, aunque hay autores que lo vinculan con la Cueva del Bahondillo.

El Solutrense aparece ya en Andalucía en su etapa de consolidación, del 20.000-19.000 al 14.000 B.P., coincidiendo, como he dicho, con una etapa de menos rigor climático, que favorecen llegada de nuevas poblaciones.

En cuanto al tipo de población, es la especie Homo Sapiens Sapiens la que en mayor número de yacimientos se documenta en la zona de Málaga4. Su economía se basa principalmente en una actividad predadora: recolección5 y caza6, con grupos de cazadores especializados - y por tanto, de gran movilidad - cuyas técnicas de caza bien pudieran ser la persecución, el acecho, el trampeo o el acoso. Su hábitat, por los vestigios que conocemos, fue  preferentemente la cueva; sin embargo, no hay que descartar los campamentos al aire libre (sobre todo, teniendo en cuenta el clima favorable y benigno de la zona).

La escasez de medios para sobrevivir nos hace pensar en grupos reducidos, unidos por lazos de parentesco, de fácil movilidad, con un alto índice de mortalidad entre la población infantil y diezmado por las enfermedades y los peligros naturales. En cuanto al tipo de herramientas (se da el caso insólito de que se conoce mejor su arte que sus industrias) la gran innovación del Solutrense es el retoque invasor,7 que da lugar a las puntas foliaceas: hojas de laurel, puntas de pedúnculo, de base cóncava, aletas, etc. Utilizaban el fuego y posiblemente la división del trabajo era por sexos y edades: adultos y jóvenes se dedicarían a la caza y mujeres y niños a la recolección y a tareas en el hogar.

La llegada de los pobladores que desarrollan la cultura Solutrense supuso el auge de pinturas en cuevas, convirtiendo en verdaderos lienzos árticos las paredes y columnas de muchas de ellas. En la provincia de Málaga, además, contamos con la máxima concentración de Andalucía de grutas con testimonios prehistóricos.

Historiografía

La primera referencia que se tiene de la Cueva del Toro es la que hace Giménez Reina en su memoria arqueológica de la provincia de Málaga. En el capítulo dedicado a cuevas de Torremolinos habla de la cueva del Carramolo8, de la que tiene noticias pero que no ha identificado ni visitado. Posteriormente, en el capítulo “Otros restos de época prehistórica” dice que la Sociedad Malagueña de Ciencias cuenta en su colección con piezas de la cueva. 

La bibliografía arqueológica posterior no se ocupa de la Cueva del Toro hasta el inicio de la década de los setenta. En 1969 un vecino de la localidad alertó a Giménez Gómez de las excursiones de un extranjero a la cueva. Tras una ardua búsqueda la encontraron y en su primera exploración sólo recorrieron la primera sala. Su interés les hizo volver meses más tarde y descubrir la sala mayor. Realizaron un examen más exhaustivo en el que encontraron  vestigios de pintura roja con la forma aparente de un animal. Este hallazgo fue notificado a la Delegación Provincial de Bellas Artes de Málaga, enriqueciendo de esta forma, las aportaciones malagueñas a los registros iconográficos de adscripción mediterránea.                                         

Dos años después, en 1971, se une a la investigación del hallazgo el profesor Javier Fortea Pérez. Se toman los primeros calcos y fotografías de las pinturas y también se realiza la planimetría de la cueva. En la revista Zephyrus 1972-1973 de la Universidad de Salamanca se publica un artículo con las conclusiones del estudio.   Posteriormente, en 1978, como resultado de una segunda visita a la cueva, se lleva a cabo una nueva publicación con nuevos datos, como la existencia de   más   pinturas     que habían pasado inadvertidas en la primera  expedición. En 1994, el profesor            José  Luis Sanchidrian  Torti9, visita la cueva  con  los profesores de   la  Universidad  de Málaga Dra. Baldomero Navarro y  Dr. Ferrer Palma y hace  un nuevo reconocimiento más exhaustivo de la cueva.

Localización y descripción de la Cueva

Su localización, afortunadamente, es difícil: se encuentra en un farallón rocoso en la ladera del monte Calamorro10, a una altura de 500 m. En la actualidad la entrada  está protegida por una cancela colocada por el Ayuntamiento de la localidad. A instancia del Arqueólogo Municipal Gonzalo Pineda de las Infantas Beato se está procediendo a una valoración del estado de conservación de las pinturas por parte de un equipo dirigido por la conservadora Carmen Román del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico.

Se accede a la cueva  por una gatera que llega a la llamada “Sala Pequeña”  comunicada con la “Sala Grande” de 12 m2 por 13 de alto, con un el eje longitudinal de 20,5 m.  En la segunda expedición del profesor Fortea se apreció la realización de excavaciones furtivas dentro de la cueva que habían rebajado el coluvión de la sala central  y  como consecuencia afloraron  nuevas pinturas. En la sala mayor se encuentra sólo una pared apta para la pintura y en ella aparece un bóvido acéfalo

Descripción y interpretación de las pinturas.

Pero este bóvido no es la única pintura de la cueva. Existen otras, hasta seis grupos, que son bien distintas tanto por su temática como por su localización.

 El primer grupo de la entrada lo componen tres trazos verticales casi paralelos, de color rojo, de unos 18 cm. de largo. A continuación, los signos que preceden al tema central son tres puntos rojos de unos tres centímetros de diámetro, situados a la derecha del bóvido y a nivel del suelo. El tercer grupo, a 10 metros de los tres trazos de la entrada, corresponde al bóvido acéfalo de la Sala Grande, rodeado de dudosas puntuaciones negras. Después se aprecia un signo, frente al tema central, de color rojo que se asemeja una especie de H; su trazo no es continuo, sino la unión de una apretada serie de puntos. A menos de dos metros del conjunto central y hacia el interior se encuentra otro grupo formado por cuatro puntos cuadrangulares con vértices redondeados en un lado y dos trazos rojos en el otro. Y por último, al fondo de la cueva, a 7 m del panel central, en un lugar de difícil acceso y localización, se visualizan dos puntos rojos de 2 cm. de diámetro11.

Esta distribución coincide plenamente con la teoría de A. Leroi-Gourhan referente al significado y la localización de figuras en un santuario paleolítico, según una planificación coherente y organizada. Es decir: signos de entrada, panel central y signos al fondo.

El número de pinturas se establece en función del espacio: en este caso en que la cavidad es pequeña, sólo se muestra un lienzo central, en contraposición a las grandes cuevas con varios paneles.

Panel Central con el bóvido acéfalo

El panel central se encuentra en la zona más espaciosa de la cueva y en la única pared adecuada para este fin, se observa el bóvido intencionadamente acéfalo, solitario, lo que le da un carácter especial; aparece de perfil absoluto en perspectiva lateral plana, de color rojo fuerte y rodeado de puntos negros en la zona del pecho; es un dibujo sólo del contorno, sin detalles anatómicos; no aparecen gravados. En cuanto a las dimensiones, son de 53 x 43 cms. y se encuentra a una distancia media del suelo12. Su representación desde el punto de vista morfológico, muestra las patas una por par y sólo en su cuarto superior; los cuartos traseros están apenas iniciados y únicamente a parece el arranque de la cerviz y la mandíbula inferior. La línea del vientre presenta una interrupción hacia la mitad y por su forma corresponde a lo que se conoce como vientre “grávido”, que forma una curva en forma de M. El profesor Fortea sugiere que presenta un aspecto arcaico. En cuanto al interior de la figura se aprecia una línea cercana al vientre que puede ser interpretada como un intento de reflejar el pelaje del animal. La línea cérvico-dorsal presenta un trazo más grueso y contundente de rojo más intenso. El resto del trazo es más fino y de tonalidad más clara. La figura aparece rodeada en su parte delantera de signos ideomorfos, plenos circulares; por tanto, tenemos, como ya es generalizado en otros santuarios de Andalucía, un único cuadrúpedo axial unido a un grupo de varios ideogramas13.

La gama de colores es pobre: sólo observamos el rojo y el negro, como en prácticamente todas las cuevas andaluzas, excluyendo el amarillo y los gravados. También responde al binomio animal-signo predominante en la región, que como la mayor parte de las manifestaciones artísticas de Andalucía se inscriben en el mundo mediterráneo o ibérico y por tanto presentan una extraordinaria analogía con el resto de pinturas de la zona.

 Si bien la Cueva del Toro es para algunos el santuario más simple de entre los andaluces, mantiene el esquema básico común: una entrada con una serie de líneas, la sala central con el tema fundamental: uro-signos y por último al fondo de la gruta dos arquetipos simbólicos. En palabras de Sanchidrián la cueva presenta  una trayectoria continua con una composición unitaria y nuclear.

Cabe concluir, entre otras cosas, que para su ejecución sólo hiciera falta una persona, dado la altura a la que fue pintada y la estrechez del lugar.

Los santuarios con representaciones parietales prehistóricas están estrechamente ligados al mundo espiritual y son muy importantes en las religiones arcaicas. Se trata de lugares de iniciación, o de unión entre distintos grupos; o hitos de demarcación; lugares en que se vincula el mundo sobrenatural y el terrenal a través de las cualidades del animal (totemismo). Las representaciones pictóricas pueden recibir una interpretación sexual, o de magia propiciatoria o de reproducción o meramente el arte por el arte. No parecen responder a la formula animal consumido-animal representado. Los enfoques que admite el análisis del arte Paleolítico son, como vemos, muy variados. En Andalucía, para los estadios tardíos del Solutrense y para el Magdaleniense se realiza en función de análisis comparativos con Parpalló y La Pileta.

No se conoce un espacio habitacional cercano a nuestro yacimiento, aunque hay quien propone la cueva del Bahondillo como hábitat relacionado.

Lo curioso de estas pinturas es que no obedecen al esquema propuesto también por Leroi-Gourhan según el cual el panel central recoge figuras de bóvidos-Caballo. Tenemos el toro que representa lo femenino; falta el caballo, lo masculino. Ahora bien, Fortea apunta la posibilidad de interpretar los signos o puntos como la parte masculina; Es decir, sería una variante del tema bóvido-caballo, con todo el significado de complementariedad y oposición de los principios masculino y femenino. También se apunta a la posibilidad de que estas representaciones encierren mensajes gráficos codificados muy propios de la cultura Solutrense malagueña y que los signos o puntos correspondan a combinaciones abstractas normalizadas, bautizadas como “oraciones”, lo que de alguna forma coordinaría las asociaciones entre los ideomorfos. Por otra parte, la tendencia general es el dualismo: motivos cuadrangulares-cierva y motivos circulares-bovinos. En el caso que nos ocupa no cabe aplicar esta teoría al darse círculos y cuadrados.

La expresión artística, por la coincidencia de características comunes que comparten los santuarios que jalonan más de 300 Km., desde La Pileta en Málaga hasta Almaceta en Almería, puede llevarnos a pensar en la posibilidad de contactos entre grupos con lo que surgiría una transmisión de información e ideas.

 Cronología

Desde el punto de vista estilístico la pintura del toro puede identificarse dentro del Solutrense Superior-Magdaleniense inferior, aunque con un cierto aire de arcaísmo. Con relación a pinturas de cuevas relativamente cercanas (Trinidad de Ardales, Nerja, La Pileta y otras) podemos, también, colocarla en el Solutrense.

Si hacemos un análisis desde el punto de vista conceptual tenemos que volver a la hipótesis bóvido-caballo que, cronológicamente, se sitúa en el Solutrense o Magdalenienses inferior o medio. En cuanto al acefalismo también correspondería al mismo periodo. Por otra parte, existe la hipótesis de que los trazos pareados corresponden a la cultura Solutrense. Para el  doctor Ferrer Palma la Cueva del toro pertenece claramente a los momentos finales de la fase avanzada del Solutrense. Sanchidrián también mantiene esta cronología, situándola en lo que él llama Solutrense reciente, junto con la Pileta, Nerja, Trinidad y Navarro entre otras. Fortea y Giménez, en el primer estudio, después de una comparación con los yacimientos prehistóricos malagueños que se conocen en ese momento (1971), apunta que la Cueva del Toro se puede situar en un ambiguo Solutrense-magdaleniense. En 1978, como ya queda dicho, tras el descubrimiento de nuevas pinturas, publicará una revisión que, sin embargo, sitúa las pinturas en un momento antiguo del Solutrense o Solutrense Inferior. Esta última teoría es contraria todas las demás por lo que la adscripción al Solutrense Superior o avanzado es la más compartida.


La Cueva del Sahara y las Cuevas de la Zorrera y de los Botijos.

El Neolítico en Benalmádena está representado por las Cuevas de la Zorrera y los Botijos y por la Cueva del Sahara. Sin embargo, podemos hablar de otros tres yacimientos en la misma zona de farallón de la Sierrezuela: Cueva I del sector Gil, documentada por el Grupo de Exploraciones Subterráneas en 1972,  y las dos dadas a conocer por Ferrer y Ortiz, e incluidas sólo como referencia en el Catálogo de Yacimientos de la Provincia de Málaga14 sin que hasta el momento se haya publicado nada al respecto.
El estado tan precario de estas cuevas y las circunstancias en que fueron estudiadas, hacen que los datos aportados sean escasos. Ya a finales de los setenta se encontraban en peligro de derrumbe y, por tanto, se descartó una excavación arqueológica más rigurosa. Todo ello nos lleva a realizar un estudio comparativo con otras cuevas de la zona, que nos ayudara a comprender mejor cómo vivían los pobladores neolíticos de estos yacimientos.                     
          

La fijación de una cronología para el Neolítico andaluz es muy controvertida, sin acuerdo hasta el momento. Si difícil es fijar su inicio, más lo es señalar su final. A modo de guía podemos hablar del transcurso del sexto milenio a.C. para sus comienzos y finales del cuarto e inicio del tercero para su finalización.

El despegue demográfico es, sin duda, una de las características más significativas del Neolítico. Se produce una dispersión de la población hacia nuevos lugares de abastecimiento. Aunque el hombre sigue dependiendo de la recolección, la caza ha pasado a un segundo plano y será la explotación ganadera la que adquiera un crecimiento importante15. Por otra parte, la agricultura de subsistencia nos llega plenamente desarrollada basadas en el cultivo del trigo.

Los lazos sociales siguen siendo de parentesco próximo y los grupos serían pequeños, muy distribuidos para abarcar un área más amplia de abastecimiento y con carácter sedentario. La diferencia entre los distintos componentes del grupo no debía de ser destacable: estamos hablando de una comunidad de tipo igualitario. Los hogares, al menos los que se conservan, serían unos en cuevas y quizás otros, de carácter temporal, al aire libre.

En cuanto a la industria lítica, aparece la piedra pulimentada ( hachas y  azuelas, escoplos, molinos de mano, mazas de moler) y la técnica laminar produce herramientas de mayor tamaño, mientras que por otro lado la demanda de hojas de pequeñas dimensiones para trabajos agrícolas, se centra en cuchillos y elementos articulados en mangos de hoces.  Se consolida la técnica por abrasión y se pulen distintos materiales pétreos como la diorita o la diabasa.

El hueso es otro de los materiales que se utiliza para la fabricación de punzones, agujas y espátulas, empleados para la elaboración de sus vestidos, adornos, colorantes, redes y para otras actividades surgidas al hilo de la nueva de economía.

La aparición de la cerámica tiene un carácter meramente funcional,  es decir se emplea para elaborar contendores con que transportar y almacenar líquidos o para cocinar. Son de forma globular con asas-pitorros. Aparecen también objetos nuevos, no funcionales, sino “de lujo”, como  brazaletes de mármol  y de  pizarra, cuentas de collar, anillos y pulseras.


La Cultura de la Cuevas


La nueva formula para la obtención de recursos permitió que el hombre se vinculase definitivamente a un territorio; a un lugar que le ofrecía lo que necesitaba para su subsistencia. Se puede hablar de economía de producción doméstica. Por primera vez podemos pensar en sedentarismo y consecuentemente en la utilización de las cuevas como vivienda habitual.  La nueva situación supuso también un cambio social: ahora se buscan lugares de reunión algo más permanentes; se empiezan a utilizar nuevas herramientas como el molino de mano y mazas de moler para preparar el cereal; se tiende al uso comunal de estos utensilios al ser la división del trabajo por sexos; aparece la primera estructura artesanal en torno a la cerámica y surgirán también objetos de ocio y de lujo.
Se ha producido, tras pasar el listón del 5.000 a.C., una transición económica-social y la nueva cultura se ha consolidado extendiendo los nuevos sistemas de producción y señalando un periodo de esplendor del Neolítico andaluz  Es lo que conocemos como “Cultura de la Cuevas con cerámica decorada de Andalucía oriental”.

El área de mayor expansión de este nuevo modelo de producción será principalmente una franja que abarcará todo el litoral malagueño.

Las Cuevas de Benalmádena

Por la riqueza del material cerámico y por la ubicación del hábitat en grutas naturales podemos afirmar que los yacimientos neolíticos de Benalmádena están adscritos a la Cultura de la Cuevas, que abarca fundamentalmente la fase del Neolítico Medio.

Historiografía

La primera prospección de la que tenemos conocimiento, realizada en una cueva de Benalmádena, se hizo en la llamada Cueva del Sahara, en agosto de 1961. De los resultados obtenidos Braun  realizó una publicación dos años después en Francia.

Tenemos la primera noticia de las Cuevas de los Botijos y de la Zorrera  a través de Grupo Espeleológico de Málaga (G.E.M.A.), que entre los años 1965 y 1967 las descubrieron, de forma fortuita. Se realizó una apresurada recogida de material por miembros de la asociación, sin la colaboración de arqueólogos. Esto, unido al peligro de derrumbe, (que hizo inviable su excavación), nos impide obtener un  estudio estratigráfico fiable.

La profesora Carmen Olaria de Gusi, de la Universidad de Jaume I de Castellón de la Plana, en una visita al Museo Precolombino y Arqueológico de Benalmádena, tuvo ocasión de observar parte del ajuar encontrado en las cuevas, interesada en él, realizó un  estudio que fue publicado por el Ayuntamiento de la localidad.
La tesis doctoral “La Cultura de la Cuevas con Cerámica Decorada en Andalucía Oriental” de Navarrete enciso supuso una inestimable aportación a los estudios de los yacimientos benalmadenses, sobre todo en lo que se refiere a la búsqueda de  restos en colecciones privadas y a su extensa documentación fotográfica.

Los catálogos del Museo Arqueológico y Precolombino de Benalmádena, bajo la dirección de D. Felipe Orlando, también se suman a la bibliografía, especialmente en  lo que se refiere a los distintos restos de cerámica y adornos que se encuentran expuestos o en depósito en esta institución.

Localización y descripción de las cuevas

           La Cueva del Sahara, según algunos autores, está situada en “La Serrezuela”, muy cerca del pueblo de Benalmádena, a unos 2 Km. de la costa. Sin embargo, en la actualidad nada se sabe de ella y tan sólo aparece citada en la bibliografía que  reseñamos.

Las Cuevas de la Zorrera y de los Botijos, como la anterior, también se encuentran enclavadas en el municipio de Benalmádena, a 2 Km de la línea de costa, también en el farallón de la Sierrezuela, en la zona sur. Es un lugar soleado y con vegetación de tomillo, esparto, palmitos y monte bajo. Este corte pertenece a la Sierra de Mijas y está constituido por calizas jurásicas. Posiblemente se encuentren comunicadas por algunas de sus bocas, ya que se hallan a menos de quinientos metros una de las otra. 

En la obra “Las cuevas de los Botijos y de la Zorrera”  podemos encontrar la descripción de las cuevas. La autora no refiere si las visitó, todo nos hace pensar que la información le fue facilitada por el Grupo Espeleológico de Málaga (G.E.M.A.)

La entrada de la Cueva de la Zorrera es una grieta de reducidas dimensiones en la roca. En su interior, una intrincada red de angostas galerías de 200 m. de longitud desemboca en la pequeña “Sala del Colgante”, cuyo suelo está cubierto de rocas desprendidas del techo. A continuación, ascendiendo por una rampa, se llega a la “Sala de los Enterramientos”, donde se encontraron abundantes restos antropológicos, en  mal estado de conservación. Otras galerías sin salida y varios pozos que conducen a una sima sobre la primitiva entrada, conforman el resto de la cueva.

La Cueva de los Botijos tiene su entrada casi totalmente cerrada por el desprendimiento de rocas. Una sima de 3 metros de profundidad da paso a la bifurcación de dos galerías, una las cuales se halla obstruida y la otra da paso a un laberinto de estrechas y peligrosas grietas. Descendiendo por una nueva sima de 8 metros de profundidad y tras un pasadizo de 5 metros, se llega a una sala de 6 metros de larga por 30 metros de altura, con gran cantidad de roca desprendida de la bóveda, que recibió el nombre de “Sala de las Pulseras”.  Aquí se encontró gran cantidad de material arqueológico esparcido por la superficie y aplastado por las rocas caídas. También había huesos humanos diseminados y muy fragmentados por toda la sala. Mucho material se perdió, entre ellos un hogar y la mayoría de los restos humanos. Más adelante, siguiendo por estrechos corredores, se llega a las “Galerías Altas”.

Estas cuevas nos demuestran la intensa ocupación que tuvo la zona a finales del V milenio y principios del IV a.C. 

Descripción e interpretación de los restos hallados

Las cuevas Neolíticas de Benalmádena atesoraban un interesante ajuar, no sólo por la abundancia de material (superan el millar de fragmentos), sino también por la riqueza decorativa de sus cerámicas y la variedad de formas. A esto se une su importancia como nuevo testimonio para desentrañar la problemática del Neolítico andaluz y el de la provincia de Málaga en concreto.

Material de la Cueva del Sahara.

La industria lítica está representada en esta cueva por pequeñas hojas de sílex de sección triangular o trapezoidal, un alisador y un disco perforado. También se recoge en la bibliografía la presencia de restos de una hoz en sílex, no reconocido en la publicación de Braun. Entre el  material óseo se incluyen un peine y un punzón. Hay también conchas de moluscos perforadas, posiblemente para ser colgadas por  un cordón del cuello y una fusayola16.

En cuanto a la cerámica es de hechura basta, con grueso desengrasante en la trama; las formas son variadas: hay pequeños cuencos poco profundos, de boca abierta; cuencos más profundos con las bocas menos abiertas; vasos globulares con cuellos cilíndricos; cuencos esféricos o semiesféricos.
Aunque predomina la cerámica lisa, se observan elementos decorativos como los siguientes: cordones lisos en relieve, incisiones en líneas horizontales y verticales, líneas incisas rectas o describiendo curvas, puntillado o combinación de todo lo anterior.

Material de la Cueva de la Zorrera y de la Cueva de los Botijos

 Navarrete Enciso, dada la cercanía y la posible conexión  por una de sus bocas, nos dice que ambas grutas pueden incluirse en el mismo grupo de cuevas malagueñas costeras, por lo que las trataremos aquí en un solo apartado.

En cuanto a los restos antropológicos,  en la Cueva de la Zorrera se encontraron   cuatro maxilares inferiores de cierta robustez y diversos huesos largos muy fragmentados, pero debido a su descontextualización y a la falta de estudio, no aportan información veraz, aunque sí se puede hablar de prácticas rituales funerarias. 

Con respecto a los abundantes restos humanos de la Cueva de los Botijos y la falta de hogares, para Navarrete Enciso parecen indicar solamente la utilización del yacimiento para enterramientos.

   Parte del material lítico encontrado17 es de sílex (raspadores, cuchillos, lascas) o de piedra jaspeada o negra, siempre bien trabajado y perfectamente pulimentada. Otras piezas líticas son un molino aplanado de piedra caliza (440 mm x 270 mm) y una amoladera.  También se hallaron cinco hachas de diorita, serpentina y basalto18, otra hacha de mármol veteado, una hachuela de calcita y otra de mármol grisáceo19.
La cerámica decorada es aquí más abundante que la lisa (79%). Las técnicas utilizadas son muy variadas e incluso a veces se combinan impresión con peine, ántix de valva o digitales, puntillado con punzón o peine, incisiones con punzón o sílex, (describiendo círculos, rosetas, triángulos, puntos y rayas), y nervaduras o cordones.  Es de buena calidad, de superficie bien tratada y bien bruñida.

 Los materiales cerámicos de la Cueva de los Botijos son más numerosos y de mejor calidad que los de la Cueva de la Zorrera, que presentan más tosquedad y pobreza, aunque existe gran conexión tipológica.

Así pues, podemos dividir los restos cerámicos según su factura sea tosca o fina. Y en cuanto a su decoración, lisa y decorada.

En la cerámica fina el engobe es de buena calidad, casi siempre de color rojo, a la almagra y con un bruñido uniforme excelente, al igual que la cocción. La tosca, sin embargo, carece de engobe y la cocción es defectuosa.

En cuanto a las formas, las hay fundamentalmente globulares y ovoides: cuencos esféricos y semiesféricos y vasos globulares y de cuello alto y estrechos.

Un elemento a destacar, por su carácter local, es el tipo de asa-pitorro. En  la Cueva de los botijos, los alfareros se especializaron de tal forma en esta producción tan típica que le ha dado carisma y nombre a la comunidad, de ahí el apelativo por la que es conocida. A veces este tipo de asideros ha ido asociado a otras formas: la variedad de asas-pitorros va desde las que se sitúan cerca del borde; las del pitorro circular con puente perforado o no; las de mamelón en múltiples variante, la vertical; las de pitorro sobre asa de cinta con puente, también, perforado o no y las de asa de cinta sin puente entre otras.

Otros de los elementos del ajuar, especialmente en la Cueva de los Botijos, lo constituyen brazaletes de calcita y de mármol, de gran anchura, en su mayoría decorados y con perforaciones, aunque también los hay lisos.

El resto del material son elementos de adorno: colgantes de hueso, colmillo y  concha; una cuenta de collar circular; una pulsera sobre  concha  (pecten);  una  lapa  y  una  concha de caracol marino, ambos  perforados.
 De los colgantes cabe destacar un amuleto de mármol veteado41,estrangulado en su parte central, de los llamados “cola de violín (es posible, según la profesora Olaria de Gusi, que se tratara de un pequeño ídolo).

 

Cronología


A falta de un estudio riguroso de los yacimientos, con las piezas carentes de información arqueológica y sin datos estratigráficos, es muy difícil situar cronológicamente los restos encontrados. El estudio del material fuera de su contexto no nos puede ofrecer una aproximación definitiva ni concluyente. Sin embargo, sí podemos presumir que las cuevas pertenecen al mismo momento cultural y cronológico. Tomando como fósil director los fragmentos de cerámica,  tras un estudio estadístico de sus tipos, formas, decoración, variedad de asas, superficies y engobes, la Dra. Olaria de Gusi propone su permanencia a un Eneolítico inicial, con una fuerte influencia de la cultura del Neolítico final, cuya datación podría situarse en el límite cronológico entre el IV y el III milenio; El Dr. Ferrer Palma, tras exponer las dudas que supone no contar con unas secuencia estratigráfica fiable, apunta la posibilidad de un Neolítico Medio o Final, traspasando el listón del 5.000 a. C.; Navarrete Enciso en la primera parte de su obra hace una relación amplia de distintos investigadores (Boch, Pericot, Martínez de Sata Olalla, Tarradell, Pla Balleste, Anas Marías Muñoz) y de las diversas teorías sobre los periodos y cronologías del Neolítico, sin que se pronuncie por ninguno.