Katharine
Stewart-Murray: «La Duquesa Roja››
El grandísimo José Saramago, escritor y
Premio Nobel luso, dejó escrito que «Hay que recuperar, mantener y transmitir
la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la
indiferencia››. Suscribo ese deseo, y en homenaje a esa memoria recupero a un
personaje carismático, y poco conocido en nuestro país como es la británica Katharine
Stewart-Murray (1874-1960) futura duquesa de Atholl.
Katharine
fue una aristócrata escocesa nacida en Edimburgo cuya actividad política se
inició cuando era muy joven en su país natal, Escocia. En 1923 fue la primera
mujer en ocupar un escaño en el Parlamento británico y fue, ante todo, una
feroz luchadora demócrata contra el fascismo que comenzaba a despuntar en
Europa, oponiéndose firmemente, por ejemplo, a la invasión italiana de Etiopía
(octubre, 1935-mayo, 1936). Fue uno de sus caballos de batalla contra los que
luchó incansablemente y, en especial, durante los últimos años de la década de
1920, cuando nuestra protagonista inicia un viraje político que le supuso la
caída en desgracia dentro del Partido Conservador, concentrando sus impulsos en
hacer campaña contra la opresión soviética. Sobre este asunto publicó en 1930 el
libro The Conscription of a People. Como se sabe, Gran Bretaña había
roto sus relaciones diplomáticas con la URSS en 1927 y durante la siguiente
década, hasta 1941 que ambos países se unieron en la coalición anti-Hitler, la
relación fue muy inestable.
Detractora de los radicalismos (de
izquierdas y derechas) y anticomunista convencida, arremetió contra la Unión
Soviética al considerar que sus prácticas ponían en entredicho, como escribió
en el libro ya citado, los derechos humanos; derechos por los que Katharine sí
lucho valientemente y sin tregua, especialmente por las terribles prácticas ejercidas
(ablaciones genitales) sobre las mujeres africanas. En esta lucha no estuvo
sola, otra renombrada parlamentaria Eleanor Rathbone (1872-1946), miembro
independiente del parlamento británico y activista en defensa de la retribución
familiar y los derechos de las mujeres, se unió a sus demandas. Sobre este
asunto Katharine no se había destacado hasta estos momentos como feminista,
manifestándose, por citar un ejemplo, contraria a conceder el voto a las
mujeres --como, por otra parte, sería el caso de una de nuestras primeras
diputadas: Victoria Kent, quien, como la escocesa, entendía que las mujeres no
estaban preparadas para tal responsabilidad--. No obstante, durante estos años,
Katharine también va a dar un significativo viraje asociándose con Sylvia
Pankhurst (1882-1960), quien lideraba el movimiento sufragista inglés, hacía
campaña contra la pobreza y advertía, como Katharine, del peligro fascista en
toda Europa.
En 1936, momento álgido en que el
nazi-fascismo se alía para intervenir en nuestra guerra (Incivil), Katharine se
opuso radicalmente, en contra de la opinión de las potencias europeas, con el
Reino Unido a la cabeza, al pacto de no intervención aprobado por su Gobierno. Si
bien, como decíamos al principio, no compartía las ideas izquierdistas de la
República, no por ello dejaba de valorar la voluntad democrática de los que
defendían sus legítimos derechos. Intentó, infructuosamente, que Gran Bretaña
enviara ayuda militar al muy necesitado bando republicano, así, que, a título
particular y de forma voluntaria decidió tomar parte activa a favor de la
España republicana. La diputada escocesa comenzó a ser conocida desde entonces
como «la Duquesa Roja», codirigiendo, junto a la ya citada diputada Rathbone,
el llamado National Joint Committee for Spanish Relief, que englobaba a
más de cien organizaciones benéficas, tratando de aliviar los problemas más
apremiantes en la zona republicana, especialmente la falta de alimentos y medicinas.
Entre algunos de sus miembros destacamos a Geoffrey Theodore Garratt, Felicity
Ashbee, Leah Manning, Harry Pursey, Nancy Mitford, Peter Rodd, Frida Stewart o
Donald Darling
En 1937 Catharine formó parte de la primera
delegación de parlamentarias británicas que visitaban España, como la citada Rathbone
o Ellen Wilkinson (1891-1947), una política y escritora británica
laborista, que llegaría a ser ministra de Educación entre 1945 y 1947. Sin
embargo, a pesar de todo su empeño no convencieron a los miembros del
Parlamento británico sobre la necesidad de intervenir en el conflicto que aquí
se libraba y así frenar el avance del nazi-fascismo por Europa. Durante su
visita, la delegación británica, con el escritor extremeño Arturo Barea
(1897-1957) como intérprete (murió exiliado en Londres), fueron testigos
presenciales de los destrozos producidos por las bombas alemanas en ciudades
como Valencia, Barcelona y Madrid.
De vuelta en
Gran Bretaña, tras haber comprobado “in situ” los horrores de la contienda, se
reafirmaría en seguir batallando por ayudar, especialmente, a los niños
españoles, lo que le supuso por parte de la clase dirigente, no solo el
rechazo, sino la antipatía. Esta situación, llevada al límite por sus
oponentes, la llevaron a escribir varios artículos en la prensa británica. En 1938,
en la revista británica The War in Spain publicaría un artículo en el
que adelantaba su intención de dimitir y renunciar a su escaño en el Parlamento.
Era su respuesta a la reiterada decisión de Londres de no intervenir
militarmente a favor de los republicanos españoles y volvía a reiterar,
nuevamente, que la inhibición de su Gobierno ponía en bandeja al nazi-fascismo
el porvenir de la República.
Escribió sobre su experiencia en suelo español el libro Searchlight
on Spain (1938). Además de reflexionar sobre las consecuencias de la
contienda para la población civil, el libro constituye uno de los primeros
análisis históricos y políticos sobre los antecedentes de la Guerra Civil, un
libro que se convirtió inmediatamente en un éxito de ventas. Durante el
conflicto consiguió que cuatro mil niños obtuvieran refugio en el Reino Unido.
Tras su dimisión no volvió a presentarse más al
Parlamento e inició una campaña contra Hitler.
En 1958 publicó su autobiografía Working
Partnership.
Rosa M. Ballesteros García
Vicepresidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”