domingo, 19 de diciembre de 2021

FELICITACIÓN

                                                              FELICITACION

 

Superadas la confinación y las etapas más duras de la pandemia, felizmente el Ateneo ha conseguido culminar el primer trimestre de la primera temporada post-pandemia de la mano de todos aquellos valedores que luchan y porfían por no perder su Ateneo, y antes de aventurarse en el próximo trimestre, se impone el alto anual y la reflexión debida a las fiestas navideñas.

En primer lugar, y lamentando profundamente la irreparable pérdida definitiva de aquellos amigos que nos dejaron huella, es nuestro deseo, y el mío propio en particular, que todos nuestros allegados, simpatizantes y seguidores en general, disfruten de unas fiestas felices y animosas. Y también se lo deseamos a todos los que no simpatizan con nosotros ni con nuestra idea, e incluso a los que la reprueban, a los que no cejaremos en nuestra porfía por convencerlos de nuestra bonhomía. Y a los que no las comparten por no conocerlas, con los que tenemos una deuda de difusión permanente, les avanzamos que nuestras actividades culturales son reflejadas ya en varios periódicos digitales, (locales y provinciales). El Ateneo continuará publicando y difundiendo las colaboraciones que nos envíen nuestros amigos a los que animamos a continuar enviándonos por escrito todas las ideas y proposiciones que estén en su ánimo.

Confiamos en proseguir el próximo año nuestra labor cultural mediante la ayuda anhelada en asistencia y colaboraciones de todos  los  amigos ausentados temporalmente durante la pandemia y su confinación, y mediante la adquisición de otros muchos nuevos porque el Ateneo los necesita a todos, en un ambiente renovado, más libre y más seguro como el que nos permite las condiciones de uso de las nuevas instalaciones en La Casa de la Cultura y el horizonte inmediato de una vacunación generalizada, que aleje las posibilidades de sufrimiento padecido estos dos últimos años.

Queremos convertir a  2022 en un año positivo, un año de mejora y de superación o al menos de adaptación ventajosa a todos los problemas o estrés que nuestro entorno nos exige de forma constante y que enfrentamos para asentar nuestra supervivencia y mejorar nuestra capacidad de conocimiento y entendimiento.

El Ateneo se apresta a colaborar en este esfuerzo mediante un renovado y redoblado  espíritu de superación aportando nuestro grano de arena a la construcción de un mundo mejor mediante la difusión de la cultura en libertad.

A todos felices fiestas y próspero año nuevo.

 

                                                                   Jesús Lobillo Ríos

                                               Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

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jueves, 16 de diciembre de 2021

EL DERECHO A LA VIVIENDA. ALQUILERES

                                          TERTULIA DEL 15 DICIEMBRE DE 2021

                           "LA PROBLEMÁTICA DELOS ALQUILERES URBANOS"


Lola Lobillo desarrolló su tema ante una decena de amigos que participaron activamente en el debate posterior.  

domingo, 12 de diciembre de 2021

Ateneistas ilustres (II)

El Ateneo Científico y Literario de Madrid

Las mujeres que quisieron «adelantar el reloj de España» (II)

 

Rosa M. Ballesteros García

rosaballesterosgarcia@gmail.com

 

En nuestro anterior artículo hemos adelantado la historia y antecedentes de algunas de las instituciones inspiradas por ilustrados y liberales, antecedentes del Ateneo madrileño. También hicimos una reflexión de lo que supuso esta clase de instituciones para la formación de las mujeres de cierta clase social[1] y de qué forma fueron proliferando las agrupaciones feministas, especialmente, a partir del último tercio del siglo XIX, los años 20 y la época republicana donde agrupaciones como el Consejo Supremo Feminista de España[2], cuya primera presidenta fue la malagueña María Espinosa de los Monteros, la Unión Republicana Femenina, fundada por la ateneísta Clara Campoamor, la Unión de Mujeres Españolas (UME) o la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), entre otras, tuvieron su otra cara de la moneda con las secciones femeninas falangistas y otras ultraconservadoras como la Junta de Damas de la Unión Iberoamericana, con Pilar Contreras, las «Margaritas» —mujeres carlistas de Navarra—[3], la Asociación Femenina de Acción Nacional[4], vinculada al partido de Acción Nacional, con publicaciones propias, como Ellas, donde se incluían artículos en los que se criticaba el baile, el jazz, así como un  consultorio sentimental y otras, como la Asociación Femenina de Renovación Española o la Asociación Femenina Tradicionalista.

 

El Ateneo madrileño y sus socias. Las mujeres que lucharon por dejar de ser «marimachos, cerebritos y pedantuelas»

 

El Ateneo Científico y Literario madrileño que se había fundado en 1835, aprovechado los aires de libertad tras la muerte del nefasto Fernando VII tuvo a bien, varias décadas después, y a pesar del rechazo de algunos de los socios más antiguos, en admitir excepcionalmente «de vez en cuando la lectura de alguna mujer notable por sus trabajos en literatura». Tendrían que pasar varias décadas para que la magna institución pusiera su tribuna a disposición de una mujer, la escritora y dramaturga Rosario de Acuña (1850-1923). La noticia sorprendió a la sociedad, si bien no era la primera vez que esta mujer había dejado atónito al público madrileño con ocasión del estreno su obra Rienzi el tribuno en 1876[5].

Pero, ¿quién era esta valiente mujer? Rosario de Acuña y Villlanueva fue una escritora, pensadora y periodista y una de las más avanzadas vanguardistas y feministas. Librepensadora y republicana, entre sus obras destacamos El padre Juan, estrenada en 1891 con gran éxito de público y gran escándalo entre la reacción por su contenido anticlerical y como ninguna compañía estable se atrevió a ponerla en escena, Rosario tuvo que crear la propia. Su respuesta a un artículo sobre su actuación en el Ateneo afirmaba: «¡Justicia es lo que necesitamos, no galantería!». Firmó bajo el seudónimo de «Remigio Andrés Delafón». Tras Rosario, otras mujeres de mérito, ya citadas en el artículo anterior, fueron la pintora Alejandrina Gessler y la pianista María Luisa Guerra.

Al margen de estas pocas mujeres citadas, es la famosa escritora gallega Emilia Pardo Bazán (1851-1921) quien tiene el honor de haber sido la primera socia de número. A principios del siglo XX, concretamente en febrero de 1905, más de cincuenta socios progresistas presentaron a la Junta de Gobierno un escrito en el que se planteaba que las mujeres pudieran ser admitidas en la Docta Casa. Era por entonces su presidente el gaditano Segismundo Moret (1833-1913), quien fuera varias veces Ministro. Tras ella, ingresaron como socias de número tres andaluzas: la periodista, profesora y escritora almeriense Carmen de Burgos, la escritora y crítica literaria sevillana Blanca de los Ríos y la pintora cordobesa Rafaela Sánchez Aroca.

De la relación de socias extraordinarias del Ateneo madrileño hemos seleccionado escritoras como Magda Donato, Emilia Pardo Bazán, Blanca de los Ríos, Carlota O´Neill, Rosa Chacel, Acacia Uceta, Encarnación Aragoneses, más conocida por el seudónimo «Elena Fortún» y autora del personaje Antoñia la Fantástica; políticas como Margarita Nelken, María de la O Lejárraga, Clara Campoamor, Isabel Oyarzábal o Victoria Kent, que también ejercieron otras profesiones como escritoras o abogadas; filósofas como María Zambrano, hija de un veterano ateneísta; periodistas como Josefina Carabias; pintoras, como Rafaela Sánchez Aroca o médicas, como Elisa Soriano.

Varias de ellas tuvieron que exiliarse con la Guerra Civil (1936-1939) y algunas murieron sin poder regresar, como es el caso de María de la O Lejárraga, Isabel Oyarzábal, Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken o Carlota O´Neill. Tres de ellas regresaron después de largos años de ausencia: Rosa Chacel, María Zambrano o Josefina Carabias (Algunas fueron iniciadas en la Masonería). Entre las socias encontramos varias aristócratas, como las Marquesa de Mont Roig, la Condesa de Gomar (Ángela Villalobos), la Condesa de Requena (Gloria Collado), la Marquesa de Ayerbe (María Vinyals), conocida como la «Marquesa Roja» por su activismo social y especialmente la defensa de los derechos de las mujeres (militó en el PSOE) o la ya citada Rosario de Acuña, emparentada con la nobleza.

Entre las socias que se afiliaron durante los años de la República queremos destacar a la jovencísima Hildegart Rodríguez Carballeira, nacida en 1914 fue una niña prodigio que ya leía con dos años. A los dieciocho ya se había licenciado en Derecho, convirtiéndose en la abogada más joven de España y estudiaba dos nuevas carreras: Filosofía y Letras, y Medicina. Militó varios años en las Juventudes del PSOE y más tarde en el Partido Republicano Democrático Federal. Como educadora sexual realizó trabajos para la Liga Mundial para la Reforma Sexual. A los dieciocho años fue asesinada por su propia madre (una especie de Dr. Frankenstein que había querido crear un mito). Durante estos años se sumarían a la nómina del Ateneo una pléyade de mujeres, mayoritariamente, jóvenes y universitarias. De los nombres relacionados en la nómina del Ateneo encontramos a la hija de Carmen de Burgos (Colombine), María Álvarez, actriz y aspirante a escritora; Carmen Ruiz Moragas, hija de madre malagueña y padre manchego, actriz reconocida y más conocida por haber sido amante de Alfonso XIII y madre de dos de sus hijos. Había estado casada con el torero Rodolfo Gaona y fue compañera sentimental hasta su muerte del escritor republicano Juan Chabás. Por último, citar a Pilar Bahamonde, madre Francisco Franco, cuyo nombre aparece recogida en el libro de Ángeles Ezama: Las musas suben a la tribuna (2008).

Sobre la vida de alguna de estas mujeres ateneístas se han publicado varios libros: ensayos, memorias o biografías. De la malagueña Isabel Oyarzábal, por ejemplo, se han ocupado Antonina Rodrigo y quien esto escribe. También en otros formatos, como la televisión, con series como María querida, 2004 (sobre Zambrano), Clara Campoamor La mujer olvidada, emitida en 2011; Emilia Pardo Bazán. La condesa rebelde, 2011; Concepción Arenal, la visitadora de cárceles, 2012 o Las Sinsombrero, de 2015; o el capítulo dedicado a Colombine en RTVE: Mujeres en la historia. Incluso a la gran pantalla Fernando Fernán Gómez llevó la vida de Hildegart en el film titulado Mi hija Hildegart, estrenada en 1977, con Amparo Soler Leal (la madre) y Carmen Roldán (Hildegart).

 

            EL ATENEO LIBRE DE BENALMADENA

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[1] En esta ocasión no hemos incluido los ateneos obreros o populares que surgen, como contrapunto, para la formación de las clases obreras de la mano y de la tradición del movimiento republicano en las últimas décadas del siglo XIX.

[2] Que incluía a cinco grandes asociaciones como La Mujer del Porvenir, La Progresiva Femenina de Barcelona, la Liga para el Progreso de la Mujer y la Liga Concepción Arenal de Valencia y la ANME.

[3] Con el lema «Dios, Patria y Rey», con asociadas como: Anita Soloaga, Agustina Simón, Inés Egoscozabal, María Isabel Baleztena, son algunos de sus nombres.

[4] Cuyo lema era: «Religión, Familia, Libertad, Propiedad, Trabajo, Justicia y Orden».

[5] Se trata de un drama, un alegato contra la tiranía.

domingo, 5 de diciembre de 2021

Ateneistas ilustres (I)

Ateneo Científico y Literario de Madrid

Las mujeres que quisieron «adelantar el reloj de España» (I)

 

Rosa M. Ballesteros García

rosaballesterosgarcia@gmail.com

 

Actualmente, nuestro Ateneo Libre de Benalmádena, como todos los ateneos de nuestro país son difusores de cultura y centros que acogen a un número indeterminado de socios y «socias». Enfatizo el femenino porque no siempre ha sido así, como intentaremos resumir en los siguientes párrafos.

El decano de la institución es el Ateneo de Madrid, fundado en 1835 como Ateneo Científico y Literario[1] y por sus salones pasaron seis presidentes de Gobierno y casi todos los Premios Nobel españoles, políticos de la Segunda República e intelectuales de las generaciones del 98, del 14 y del 27; es decir, recordando la letra de un castizo chotis: «la crema de la intelectualidad». Sin embargo, como ya apuntamos, tuvieron que pasar 70 años para que las mujeres pudieran ser admitidas como socias, ya que no se les permitió acceder al derecho de la educación, de forma general e institucional, hasta principios del siglo XX. Hasta entonces, sólo unas pocas intelectuales tuvieron el privilegio de contarse entre esa «crema» pero… pasando por una especie de antesala como «socias de mérito», distinción que se otorgaba a quienes hubieran prestado «servicios eminentes» a la Institución. La primera mujer distinguida fue la pintora gaditana Alejandrina Gessler y Lacroix (1831-1907), conocida artísticamente como «Anselma». Era hija de ruso y malagueña, y también la primera artista femenina en ser admitida en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Como escritora, firmaba con el pseudónimo de «Fulana De Tal». A ella la siguió como «meritoria» la pianista de fama internacional María Luisa Guerra (1869-1949), argentina de ascendencia española. Otro de los nombres de los que se hizo eco la prensa fue la de la pianista y compositora, María Luisa Chevalier (1869-1891), invitada para actuar ante los socios. Pero tuvieron que pasar algunas décadas para aceptar, no sin polémica, a la primera socia de pleno derecho: Emilia Pardo-Bazán en 1905. De ella y de otras socias ilustres trataremos más adelante.

 

Los antecedentes: Junta de Damas de Honor y Mérito, Ateneo Artístico y Literario de Señoras.

 

Los primeros pasos que se habían dado para incorporar a las mujeres (mujeres de la aristocracia y de las clases medias ilustradas) a estos centros del saber se remontan al siglo XVIII y al círculo ilustrado de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País, que creó una sección separada en la que se admitieron varias socias «de mérito» como María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda (1767-1803) o María Josefa Alfonso Pimentel y Téllez Girón (1752-1804). Se denominó Junta de Damas de Honor y Mérito y fue autorizada por Real Orden en 1787. Sus principales defensores fueron Melchor Gaspar de Jovellanos (1744-1811), Francisco de Cabarrús (1752-1810) o la pedagoga zaragozana Josefa Amar y Borbón (1749-1833), entre otros. Su principal acción sería «establecer y radicar la buena educación, mejorar las costumbres con su ejemplo y con sus luces, introducir el amor al trabajo y fomentar la industria». Siguiendo esta premisa, en 1799 las mujeres lograron que Carlos IV les autorizara a dirigir la Real Inclusa de Madrid y el Colegio de Niñas de la Paz en 1807. En 1819 la Junta de Damas abrió la Escuela de Enseñanza Mutua para niñas y en 1838, la supervisión del Colegio de Huérfanas de la Unión. En 1860 se inauguró la Casa de Maternidad y en 1871, el Asilo de los Hijas de las Cigarreras. Finalmente, en 1920, La Junta de Damas obtuvo la personalidad jurídica propia para conseguir sus fines. En resumen, todos ellos los podríamos enclavar en lo que se suelen denominar «trabajos caritativos», desempeñados con frecuencia por las mujeres durante siglo XIX, antes de su verdadera incorporación al mercado laboral.

Al margen, o más bien paralelamente, sería durante lo que se conoce como «Sexenio Revolucionario» (1868 y 1873) cuando este tipo de actuaciones da un paso más allá de las actuaciones filantrópicas y de beneficencia que caracterizaba a la Junta de Damas. Con una visión más universalista y pedagógica, en 1869 se crea el Ateneo Artístico y Literario de Señoras, asociación de enseñanza universal, científica, religiosa y recreativa, promovida por Fernando de Castro, con la escritora madrileña Faustina Sáez de Melgar (1834-1895) y Concepción Arenal (1820-1893)[2]. Fue este un momento histórico en el que la educación empieza a estar influida por las ideas de krausismo que predicaba la coeducación. Como objetivo fundamental: la instrucción y formación que permitieran un medio de vida a la mujer, a quien empieza a verse individuo con derecho a una educación como ciudadana, unas ideas que beben del Krausismo​ y que serán el germen de la futura Institución Libre de enseñanza.

En esta misma línea de pensamiento surgen iniciativas como las Conferencias Dominicales para la Educación de la Mujer y la Escuela de Institutrices, ambas en 1869, que sería el punto de partida para la creación de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer (AEM) constituida en 1870 y en años siguientes las Escuelas de Comercio para Señoras (1878-1879), la Escuela de Correos y Telégrafos (1883) y las escuelas de Primera Enseñanza y Preparatoria, además de ofrecer clases de Idiomas, Música, Artes Aplicadas, Corte y Confección. Ya en el siglo XX se incorporará una Escuela de Mecanógrafas y otra de Delineantes. En este Ateneo participaron y colaboraron mujeres como Concepción Arenal, duquesa de la Torre (1831-1917), las escritoras Joaquina García Balmaseda (1837-1911) Emilia Álvarez Mijares de Real (1834-1909), Micaela Silva (1809-1889) o Dolores Cabrera Heredia (1828-1889), entre otras. Ya en 1906 aparece el Centro Iberoamericano de Cultura Popular Femenina.

 

El Lyceum Club y el Ateneo Femenino Margerit

 

Ya bien entrado el siglo XX las mujeres no se conformaban con lo conseguido, querían tener una «habitación propia», como decía Virginia Wolff, así que decidieron crear en Madrid en 1926, a imitación de los ya existentes en el extranjero, el Lyceum Club Femenino[3]. En 1932, durante los años de la Segunda República, nacieron otras organizaciones feministas, como el Ateneo Femenino Magerit, que fue el primer ateneo exclusivamente para mujeres, y que a las pocas semanas de abrir sus puertas ya contaba con cuatrocientas afiliadas que eran, sistemáticamente atacadas por la prensa conservadora y grupos ultras, como lo eran también las socias del Lyceum. Ambos tuvieron que hacer frente al acoso de los sectores sociales más conservadores. 1939 constituyó el final de la mayoría de estas asociaciones. El Lyceum, por ejemplo, fue confiscado por la Sección Femenina, que lo convirtió en el Club Medina. Muchas de las socias marcharon al exilio, como la escritora y dramaturga María Teresa León (compañera de Alberti), quien escribiría en su libro Memorias de la melancolía que se habían logrado cuotas, pero eran muchas las metas por alcanzar. Lo que no cabe duda es de que aquellas mujeres se habían propuesto «adelantar el reloj de España», un reloj que, a pesar de todo, no se ha conseguido poner aún en hora a la hora para las mujeres en nuestro país.

En el próximo artículo trataremos de algunas de las socias más relevantes de los Ateneos de Madrid y Barcelona, figuras imprescindibles para comprender la historia de unas mujeres extraordinarias, apenas conocidas.

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[1] En 1860 se fundaría el Ateneo catalán, cuyo manifiesto fundacional lo firman una serie de socias, entre ellas la escritora Aurora Bertrana, la periodista María Luz Morales o la escritora y atleta Anna M. Martínez-Sagi.

[2] Tuvo que ocultar su condición femenina vistiendo ropa masculina para poder asistir a las clases en la Universidad Central en 1841, matriculándose como oyente en la carrera de Derecho.

[3] En Barcelona se creó en junio de 1931, ya proclamada la 2ª República.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

TERTULIA DEL 1 DE DICIEMBRE DE 2021

                                                        EMILIA PARDO BAZAN



El Profesor GARCIA VELASCO expuso su conferencia ante una veintena de asistentes que participaron en un interesante debate al final de la misma.


lunes, 29 de noviembre de 2021

NOTICIAS DEL ATENEO

                                             Actividades de la vicepresidenta del Ateneo Dra. Ballesteros



domingo, 28 de noviembre de 2021

Alejandro Magno

                              ELOGIO DE  ALEJANDRO MAGNO

 

Muchos de los grandes personajes que se han hecho notar por sus logros, juzgados a veces como imperecederos, encierran en su devenir acontecimientos muchos menos honrosos que solo son visibles en las observaciones pormenorizadas, o no, que tratan de poner de manifiesto los orígenes o las consecuencias de sus actos. Es el caso de Alejandro Magno, posiblemente uno de los personajes más fascinantes de la historia, un auténtico ídolo que suscita una admiración  acrecentada  por verdaderas hagiografías que han ido rebajando paulatinamente los aspectos humanos de las flaquezas habidas en su privilegiada capacidad para hacer historia.

Alejandro nace en Macedonia, en el año 356 antes de nuestra era, hijo de Filipo II rey de Macedonia, un reino que no tenía nada de bárbaro según el concepto en que lo tenían los griegos. Recibió una educación exquisita en lo militar y en lo político de la mano de su padre, y en lo intelectual del sabio griego Aristóteles. Desarrolló aficiones a la música y a la caza. Físicamente era de tez y ojos claros, llevaba la cara rasurada y una melena abundante y suelta con una raya en el centro, es decir un joven atractivo al que solo le faltaba una adecuada estatura puesto que Alejandro III de Macedonia, el deshacedor del nudo gordiano medía tres codos, es decir, no alcanzaba el metro y medio de altura.

Obtiene una rápida maduración a partir  de sus veinte años en la lucha terrible por el control del poder a la muerte violenta de su progenitor. Alejandro elimina sin dudarlo a varios de los descendientes de los siete matrimonios habidos por su padre, incluido su propio y recién nacido hermanastro y algunos personajes influyentes y militares para aliarse con el resto del ejército al que asegura y mejora sus condiciones económicas y se obliga a mantener las promesas de expansión previstas.

Su demostrada capacidad militar y estratega son heredadas, así mismo, de su progenitor y fue condición necesaria para ser aceptado como jefe por las tropas ya acampadas previamente en espera de la liberación de las ciudades griegas de Asia. Las batallas del río Gránico, Isos y  la toma de Tiro son tres hitos de esta primera fase de su campaña liberadora que empezó con 22 años, después de haber dejado sometidas a las ciudades griegas, algo que ya había llevado a cabo ayudando a su predecesor.

La superioridad militar y técnica de su ejército, basada en las unidades básicas de caballería y de infantería dotadas de las famosas “sarisas” (lanzas de hasta 5 metros de largas), extraordinarias en el ataque pero inútiles en el cuerpo a cuerpo, también habían sido organizadas previamente.

Los éxitos obtenidos (y quizás el mensaje que recibiera en el templo de Amón en el oasis egipcio de Siwa) liberan en él unos deseos irrefrenables de poder que lo impulsan a  una guerra de venganza contra los persas en los que alternan los triunfos militares como el de la batalla de Gaugamela con actos censurables como el saqueo del Palacio Real de Persépolis. Pero su afán de poder no conoce límites y una vez eliminado Darío decide conquistar todo el imperio persa lo que empieza a despertar recelos y oposición entre sus generales que se conforman con el cuantioso botín ya obtenido y no desean una campaña tan larga.  Las rebeliones internas son neutralizadas con dureza y se cobraron la cabeza de Filotas uno de sus más próximos colaboradores y comandante de su caballería y lo que es peor la de su padre el general Parmenion cuyo prestigio venía de sus servicios al rey Filipo.

Alejandro Magno se fue orientalizando conforme avanzaba en su campaña y  sus conquistas. Comenzó a vestir ropajes persas, a adoptar sus costumbres y a admitir en la organización del ejército y en el gobierno de las satrapías a los súbditos de este imperio conquistado, en desdoro de sus compañeros macedonios. La gota que colmó el vaso ocurrió en una cena en Samarcanda, uno de los últimos puntos de conquista, en la que se suscitó una fuerte discusión entre los merecimientos de unos y otros con tanta tenacidad que en un momento determinado con los ardores del vino Alejandro mató a Clito, “el negro”, de una lanzada,  uno de sus principales amigos que, incluso, le había salvado la vida en la batalla de Gránico.

Los complots contra su vida aumentan pero mantiene la campaña alcanzando una gran victoria en la batalla del rio Hidaspes, en la que murió como un presagio su caballo Bucéfalo, pero al llegar al rio Beas la tropa macedonia con el veterano Ceno de portavoz, se niega a seguir y le conminan a que continúe sin ellos. Alejandro pese a su enfurecimiento se da por vencido. Dejaba atrás dieciocho mil kilómetros recorridos en los últimos ocho años y unos setecientos cincuenta mil asiáticos eliminados según las cifras oficiales, y la fundación de 70 nuevas ciudades, cincuenta de ellas con su nombre.

Alejandro Magno ejercía una atracción y un liderazgo indiscutible sobre sus soldados, a los que exigió obediencia ciega y sometimiento absolutos, que imitaban su forma de cabalgar, sus maneras de expresión y sus gestos. Todo en sus formas de administración fue grande, grandes sus empresas, sus fiestas y su generosidad con una tropa a la que enriqueció y permitió toda clase de desenfrenos, haciéndose famosos sus excesos con la bebida.

La vuelta forzada por sus generales marca uno de los mayores fracasos militares como lo fue la travesía del desierto de Makran en la que perecieron las tres cuartas partes de la tropa y que todavía hoy dudan sus estudiosos  si fue un error o un castigo por su comportamiento. Pero al llegar a Susa Alejandro organizó una orgía monstruosa con juegos, música y un concurso de beber vino puro que acabó con la vida de treinta y cinco de sus participantes, fiesta que fue superada poco después con la organización de las bodas  estivales, el festival más excepcional de todos los que organizaría, en la que cerca de un centenar de sus oficiales desposarían a otras tantas iranias de alta alcurnia en un intento notable por darle cohesión y consistencia a su magna empresa.

El propio Alejandro tomó en esta boda dos nuevas esposas, las persas Estatira y Parisátide por conveniencia política para asegurar su reinado sobre los aqueménidas, al margen de la bactriana Roxana considerada su verdadera esposa pero que carecía de estirpe real. Pese a la existencia de amantes como Barsine, la reina amazona Talestris o la soberana india Cleofis, su amor fue homosexual y perteneció a Hefestion, un lugarteniente de su guardia que le acompañó durante toda su campaña hasta su muerte en el motín de Opis, otra rebelión de sus tropas, ocurrida después de las bodas, que Alejandro acalló con promesas y fiestas.

A partir de este momento Alejandro ya totalmente orientalizado, se divinizó, un dios indiscutible e inapelable que pasó rápidamente a la inmortalidad tras ser envenenado a sus 32 años de vida en el  323. Los cuatro millones de kilómetros cuadrados conquistados fueron imposibles de mantener unidos. Una vez eliminada su propia descendencia se declara la guerra de los diácodos (generales) que se reparten sus conquistas destacando como triunfadores, “los antigónidas” que fundaron esta dinastía y reinaron en Macedonia, los “lágidas” que fundaron la dinastía ptolemaica gobernando Egipto y los “seléucidas” que fundaron este imperio. Dos siglos más tarde todos ellos serán provincias romanas.

Alejandro III de Macedonia, Hegemón de Grecia, Faraón de Egipto, Gran Rey de Media y Persia, más conocido como Alejandro Magno ha pasado a la historia como un gran civilizador que extendió la cultura griega, además de la destrucción y la muerte,  por todo el mundo conocido en su época, pero sus acciones no pueden considerarse ejemplares ni lo hacen un digno representante de ningún tipo de edificación moral. De sus seguidores e imitadores solo puede decirse que son pobres copias de un original plagado de fantasías en cuyas supuestas virtudes no conviene recrearse.

 

                                                               Jesús Lobillo Ríos

                                      Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                    “benaltertulias.blogspot.com”

 

Bibliografía: Robin Lane Fox:“Alejandro Magno Conquistador del  mundo”. Acantilado 2008.

jueves, 25 de noviembre de 2021

TERTULIA DEL 24 DE NOVIEMBRE DE 2021

                                                                     -CINE FORUM-

                                                                    "EL FIN DE ETA"


JESUS EGUIGUREN


LUIS AIZPEOLEA



Aproximadamente en centenar de asistentes asistió a la exhibición del documental y al interesante debate que le siguió.

domingo, 21 de noviembre de 2021

LUISA CASATI

                             Luisa Casati:  la mayor futurista del mundo

 

Rosa Mª Ballesteros García

rosaballesterosgarcia@gmail.com

Del mismo modo que otras musas, como Simonetta Vespucci, inspiró a Boticelli, o la cordobesa María Teresa López, la musa más retratada por Julio Romero de Torres, la milanesa Luisa Casati, marquesa por matrimonio, nacida en 1888, fue también musa e inspiración para escritores como Colette, poetas como D´Annunzio, su amante, que la llamaba «Coré» (como la diosa del inframundo griego) y «Divine Marquise» (en alusión al Marqués de Sade); fotógrafos como Adolf de Meyer, Cecil Beaton o Man Ray, así como diseñadores varios (posó con uno de los famosos vestidos Delphos de Fortuny) como Elsa Schiaparelli o Coco Chanel, quienes diseñaron también para su admirada Luisa. Ella misma afirmó: «Quiero ser una obra de arte viviente».

No era una belleza al uso; era exageradamente alta, muy delgada y tenía unos ojos enormes, verdes, pero saltones. En definitiva, nada hacía predecir que sería el modelo que epataría a todos los que la frecuentaban. Ella misma se reinventó convirtiéndose en la diva que llegó a fascinar a personalidades (nada sospechosas de sorprenderse) como Pablo Picasso, y para ello creó su propio look: se tiñó el pelo de un rojo rabioso, inmortalizado en las pinturas, blanqueó su piel con polvos (recordemos el retrato de Isabel I de Inglaterra). Sus ojos siempre aparecían sombreados de kohl negro, con pestañas postizas, e incluso se colocaba sobre sus cejas otras de terciopelo negro. Para rematar el maquillaje acostumbraba a utilizar belladona para mantener sus pupilas oscuras. Además, acostumbraba a vestir con atuendos ad hoc: turbantes, plumas, serpientes vivas a modo de collares (que inspirarán a Cartier) o trajes futuristas (visualizar a Victoria Abril o Rosy de Palma desfilando con Gaultier). Finalmente, acostumbraba a pasear por la calle, desnuda, bajo un abrigo de piel y acompañada de dos guepardos amarrados con sendas correas enjoyadas. Arruinada por sus excesos: sus caprichos pasaban por ser atendida por sirvientes desnudos y sentaba a su mesa a maniquíes de cera como convidados de piedra. Algunas fuentes apuntan que algunas de esas figuras servían de columbarios para las cenizas de antiguos amantes.

Ella misma, como ya adelantamos, fue «una obra de arte viviente». Murió en Londres pobre y con pocos amigos en 1957, ciudad donde se había refugiado en los años 30 huyendo de sus acreedores. Tampoco fue bien acogida en su Italia, la Italia fascista a la que escandalizó. Desapareció, pues, «la mayor futurista del mundo», como la definió Filippo Tommaso Marinetti, fundador del movimiento futurista. Murió arruinada, como se ha dicho, pero, «antes muerta que sencilla», fue enterrada, por voluntad propia, con sus pestañas postizas y, además, en compañía de su perro pekinés disecado.

Su personalidad y sus extrañas estéticas siguen inspirando a firmas como Dior, Chanel, Yves Saint Laurent, Norman Norell, Alexander McQueen o Galliano y a diseñadoras como Georgina Chapman o Carolina Herrera. Incluso la actriz, productora directora y escritora británica Tilda Swinton, fotografiada por Paolo Roversi, se metió en la piel de Luisa Casati para la revista Acne Paper Sweden (2009). También encantó a pintores como Giovanni Boldini, Zuloaga, Kees van Dondgen, Depero, Poiret o Fortuny.

Basadas en su figura, actrices tan famosas como Vivien Leigth (la Escarlata O´Hara de Lo que el viento se llevó) en La Contessa (1965) y la no menos famosa Ingrid Bergman (Casablanca, 1945), protagonizaron películas inspiradas en la vida de la condesa. También ha inspirado a cineastas como John Hanrahan, director del corto London and the Musse, estrenada en 2015, protagonizado por la Keniana Victoria Savage.

En esta primera «Lady Gaga» se dice que Gabriel d'Annunzio se inspiró para el personaje de Isabella Inghirami[1] en su obra Forse che si  novelas de Michel Georges-Michel: Dans la fete de Venise (1922) y Nouvelle Riviera (1924).

En 2013, la editorial italiana Rizzoli Libri publicó la novela La Casati: La musa egoísta; y en 2020 se estrenó la ópera de Willwm Jeths “Ritratto” sobre la vida de Luisa. La leyenda, pues, sigue viva. El dandismo (en femenino) surgió con Casati con toda la capacidad de estupor, excentricidad y el rechazo de toda forma de vulgaridad. Como diría un francés: «Épatant».

 

            EL ATENEO LIBRE DE BENALMÁDENA

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[1] Como curiosidad, la escritora María Teresa León (esposa de Rafael Alberti), utilizó el pseudónimo de “Isabel Inghirami” para firmar los artículos que escribió para el Diario de Burgos. 

jueves, 18 de noviembre de 2021

TERTULIA DEL 17 DE NVIEMBRE DE 2021

                                                CONCEPTOS DE CERAMICA ACTUAL                   



SANDRA MARTINEZ CESPEDES expuso su obra y explicó sus modalidades de trabajo ante un aforo de 22 asistentes.

domingo, 14 de noviembre de 2021

LA "PAPISA" JUANA

                                                            LA “PAPISA” JUANA

 

Las acendradas costumbres y los prejuicios arraigados en nuestra cultura popular hace que nos suene a oxímoron el encabezamiento de este artículo porque no es posible de ninguna de las maneras imaginables que una mujer pueda desempeñar las funciones de jefa suprema de la Iglesia Católica, de la misma manera que sería difícil, aunque no imposible, que lo fuera algún cardenal que no reuniera las más elementales condiciones a que nos tienen acostumbrados a respetar.

Sin embargo, allá por el año 1255, en pleno siglo XIII, el dominico Jean de Mailly, compilador, hagiógrafo y cronista católico, refiere el hecho de una mujer que había llegado a ejercer el papado, en su “Crónica Universalis Mettensis”, e incluso previamente es posible que otro dominico e inquisidor, Esteban de Borbón, lo mencionara entre los muchos relatos de su obra “Tractatus de diversis materiis predicabilibus” redactado hacia 1250. Sin embargo la narración que trascendió y que le dió popularidad es la que publicó Martin de Opava (Martin el Polaco), otro dominico, que en 1580 dio a conocer su “Crhonicon Pontificum et Imperatorum”.

Según refieren estas crónicas, la que llegaría a “papisa”, fue una joven que se llamaba Juana, que había nacido en 822 cerca de Maguncia, hija de un monje en cuyo hogar pleno de religiosidad se formó estudiando a escondidas porque ello estaba prohibido a las mujeres, siendo capaz de aprender griego para poder leer la biblia apenas traducida. Con objeto de mejorar sus estudios ingresó como monje copista, ocultando su sexo, con el nombre de Johannes Anglicus (Juan el inglés), bajo cuya condición viajó por numerosos monasterios acrecentando su formación, hasta que recaló en Roma donde su fama de erudito la llevó a convertirse en la secretaria particular del papa León IV, a cuya muerte en 855 le sucedió a título de papa con el nombre de Benedicto III o Juan VIII.

Dos años después en medio de una procesión desde la Basílica de San Pedro a San Juan de Letrán, a la altura del Coloseo, la “papisa” se puso de parto como consecuencia de sus secretas relaciones carnales con el embajador Lamberto de Sajonia. Descubierto el engaño de su sexo, el público enfurecido y poseído de una misoginia notable, la lapidó en la calle, o bien, en otras versiones, se concede que murió a consecuencia del parto.

Tras este escándalo manifiesto, el Vaticano se obligó a tomar precauciones para que semejante hecho no volviera a ocurrir a fin de evitar por todos los medios que una mujer pudiese controlar la marcha de la Iglesia, aún sin especificar por qué motivo, dado que la competencia demostrada por Juana superaba sus peculiaridades sexuales, y para ello, y con el riesgo de anteponer las cualidades sexuales a las intelectuales, puso en marcha una grosera y humillante verificación ritual de la virilidad de los papas electos, consistente en sentar al futuro papa en una silla con el asiento perforado (sedia gestatoria o stercoraria) por debajo de la cual el eclesiástico más joven metía una mano para examinar manualmente los genitales del aspirante, y asegurarse así de que era varón, y una vez comprobado que eran correctos, exclamaba “duos habet et bene pendentes” (“tiene dos y cuelgan bien”).

Parece que este increíble control detestable se mantuvo por varios cientos de años hasta cesar en el siglo XVI en el que al parecer dejó de considerarse necesario, pese a que no se ha abjurado de su más que cuestionable fundamento. Algunas guías turísticas afirman que la silla, en mármol rojo, existe en los museos vaticanos  aun cuando no recuerdo a nadie que afirme haberla visto. De cualquier forma sería curioso que tras negar y borrar concienzudamente todo rastro de la evidencia de la “papisa”, la silla permanezca aún en nuestros días. 

 

                                                                  Jesús Lobillo Ríos

                                            Presidente del Ateneo libre de Benalmádena

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jueves, 11 de noviembre de 2021

TERTULIA DEL 10 DE NOVIEMBRE DE 2021


La  Dra. Ballesteros impartiendo su charla sobre el cine neorrealista italiano ante un auditorio que conformó un foro de 20 asistentes con una interesante participación. 

domingo, 7 de noviembre de 2021

NOSOTRAS QUE DAMOS LA VIDA

Nosotras, que damos la vida, queremos la paz

Rosa M. Ballesteros García

rosaballesterosgarcia@gmail.com

 

Hace tres años, en 2018, una periodista filipina de nombre María Ressa recibía emocionada el XI Premio internacional Libertad de Prensa de la UMA de la mano del profesor Díaz Nosty, director de la Cátedra Unesco de Comunicación, en un acto presidido por la profesora Isabel Jiménez Lucena, delegada del Rector para la Igualdad y Acción Social y compañera de quien esto escribe en los estudios de género. Otra de las compañeras feministas, Isabel Moyano Ramos, en calidad de traductora, nos trasladaba al auditorio las palabras de la homenajeada. Este año, apenas hace unos días, en octubre, la Academia sueca le otorgaba a María Ressa* el galardón de más prestigio: el Nobel de la Paz[1]. Hoy, recordando el evento, Isabel nos comentaba a las compañeras «el dinamismo, pasión por su trabajo y una voluntad inquebrantable de no ceder a las amenazas y dificultades dobles de ejercer su trabajo por ser mujer y por no estar alineada con el régimen dictatorial de su país». El olfato no había fallado, como tampoco falló con la activista, periodista y abogada congoleña Caddy Azduba, premiada en 2009 con el Premio internacional de periodismo Julio Anguita Parrado; en 2010 con el de Libertad de Prensa de la UMA (como Ressa) y en 2014 con Premio Príncipe de Asturias que le reconocía su lucha por la libertad de prensa, la reconstrucción de la paz y los derechos humanos, especialmente los de la infancia y las mujeres en zonas de conflicto. En 2015 recibió el premio Optimista Comprometida con la Libertad de Prensa que otorga la revista Anoche Tuve un Sueño. Esperemos que el olfato siga funcionando.

María Ressa, como tantas otras que la preceden en este premio, es una mujer comprometida en la construcción de la paz y la defensa de los valores democráticos, ya que este premio es un reconocimiento social y político. Desde la primera ganadora, la baronesa checa Berta Von Suttner, Presidenta honoraria de la Oficina Internacional por la Paz, pacifista y escritora, allá por 1905, hasta Ressa, han sido distinguidas con el prestigioso galardón de la Paz un total de 17 mujeres[2], todas ellas comprometidas con la paz, la libertad, el anti-belicismo y los derechos de las mujeres y la infancia. Tuvieron que pasar casi tres décadas para que otra mujer, la socióloga estadounidense Jane Adams, quien presidía la Liga Internacional de Mujeres Pro Paz y Libertad, se viera reconocida en 1931. En 1946, recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, el mismo premio le fue otorgado a la historiadora y socióloga estadounidense Emily Greene Balch*[3], presidenta honoraria internacional de la misma Liga. Treinta años pasaron (1971) para que se premiaran a dos activistas, Betty Williams* y Mairead Corrigan*, fundadoras del Movimiento de Paz de Irlanda del Norte (luego renombrado Comunidad de Gente de Paz).

En 1979 el premio recayó en la religiosa Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, y canonizada por la Iglesia Católica. Tres años después, en 1982, la diplomática y feminista sueca Alva Myrdal* se le concedió el galardón «Por su magnífico trabajo en las negociaciones de desarme de las Naciones Unidas». En 1991 el premio recayó en la política birmana Aung San Suu Kyi, líder de la Liga Nacional para la Democracia (LND) por su lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos. Al año siguiente (1992) fue la activista social guatemalteca Rigoberta Menchú, desde muy joven involucrada en las luchas reivindicativas de los pueblos indígenas y campesinos, lo que le valió persecución política y el exilio.

En 1997 la profesora y activista de derechos humanos estadounidense Jody Williams fue reconocida con el premio por su empeño en eliminar minas antipersonas y de racimo por sus devastadores consecuencias sobre las poblaciones. En 2003, ya iniciado el nuevo milenio, la abogada iraní Shirin Ebadi fue premiada por sus esfuerzos por la democracia y los derechos humanos, especialmente en la lucha por los derechos de las mujeres y los niños. En esta misma línea, en 2011, tres mujeres: la política Ellen Johnson-Sirleaf*, la activista social y feminista Leymah Gbowee*, ambas libanesas, y la periodista y política yemení Tawakkul Karman* logran el premio por su lucha no violenta por la seguridad de las mujeres y los derechos de las mujeres a la plena participación en la obra de construcción de la paz.

Las dos últimas candidatas (antecesoras a María Ressa) son la activista pakistaní Malala Yousafzai*, premiada en 2014 por su lucha contra la represión de los niños y jóvenes, y por el derecho de todos los niños a la educación y la iraquí Nadia Murad* en 2018 por sus esfuerzos para acabar con el uso de la violencia sexual como arma en guerras y conflictos armados, una práctica que, desgraciadamente, no ha perdido vigencia, pues el cuerpo de las mujeres se considera un objetivo para humillar al enemigo.

Por otro lado, el papel de las mujeres en la construcción de la paz va más allá de la lucha contra la guerra: incorpora la deconstrucción de formas estructurales de violencia que existen en la sociedad actual. La Paz es fertilidad y abundancia, del mismo modo que el papel que se ha destacado de las mujeres se ha centrado en su fertilidad y en ser generadoras de vida. Ejemplo de todo lo dicho es el movimiento socio-político «Mujeres de negro», movimiento que promueve los principios del antimilitarismo, el feminismo y la no violencia. Iniciado en 1988 con grupos en los que se integraban feministas israelíes, palestinas y norteamericanas para movilizarse contra la ocupación de Palestina. No se quedó ahí, porque pronto se extendió a Italia, contra la Guerra del Golfo, y, sobre todo, a la antigua Yugoslavia. En la actualidad, hay grupos en numerosos países, que se han unido en la Red Internacional de Mujeres de Negro, promoviendo la solidaridad entre mujeres por encima de las divisiones mediante la creación de coaliciones multiculturales de mujeres por la paz.

Todas las mujeres mencionadas tienen en común, como ya apuntamos, el compromiso con la libertad de la humanidad toda. Ressa, por ejemplo, ha sido condenada por su gobierno y está en espera de juicio. Su defensora, por cierto, es la prestigiosa abogada Amal Clooney, esposa del famoso actor, que ha visto reconocido su ingente trabajo integrándola en la lista de Personas del Año de la revista Time en 2018 y a la Comisión por la Democracia de Reporteros Sin Fronteras. Toda ellas conforman una genealogía de feministas pacifistas que, muy merecidamente, han visto reconocida su lucha por mejorar a la humanidad. Porque, en contra de algunas opiniones torticeras, el feminismo es, fundamentalmente, el humanismo integral que entiende la sociedad en clave de cooperación y no de enfrentamiento.

 

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[1] Premio compartido con el periodista ruso Dmitri Muràtov.

[2] La baronesa de Suttner había publicado en 1889 ¡Abajo las armas!, un alegato antibelicista que se anticipó apenas unos años al desastre de la Primera Guerra Mundial (1914-1919). En Literatura se ha premiado a 16 escritoras y 2 a economistas. El grupo más numeroso es el de las científicas en las distintas ramas: Física, Química y Medicina con 22 premios.

[3] Todos los nombres señalados con asterisco son premios exaequo.