domingo, 4 de diciembre de 2022

4/12/2022

 

                                                LA PARADOJA DEL ABUELO

 

            Cuando los de mi generación empezamos a ser padres estaba de moda el sicoanálisis con el plato fuerte del “complejo de Edipo”, según el cual para madurar había que matar al padre (de manera alegórica se entendía). Con la relatividad empieza a lucir “la paradoja del abuelo”, por la que, según la ciencia, sería posible que un nieto retrocediera a través de un agujero de gusano o puente de Einstein-Rosen hasta la época en la que su abuelo era joven al que llegado el caso, como le ocurrió a Edipo con su progenitor, podría matar antes de haber engendrado a su padre. En cualquier caso, si nos salvamos de morir a manos del hijo seguimos pendientes de lo que decidan los nietos. Que Freud haya perdido vigencia no quita que la relatividad mantenga la amenaza de eliminar lo viejo para ir dejando hueco a lo nuevo.

            La historia de Edipo entierra sus raíces en el impulso sexual al que tanto partido sacó el siquiatra vienés. Layo, padre de Edipo y rey de Tebas, fue de los primeros educadores pederastas conocidos. Aprovechando la condición de preceptor de Crisipo hijo de Pélope rey de Pisa abusó de su discípulo quien avergonzado se ahorcó. El castigo que Layo sufrió por parte de los dioses a petición de Pélope fue el augurio de que engendraría un hijo que lo mataría. Para evitar semejante desastre decidió no yacer con su esposa Yocasta, pero una noche estando borracho la preñó. Al nacer el hijo le cosió los pies y mandó a un pastor que lo abandonara en el monte Citerón donde lo encontraron otros pastores que lo llevaron al palacio de Pólibo rey de Corinto, donde su esposa Peribea le puso el nombre de Edipo “el de los pies hinchados” y lo educó como hijo. Siendo muchacho oyó habladurías y decidió ir a consultar con el oráculo de Delfos sobre su origen y porvenir. Éste confirmó que mataría a su padre y se desposaría con su madre. Creyendo que sus padres eran Pólibo y Peribea que lo criaron en Corinto huyó a Tebas en cuyas afueras discutió con un desconocido al que mató sin saber que se trataba de Layo, su verdadero padre. Sabido es que se casó con Yocasta lo que le acarreó las desgracias que conlleva hacer caso de profecías. Freud no aclaró si la necesidad de matar al padre era un impulso involuntario o si, por el contrario, el complejo escondía el deseo de quitarse de encima el lastre de autoridad y vigilancia que todavía en mis tiempos era muy severa. En mi caso creo que más motivos tenía mi padre para querer matarme a mí por los disgustos que le daba que yo a él, porque lo admiraba y quería como no supe hacérselo sentir.

            Respecto a lo del abuelo hay que tener en cuenta que la teoría de la relatividad explica la fuerza de la gravedad como deformación del espacio-tiempo. Una imagen de infancia que aparece colgada en mi memoria es la de ayudar a mi madre a doblar sábanas. Cogida una por las cuatro esquinas el primer paso consistía en estirarla para borrar las arrugas que se producían al restregar la ropa con jabón sobre la tabla de lavar. Es importante dejar claro que el espacio-tiempo definido por la relatividad de Einstein y que Riemann adelantó que es curvo, es comparable a la sábana desplegada por sus cuatro esquinas. Siguiendo con la historia familiar se puede imaginar que en el mismo cuarto en el que se procedía al doblado un hermano pequeño lanzara una pelota en mitad de la sábana estirada (espacio-tiempo en el argot relativista), produciendo una curvatura hacia abajo (fuerza de la gravedad en relatividad general). Como en casa éramos muchos podría darse el caso de que una de mis hermanas dejara caer una bola de ping pon en la sábana hundida que sería atraída por la pelota grande debido a la curvatura. Sacadas de la sábana las dos pelotas y colocadas en el suelo, una al lado de la otra, dejan de atraerse de manera significativa; luego la atracción no solo depende de la masa como decía Newton sino sobre todo de la geometría. John Archibald Wheeler un inspirado físico norteamericano, además de bautizar como agujero negro a una región del espacio de la que nada escapa, resumió de manera elegante la relatividad al explicar que el espacio-tiempo (sábana) le dice a la materia (pelota) cómo moverse y la materia le dice al espacio-tiempo cómo curvarse. Einstein aplicó las matemáticas de Riemann para enunciar la teoría de la relatividad que Wheeler hizo digerible. Ahora se acepta que es posible que al doblar el espacio-tiempo (el pico que sostiene una mano sobre el pico que sostiene la otra) se estarían aproximando la realidad espacio-tiempo del presente (mano izquierda) a la del pasado (mano derecha) y que si se taladra un agujero (agujero de gusano) entre los pliegues de ambas zonas del espacio-tiempo el nieto podría pasar de su tiempo actual a encontrarse con el abuelo joven, pelearse por un quítame allá esas pajas y matarlo, lo que vendría a ser una versión moderna de la necesidad de eliminar lo poco útil. En cualquier caso, sería menos macabro que las escenas que se vivieron en la Comunidad de Madrid a causa del protocolo aplicado en las residencias de mayores durante la pandemia.

 

                                                         Salvador Peran Mesa

                                                 El Ateneo Libre de Benalmádena

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