domingo, 10 de abril de 2022

Todos a la cárcel

¡Todos a la cárcel!

 

1939: la Guerra Civil había finalizado y los españoles se disponían a retomar de nuevo la normalidad, pero los años que siguieron, la posguerra, no iba a ser tan normal ni tan pacífica, especialmente para las familias que habían apostado por la República. Aquellos diez primeros años iban a ser especialmente duros teniendo en cuenta que no se  pudieron recuperar los niveles de vida de 1935 hasta bien entrados los años 50. Fueron los llamados «años del hambre» y de un mercado negro que trajo como consecuencia una nueva clase: los estraperlistas. Sin embargo, el resultado más terrible de los tres años de guerra civil fueron los cientos de miles de muertos, tanto en los frentes como en las retaguardias; los miles y miles de presos que desbordaban las prisiones o los incontables exiliados que huyeron por miedo a las represalias y las depuraciones. Objetivamente, el rigor represivo fue enorme. En este sentido, el historiador y analista político Carlos Barciela[1] escribía en un artículo que «incluso un personaje como Himmler aconsejara a Franco, durante su visita a Madrid, una política de menor rigor represivo y más favorable a la integración de la clase obrera en las estructuras del ´Nuevo Estado´»; pero el rigor llegó hasta los que habían intentado «amenizar» y a su modo «humanizar» los terribles años de sufrimiento de la población.

            ¿Quién no conoce a la familia Aragón? Todos recordamos a los «payasos de la tele» que tantos años amenizaron nuestras tardes: se llamaban Gabi, Miliki, Fofó y Fofito y provenían de una larga saga de payasos cuyos antecesores más inmediatos fueron Emig (Emilio), Thedy (Teodoro) y Pompoff (José María), considerado éste como uno de los mejores en su oficio, junto con sus hios Nabuconodosorcito (José) y Zampabollos (Emilio); todos ellos,  a su vez, descendientes de Gabriel Aragón, conocido como «El Gran Pepino», y de la amazona equilibrista Virginia Foureaux, a quien éste conoció en Granada, ciudad donde actuaba el Grand Cirque Foureaux.  Por cierto, que el fundador de la saga, Gabriel, era entonces un joven seminarista perteneciente a la burguesía granadina del siglo XIX que colgó los hábitos por amor para convertirse en el futuro payaso. La pareja tuvo 15 hijos e hijas, ocho dedicados al circo. Podemos decir, pues, que si la saga por parte paterna viene de lejos, aún más longeva es por la parte materna que se remonta al bisabuelo de Virginia, el francés Jean Baptiste Foureaux, fundador de la dinastía Fouraux y líder de una famosa compañía itinerante de artistas callejeros de finales del siglo XVIII.

            Y de nuevo retomamos el fin de la guerra, la posguerra y, como no podía ser de otra forma, las represalias y las depuraciones de las que fueron especiales víctimas algunos de los artistas que durante el conflicto intentaron neutralizar el horror del momento. En el caso que nos ocupa, el castigo se cebó en el clan de los Aragón: Pompoff, sus hijos Zampabollos y Nabucodonosorcito; sus hermanos  Thedy y Emig, éste último famoso por crear «el negrito cubano» que con la cara pintada de negro y vestido con un traje de botones, hablaba con acento cubano. Todos ellos fueron detenidos, acusados de haber actuado en los frentes y de haber colaborado en la construcción de un refugio que abrieron en su casita del Puente de Vallecas, donde residía la familia, pero lo que más pesaba para la acusación era el protagonismo «político» que Pompoff había tenido durante los años de la República al haber sido el primer presidente de la Asociación de Artistas Españoles de Variedades y Circo, perteneciente a la UGT, a la que se afiliaron numerosos artistas, entre ellos nombres tan populares como Angelillo, Estrellita Castro, Niña de los Peines, el actor Rafael Arcos o Ramper, el payaso más popular de la República o Luisita Esteso, gran actriz cómica, quien proponía prohibir el alterne a los artistas en los cabarets, denunciar a los empresarios que incumplieran contratos y cotizaciones, demandaba auxilios sociales y, especialmente la dignificación de la profesión. El fiscal pidió pena de muerte para toda la familia pero, según se cuenta, un capitán que los admiraba se ofreció a defenderlos, y al final salieron absueltos después de pasar seis meses en la cárcel.

            Tras morir Emig, el gestor del grupo, en 1946, el grupo se trasladó a Cuba, y posteriormente a México, Argentina, Puerto Rico y los Estados Unidos, donde llegaron a trabajar con el gran Buster Keaton (conocido en nuestro país como «Cara de Palo». Regresaron a España en 1967. El circo era un lugar en el que uno podía olvidarse por unas horas de la triste realidad. Grandes escritores como León Felipe (El payaso de las bofetadas) Mario Benedetti o el alemán Heinrich Böll, con su soberbia novela Opiniones de un Payaso, han rendido homenaje a estos artistas que, además de hacer reir y entretener a su público no dudaron, en el caso que nos ocupa, de comprometerse como ciudadanos, alineándose con la República.

Del libro Vallecas, en la mirada de Alfonso. Imágenes recuperadas (1921- 1936), recogemos algunas palabras de nuestros payasos: «Nosotros somos de izquierdas (afirmaba Pompoff a la prensa de la época). Siempre lo fuimos. Pertenecemos a la Izquierda Republicana y a la Unión General de Trabajadores, y es natural que desde el primer momento nos dispusiéramos a prestar nuestra ayuda hasta donde fuera posible». Y Thedy añadía: «La guerra actual es sólo entre capital y trabajo. Y nosotros, que hemos vivido siempre del pueblo, estamos con los trabajadores. Las puertas de nuestra casa están abiertas para todos los antifascistas, y en nuestra mesa se sientan muchas personas necesitadas de la barriada». Dos hijos de Pompoff y Thedy servían al ejército republicano. Uno, en Intendencia. El otro, como conductor al servicio del Ministerio de la Guerra. Junto a ellos, el tío Emig, que con cincuenta y seis años, fue nombrado teniente de la República.

Nuestro homenaje a todos los payasos del mundo: pasados, presentes y futuros, incluído el señor Volodímir Zelenski, quien se encuentra, desgraciadamente, en una terrible encrucijada.

 

                                   Rosa Mª Ballesteros Garcia

                     Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benlmádena

                                  “benaltertulias.blogspot.com”

                              “ateneolibredebenalmadena.com”



[1] El País, 5-2-2012.