LA EDAD DE PLATA DE LA CULTURA ESPAÑOLA
La edad de oro de la cultura
española está claramente definida en nuestra educación escolar por un periodo
de brillantez cultural que abarca los momentos de máxima expansión política y
económica de nuestro país durante los católicos reinados de Carlos I, Felipe II
y los Austrias menores. Pero no ha sido el único momento de brillantez cultural
porque a lo largo de la última parte del siglo XIX y de la primera mitad del XX
España vivó otro momento dulce en lo que podemos denominar una nueva edad de
oro de nuestra cultura, o de plata, cincuenta años que vieron emerger lo mejor
de nuestra capacidad intelectual y artística en un esfuerzo sin precedentes por
modernizar el país, floreciendo de manera espectacular durante la segunda
república y que fueron abrupta y aviesamente cercenados por los vencedores de
nuestra guerra civil.
La necesidad de una modernización
del país, puesta de manifiesto en la redacción de la Constitución de 1812, no
empezó a materializarse hasta la superación del denostado absolutismo de
Fernando VII, durante el reinado de Isabel II (1833-1868), con la introducción
de las ideas inspiradas en el pedagogo alemán Karl Friedrich Krause (1781-1832),
a cuyas clases había asistido Julián Sanz del Río (1814-1869) como catedrático
de la Universidad de Madrid, becado por el Gobierno español. Estas ideas se
extienden rápidamente entre sus discípulos que comienzan a reclamar mayor
libertad de enseñanza.
En 1857, se publica la ley
Moyano, un intento de combatir el analfabetismo del país que recoge esfuerzos de
gobiernos anteriores, y que en el sexenio democrático (1868-1874) había
conseguido comenzar a liberarse del férreo control estatal y religioso, que en un postrer intento, trata de
reforzarse mediante el decreto del Marqués de Orovio (1875), ya en plena
restauración, y que casi sesenta
profesores se niegan a aceptar por considerarlo
una regresión, razón por la que son apartados de sus cátedras.
Como reacción a estas medidas, al
año siguiente, en 1876, un grupo de estos profesores separados entre los que se
encuentran Nicolás Salmerón, Joaquín Costa, Gumersindo de Azcárate y otros,
dirigidos por Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) pedagogo, filósofo y
ensayista, fundan “La Institución Libre de Enseñanza” (I.L.E.), que sigue los
modernos conceptos krausistas importados por Sanz del Río y que en su primer
boletín fundacional publicado cuatro meses después de su fundación establece
una escuela paralela laica con independencia total de todo tipo de influencia
política, religiosa e ideológica (libertad de cátedra), coeducación
organizativa y curricular (los niños y las niñas son iguales), cambios metodológicos
(no se aceptan textos predeterminados ni enseñanza memorística), educación
física (en su doble vertiente de salud física y moral), educación ambiental
(acudiendo al campo a pasear y disfrutar de la naturaleza), educación social
(llevar la educación a todos los lugares accesibles), en resumen, una educación
global e integral.
El BILE (Boletín de la
Institución Libre de Enseñanza) inició su publicación en 1877 con la finalidad
de dar cuentas de la marcha de la institución y la de informar de los movimientos
culturales contemporáneos tanto en España como en Europa y América. Ejerció una
gran influencia como lo atestiguan los más de cuatro mil artículos que publicó
y la calidad de sus colaboradores (Bertrand Russell, Henry Bergson, Charles
Darwin, John Dewey, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, María
Montessori, León Tolstoi, H. G. Wells, Rabindranath Tagore, Juan Ramón Jiménez,
Gabriela Mistral, Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán, Azorín, Eugenio
D`Ors, Ramón Pérez de Ayala, Antonio Machado, etc.).
El desarrollo de la ILE, como una
institución de carácter privado dedicada a la enseñanza, al margen de la tutela
oficial, se planificó como una academia dirigida a la enseñanza superior y
media, cuyas asignaturas estaban calcadas del modelo de la enseña oficial ante
la que rendían cuenta en sus exámenes. Sus alumnos nunca fueron numerosos y
podrían situarse en los 160 de media por curso, pero tuvo una enorme
repercusión en todo el país y se convirtió en el germen del desarrollo de
numerosas instituciones tanto públicas como privadas.
El Museo Pedagógico Nacional
surge de la ILE en 1894 como un centro
vivo de investigación educativa que, más allá del mero coleccionismo, se
convirtió en un foco de modernización de la enseñanza y formación del
magisterio. Su Boletín era distribuido a todos los maestros del país. Contaba
con un laboratorio de Pedagogía Antropológica y cursos monográficos de
pedagogía y ciclos de conferencias. Su director fue Manuel Bartolomé Cossío
(1877-1935), ahijado y sucesor de Giner, y contó con la colaboración de numerosos
profesores y catedráticos de universidad. De su mano, en 1887 se inician las
Colonias Escolares de Verano idea novedosa que tiene por objetivo fomentar las
buenas costumbres, la educación y la higiene entre la población más
desfavorecida. A estas se añadieron, las conferencias de maestros, las
asambleas de maestros, y las exposiciones escolares, hasta que en 1901 se crea
el Ministerio de Instrucción Pública.
La Junta de Ampliación de
Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) fue fundada como un organismo
público en 1907, dirigida desde su fundación por Santiago Ramón y Cajal
(1852-1934) Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1906, que la regentó hasta su fallecimiento, desarrollando
una labor más fructífera para el país que el propio galardón, auxiliado como
secretario por José Castillejo Duarte (1877-1945) que promovió la escuela
plurilingüe y la Escuela Internacional.
La JAE supuso el esfuerzo más
importante realizado nunca en España por europeizar al país, llevando a cabo
una reforma cultural basada en la libertad de pensamiento que preconizaba la
ILE, y la apertura a las nuevas corrientes culturales internacionales, y comenzó
por la formación del profesorado mediante el denominado sistema de pensionados,
a través del cual envió a gran cantidad de profesores a formarse o a completar
su formación fuera del país pero además
para aprovechar debidamente las enseñanzas recibidas, y no reducirse a una
renovación de cuadros, creó multitud de centros para que éstos pensionados
desarrollaran los conocimientos asimilados.
La JAE disponía de una amplia
autonomía en sus decisiones en cuya cúpula contaba con unos veinte vocales,
todos personalidades destacadas de todas las especialidades culturales y
científicas gracias a lo cual consiguió superar los baches políticos que sufrió
de manos de los gobiernos católico-conservadores, o de la dictadura de Primo de
Rivera consiguiendo afianzarse en un tiempo en el que recibió 9.200 solicitudes
de pensiones de las que concedió 1.700 (57 por año), de las que el 19% fue para
pedagogía, el 18,5% para medicina, el 17% para ciencias físico-naturales, el
10,5% arte y el 10% derecho, lo que supuso un importante impulso cualitativo para
nuestra cultura, estableciendo además numerosos enlaces de intercambios
culturales con el resto de los países.
La JAE también estableció
relaciones con organismos dentro de España entre ellos la Residencia de
Estudiantes creada en 1910 y dirigida por Alberto Jiménez Fraud (1883-1964),
cuya importancia cultural ha quedado ligada a la generación del 27 (Federico
García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Miguel de Unamuno, Manuel de Falla,
Ortega y Gasset, Juan Ramón Jiménez, Pedro Salinas, Rafael Alberti, etc., etc.).
Con el Centro de Estudios
Históricos creado en 1910 y dirigido por Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), que
fue un gran revitalizador de nuestras ciencias históricas y sociales en todas
sus secciones: medieval (Sánchez Albornoz), filología (Américo Castro),
arqueología (M. Gómez Moreno), arte (Elías Tormo y Monzó), árabe (M. Asín
Palacios) y derecho (F. Clemente de Diego). Con el Instituto Nacional de
Ciencias Físico-naturales también creado en 1910 que contaba con dos institutos
a su vez, el Instituto Cajal con secciones de biología (J. F.Tello), y de
histología cerebral (Gonzalo Rodríguez Lafora) y el Instituto de Física y
Química (Blas Cabrera) con secciones de espectroscopia (Miguel Catalán),
magnetismo (Arturo Duperier), y laboratorios de Fisiología (Juan Negrín, Severo
Ochoa, Grande Covian) y de Histología (Pío Del Río Ortega).
En 1915 se crea la Residencia de Señoritas,
primer centro destinado a fomentar la enseñanza universitaria a mujeres y que
fue dirigido por María de Maeztu (1881-1948), y en 1916, la Fundación Giner de
los Ríos que tiene por objetivo preservar el patrimonio de la ILE tras la
muerte de su fundador ocurrida el año anterior. En un paso más se crea en 1918
el Instituto Escuela que es un experimento pedagógico destinado a extender a la
enseñanza secundaria los principios fundamentales de la ILE.
Pero fue al instaurarse la
Segunda República, o república de los intelectuales, cuando se produce la
máxima expansión cultural a través del Ministerio de Instrucción Pública y
desde las plataformas del Museo Pedagógico Nacional y la Institución Libre de
Enseñanza al crearse en 1931 las Misiones Pedagógicas siguiendo la idea de
Giner de “llevar los mejores maestros a las peores escuelas”, que consiguieron
hasta 1938 alcanzar a 7.000 pueblos y
aldeas, a través de 196 circuitos establecidos, con la participación aproximada
de 600 “misioneros”, repartiéndose en 5.522 bibliotecas más de 600.000 libros,
se llevaron a cabo 286 representaciones teatrales y las exposiciones de
pinturas del Museo del Prado se vieron en 179 localidades.
Tras la guerra civil el proceso
de depuración franquista del magisterio español, desmanteló, declarando ilegal
y altamente perniciosa a la ILE, confiscando todos sus centros y desarbolando
todas sus instalaciones muchas de las cuales se destinaron a necesidades
militares y otras al nuevo CSIC, heredero falaz, en cuya fundación en 1940 el
Ministro de Educación Nacional franquista, Ibáñez Martin declaró: “queremos una
ciencia católica…y liquidamos todas las herejías científicas que secaron y
agostaron nuestra genialidad sumiéndonos en la atonía y la decadencia…se ha
acabado el tiempo en que la actividad científica era una aportación voluntaria
y libre”.
La modernización y europeización
del país, su edad de plata cultural, se había terminado. Una pléyade enorme de
literatos, científicos y artistas educados y consumados entre nosotros se
exiliaron, y otros fueron inhabilitados o terminaron en la cárcel e incluso fusilados.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
“ateneolibredebenalmadena.com”
.Bibliografía.-
Enrique M. Ureña.-“Krause y la educación”.
Universidad de Comillas. 1988.
Utero, Navarro y Basanta.-“Las colonias
escolares de vacaciones y la Ile”. U. Santiago de Compostela 2013.
Teresa Marín.-“La pedagogía
europea importada por becados de la JAE”. Universidad de Castilla La Mancha 1987.
M. Rius .-“Institución Libre de
Enseñanza”. U. Rovira y Virgili.
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