Drama VS Comedia: Una
extraña desigualad
La escritora Irene Vallejo, en el
extraordinario ensayo (que todo el mundo debería leer) titulado: El infinito
en un junco, publicado al inicio de la pandemia, viene a decir,
refiriéndose a las películas más premiadas en los grandes festivales, que las
comedias están menos valoradas que los dramas (de ello nos ocuparemos más
adelante). Esto, al parecer, parece ser una constante desde nuestros clásicos griegos,
hace dos mil quinientos años, enfrentando estilos, modos de ver la vida, la
historia o la sociedad desde dos perspectivas bien distintas: el drama y la
comedia. Un dato: los antiguos mesopotámicos utilizaban el humor como
herramienta pedagógica y Aristóteles señaló que «el hombre es el único ser
viviente que ríe».
Retomando a nuestros
clásicos griegos, Aristófanes fue el maestro de la llamada comedia antigua, y
sus obras se caracterizan por utilizar el humor satírico para poner en solfa a
la sociedad de su tiempo en obras como Las aves, Las nubes o Lisístrata,
por citar algunas de las once obras suyas que se han conservado. De otros
colegas como Cratino, Ferécrates o Eupolis, maestros también de la sátira,
apenas se conservan algunos de los títulos de sus obras. En pocas palabras,
parece evidente que las obras humorísticas han tenido menor consideración para
su conservación que las obras dramáticas de Esquilo Sófocles o Eurípides y es
que, la comedia y su hija, la risa, parece, como escribe Vallejo, que «no asciende
en la escala de la cultura y queda en los últimos puestos como un sainete sin
importancia que solo sirve para entretener». Comedia y drama son los géneros
por antonomasia, pero hay uno que está mejor visto, en general y, sin embargo,
y parece una contradicción, la risa, como le ocurre al llanto, son reacciones
ante ciertos estímulos, ya sean pensamientos negativos o recuerdos festivos,
pero también se pueden asociar a mecanismos que liberan o expresan, a su
manera, sentimientos humanos.
El drama, la tragedia,
ha tenido la fortuna de conservarse en mayor número, como ya apuntamos (33
obras, la mayoría de Eurípides) un género que se puede considerar una
anticipación de nuestras series actuales, ya que se agrupaban en trilogías,
como es el caso de Las bacantes, Ifigenia en Áulide y Alcmeón
en Corinto) siguiendo una trama con los mismos protagonistas (como las
series).
De
sobra sabemos que es más complicado hacer reír que hacer llorar. Esto último,
es decir, los mecanismos que producen la pena, la tristeza o el duelo por los
seres queridos, por poner algunos ejemplos, son universales, aunque sus ritos
sean tan distintos como son sus sociedades y, por ello, el drama se considera
algo serio, profundo y que merece la pena, en oposición a la comedia, que suele
asociarse con lo superfluo, lo innecesario; es decir, con el escapismo, la
evasión o el mero entretenimiento que se supone más del gusto popular. Sin
embargo, como ya dijimos, la risa es más difícil de conseguir. En el caso que
nos ocupa, el cine, es fácil de comprobar al hacer una relación de las
películas más galardonadas, y para ello vamos a detenernos en los premios Óscar
(norteamericano), el más veterano, creado en 1929, y el Goya español, cuya
primera entrega fue en 1987. El estudio comparativo será entre los años de 1987
y 2024; es decir, casi cuatro décadas.
Si se hace una revisión
rápida de las películas que han sido premiadas en los Goya y los Óscar (por
tener un referente nacional y otro internacional), la inmensa mayoría, salvo
algunas excepciones, son dramas. En el caso de los Óscar ocurre un tanto de lo
mismo, siendo aún menor el porcentaje de comedias premiadas. Curiosamente, el
año 2019 coinciden ambos en premiar a dos comedias: Campeones, de Javier
Fesser y Green Book, de Peter Ferrelly, ambas pertenecientes a un género
híbrido, entre la risa y el llanto: la «dramedia», que combina elementos
típicos de la comedia con elementos típicos del drama. Al parecer, según los
expertos, este género suele dar buen juego en taquilla, a pesar de que la
comedia, la sátira, en opinión de los expertos, «se suele asociar con lo
subversivo, lo rebelde y lo políticamente incorrecto».
Si se hace una revisión
rápida de las películas que han sido premiadas en los Goya y los Oscar (por
tener un referente nacional y otro internacional), la inmensa mayoría, salvo
algunas excepciones, son dramas, en ambos casos. Entre 1986 y 2024 los premios
a la mejor película en nuestro país, de un total de 39 películas premiadas, 12
han sido para comedias: El bosque animado, 1987 de José Luís Cuerda fue
la primera y El buen patrón, 2021 de Fernando León de Aranoa la última.
La primera es una comedia que mezcla la fantasía y la segunda una comedia
romántica. Un par de veces se han visto premiadas dos comedias en años
consecutivos; en 1987, la ya citada, y en 1988 Mujeres al borde de un ataque
de nervios de Almodóvar. La segunda ocasión fue en 1992 y 1993 con Belle
Époque de Fernando Trueba y ¡Todos a la cárcel! de Luis García
Berlanga, respectivamente. De las doce películas, citadas, la mitad tienen
protagonistas femeninas: Maribel Verdú, Ariadna Gil, Carmen Maura y Penélope
Cruz, ambas premiadas como mejor actriz en dos ocasiones. La otra mitad la
componen actores como Alfredo Landa, José Sazatornil, Javier Cámara, Ricardo
Darín, Javier Gutiérrez y Javier Bardem.
En el caso de los Óscar
de Hollywood, son aún más escasos los premios otorgados a las comedias. Del
mismo total de 39 títulos, sólo aparecen 8 comedias; es decir, 4 m4nos que en
el cine español. Quizás en esas latitudes el sentido del humor sea diferente.
El primer premio fue para Paseando a Miss Daisy, 1989 de Bruce Beresford
y el último para Anora, 2024 de Sean Baker, ambas con
protagonistas femeninas: Jessica Tandy y Mikey Madison. Los 6 títulos
restantes: Shakeaspeare in love, 1993 de Jhon Madden; El Artista,
2011 de Michel Hazanavicius; Birdman, 2014 de Alejandro González; Green
Book, 2018 de Peter Farrelly; Coda, 2021 de Siân Héder; Todo a la
vez en todas partes, 2022 de Daniel Kwan. En este caso las comedias fueron
protagonizadas por Gwyneth Paltrow. Marlee Matlin, Michelle Yeoh y Jean
Dujardin, Michael Keaton, Viggo Mortensen. En total cinco actrices y tres
actores.
Por
todo ello podemos comprobar que, aunque la risa puede romper barreras
culturales y sociales, a la vez que abona un campo común para la interacción y
la comprensión, además de romper barreras y tender puentes entre culturas,
además de otros beneficios asociados con la salud, ya que está comprobado que
alivia el estrés y mejora, en general, la salud de quienes la practican con
asiduidad, es el drama, en sus distintos géneros quien lidera este ranking.
Quizás es que, como se ha escrito, la risa es una fuerza revolucionaria y
además puede generar «un sentido de comunidad y conexión entre las personas,
promoviendo la empatía y la comprensión mutua». Muchos pensadores y escritores
como nuestro clásico Quevedo, o el francés Rabelais, por ejemplo, la han
utilizado como herramienta crítica para desafiar las normas sociales y las
estructuras de poder. Y esto no gusta a los poderes que, además, son los que
tienen el dinero para producir las películas.
Finalmente,
ningún género, per se, es mejor que otro, sin embargo, debe hacer
reflexionar el por qué la desigualdad existente al premiar las películas, ya
sean dramas o comedias, porque en esta vida, nada es inocente, y todo tiene un
trasfondo, casi siempre inconfeso.
Rosa
M. Ballesteros García
Vicepresidenta del
Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”