LA EVOLUCIÓN GENÉTICA
(Tertulia del 31 de Mayo de 2017.
Jesús Lobillo Ríos, Doctor en Medicina)(Aforo:32 asistentes).
INTRODUCCIÓN
Según un arraigado concepto religioso
en general y bíblico en particular, Dios nos creó a su imagen y semejanza. Este
concepto es propio de los llamados creacionistas o seguidores literales de la
interpretación de la Biblia, que mantiene que Dios nos creó directamente por su
mano tal y como somos, y se ha mantenido
hasta el siglo XIX en que no hubo más remedio que aceptar la idea
evolucionista.
Según esta idea, admitimos, aunque
nos queda mucho por saber, que los humanos somos también animales, pero
animales distintos, animales evolucionados, y no solo en nuestra anatomía
(miembros pequeños y cabeza grande), también en nuestra evolución biológica y
sobre todo en nuestro comportamiento porque en nosotros, en el hombre, se ha dado
lugar al origen y utilización del lenguaje, a la elaboración de creaciones
culturales e institucionales y tecnológicas, artísticas y del pensamiento. Se
ha desarrollado, por tanto, una capacidad suprabiológica, que continúa evolucionando,
con avances espectaculares especialmente en las ciencias biomédicas (sobre todo
en la genética y en la biología molecular) que han abierto la posibilidad, incluso,
de que el mismo humano pueda manejar eficientemente su propia evolución con
todos sus interrogantes éticos, legales, religiosos y sociopolíticos, que ello
conlleva.
EVOLUCIONISMO
El origen de la vida sobre la
tierra ocurrió hace unos 3.500 millones de años y durante el 80% de este tiempo
esta vida fue exclusivamente microscópica porque los primeros seres
multicelulares aparecieron 2.700 millones de años después, es decir, hace 800
millones de años. Y 100 millones de años más tarde los primeros animales. Hace
500 millones de años que aparecieron los primeros vertebrados y hace 200
millones de años los primeros mamíferos. Los homínidos tienen 60 millones de
años y el homo sapiens apenas 150.000 años de existencia.
Charles Robert Darwin nació en
1809, hijo y nieto de médico que tras culminar su primera enseñanza en la
escuela local, mostró cierta apatía vital. Comenzó a estudiar medicina que
abandonó tras dos cursos y aceptó la idea de hacerse sacerdote en cuya
formación conoció a un biólogo y entomólogo, Jhon Henslow, que lo convenció de
dedicarse a la geología y le proporcionó la oportunidad de embarcarse en el
“Beagle”, un barco que iba a dar la vuelta al mundo realizando experimentos y
medidas. El viaje duró cinco años, de 1831 a 1836, en los que Darwin comenzó
observando las costas y los efectos del mar y terminó anotando los animales que
veía, sus variaciones y sus relaciones morfológicas y vitales. Tras leer a
Malthus, que relaciona el aumento de la demografía con el bienestar y los
recursos, y viceversa, comprendió claramente que la diversidad animal se
fundaba igualmente en una reacción a su medio natural.
En 1859, Darwin publicó “El
origen de las especies” en donde demuestra que este diseño viviente que
contemplamos hoy, es producto de una selección, de una lucha por la vida, de
una adaptación progresiva de los seres vivos a su medio ambiente, es decir,
este diseño complejo ha ido surgiendo de una forma gradual y acumulativa por
adaptación a la variabilidad del entorno cambiante, variabilidad que nuestras posibilidades
hereditarias han sido capaces de asumir.
El hombre por lo tanto no es el
centro del universo, es un producto más, puede que el último, de una evolución
cuya complejidad es consecuencia de un proceso natural de selección y adaptación
constante a esas condiciones cambiantes.
La selección natural implica que
determinados genes y combinaciones genéticas se transmitan a las generaciones
siguientes en detrimento de otras combinaciones, en un proceso creativo
progresivo incluso perfeccionista. La selección natural es producto de la
interacción de las propiedades biológicas y fisicoquímicas, cuya consecuencia es
la multiplicación diferencial de los seres vivos, es decir, que no está
prevista ni predeterminada, es un proceso oportunista y depende de las
variables, preexistentes o no, del ambiente y de las mutaciones que emergen al
azar, cuya diversidad ha dado lugar a la complejidad que actualmente conocemos.
BASES DE LA EVOLUCION
Las bases de esta evolución, que
implican la existencia de una selección natural, es una teoría comprobada por los
hallazgos obtenidos de la observación de los fósiles y contrastada por el
estudio de la anatomía comparada y del desarrollo embrionario y la
biogeografía. Y sobre todo por los avances espectaculares de la biología
molecular.
Los fósiles son las huellas que
nos han quedado de los organismos vivos pretéritos. La paleontología es la
ciencia que los estudia y los sitúa en su época y en su similitud y
diferenciación con los organismos actuales.
La anatomía comparada estudia la
comparación de la morfología de los fósiles con los animales actuales, estableciendo
la homología entre ellos (origen común para un uso distinto) o la analogía
(origen distinto para un uso común), que demuestra la capacidad de adaptación a
variables exigencias ambientales, o funcionales que en muchas ocasiones dejan restos
vestigiales.
Pero, sin embargo, ha sido el
enorme desarrollo de la biología molecular, iniciado 100 años después de la
muerte de Darwin, lo que ha facilitado su demostración más evidente. Gracias a
ella sabemos que tan solo cuatro nucleótidos forman parte del DNA en todos los seres vivos,
y por tanto, este hecho nos confirma la
unidad de la vida. La interacción secuencial de estos elementos para formar sus
proteínas, nos demuestra el funcionamiento universal a nivel enzimático de los
seres vivos.
Los nucleótidos son cada una de las unidades que agrupadas forman
los ácidos nucleicos (DNA), son compuestos orgánicos formados por la unión de una
base nitrogenada, un azúcar y ácido fosfórico.
La base nitrogenada puede ser
purínica (formada por un hexágono y un pentágono unidos), o pirimidínica (un
hexágono solo). Estas bases pueden ser adenina, guanina, timina y citocina (el
código genético).
El azúcar es una pentosa, o sea,
que tiene cinco enlaces de carbono.
Y el ácido fosfórico puede tener
uno, dos, o tres enlaces, mono, di o trifosfórico (unidos por puentes de
hidrógeno), el primero es estable pero los otros dos están llenos de
energía que se liberan en las reacciones
celulares.
Estos cuatro nucleótidos se organizan de dos
en dos en cadenas lineales dando origen al ADN, formando largas cadenas de
doble hélice enrolladas en espiral que tienen
la capacidad de replicarse, o sea de hacerse copias de sí mismo, y cuando se
separan en el momento de la replicación, cada una sirve de molde negativo para
la síntesis de la hebra complementaria que se está formando (previa su
transcripción a un RNA mensajero).
La información genética, que
transmiten, es idéntica en todas las células del individuo, y está contenida en
la secuencia lineal (es decir, en el ordenamiento) que se lleva a cabo mediante
la formación de tripletes o codones, o sea, tres nucleótidos seguidos en un
orden que no es casual porque cada triplete es la llave o código que determina a
su vez la fabricación o síntesis de los aminoácidos, las proteínas y los enzimas que son responsables
de los procesos vitales del organismo y de la naturaleza del organismo en
cuestión, es decir, que un tomate, una estrella de mar o un caballo, tienen
esta misma estructura química básica pero diferente ordenamiento o
secuenciación porque este orden es específico de cada uno.
Esta correspondencia universal
entre lenguaje lineal del DNA (codones) y de las proteínas elaboradas
(aminoácidos) nos descubren la correspondencia familiar de cada especie animal
o planta que puede ser tan exacta y precisa como se desee. Las diferencias
(mutaciones) que se observan de unos seres vivos a otros nos manifiestan las
diferencias ocurridas y el tiempo necesario para lograrlas.
La correlación o traducción del
mensaje o información genética de los nucleótidos que forman el DNA para
convertirse en proteínas se realiza a través del RNA mensajero que funciona
como una fotocopiadora selectiva de lo que se quiere fabricar. Para ello el gen
o cadena de codones mediante sus exones,
trozo de gen codificante, (frente a los intrones o trozos que no codifican)
expresan o transcriben o transfieren su mensaje al RNA mensajero que los empalma o esplicita
eliminando los intrones no codificantes y los trasladan a los ribosomas que son
orgánulos celulares capaces de leerlos y fabricar los aminoácidos y proteínas
que todavía tendrán que ser activados en el tejido en donde deben realizar su
función.
Los aminoácidos son la base de
todo proceso vital porque son absolutamente necesarios en todas las funciones
metabólicas. Sus funciones más importantes son el transporte óptimo de
nutrientes y la optimización del almacenamiento de todos estos nutrientes
(agua, grasas, carbohidratos, proteínas, minerales y vitaminas). Constituyen la
base sobre la que se forman nuestros tejidos y las funciones que desarrollan. Un
conjunto de aminoácidos forman una proteína.
Cualquier DNA de un gen está
formado por cientos de nucleótidos, y cada tres de ellos forma un codón que
codifican a un aminoácido determinado característico de ese organismo, y un
conjunto de aminoácidos forman una proteína también característica,
constituyendo, todo ello, una información específica que se transmite a la
célula hija, en la mitosis o división celular. Como ya hemos mencionado, la
herencia es un proceso conservador, pero no es fidedigna porque entonces la selección natural no podría tener lugar, ya
que la selección se basa en los errores o mutaciones que se producen.
Estas alteraciones o mutaciones
se producen por fallos o errores en la colocación del orden de los nucleótidos,
por ausencia de uno o por destrucción de otro de ellos. También
pueden ocurrir por adición de cromosomas (órganos que contienen el material
genético) o sustracción de ellos. Cada uno de estos trastornos alterará las
cantidades de ADN. Y cada una de estas alteraciones dará lugar a la aparición
de enfermedades o ausencia de habilidades o capacidades, e incluso a incremento
anormal de las mismas.
Las mutaciones pueden ser
puntuales o génicas (que alcanzan a unos pocos genes), o cromosómicas que
afectan a muchos genes
Las variaciones genéticas son
abundantes en todas las especies y se reordenan continuamente en la
reproducción sexual (la meiosis), de forma que la variación de los individuos
es prácticamente infinita. Pero esta variabilidad en la herencia no genera
cambios evolutivos ni oportunidades para la selección natural. Existe, por
tanto, un equilibrio genético que se altera levemente por las pequeñas
mutaciones, la emigración y la deriva génica.
En definitiva la selección
natural protege a las especies y
contribuye a su adaptación al medio en que se desenvuelve porque dentro de ello
existe la macroevolución, o anagenésis, que da lugar a las grandes
transformaciones en la misma especie y la llamada cladogénesis mucho más
difícil de apreciar y que consiste en las variaciones contundentes que dan
lugar a la separación de los linajes de las especies.
HOMINIDOS
Con respecto al hombre debemos de
afirmar que somos primates pero un tipo distinto de primate, porque nuestro
linaje se apartó del chimpancé hace seis o siete millones de años, cuando
nuestros ancestros comenzaron a caminar erguidos: los ardipitecus, los
australopitecus, el homo habilis, el homo ergaster, el homo erectus, el homo
heidelbergensis, el homo neandertalensis
y el homo sapiens. Todos ellos caracterizados por la posición bípeda (cambios
en los pies, pelvis y columna) y aumento del volumen cerebral y aparición de la
capacidad de manejo de herramientas.
La aparición de los humanos
modernos parece que puede datarse en el continente africano hace unos cien mil
años y que su instalación en Europa y Asia se debe a un reemplazamiento de la población
autóctona por el éxito biológico superior de estos humanos modernos poseedores
de un lenguaje gesticulante y una capacidad de comunicación que contribuirían a
mejorar las posibilidades de viajar, explorar, fabricar utensilios y por tanto
imponerse biológicamente. Existe una congruencia entre las familias
lingüísticas y las poblaciones genéticas aunque la evidencia directa solo puede
establecerse con la escritura que aparece solo cinco mil años atrás.
Los humanos modernos pasaron, por
tanto, hace 100.000 años de África a Asia y colonizaron extremo oriente hace
60.000 años y Australia hace 40.000 años y las islas de la Polinesia hace 3.500
años al desarrollar sus capacidades náuticas. Y hace unos 15.000 años pasaron
por Alaska al continente americano. La colonización europea y española tuvo
lugar hace unos 35.000 años siendo los vascos el grupo más inicialmente
diferenciado y cuya lengua no está relacionada con ninguna de las restantes
europeas que son lenguas indoeuropeas,
es decir, que se originaron en Persia o
Iran. Los vascos son por tanto protoeuropeos de cuya cultura ancestral dan
testimonio las cuevas de Altamira y de Lascaux.
La mayor parte de la información
genética se encuentra en los cromosomas, en el núcleo de la célula humana. El
DNA humano se compone de seis mil millones de nucleótidos (tres mil en el caso
de los gametos), mientras que en las mitocondrias existe apenas 20.000
nucleótidos en su DNA, pero este DNAmitocondrial tiene un patrón de herencia
matrilineal que reciben hijos e hijas pero que solo transmiten las hijas.
El estudio de las secuencias del
DNAmitocondrial de los humanos modernos coalescen en una Evamitocondrial
africana de hace 200.000 años, es decir, que esta Eva es el ancestro de los
humanos modernos (cada humano recibe DNAmit de su madre de su abuela y de sus
bisabuelas). En cambio el cromosoma “Y”, la contrapartida genética del DNAmt,
se hereda de padres a hijos y está involucrado en la maduración testicular y
del esperma y su coalescencia se eleva a 270.000 años con escasas variaciones.
GENES
La diversidad de nuestro planeta
o del universo es posible gracias al proceso evolutivo. Los cambios en la forma
y la función están subordinados a los cambios genéticos porque el material
hereditario, el DNA, puede cambiar de generación en generación, y esto explica
el cambio desde un microbio que mide menos de una diezmilésima de milímetro a
las secuoyas gigantes de California que pueden llegar a pesar 1.500 toneladas.
Los genes son segmentos de DNA,
unidades de información, que según los estímulos ambientales determinan cómo
son los organismos, si tendrán flores o
patas, piel o plumas, si nadará o reptará, según sea su ordenamiento o
secuenciación. Esta información está codificada en esa secuencia de
nucleótidos, moléculas de cuatro tipos diferentes (A, C, G, T), que forman el
DNA que se encuentra empaquetado en los cromosomas en el interior del núcleo, y
que ha debido de variar aumentando su cantidad y tipos dentro de cada organismo
y entre organismos. Un gen típico contiene mil o más nucleótidos que se
conforman en una secuencia definida con tanta precisión como las letras de una
frase, o sea, que llevan un sentido y una información. Esta estructura genética
se denomina genoma.
La cantidad de DNA es distinta
según la complejidad animal y las necesidades proteínicas que están codificadas
en sus nucleótidos y que habitualmente están en el núcleo celular, pero también
es verdad que una gran proporción de estos nucleótidos no codifican proteínas por lo que no son
genes propiamente dichos.
La formación de los genes se
produce por varios mecanismos. El más sencillo es “por elongación” y consiste
en que a cada división celular “irregular” (=mutación) se añade un “exón” o
“intrón” (parte mínima del gen) hasta que se forma un gen nuevo y por tanto con
nuevas propiedades, es decir, codifican otras proteínas necesarias para el
organismo.
Otro mecanismo de formación de
genes es el de “combinación”, es decir unión de genes primarios con distintas
funciones (distintas proteínas codificadas) que se unen para dar proteínas con
funciones más complejas como por ejemplo las inmunoglobulinas que van mejorando
su función y complejidad conforme la escala se eleva.
El tercer mecanismo de formación
de genes nuevos es la “duplicación” de genes ancestrales que da lugar a la
aparición de nuevas funciones como ocurre con la hemoglobina que son moléculas
con dos cadenas codificadas en los cromosomas 11 y 16, en donde una antigua
duplicación génica ha dado lugar a la aparición de dos funciones: la hemoglobina
que transporta oxigeno en la sangre y la mioglobina que almacena oxigeno en el
músculo. Estas duplicaciones génicas con aparición de funciones diferentes
explican la generación de diversos enzimas digestivos especializados en nuestra
digestión.
Como ya hemos mencionado antes la
formación de nuevos genes da lugar a nuevas cadenas, algunas de las cuales
aparentemente no tienen función, no codifican lo que no debe de querer decir
que no son útiles, solo que nosotros no sabemos aún para que sirven. En realidad
tan solo el 1% de las letras que
componen el genoma son las que dirigen nuestro desarrollo, el resto son
repeticiones y repeticiones de fragmentos ancestrales (residuos arqueológicos)
posiblemente destinados a desaparecer del genoma, o bien, son reguladores de
funciones o controladores de funciones desaparecidas, que mientras tanto nos
muestran nuestra historia y nuestra procedencia.
La gran variedad del fenotipo
humano se debe a la extraordinaria movilidad humana y a su adaptación a los
distintos climas y condiciones de vida que configuran sus caracteres raciales y
responsabilizan a un corto porcentaje de genes como son el color de la piel,
del cabello, la respiración o el funcionamiento intestinal.
EL HOMO SAPIENS
El genoma humano posee dos series
de veintitrés cromosomas, cada serie procedente de cada uno de sus padres. El genoma procedente del
padre es transmitido por medio del espermatozoide que fecunda el huevo de la
madre. El de la madre está inserto en el núcleo del huevo que incluye además
los recursos alimentarios necesarios para el desarrollo inicial del huevo
fertilizado.
Como ya hemos repetido, el DNA es
una molécula en forma de fibra delgadísima formada por dos hélices
complementarias en la que se alinean de forma variable cuatro componentes
químicos o nucleótidos: A, C, G, y T, que son las letras del alfabeto genético
cuya ordenación secuencial contiene la información genética y que se leen de
tres en tres, lo que quiere decir que hay 64 combinaciones posibles de cuatro
letras leídas de tres en tres, pero como muchas son sinónimas, en realidad se
reducen a combinaciones de 20 símbolos, cuya variedad de mensajes es
virtualmente infinita (como lo es en el alfabeto normal).
El número total de letras de DNA
en cada serie de cromosomas es de unos tres mil millones, por lo que la
diversidad humana es infinita. Para hacernos una idea, si estimamos que “El
Quijote” contiene tres millones de letras y espacios, necesitaríamos mil
volúmenes de su tamaño para escribir el genoma humano.
Considerando la evolución
biológica del ser humano, no cabe duda de que el hombre comparte sus cadenas de nucleótidos y sus aminoácidos
con los primates, o sea, las reacciones químicas o procesos biológicos que
ocurren en el núcleo celular, con el resto de los seres vivos en general y con
los antropoides superiores en particular y se distingue de ellos en razón de
tres variantes: la posición bípeda, la capacidad manual y la capacidad
cerebral.
La postura erguida y la marcha
bípeda son posibles gracias, o a consecuencia, de sus diferencias adquiridas a
nivel de la columna vertebral y la pelvis, la adaptación del pié al suelo y las
correcciones dinámicas de su estabilidad.
La liberación de los miembros
superiores para realizar “manualidades inteligentes”, los ha hecho menos
poderosos pero más agiles y flexibles, y ha dotado a las manos y dedos de una
habilidad no existente en los demás animales semejantes. Por este motivo la
boca ha dejado de ser un instrumento de trabajo y ha disminuido, junto con los
dientes, su volumen dulcificando la apariencia facial
Antes o después, o a la vez, se
desarrolló una capacidad inteligente radicada en un aumento del cerebro y
particularmente de sus convoluciones o giros cerebrales que añaden unas características especiales como es el
relacionar las palabras con su significado y las acciones con un fin.
Íntimamente unido al desarrollo
inteligente se encuentra el desarrollo del lenguaje que es privativo de la
capacidad humana de relación, y establece la evolución cultural como un paso
más elevado de la evolución biológica. El origen del lenguaje es aún
desconocido, se sabe que comienza con la gesticulación y que ello está asociado
al desarrollo cerebral y que se centra en el hemisferio izquierdo y
particularmente en el lóbulo temporal izquierdo, y que al ser aprendido, nos
sugiere que lo biológico son sus bases.
La capacidad inteligente de
establecer la relación causa-efecto de sus actos y por tanto la posibilidad de
elección en cuanto a sus consecuencias inmediatas o remotas, y que esta
elección se realiza en beneficio de su propia supervivencia o de la de sus
descendientes, quiere decir que la moral
y la ética de estas decisiones forman parte de esta evolución biológica o
suprabiológica antes incluso del establecimiento de las normas sociales o
educacionales de comportamiento.
Es de notar que la capacidad de
acción y reacción animal a los estímulos externos marcados por su tendencia
a la supervivencia no pasan de ser
respuestas condicionadas que se mantienen inalterables en todos los linajes
evolutivos. Solo en el humano suficientemente desarrollado existe la
capacidad de abstracción y relación y la
capacidad de decisión necesaria para la existencia de una capacidad ética y
moral.
El aumento gradual de las
capacidades cerebrales humanas se produce desde el nacimiento. En un principio
el tamaño del cerebro está sin desarrollar con objeto de permitir el parto pero
lleva ya implícitas las características genéticas que permitirán su desarrollo.
Su dependencia biológica de sus mayores para su crecimiento es claramente
aceptada, es decir, es genética, porque lo contrario determinaría su exterminio
pero la aceptación en la madurez de las normas sociales de convivencia, o de
las normas morales, religiosas o no, dependen de una capacidad de aprendizaje y
de elección desarrolladas bajo el influjo de los estímulos ambientales del
momento, que van cambiando según nuestra forma de vida y enjuiciamiento de los
hechos que ocurren a nuestro alrededor. Nuestro adquirido comportamiento moral,
según nuestra elección ética, es un paso más en la evolución biológica de adaptación
a las influencias externas.
De cualquier forma el hombre no
es una máquina genética y aunque la expresión genética tiene lugar interaccionando
con el entorno, la cultura o conjunto de actividades y creaciones humanas no
puede considerarse estrictamente biológica más bien suprabiológica. La herencia
humana es por tanto biológica y suprabiológica o cultural, algo que ningún
animal inferior puede conseguir.
La herencia, por tanto, puede ser
biológica y cultural, o bien, orgánica y supraorgánica, o sistema endosomático
y exosomático de la herencia. Esta herencia cultural que se basa en un sistema
de enseñanza-aprendizaje nos lleva a considerar la evolución del conocimiento,
es decir, la adaptación cultural al medio que nos rodea, cuya velocidad de
transmisión de conceptos adquiridos es mucho mayor que la de la evolución
genética, es decir, que se produce gracias a modificaciones epigenéticas que no
precisan de las mutaciones a largo plazo ya consideradas y que se producen por
transmisión acumulativa, haciendo posible la evolución cultural.
LOS ENIGMAS PENDIENTES
1º.-Transformación huevo-adulto.
Las instrucciones del desarrollo
ontogenético están inscritas en el código hereditario. Los genes determinan la
síntesis de los enzimas que catalizan todas las reacciones químicas que
posibilitan el desarrollo del ser vivo que debe de tener unos sistemas de
control, es decir, de activación y desactivación de las reacciones cuyo
descubrimiento en los insectos va avanzando pero no todavía en los mamíferos.
En el ser humano hay un billón de
células de trescientos tipos distintos derivadas de divisiones continuadas que
van especializándose continuamente. La capacidad pluripotencial de las
distintas células de ser células madres va incluido epigenéticamente en el
código del DNA, cuyos circuitos de control (genes Hox u Homeobox como se les
llama) están capacitados para ello, y de los que se conocen muchos en los estudios
de la Drosophila.
2º.-Transformación simio-humano.
En qué momento y porqué la
evolución genética inicia la postura erecta y sus transformaciones en pelvis y
columna y el desarrollo volumétrico del cerebro. El código genético del
chimpancé es parecido al humano, pero en éste han aumentado los factores de transcripción tipo RNA, y aparecido genes
beneficiosos tipo FXPO2 involucrados en el desarrollo del lenguaje.
3º.-Transformación cerebro-mente.
El origen o inicio del paso de la
biología a la cultura y a la tecnología. Ya no tenemos que esperar a las transformaciones genéticas de
adaptación al medio ambiente, ahora adaptamos el medio ambiente a nuestra
capacidad de sobrevivir inventando la calefacción, la refrigeración, la ropa,
la obtención de alimentos y medicación, el automóvil, el barco o el avión.
La aparición de la consciencia no es un
problema insondable, es un problema a resolver. La ciencia y el conocimiento
científico observan y explican la naturaleza corroborando experimentalmente los
hechos hasta ese momento desconocidos, pero no tiene papel, todavía, en la
explicación de principios por el momento inmateriales.
EL FUTURO DE LA SELECCIÓN NATURAL
El camino evolutivo de la
humanidad es continuo y progresivo en el sentido de mejora constante en su
adaptación al medio natural, aunque no siempre sea unidireccional e
irreversible, pero conlleva una expansión evidente de la vida, con la novedad
de las posibilidades de manipulación genética que la capacidad humana ha
conseguido.
Las técnicas del DNA recombinante
hacen posible la construcción de moléculas híbridas que pueden ser
vehiculizadas al interior del genoma humano a fin de que puedan suplir o
sustituir o manipular una función deficitaria del huésped con eliminación o no
del fragmento genético alterado.
Un ejemplo de estas técnicas se
ha extraído del conocimiento de que los virus atacan a las bacterias
inyectándoles su material genético, el cual reprograma a la bacteria para
fabricar más virus y cuando esta muere, éstos quedan el libertad para atacar a
otras bacterias, las cuales se defienden utilizando enzimas que destruyen los
ácidos nucleicos de los mismos virus, que obtienen del almacenamiento previo de
fragmentos de virus ya conocidos (o contactados) que, en su momento se asocian
con otros genes denominados “cas” que codifican unos enzimas llamados nucleasas
que están especializados en cortar las cadenas de los ácidos nucleicos virales.
Estos fragmentos denominados
CRISPR (Clustered Regularly Interespace Short Palindromic Repeats o Repeticiones
Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas, descubiertos en
1987 por el microbiólogo español Francisco Javier Martínez Mójica en la
Universidad de Alicante) propios de las Arqueas (organismo unicelular), junto
con los genes “Cas” y concretamente con el número 9 (descubierto poa la
francesa Emmanuelle Charpentier en 2012) nos proporcionan una técnica
denominada “CRISPR Cas 9” que nos permite cortar de manera específica un punto
del genoma y cambiarlo por una secuenciación artificial a escoger.
Estas técnicas abren unas
extraordinarias posibilidades de carácter terapéutico, como podría ser la
curación de la anemia falciforme o la insuficiencia inmunológica de los “niños
burbuja” (producida por la deficiencia del gen denominado ADA). Y también
permite la manipulación de los caracteres genéticos, lo que sería de
extraordinaria importancia si se pudieran llevar a cabo en las células germinales
(lo que posiblemente se conseguirá en los próximos años o décadas) al conocerse
ya el mapa genómico humano.
LAS POSIBILIDADES EUGENÉSICAS.
Las posibilidades eugenésicas de
manipulación en el momento actual son cuatro
1.-EL CONSEJO GENÉTICO por el que
ante la evidencia de una malformación tipo Down (diagnosticable por
amniocentesis), se recomienda el aborto (sobre todo en las primeras veintiuna
semanas cuando las conexiones neurológicas no están formadas y no puede
establecerse que el feto tenga carácter de persona).
2.-LA CIRUGÍA O INGENIERIA
GENÉTICA, es decir, la sustitución de segmento de gen dañado mediante la
técnica de DNA recombinante
3.-LA SELECCIÓN GERMINAL o
selección de genes de individuos sanos, mediante bancos de esperma y de óvulos,
con constituciones genéticas deseables,
para asegurar una progenie saludable,
4.-LA CLONACION que consiste en
repetir el genotipo completo de determinados individuos (como se hizo con la
famosa oveja Dolly).
Las dos primeras son moralmente
aceptables. Las dos segundas son inviables porque la bondad del genotipo no nos
asegura la idoneidad del fenotipo.
La ingeniería genética está
causando una revolución en la medicina y también en la agricultura y en otras
industrias, y la posibilidad de manipulación de su propia evolución es un hecho
para la humanidad con enormes ventajas y algunos inconvenientes.
Bibliografía: “¿De dónde vengo?,
¿Quién soy?, ¿A dónde voy?”.
Francisco J. Ayala.
Alianza Editorial. 2015
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