DE CASTA LE VIENE A…
(Religión aparte
LIX)
Las precipitaciones y las
carreras nos han metido, de un tiempo (demasiado tiempo) a esta parte en un
vertiginoso laberinto que nos puede llevar al abismo. No nos hacen falta
profecías ni que nos sigan avisando de males los mismos agoreros que nos los
provocan, simulando atender a nuestra situación, como si el miedo que nos
incuban fuera huérfano o hijo de nadie.
De casta le viene a la historia,
nada casta, que nos provoca a la estampida, al sálvese quien pueda, y a la
justificación de la violencia toda, pero cargando las tintas sobre los más
desfavorecidos y humillados, que no son pocos, como para no ser tenidos en
cuenta en bien de todos.
De casta le viene a las
religiones, que han cobrado carta de naturaleza para sus fechorías de
dominación a través de multitud de años. Incluso han actuado creando dioses y
sus encendidas promesas de paraísos, incluso terrenales, para promover y
justificar sus fidelidades y ansias de poder, incluida la posesión de una
tierra prometida. Han llamado promesa a un antojo que se materializa en una
dominación y que se justifica por ser sus mandatos tan extraños como divinos.
Los fieles han tildado de
infieles a quienes les ha parecido y, por si sus dioses pudiesen rectificar,
siendo misericordiosos, no condenando a nadie a sus encendidos infiernos, esos
mismos fieles se han encargado, en tiempos históricos no lejanos, de arrojar a
la hoguera a los herejes y heterodoxos.
Todos los monoteísmos se han
alimentado de alguna manera de la Biblia y todas sus religiones se han
declarado como verdaderas. Y hay quienes
se mantienen en una afición bíblica que, al día de hoy, son los
privilegiados de Dios, según podemos constatar, para tomar con todo derecho las
tierras que no son suyas, porque cuentan actualmente con el respaldo del Tío
Sam, carnicero mayor por su propia definición, que es el que sale beneficiado
de tantos conflictos, incluidos los militares, que se multiplican por todo el
mundo.
Nos parece que ya no es Sion la
que llora por sus hijas y sus hijos, según podemos leer en La Lamentación
primera (16-18): “Por eso lloro y manan lágrimas de mis ojos... Tiende Sion
sus manos pero nadie la consuela. Yavé dio contra Jacob órdenes a los enemigos
que la rodeaban y Jerusalén se ha vuelto impura entre las naciones enemigas y
Jerusalén fue para ellos objeto de abominación. Justo es Yavé, pues yo fui
rebelde a sus mandatos. Oíd, pueblos todos, y ved mi dolor; mis doncellas y mis
mancebos han ido al cautiverio”. Sin embargo, llevada, ahora, por una religiosa
revancha histórica, es la que hace llorar y sufrir a los hijos y las hijas de
los demás.
Hoy día, en este tan entrado
siglo XXI, el sionismo más recalcitrante
ha declarado la guerra a los que siguen abandonados por los tratados y cuidados
internacionales, obviando que es un conflicto por la apropiación indebida por
parte de Israel durante más de setenta años. Sabemos que es Israel quien ha hecho surgir a Hamás y no Hamás quien ha
creado el conflicto, después de tantos siglos de historia de parte, que ha
hecho que se haya podido proclamar como dueño de todo lo que se le antoja.
Parece que quieren blandir en su defensa un cainismo congénito, además de
concebido como salvífico, que se arroga el derecho de acabar con la cuarta
parte de la humanidad, según el modelo que hemos podido constatar de la
historia de su héroe Caín, que ha hecho de tan perseverante historia, como si
de una eterna religión se tratara. El cainismo ha llegado a ser santo y seña de
esta humanidad tan deshumanizada que parece que quiere justificar, de paso,
todas las tropelías que caracterizaron al holocausto.
Hoy sabemos que los niños
maltratados pueden ser más proclives a ser maltratadores. La empatía queda
obstruida, porque la violencia es aprendida y marca a más de uno desde la
mismísima infancia por una cierta dimensión de “troquelado”, que hace desplazar
muchas sensibilidades positivas que, día por día, estamos echando de menos.
Sin ir más lejos, en nuestra
tierra, tierra de conejos según los antiguos, donde se favorece ya la práctica
de la caza y de su aprendizaje, está creciendo también el deporte de la
persecución verbal y el enfrentamiento político, con insultos y
descalificaciones (“tiritos”), como si se tratara de una reconquista que está
todavía pendiente. No nos debe extrañar que
Madrid conceda la Medalla de Honor a Israel. No nos podemos permitir el
lujo de ser antipáticos, porque somos así de castizos.
Jose María Barrionuevo Gil
El Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”