LA
PEDERASTIA, UNA HISTORIA DE LARGO RECORRIDO
(TERTULIA DEL 11/1/17)
(ROSA BALLESTEROS GARCIA. DRA. EN
HISTORIA. EXPERTA EN GÉNERO)
En su libro Los
orígenes del totalitarismo (1948) la filósofa Hannah Arendt (1906-1975)
escribió [que] “Comprender significa afrontar sin prejuicios, atentamente, la
realidad, cualquiera que sea”. Con estas palabras quiero iniciar la charla, afrontándola
al margen de cuestiones morales, éticas o religiosas. Espero que la recibáis
como se pretende: sin prejuicios a priori y afrontando el tema, como ya digo,
al margen de otras consideraciones.
En su novela Tormento
(1884) Benito Pérez Galdós abunda en la pervivencia de la conducta humana
cuando escribe: “La verdad más grande que se ha dicho en el
mundo es esta: Nihil novum sub sole (Nada hay nuevo debajo del sol), por donde se expresa que ninguna
aberración humana deja de tener su precedente. El hombre es siempre el mismo y
no hay más pecados hoy que ayer”. Abundando en el concepto, el mitólogo Joseph J.
Campbell escribió: “Las virtudes del pasado son los vicios del presente. Y
mucho de lo que se creía que eran los vicios del pasado son las necesidades de
hoy. El orden moral tiene que ponerse a tono con las necesidades morales de la
vida real en el tiempo, aquí y ahora”.
Hecha esta pequeña introducción, intentaré con esta charla
compartida ser concisa, desechando términos técnicos y, lo que considero más
importante, breve en la exposición para que tengamos tiempo de expresar
opiniones, si bien os digo humildemente que es muy, muy difícil resumir en unas
cuantas cuartillas toda la historia de la humanidad, pues esta cuestión es tan
antigua como la humanidad misma. Nada hay nuevo bajo el sol, como afirmaba Galdós.
El desarrollo del tema a tratar lo abordo desde los puntos
de vista que siguen:
1.
Antropología del término.
2.
La pederastia y la pedofilia en las civilizaciones clásicas.
3.
La pederastia y las mujeres.
4.
La pederastia y la iglesia católica: algunos datos.
5.
Algunas películas relacionadas con el tema
1. ANTROPOLOGIA DEL TÉRMINO
En primer lugar, y antes de entrar en materia, quiero
precisar dos cuestiones que me parecen imprescindibles para centrar el tema: la
diferencia entre pedofilia y pederastia. “Pedofilia” o su variante “paidofilia”, alude únicamente
a la atracción erótica o sexual que una persona adulta siente por los niños,
aunque no abuse de ellos. Etimológicamente, la palabra deriva del término
griego paidophilia, y éste de páis-paidós, «muchacho» o «niño», y filía, «amistad». La palabra pederastia
es la apropiada para referirse al abuso sexual que se comete con menores. Se
sabe que el abuso sexual existe desde tiempos prehistóricos y, a pesar de los
cambios experimentados por la sociedad, la pederastia sigue siendo en pleno
siglo XXI una lacra y un hecho repudiable en sí mismo, precisamente porque las
víctimas de este abuso sexual son los menores.
2. PEDERASTIA Y
PEDOFILIA EN LAS CIVILIZACIONES CLÁSICAS
La pederastia griega, idealizada por los griegos desde la
época arcaica, era una relación entre un joven adolescente (erōmenos, 'amado') y un hombre adulto
que no pertenecía a su familia próxima (erastēs,
'amante'). Surgió como una tradición aristocrática educativa y de formación
moral. Los griegos la consideraban por ello un elemento esencial de su cultura
ya desde los tiempos de Homero. Es importante señalar que la diferencia de edad
entre erōmenos y erastēs es paralela a la que se daba entre los contrayentes del
matrimonio en la antigua Grecia: un hombre en la treintena y una jovencita de
entre quince y dieciocho años. También cabe remarcar que el erómeno era un
adolescente ya entrado en la pubertad y no un niño, como se entiende en el
concepto actual de pederastia.
Los griegos consideraban normal que un hombre se sintiese
atraído por la belleza de un joven, tanto o más que por la de una mujer. La
pederastia estaba muy relacionada con la tradición atlética y artística de la
desnudez en la gimnasia, con la costumbre de matrimonios tardíos para los
varones y con el hecho de que las mujeres estuvieran recluidas en sus hogares. También
era algo fundamental para el entrenamiento militar griego y un factor
importante en la formación de sus tropas. Un ejemplo clásico de la pederastia griega era
el Batallón Sagrado de Tebas, una unidad militar separada del resto y reservada
únicamente a hombres y sus jóvenes amados. Normalmente es considerado como el
primer ejemplo de cómo en la Antigua Grecia se usaba el amor entre soldados en
la tropa para estimular su espíritu combativo. Hubo incluso mitos para explicar
el origen de la pederastia: la primera dice que
fue Orfeo, uno de los seres de la mitología griega. Según algunas
fuentes las Ménades lo destrozaron debido a su misoginia y porque habría sido
el primero en mantener relaciones amorosas con varones. Otra leyenda afirma que
la pederastia comenzó con el músico Támiris que fue seducido por el hermoso
Jacinto.
Los griegos antiguos fueron los primeros en describir,
estudiar, sistematizar y establecer la pederastia como una institución.
Múltiples teorías intentan explicar el origen de esta tradición. Una escuela de
pensamiento, representada por el historiador francés Bernard Sergent (experto
en Historia antigua y Mitología comparada) sostiene que el modelo de la
pederastia griega evolucionó a partir de los ritos de paso a la edad adulta
indoeuropeos, los cuales a su vez tenían sus raíces en las tradiciones chamanísticas
neolíticas.
Respecto a esta actividad, la evidencia arqueológica
reciente sugiere que los primeros chamanes conocidos—datados en la era del
Paleolítico Superior en lo que es hoy la República Checa—eran mujeres (Bárbara
TEDLOCK, 2005). El chamanismo es considerado por algunos como el antecedente de
todas las religiones organizadas, ya que nació antes del Neolítico. En algunas
sociedades, los chamanes muestran una identidad de dos espíritus. Esta práctica
es común, y se encuentra entre los chukchis, los dayaks del mar, los patagones,
los mapuches, los arapahos, los cheyennes, los navajos, los pawnees, los
lakotas, y los utes, así como en muchas otras tribus nativas americanas. En
efecto, estos chamanes de dos espíritus estuvieron tan extendidos como para
sugerir un origen muy antiguo de la práctica.
Según otra explicación, expuesta por académicos como el
historiador norteamericano William A. PERCY (1996), especialista en estudios
Gay, la pederastia surgió en la antigua Creta alrededor del año 630 a. C. como
un medio de controlar la natalidad, retrasando la edad promedio del matrimonio
de los hombres hasta la treintena. El joven era raptado previo aviso por el erastés en un secuestro ritual. Si ambos
eran de la misma clase social, los familiares del erómenos fingían perseguir al raptor, pero si el joven pertenecía a
un sustrato inferior, el muchacho podía ser secuestrado de mala manera. El
adolescente recibía de su amante una verdadera educación que se complementaba
con la convivencia en el círculo de amistades del erastés. Primero era conducido al andreion -una especie de comedor comunal- del incitador, para luego
irse juntos al campo, donde vivían durante dos meses en una suerte de luna de
miel. A la vuelta el efebo era solemnemente recibido y su amante le obsequiaba
con tres regalos: una copa, un buey y una armadura. Desde entonces era su
escudero. La edad promedio de los jóvenes seleccionados era de 12 años, en
principio no por su belleza, sino por sus aptitudes; y se los consideraba
demasiado maduros a los 18. Incluso eran descartados los púberes a los que se
les adelantaba la aparición del vello corporal y el cambio de voz. Según
Plutarco, el propio Solón (638-558 a.C.), considerado como uno de los “siete
sabios de Grecia” y amante de Pisístrato (607-557 a.C.), ensalzó el amor a los
imberbes de la siguiente manera: “Amarás a los muchachos hasta que sus pelos
escasos cubran su barba. Hasta entonces gustarás de su dulce aliento y de sus
muslos”.
Otra teoría explica la pederastia desde el punto de vista
que tenía la aristocracia masculina griega sobre los sexos: los griegos se
consideraban como una raza ilustrada, pero no incluían a las mujeres en tal
definición. Por lo tanto, sólo podían establecer una relación amorosa entre
iguales con otro hombre igualmente ilustrado. Este concepto machista de los
hombres como el único sexo ilustrado se da en otras culturas coetáneas (véanse
cultura romana y semita como ejemplos), pero sólo en Grecia se sigue de él la
tolerancia a la pederastia. Las mujeres, de acuerdo a la imaginaria del tiempo,
carecían de la inteligencia y la sabiduría.
No tenían un papel destacado; sus actividades se limitaban al matrimonio,
las tareas domésticas y la generación de una descendencia sana. Los griegos exhibieron todos los
talentos humanos: literatura, drama, poesía, música, arquitectura, escultura,
etc. Glorificaban la belleza del cuerpo humano y exponían las proezas atléticas
en las Olimpíadas. Ninguna parte del cuerpo humano era considerada vergonzosa o
privada, no había necesidad de cubrirlas. (Las competencias atléticas al
desnudo eran la norma en Grecia. Nuestra palabra moderna gimnasio deriva de la
palabra griega gumnos, “desnudo”).
Obviamente las pasiones humanas eran veneradas, lo cual
generó que hubiera muy pocos tabúes sexuales, ni siquiera la pedofilia o la
pederastia. De hecho, la iniciación sexual de un niño a manos de un hombre
adulto era considerada la forma más elevada de amor y era una parte vital de la
educación de los menores. Platón escribió sobre esto: "Yo, por mi parte,
no puedo expresar la inmensa bendición que es, a una temprana edad, tener un
honorable amante [mayor]…”
Por otro lado, la pederastia no se practicaba del mismo modo
en toda la antigua Grecia, pues había una gran diversidad de formas según las
regiones y el periodo donde se llevara a cabo. En algunas zonas, como en Beocia,
el hombre y el muchacho se unían formalmente y vivían juntos en pareja. En
otras, como en Elis y Atenas, se convencía con regalos a los jóvenes para que
mantuvieran una relación de noviazgo, y en unas pocas, como Jonia, estas
relaciones estaban completamente prohibidas. Los espartanos parece ser que
practicaban la pederastia de una forma casi casta. Un hombre libre podía
enamorarse de un joven, proclamarlo públicamente y cortejarlo hasta que éste lo
aceptara como compañero. Todas las variantes tenían, sin embargo,
características comunes: el erastés
se convertía siempre en una especie de tutor legal, mentor y amigo del chico.
Diferían en los rituales, en la forma de convivencia y el grado de intimidad
que alcanzaba la pareja. Platón, filósofo y defensor de la moral pederástica,
escribe El banquete como una manera
de guiar a la juventud como debe ser la relación entre erastas y erómenos. Para
los romanos las actitudes hacia la homosexualidad fueron cambiando con los
tiempos, según el contexto histórico, oscilando desde la fuerte condena hasta
una considerablemente amplia aceptación. De hecho, fue considerada una
costumbre cultural en ciertas provincias.
Durante el Imperio Romano, su sucesor natural, y en los
comienzos de la su República, las relaciones homosexuales entre hombres libres
estaban penadas incluso con la muerte por la ley Scantinia. No se conocen los
términos exactos de la ley, aunque es citada varias veces por los legisladores
posteriores, pero parece que legislaba contra ciertas formas de contacto
sexual, como la pederastia, que era considerada una práctica griega degenerada
y como tal y generalmente reprobada, y también contra aquellos casos en los que
un ciudadano ejercía un papel pasivo en la práctica del sexo anal. Por lo que
en realidad no prohibía todas las prácticas homosexuales, no haciendo ninguna
restricción legal al uso sexual de los esclavos varones por parte de su dueño,
ni aquellos casos en los que el hombre libre ejerciera el papel activo. No
obstante, las costumbres griegas fueron siendo aceptadas gradualmente por la
sociedad romana a finales de la república y principios del imperio, aunque las
relaciones con el mismo sexo surgieron de una forma bastante diferente de cómo
era la homosexualidad en la antigua Grecia. Como los hombres ostentaban, en
particular el pater familias, completamente la autoridad en
la sociedad romana, las relaciones con el mismo sexo a menudo se establecen
como interacciones del tipo amo/esclavo. Usar a los esclavos/as para la
satisfacción sexual del amo era considerado legítimo, incluso en contra de los
deseos del esclavo/a. Por lo tanto era aceptable que un ciudadano romano adulto
penetrara a su esclavo, ya fuera hombre o mujer, pero no estaba bien visto que
fuera él el penetrado. El término “catamita”, joven sirviente sexual pasivo,
era usado comúnmente para insultar o ridiculizar a alguien. Con la llegada del cristianismo
al poder, aunque quizá un poco antes, cualquier expresión de amor homosexual se
convirtió en tabú y se proscribió su práctica. En 390 Teodosio I proclamó una
ley prohibiendo definitivamente todas las relaciones sexuales con los del mismo
sexo, castigándolas con la pena de muerte. Y la condena se mantendría en la
legislación de Justiniano I.
Antes decía que los contrayentes del matrimonio en la
antigua Grecia eran un hombre en la treintena y una jovencita de entre quince y
dieciocho años. Esta diferencia se ha venido manteniendo hasta la actualidad. A
partir del siglo IV y en la Baja Edad Media fue cuando se consolido el modelo
familiar y matrimonial. Un momento en el que las bodas comenzaron a ser
concertadas por los padres y se daban a edades muy tempranas por motivos
sociales y económicos. La legislación consideraba en aquel momento que la edad
legal para contraer matrimonio eran los 12 años para las niñas y 14 para los
niños; aunque los desposorios podían celebrarse desde los 7 años. El abuso sexual
de menores es crónico y universal, ya lo he dicho. Por citar algún caso más me
referiré al mundo de los samuráis japoneses: cuando los misioneros jesuitas,
con Francisco Javier, llegaron al Japón, quedaron escandalizados ante la
naturalidad con la que se vivían las relaciones homosexuales, no sólo en el
ámbito militar, también en el religioso. Los monjes tenían prohibido tener sexo
con mujeres, pero no tenían ningún tipo de prohibición para tenerlo con otros
monjes. Es más para un guerrero o un monje adulto era un honor ser seducido por
otro más joven.
El abuso no está limitado a una sola clase social, raza, o
nacionalidad. Existía en la prehistoria, existe hoy y puede que se perpetué en
generaciones futuras. Proporcionalmente quizás no ocurre hoy más que nunca,
pero dada la globalización de los medios de comunicación, tenemos conocimientos
de más casos de abuso sexual de menores a nivel nacional e internacional. Por
ejemplo, en documentos procedentes del Imperio bizantino (324-1453) se muestra
que los abusos sexuales a menores eran muy frecuentes, a pesar de los castigos
por ese hecho, como cortar la nariz o incluso la pena de muerte. Y eso que la
edad legal de matrimonio para las niñas era de 12 años en la era bizantina. En
la tradición hawaiana (previa al desembarco del capitán Hook en 1778) los
adultos y los niños mantenían relaciones sexuales.
3. LA PEDERASTIA Y
LAS MUJERES
Los estudios sobre el tema muestran que la mayoría de los
agresores son varones heterosexuales (entre un 80 y un 95% de los casos) que
utilizan como estrategia la confianza, los lazos familiares, el chantaje y la
manipulación para consumar el abuso. La media de edad de las víctimas está
entre los 8 y los 12 años. En estas edades se produce un tercio de todas las
agresiones sexuales. El número de niñas que sufren abusos es entre 1,5 y 3
veces mayor que el de niños. Sin embargo, existen muchos casos que no aparecen
en los estudios debido a que no existe denuncia. El abuso sexual infantil suele
ser un fenómeno cíclico y repetitivo.
La prostitución infantil es uno de los hechos que más alarma
a la población, ya que durante las últimas décadas se han dado miles de casos
de prostitución infantil. La prostitución de menores es endémica en muchos
países de renta baja que se han convertido en destino preferente del turismo
sexual. En España son desarticuladas redes de corrupción de menores todos los
años, a quienes además se les incautan miles de fotografías y vídeos de
menores, que serán vendidas de particular a particular o mediante catálogo y
casi siempre en países distintos al de procedencia para evitar su posible
identificación.
El Centro Internacional de Investigación Sobre Mujeres
estima que, actualmente, hay 51 millones de niñas desposadas que viven en el
planeta tierra y casi todas en países musulmanes. El 29% de esas niñas
desposadas son golpeadas regularmente y abusadas por sus esposos en Egipto; 26%
sufren un abuso similar en Jordania. Cada año, de acuerdo a UNICEF, tres
millones de niñas musulmanas son objeto de mutilación genital (un poco más
adelante os doy varios ejemplos).
Al oír hablar de pederastia, en la mayoría de las mentes
aparece la imagen de un niño varón. Sin embargo: las víctimas de abusos
sexuales son mayoritariamente niñas; se dan en todas las clases sociales o
culturales; y entre el 65 y el 85 % de los abusos se perpetran en el ámbito
familiar, ya que los agresores son padres, tíos, hermanos, abuelos o amigos de
la familia.
Los estudios acerca de la pederastia en España revelan datos
que coinciden en que el 5-10% de los niños y el 20-25% de las niñas han sido
objeto de abuso sexual. “Una de cada
cuatro mujeres en España ha sufrido abusos sexuales en la infancia” fue el lema
de la I Jornada sobre Abusos Sexuales a las Niñas, celebradas en Madrid en
noviembre de 2014.
Estos datos me llevan a referirme a una conferencia que
impartí el año pasado sobre la violencia contra las mujeres bajo el título de
“La memoria colectiva”, estudiada esta como el proceso de socialización a
través del cual las personas recogemos, asumimos, conservamos, y retransmitimos
reglas y normas de comportamiento. Dicho proceso se produce en dos ámbitos
fundamentales, la familia y la escuela, si bien intervienen, además, otros
elementos como son las instituciones políticas, religiosas, administrativas o
laborales, por citar algunas de ellas. En palabras del teólogo Juan José
Tamayo: “masculinidad y violencia, pederastia y patriarcado son binomios que
suelen caminar juntos y causan más destrozos humanos que un huracán”. Estas
prácticas se han conservado y transmitido a través de las crónicas y del folklore
popular y son la expresión literaria, poética o lírica de una realidad social.
En otras palabras, las crónicas son un vehículo que arrastra pautas sociales.
Es también espejo en el que se refleja la cohabitación de luchas contrapuestas
que se perpetúan a través de los siglos.
Todas estas leyendas vendrían a reafirmar la idea del rapto
de mujeres como causa de conflictos desde tiempos prehistóricos, hecho avalado
por la variedad de mitos y leyendas de muy diferentes culturas que recogen
testimonios similares, y que de forma indirecta nos hablarían del papel
'inferior' que la mujer tenía en estas sociedades, siendo presentada como un
tesoro que puede ser robado para uso y disfrute de su captor. En nuestra
opinión el rapto de mujeres tuvo que ser algo habitual desde tiempos
prehistóricos, por lo que es muy probable que se diese desde nuestros ancestros
sapiens, ya que en unos tiempos donde la
supervivencia de la tribu dependía en gran medida de un alto nivel
reproductivo, la presencia de mujeres en edad fértil se convertía en una
necesidad para cualquier tribu. Recordar que a esto habría que sumar la alta
mortalidad infantil acompañada de una alta tasa de mortalidad en mujeres
parturientas y sobre todo, la necesidad de exogamia en pueblos primitivos de
buscar relaciones fuera de la tribu, evitando así la peligrosa endogamia.
Volviendo de nuevo a las crónicas y como ejemplo de ellas
son algunos de los romances recogidos y recordados durante generaciones
como “Amnon y Tamar”, “Delgadina” o “El
hermano infame”, en las que vemos reflejados algunas de estas conductas, como
las recogidas por el folklorista y cantautor Joaquín Díaz en sus Romances truculentos (1973): “Hice una
selección de ellos y me di cuenta de que casi todas las tragedias que contaban,
ásperas y salvajes, se desarrollaban en el ámbito doméstico. Curiosamente eran
producto de unas relaciones familiares o de parentesco que se viciaban,
alejándose de la “normalidad” como resultado de deseos incontrolados o de
intenciones torcidas”.
Ejemplos de
pederastia consentida por distintos gobiernos:
Bangladesh: donde más del 50% de las mujeres se casa antes
de cumplir los 15 años, un clérigo islámico amenazó con Yihad (guerra santa) si
se prohibían los matrimonios con niñas.
Irán: el Consejo de Clérigos, que tiene precedencia sobre el
Parlamento, dictaminó que las niñas se pueden casar desde los 9 años.
Arabia Saudita: no hay ley que defina la edad mínima para
casarse, y en la práctica se casan niñas desde los 8 años.
Irak: su Gobierno ha
presentado al Parlamento un proyecto de ley que permitiría el matrimonio a
cualquier edad, siguiendo así los preceptos más estrictos de la ley islámica,
la Sharía. El proyecto disminuye la
edad de matrimonio legal para las mujeres a los 9 años de edad y para los
hombres a los 15, según el artículo 16. Además, permite la poligamia sin
restricciones (artículo 104), establece que las mujeres mayores de 18 años
requieren del consentimiento paterno para casarse, y otorga al marido el
derecho a mantener relaciones sexuales incluso sin el consentimiento de la
esposa (artículo 101). Dentro del escandaloso proyecto, también se adjuntan
condiciones como la que dice que mientras una mujer amamante a su bebé, el
hombre polígamo puede pasar noche tras noche con cualquiera de sus mujeres.
Otro de los puntos polémicos de esta normativa es que se le
impide a la mujer abandonar su domicilio conyugal o incorporarse al mercado
laboral sin permiso de su esposo. La apodada “Ley Yaafari”, establece que el
marido no tiene la obligación de mantener económicamente a su esposa en el caso
de que esta no esté en condiciones de satisfacerle sexualmente (artículo 126).
La ley también establece que, en caso de divorcio, el padre es el único tutor
de los hijos, y prohíbe a los musulmanes casarse con no musulmanes (artículo
63). Los defensores de los derechos humanos y los líderes religiosos de
distintos sectores internacionales dieron muestras de una gran indignación
luego de que, en febrero pasado, la mayoría del Consejo de Ministros iraquí (21
de los 29) votara a favor de este polémico proyecto que legaliza implícitamente
la pedofilia, la violación y la prostitución dentro de los márgenes del
matrimonio. El paidófilo suele ser hombre. Las mujeres suelen ser o bien
personas con trastornos mentales o bien personas muy solitarias y que viven al
margen de la sociedad.
La pederastia en España es una práctica que está sancionada
por el Código Penal desde 2004. El gobierno español, así como otros estados, no
dedica recursos a luchar contra la raíz del problema de la pornografía infantil
online, como tampoco las empresas proveedores de servicios de internet. Así
tenemos que: No se hace filtrado de pornografía infantil (archivos conocidos ya
identificados siguen circulando sin que se haga nada) en redes P2P. Los
proveedores de internet (Telefónica, Cable Europa...) se auto-inhiben de
responsabilidad en este asunto tan grave, cuando objetivamente hablando ellos
han traído la pornografía online a nuestro país. Los ingresos de estas empresas
por estos servicios son billonarios pero no gastan nada en limpiar su red de
estos contenidos, exponiendo al público a descargas accidentales de pornografía
infantil y en ciertos casos a la corrupción de adultos que pueden ver
despertado un interés que no existía previamente hacia este tipo de
pornografía. Los estudios acerca de la pederastia en España revelan datos que
coinciden en que el 5-10% de los niños y el 20-25% de las niñas han sido objeto
de abuso sexual
4. LOS ABUSOS
SEXUALES Y LA IGLESI CATÓLICA.
El Papa Siricio (385) decretó la abstinencia de los curas,
pero estudiando la historia de la Iglesia vemos que esta norma no siempre se
acató. Por citar algunos de los casos más determinantes, el Papa León VII murió
fornicando con una mujer adúltera en el año 939; el Papa Clemente II en 1046
cobraba impuestos a las prostitutas después de muertas, las cuales tenían que
ceder la mitad de su herencia a la iglesia; y el Papa Juan XII fue asesinado en
1334 a manos de un marido celoso que lo encontró con su mujer. Como anécdota,
existe un libro médico atribuido al pontífice medieval Juan XXI (Juan Hispano,
1215-1276) que daba recetas para mejorar la erección y dar más placer a las
mujeres en las relaciones sexuales titulado El
Tesoro de los pobres (1270).
Los casos de abuso sexual cometidos por miembros del clero
de la Iglesia católica hacen referencia a una serie de condenas, juicios e
investigaciones sobre casos y crímenes de abuso sexual infantil cometidos por
sacerdotes y miembros del clero católico en contra de menores de edad, que van
desde los 3 años, e involucran, en la mayoría de los casos, a niños de entre 11
y 14 años de edad. Los casos han sido documentados y denunciados ante las
autoridades civiles de varios países, resultando en la persecución de los pederastas
y demandas civiles contra las diócesis de la Iglesia Católica. Muchos de los
casos salen a la luz pública varias décadas después de los hechos. Las demandas
ante las autoridades han sido hechas también contra la jerarquía católica,
quien en muchas ocasiones obstaculiza las investigaciones, además de no
reportar y de hecho encubrir a los sacerdotes pederastas, moviéndolos de
parroquias para evitar su detención y juicio.
A partir de la segunda mitad del siglo XX se ha incrementado
el número de denuncias por abuso sexual infantil en todas sus variedades por
parte de religiosos católicos romanos. En los últimos años, han cobrado
relevancia los casos de Irlanda, Estados Unidos y Alemania, donde las
autoridades locales han encontrado culpables a sacerdotes católicos de cientos
de acusaciones de pedofilia. El escándalo ha alcanzado a congregaciones como la
Legión de Cristo; ocasionó la renuncia de los obispos irlandeses John Magee y
James Moriarty quienes reconocieron haber sido negligentes ante las denuncias
de pedofilia por sacerdotes en sus diócesis; y ha llevado a la cárcel a varios
sacerdotes católicos romanos. En abril de 2010, Roger Joseph Vangheluwe dimitió
como obispo de Brujas por haber abusado sexualmente de un joven cuando era
sacerdote y al comienzo de su episcopado. Organizaciones de víctimas de
pedofilia han señalado que los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI tienen algún
grado de responsabilidad al haber encubierto abusos, o bien omitido las
denuncias.
La Santa Sede, por la voz de Benedicto XVI, ha condenado la
pedofilia y reconocido los casos que han llevado al escándalo por esta causa en
los últimos años de la primera década del siglo XXI. El papa Benedicto XVI ha
reconocido públicamente los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes, ha pedido
perdón a las víctimas y sostenido que los culpables deben responder ante los
tribunales. Ratzinger también inició un proceso contra Marcial Maciel por
acusaciones de pedofilia. En el 2006, cuando Ratzinger ya era papa, anunció el
cierre de la investigación sobre Maciel debido a su avanzada edad y quebrantada
salud, ordenándole el retiro del sacerdocio público para consagrarse a una vida
de «oración y penitencia».
De los pocos estudios dedicados al tema, contamos con el
elaborado en 1995 sobre el comportamiento sexual del clero, realizado por José
Rodríguez, que afirma que el 26% de los sacerdotes mantuvieron relaciones
sexuales con menores, de quienes el 14% eran niños y el 12% niñas.
La reflexión a este apartado es ¿Podemos asociar el celibato
con los abusos a menores? Lo cierto es que si nos remitimos exclusivamente a los
numerosos casos que salieron a la luz en este año pasado el asunto tiene el
calado suficiente como para hacernos reflexionar sobre esta cuestión.
5. LA PEDERASTIA EN
EL CINE
El cine, desde su perspectiva como agente social, se viene
considerando una especie de “reflector” y también de “moldeador” de mentalidades y comportamientos.
Las películas actúan como “dramas de reafirmación” de las propias creencias,
actitudes y valores y su poder es infinito a la hora de llegar a millones de
espectadores. Asociando todo ello al tema que nos ocupa, me he permitido
seleccionar para los más cinéfilos una pequeña muestra de títulos (nacionales e
internacionales) para disfrutar, esta vez visualmente, de la charla.
Entre las películas españoles: ¡Arriba Hazaña!, 1978, José María Gutiérrez Santos; Tras el cristal, 1986, Agustí de Villaronga;
La lengua de las mariposas, 1999, J.
L. Cuerda; De nens, 2003, Joaquín
Jordá; No tengas miedo, 2011, Montxo
Armendáriz, o La mala educación,
2004, Pedro Almodóvar, premiada en España y en varios festivales
internacionales.
Entre los títulos extranjeros: Los niños de San Judas, 2003, Aisling Walsh (Irlanda); Agua, 2005, Deepa Mehta (Canadá); Secretos de familia, 2009, Paco del Toro
(México); Cuando el cielo se cae,
2009, Manyar I Parwiani (Dinamarca); Sufragistas,
2015, Sarah Gavron (R.U); El Club,
2015, Pablo Larrain (Chile). De USA: La
fuerza de la ilusión, 1992, Richard Donner; Los hijos de la calle, 1996, Barry Levinson; Rio Místico, 2003, Clint Eastwood; Un crimen inconfesable, 2004, Nicole Kassell; Hard Candy, 2005, Davi Slade; Líbranos
del Mal, 2008, Scott Derrickson; Lolita,
1962, 1997: Stanley Kubrick, Adrian Lyne; Gacy,
2003, Clive Saunders.
Para concluir:
¿Por qué tendemos a creer que las víctimas de pederastia son
niños? Hay varios porqués y todos relacionados con la desigualdad de género.
Uno es la manera de difundir las noticias, que cuando atañen a menores de ambos
sexos, hacen desaparecer a las niñas, tanto por la utilización de un lenguaje
genérico excluyente –los niños, los chavales, los menores- como por la omisión
de información que nos permita saber que también hay niñas afectadas.
El uso inadecuado del lenguaje en el tema que nos ocupa es
colaborador de dos razones de fondo: la tenaz resistencia social a abordar los
temas de discriminación de las niñas y la desidia institucional a la hora de
dedicar recursos y buscar soluciones a los problemas de las niñas de nuestro
entorno, en relación con la carencia de derechos humanos: el abuso sexual, los
embarazos en la infancia, la trata y prostitución infantil, la ablación genital
de las niñas residentes en España, etc.
Al oír hablar de pederastia, en la mayoría de las mentes
aparece la imagen de un niño varón. Sin embargo: las víctimas de abusos
sexuales son mayoritariamente niñas, como ya hemos comentado. La inexistencia
de datos relativos a las niñas al abordar cualquier estudio es un problema
global que refleja su consideración como seres inferiores. Y voy a mencionar un
caso significativo. Save the Children
ha editado una guía para la formación del profesorado: “Violencia sexual contra
los niños y las niñas. Abuso y explotación sexual Infantil”. Este trabajo
aporta datos muy interesantes, por ejemplo, una extensa relación de las
secuelas que deja la violencia sexual, pero no establece diferencias entre
ambos sexos, excepto en dos Consecuencias físicas: desgarramientos o sangrados
vaginales o anales y embarazo temprano.
En la ficción, han contribuido a invisibilizar a las niñas
los medios de comunicación y el cine. Las películas que denuncian el abuso
sexual en la infancia se centran en los chicos, desde La mala educación de Pedro Almodóvar de 2004 hasta Calvary, dirigida por el irlandés John
Michael McDonagh en 2014 o En primera
plana (Spotling), de Thomas
MacCarthy. La película es un recordatorio de las prácticas que usaron para
ello: traslado de los pederastas a otras congregaciones donde seguían estando
en contacto con menores, pago de dinero a víctimas para que retiraran
acusaciones o nunca las hicieran, abuso de autoridad para manipular a padres de
familia y servidores públicos y uso de fueros eclesiásticos y del derecho
canónico como herramientas para escapar a la justicia local. Estas actitudes
siguen vigentes. Periódicamente se siguen revelando casos como el escándalo
sobre los abusos físicos y sexuales cometidos durante más de 30 años en el coro
de niños dirigido por Georg Ratzinger, hermano de Benedicto XVI. Sin embargo,
si estais atentos a este sesgo machista, podréis detectar que más o menos
implícitamente la pederastia femenina, es decir, el abuso de las niñas está
presente muchas más veces de lo que pensamos.
Aunque el papa Francisco pidió perdón públicamente por los
abusos de la iglesia, y por primera vez usó la palabra “violación” (en vez de “abuso”), habría que ver si sus palabras
hacen algo real por cambiar el silencio y la impunidad que continúan
encubriendo y protegiendo a miles de pedófilos en el mundo.
Finalmente, en España, los primeros pasos para regular la
violencia ejercida sobre las mujeres data de diciembre 2004, conocida como “Ley
Zapatero”. Gracias a sus datos sabemos que entre 1999 y 2015 (es decir, 16
años) se han producido 1.064 muertes de mujeres. Haciendo una terrible
comparación mortal, entre 1968 y 2010 (es decir, 46 años) ETA asesinó a 829
víctimas, entre ellas 62 mujeres y niñas (Si todas las víctimas son iguales,
comparen la diferencia). Por cierto que la primera víctima de ETA fue una niña
de 22 meses llamada Begoña Urroz Ibarrola, que murió a consecuencia de la
explosión de una bomba en San Sebastián, el 28 de junio de 1960. Si ampliamos
esta lacra al resto del mundo, Asia es el continente más afectado, con cerca
del 600 mil criaturas prostituidas en Filipinas; 300.000 en India; 250.000 en China y 30.000 en Sri Lanka y
Nepal, sólo por citar algunos datos más al respecto. Las cifras son abrumadoras
y el trasfondo de la desigualdad no deja lugar a dudas.
Finalmente, adjunto os remito una breve bibliografía y un
artículo bastante esclarecedor sobre la dominación de género que creo que os
puede interesar.
Bibliografía:
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BARING, Anne y CASHFORD, JULES (2005): El mito de la diosa, Siruela.
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TEDLOCK, Bárbara (2005): The Woman in the Shaman's Body: Reclaiming
the Feminine in Religion and Medicine.
Artículo recomendado
Mujeres en la Prehistoria:
mitos, estereotipos y roles de género
(Coral Herrera Gómez*)
La serie de dibujos animados "La familia
Picapiedra", está basada en la idea de que la desigualdad de nuestra
sociedad es universal y eterna, es decir, que las jerarquías y las divisiones
existen desde el principio de los tiempos. Por eso pensamos y representamos a
nuestros antepasados aplicando los esquemas de nuestra cultura: las mujeres
limpiaban la cueva y cocinaban en ella, muy felices, y los hombres salían a
buscar alimentos, arrastraban a sus mujeres de los pelos y las defendían de
otros ataques, siendo los responsables de la seguridad del poblado.
Esta visión estereotipada de la Prehistoria es el resultado
de nuestra mirada patriarcal sobre el pasado, porque suponemos que la dependencia
emocional femenina es "natural", que nuestra forma de organizarnos ha
sido siempre la misma, y que la pareja es la base fundamental de todas las
comunidades humanas. Sin embargo, los estudios antropológicos con enfoque de
género han dado al traste con esta visión estereotipada de los inicios de la
Humanidad.
Leyendo los estudios en torno a la materia, es imposible
imaginar que una mujer prehistórica pudiese estar encerrada en la cueva por
voluntad propia esperando a su compañero, y suspirando por tenerle cerca. Cabe
suponer que las relaciones amorosas de entonces eran más libres e igualitarias
porque no estaban marcadas por la necesidad de las mujeres de tener a un hombre
proveedor de recursos.
En primer lugar porque la estructura socioeconómica no
estaba basada en la pareja, sino en el clan. Pertenecer a un clan suponía la
única forma de supervivencia para los humanos, que lograron salir adelante
gracias a la cooperación y la ayuda mutua. Las mujeres no necesitaban tener una
pareja estable para tener hijos, primero porque no sé sabía de la participación
masculina en la concepción, segundo porque las mujeres también cazaban y
participaban de las mismas actividades que los hombres gracias a que en el
poblado todos los adultos y adultas vigilaban y cuidaban a los niños, los
propios y los ajenos.
La división patriarcal de los roles vino años después,
cuando las diosas femeninas de la fertilidad fueron sustituidas por los dioses
de la guerra.
Las teorías feministas denunciaron desde los años 60 y 70 el
sesgo androcéntrico de los estudios antropológicos tradicionales. La mayoría de
estos se basaban en la caza como actividad básica para la supervivencia humana
y para el desarrollo de la inteligencia, la comunicación, el bipedismo y el
arte humano. Además, se consideraba una actividad propia de los varones,
gracias a la cual "nos desarrollamos como especie".
En la actualidad, sin embargo, la mayoría de los
antropólogos y antropólogas considera que la caza no fue el único ni el
principal motor de la evolución humana. En principio, no existen razones para
pensar que las mujeres no colaboraron en la caza en las primeras sociedades
prehistóricas.
De hecho, existen diferentes manifestaciones plásticas de
muchos lugares distintos que confirman que las mujeres cazaban en la
Prehistoria; algunos ejemplos puestos por Martín Casares son las pinturas de
"escenas de caza" prehistóricas: cazadoras capsienses de África del
sur de Damaraland y de Bramberg / Brandbers pintadas hace más de 6.000 años, o
las de la costa levantina española, datadas alrededor del año 5000 a.d.C.
También la participación de las mujeres en la caza menor
está documentada etnográficamente en diversas sociedades de
cazadores-recolectores, como los agta-negrito de Filipinas (Estioko-Griffin,
1986).
En 1977, Linton expresó su desacuerdo con el modelo del
hombre cazador-proveedor insistiendo en que existen pocos datos y muchas
especulaciones en el estudio de la evolución humana respecto a las teorías del
papel de la caza como actividad exclusivamente masculina y creadora de la
cultura: “Es sesgado, y totalmente irracional, creer en un primer o rápido
desarrollo de un modelo en el cual un macho es responsable de “sus” hembras e
hijos”.
Para Linton, la relación entre la madre y sus hijos e hijas
era la célula social más importante. Pensaba que, siendo la recolección la base
de la alimentación de los primates, la alimentación vegetariana tuvo que
preceder a la caza.
Lichardus, por su parte, afirma que los más arcaicos grupos
humanos se alimentaban de manera muy variada y no eran tan dependientes de la
carne: "... la alimentación cárnica no pudo desempeñar un papel tan
importante como a veces se pretende." (Lichardus, 1987). Los hombres cazan
y a veces vuelven con carne de animales grandes; éste es un alimento muy
apreciado, pero “no constituye más que una tercera parte del total del consumo
de calorías." (Nathan, 1987).
Además se ha demostrado que la dentición de los homínidos
ancestrales -como la nuestra- es más apropiada para moler y no para punzar, desgarrar
o mascar carne (Harris, 1979). Citados en
Martín-Cano Abreu, F. B. (2001).
También Martin y Voorhies (1975) creen que el porcentaje
mayor de la dieta en las sociedades prehistóricas procedía de la recolección,
como ocurre en las sociedades contemporáneas de cazadores-recolectores. Los
datos etnográficos han revelado que los trabajos de recolección de las
sociedades prehistóricas actuales los realizan fundamentalmente las mujeres,
por lo que su trabajo resulta básico para la supervivencia del grupo. Además,
muchos autores defienden que la recolección es una actividad cotidiana, mucho
más regular y segura que la caza, “que es impredecible y esporádica” (Comas,
1995).
Para los científicos y científicas que exploran en el área
de los estudios evolutivos sobre el desarrollo del género Homo y la especie
sapiens, es indudable que la característica que nos hace humanos es nuestro
cerebro: una poderosa estructura de gran complejidad y de un tamaño desmesurado
en proporción al cuerpo que lo sustenta. Los más recientes avances de la
Ciencia sugieren que todos los grandes hitos evolutivos, los cambios cruciales
que permitieron ese salto gigantesco desde un cerebro de 400 centímetros
cúbicos hasta otro de 1.300 centímetros cúbicos, con todo lo positivo y lo negativo
que esto conlleva, tuvieron lugar sobre el organismo de la hembra de la
especie, y sobre todo, en relación con la evolución de su cadera, pues el
aumento del volumen cerebral se acompañó del aumento del cráneo que lo alberga,
y del ensanchamiento del canal del parto:
Según José Luis Campillo Álvarez (2005), “de nada hubieran
servido las prodigiosas contribuciones morfológicas, neuroendocrinas y
metabólicas que lograron construir a lo largo de millones de años de evolución
nuestro gran cerebro si, paralelamente, no hubiera evolucionado una cadera
capaz de parir el enorme cráneo que lo contiene”.
Un ser con un cerebro a medio desarrollar tarda tiempo en
ser autónomo y valerse por sí mismo, por lo tanto necesita unos cuidados
especiales y una atención constante durante varios años. Esto provocó que todas
nuestras fases vitales, incluidas la infancia y la juventud, fueran más largas
en nuestra especie que en el resto de primates.
Nuestros niños y niñas permanecen infantiles durante más
tiempo que sus “primos peludos”, por eso las madres y padres humanos deben
emplear mucho tiempo y gastar gran cantidad de energía en sacar adelante a sus
crías.
La evolución humana supuso periodos más largos de embarazo,
mayores dificultades en el parto y la dilatación del periodo de dependencia de
los niños y las niñas. Estos cambios requirieron mayor capacidad de
organización social y comunicación, lo que influyó en la evolución del tamaño
del cerebro y en el surgimiento del lenguaje. Se cree que su origen pudo
deberse a la necesidad de comunicar la localización e identificación de zonas
productoras de plantas, bayas y frutos comestibles, así como las variedades de
cada temporada.
Además, los estudios antropológicos con perspectiva de
género han entendido que los primeros instrumentos utilizados por los humanos
no tendrían por qué haber sido armas para la caza sino recipientes para la
recolección y almacenamiento de alimento, y útiles para cuidar y transportar a
las crías, lo cual habría facilitado la eficacia de la recolección y
acumulación de víveres.
En el plano sexual, también se ha desmitificado la supuesta
dominación brutal de los varones; tanto Linton como Slocum (1975), observaron
que la hembra inicia las relaciones sexuales en la mayoría de los grupos de
primates. Ambas antropólogas defienden que se ha exagerado la competencia por
las hembras y que en realidad, ellas son las que deciden con quién se
emparejan.
Por su parte, Francisca Martin-Cano Abreu (2001), defiende
la idea de que tanto en las familias paleolíticas como en las neolíticas la
mujer gozaba de un gran poder social y económico, dado que era la que aportaba
los dos tercios de las calorías necesarias para la supervivencia del grupo.
Tenía autonomía para moverse e ir a cazar o recolectar, y su doble aportación económica
y reproductiva le permitía tener poder político y religioso.
Los descubrimientos realizados por Goodall, Galdikas,
Fossey, Strum, Thompson-Handler en diferentes especies, señalan, en contra de
las creencias estereotipadas, que las hembras tienen un importante papel en las
sociedades y que participan de la caza en grupo (técnica tradicional compartida
por los primeros humanos). Además, son las hembras madres las que enseñan a sus
descendientes con su ejemplo: el conocimiento necesario para la supervivencia y
qué comida comer, cómo recoger los alimentos adecuados y el arte de la caza.
Gracias a estos nuevos aportes con enfoque de género de la antropología y otras
ciencias sociales, hoy es fácil suponer que las mujeres prehistóricas no
dependían de su pareja, dado que la estructura social en la que vivían era el
clan, en el que niños y niñas eran criados por la comunidad en conjunto. Eran
muchos los ojos que custodiaban y ayudaban a la supervivencia de los seres más
vulnerables del clan, y es fácil suponer que las mujeres gozaban de libertad de
movimientos y que su reclusión en el
espacio doméstico, según Engels, aparecería con la propiedad privada y la
transmisión del patrimonio (recursos, animales, mujeres) entre hombres.
*Doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual.
Escritora e investigadora en Género.
Fuente: "El desprestigio social, simbólico e histórico
del trabajo femenino”, en Construir
conocimiento desde el género. Saldando una deuda histórica con la Academia, Venezuela, 2012
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