domingo, 12 de diciembre de 2021

Ateneistas ilustres (II)

El Ateneo Científico y Literario de Madrid

Las mujeres que quisieron «adelantar el reloj de España» (II)

 

Rosa M. Ballesteros García

rosaballesterosgarcia@gmail.com

 

En nuestro anterior artículo hemos adelantado la historia y antecedentes de algunas de las instituciones inspiradas por ilustrados y liberales, antecedentes del Ateneo madrileño. También hicimos una reflexión de lo que supuso esta clase de instituciones para la formación de las mujeres de cierta clase social[1] y de qué forma fueron proliferando las agrupaciones feministas, especialmente, a partir del último tercio del siglo XIX, los años 20 y la época republicana donde agrupaciones como el Consejo Supremo Feminista de España[2], cuya primera presidenta fue la malagueña María Espinosa de los Monteros, la Unión Republicana Femenina, fundada por la ateneísta Clara Campoamor, la Unión de Mujeres Españolas (UME) o la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), entre otras, tuvieron su otra cara de la moneda con las secciones femeninas falangistas y otras ultraconservadoras como la Junta de Damas de la Unión Iberoamericana, con Pilar Contreras, las «Margaritas» —mujeres carlistas de Navarra—[3], la Asociación Femenina de Acción Nacional[4], vinculada al partido de Acción Nacional, con publicaciones propias, como Ellas, donde se incluían artículos en los que se criticaba el baile, el jazz, así como un  consultorio sentimental y otras, como la Asociación Femenina de Renovación Española o la Asociación Femenina Tradicionalista.

 

El Ateneo madrileño y sus socias. Las mujeres que lucharon por dejar de ser «marimachos, cerebritos y pedantuelas»

 

El Ateneo Científico y Literario madrileño que se había fundado en 1835, aprovechado los aires de libertad tras la muerte del nefasto Fernando VII tuvo a bien, varias décadas después, y a pesar del rechazo de algunos de los socios más antiguos, en admitir excepcionalmente «de vez en cuando la lectura de alguna mujer notable por sus trabajos en literatura». Tendrían que pasar varias décadas para que la magna institución pusiera su tribuna a disposición de una mujer, la escritora y dramaturga Rosario de Acuña (1850-1923). La noticia sorprendió a la sociedad, si bien no era la primera vez que esta mujer había dejado atónito al público madrileño con ocasión del estreno su obra Rienzi el tribuno en 1876[5].

Pero, ¿quién era esta valiente mujer? Rosario de Acuña y Villlanueva fue una escritora, pensadora y periodista y una de las más avanzadas vanguardistas y feministas. Librepensadora y republicana, entre sus obras destacamos El padre Juan, estrenada en 1891 con gran éxito de público y gran escándalo entre la reacción por su contenido anticlerical y como ninguna compañía estable se atrevió a ponerla en escena, Rosario tuvo que crear la propia. Su respuesta a un artículo sobre su actuación en el Ateneo afirmaba: «¡Justicia es lo que necesitamos, no galantería!». Firmó bajo el seudónimo de «Remigio Andrés Delafón». Tras Rosario, otras mujeres de mérito, ya citadas en el artículo anterior, fueron la pintora Alejandrina Gessler y la pianista María Luisa Guerra.

Al margen de estas pocas mujeres citadas, es la famosa escritora gallega Emilia Pardo Bazán (1851-1921) quien tiene el honor de haber sido la primera socia de número. A principios del siglo XX, concretamente en febrero de 1905, más de cincuenta socios progresistas presentaron a la Junta de Gobierno un escrito en el que se planteaba que las mujeres pudieran ser admitidas en la Docta Casa. Era por entonces su presidente el gaditano Segismundo Moret (1833-1913), quien fuera varias veces Ministro. Tras ella, ingresaron como socias de número tres andaluzas: la periodista, profesora y escritora almeriense Carmen de Burgos, la escritora y crítica literaria sevillana Blanca de los Ríos y la pintora cordobesa Rafaela Sánchez Aroca.

De la relación de socias extraordinarias del Ateneo madrileño hemos seleccionado escritoras como Magda Donato, Emilia Pardo Bazán, Blanca de los Ríos, Carlota O´Neill, Rosa Chacel, Acacia Uceta, Encarnación Aragoneses, más conocida por el seudónimo «Elena Fortún» y autora del personaje Antoñia la Fantástica; políticas como Margarita Nelken, María de la O Lejárraga, Clara Campoamor, Isabel Oyarzábal o Victoria Kent, que también ejercieron otras profesiones como escritoras o abogadas; filósofas como María Zambrano, hija de un veterano ateneísta; periodistas como Josefina Carabias; pintoras, como Rafaela Sánchez Aroca o médicas, como Elisa Soriano.

Varias de ellas tuvieron que exiliarse con la Guerra Civil (1936-1939) y algunas murieron sin poder regresar, como es el caso de María de la O Lejárraga, Isabel Oyarzábal, Clara Campoamor, Victoria Kent, Margarita Nelken o Carlota O´Neill. Tres de ellas regresaron después de largos años de ausencia: Rosa Chacel, María Zambrano o Josefina Carabias (Algunas fueron iniciadas en la Masonería). Entre las socias encontramos varias aristócratas, como las Marquesa de Mont Roig, la Condesa de Gomar (Ángela Villalobos), la Condesa de Requena (Gloria Collado), la Marquesa de Ayerbe (María Vinyals), conocida como la «Marquesa Roja» por su activismo social y especialmente la defensa de los derechos de las mujeres (militó en el PSOE) o la ya citada Rosario de Acuña, emparentada con la nobleza.

Entre las socias que se afiliaron durante los años de la República queremos destacar a la jovencísima Hildegart Rodríguez Carballeira, nacida en 1914 fue una niña prodigio que ya leía con dos años. A los dieciocho ya se había licenciado en Derecho, convirtiéndose en la abogada más joven de España y estudiaba dos nuevas carreras: Filosofía y Letras, y Medicina. Militó varios años en las Juventudes del PSOE y más tarde en el Partido Republicano Democrático Federal. Como educadora sexual realizó trabajos para la Liga Mundial para la Reforma Sexual. A los dieciocho años fue asesinada por su propia madre (una especie de Dr. Frankenstein que había querido crear un mito). Durante estos años se sumarían a la nómina del Ateneo una pléyade de mujeres, mayoritariamente, jóvenes y universitarias. De los nombres relacionados en la nómina del Ateneo encontramos a la hija de Carmen de Burgos (Colombine), María Álvarez, actriz y aspirante a escritora; Carmen Ruiz Moragas, hija de madre malagueña y padre manchego, actriz reconocida y más conocida por haber sido amante de Alfonso XIII y madre de dos de sus hijos. Había estado casada con el torero Rodolfo Gaona y fue compañera sentimental hasta su muerte del escritor republicano Juan Chabás. Por último, citar a Pilar Bahamonde, madre Francisco Franco, cuyo nombre aparece recogida en el libro de Ángeles Ezama: Las musas suben a la tribuna (2008).

Sobre la vida de alguna de estas mujeres ateneístas se han publicado varios libros: ensayos, memorias o biografías. De la malagueña Isabel Oyarzábal, por ejemplo, se han ocupado Antonina Rodrigo y quien esto escribe. También en otros formatos, como la televisión, con series como María querida, 2004 (sobre Zambrano), Clara Campoamor La mujer olvidada, emitida en 2011; Emilia Pardo Bazán. La condesa rebelde, 2011; Concepción Arenal, la visitadora de cárceles, 2012 o Las Sinsombrero, de 2015; o el capítulo dedicado a Colombine en RTVE: Mujeres en la historia. Incluso a la gran pantalla Fernando Fernán Gómez llevó la vida de Hildegart en el film titulado Mi hija Hildegart, estrenada en 1977, con Amparo Soler Leal (la madre) y Carmen Roldán (Hildegart).

 

            EL ATENEO LIBRE DE BENALMADENA

                       “benaltertulias.blogspot.com”

                   “ateneolibredebenalmadena.com”



[1] En esta ocasión no hemos incluido los ateneos obreros o populares que surgen, como contrapunto, para la formación de las clases obreras de la mano y de la tradición del movimiento republicano en las últimas décadas del siglo XIX.

[2] Que incluía a cinco grandes asociaciones como La Mujer del Porvenir, La Progresiva Femenina de Barcelona, la Liga para el Progreso de la Mujer y la Liga Concepción Arenal de Valencia y la ANME.

[3] Con el lema «Dios, Patria y Rey», con asociadas como: Anita Soloaga, Agustina Simón, Inés Egoscozabal, María Isabel Baleztena, son algunos de sus nombres.

[4] Cuyo lema era: «Religión, Familia, Libertad, Propiedad, Trabajo, Justicia y Orden».

[5] Se trata de un drama, un alegato contra la tiranía.

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