domingo, 22 de enero de 2023

Theda Bara

THEDA BARA: LA VAMPIRESA DEL SILENCIO

 

A propósito de la vigencia de los mitos, los estudios antropológicos suelen coincidir que el mito se originaría allá por el Neolítico, en aquellas sociedades de cazadores y recolectores que necesitaron crearlos para «saberse y no olvidarse», atribuyendo su origen a unos poderes sagrados, unos poderes puestos en mano de las Vestales del mundo clásico greco-romano, guardianas del fuego eterno, que la antropología remonta a los tiempos en que al elemento sagrado había que mantenerlo siempre encendido (probablemente, en sus inicios, por el desconocimiento de como prenderlo). Estas jóvenes, las más bellas y vírgenes, cuidaban de que no se extinguiera y eran castigadas severamente si ello ocurría. Como se ha escrito, «la mitología es más antigua que el espíritu científico».

El mito, los mitos, están presentes, pues, desde antes de la letra escrita en la memoria colectiva gracias «a la mente voraz, hegemónica y represiva del pensamiento patriarcal», fruto de esa construcción estructuralista, que tan bien definió el sociólogo francés Pierre Bourdieu, basándose en el análisis de los mecanismos de reproducción de las jerarquías sociales[1]. Como apuntan algunas fuentes: «Cuando se impone la visión monoteísta de un Dios padre todopoderoso, necesariamente la diosa se hace clandestina» (Baring y Cashford, 2005: 11).

Como apuntábamos, el cine ha captado y atrapado para la gran pantalla, desde sus inicios en las décadas finales del siglo XIX, relatos y arquetipos femeninos como los citados que tienen su origen en nuestra memoria colectiva y que han llegado hasta nuestros días a través de las sagas y de los relatos clásicos de la antigüedad clásica, especialmente de las culturas griega y romana, aunque no exclusivamente, pues, parafraseando al profesor Campbell, la mitología es extensible a todas las civilizaciones, forma parte de todas las culturas y llega a todas las clases sociales, desde el más prosaico ciudadano hasta las cabezas coronadas.

Como ejemplo paradigmático, entre los incontables ejemplos de actrices que llevaron a la pantalla ciertos mitos[2], llamamos la atención sobre una de las divas que poblaron el universo hollywoodiense del cine mudo: se llamó Theda Bara (1885-1955), y fue conocida como la «vampiresa del silencio». Ella fue un mito viviente, considerada como una de las primeras «fatales». Dio vida a mitos reales como Cleopatra (personaje que la catapultó a la fama), Safo o Madame Du Barry; literarias como Carmen, Margarita Gautier (La dama de las camelias), Esmeralda la Zíngara, el personaje creado por Víctor Hugo, o la shakeasperiana Julieta; bíblicas como Salomé o mitológicas como las Sirenas. Un cartel promocional de la película Fue un tonto (1915), protagonizada por Bara, anunciaba: «La más célebre de las vampiresas, en el papel más osado, provoca la ruina y toda clase de desastres a miles de hombres».

Nacida como Theodosia Burr Goodman, hija de inmigrantes judíos de ascendencia polaca, se inició como actriz de teatro y posteriormente en el cine mudo. A una edad avanzada para la época (tenía 30 años), se convirtió en la primera estrella prefabricada por unos estudios cinematográficos que explotaron su imagen de Vamp y le cambiaron el nombre por el de «Theda Bara», anagrama de Arab Death (muerte árabe). Algunas de las frases que de ella se han conservado vienen a ratificar esta dualidad: «Tengo la cara de una vampiresa, pero el corazón de una feminista», afirmaría en cierta ocasión; «La gente se cree ciegamente lo que ve en la pantalla. Piensa que los artistas somos idénticos a nuestros personajes» o «Estoy condenada a seguir haciendo papeles de vampiresa durante toda mi vida. Creo que es porque la humanidad necesita que le repitan la misma lección de moralidad una y otra vez» (lección de antropología). Son algunas de sus opiniones. Su carrera como actriz la ejerció entre 1908 y 1926, pero su imagen icónica nada tenía que ver con su vida privada. En opinión de algunos de sus biógrafos su vida personal no se correspondía con los personajes que interpretó para el cine: era tímida, y cuando se casó en 1921 con el director y guionista Charles Brabin (1882-1957) tuvo que abandonar su exitosa carrera. Al parecer, las escasas ocasiones esporádicas donde vuelve a la interpretación serían aprovechando las ausencias viajeras del marido. Todo un mensaje que no necesita explicación adicional.

Junto a la actriz y directora francesa Jeanne Roques (Musidora) fueron las primeras mujeres vampiras de la historia del cine.

 

                                        Rosa María Ballesteros Garcia

                           Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                         “benaltertulia.blogspot.com”



[1] Pierre-Félix Bourdieu (1930-2002), uno de los más destacados representantes de la sociología contemporánea. Doctor Honoris Causa por las universidades Libre de Berlín (1989), Johann-Wolfgang-Goethe de Fráncfort (1996) y Atenas (1996). Filósofo y antropólogo social.               

[2] Entre otras, Blanche Sweet, Louise Brooks, Lillian Gish. Pola Negri o Alla Nazimova.

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