Historia del
movimiento feminista
Rosa Mª Ballesteros
García (Doctora en Historia, Experta en Género e Igualdad, Especialista en Hª
de las Mujeres, Escritora e Investigadora de la UMA).
Aforo: 30 asistentes
Cronología:
·
Punto de inflexión.
·
Inicios del feminismo organizado.
·
Primera Ola (Revolución Francesa-Siglo XVIII-XIX).
·
Segunda Ola (Mediados Siglo XIX-Mediados
XX).
·
Tercera Ola (Feminismo Contemporáneo).
Principales
objetivos del movimiento feminista:
·
La mejora de la educación.
·
La capacitación profesional y la
apertura de nuevos horizontes laborales.
·
La equiparación de sexos en la familia
como medio de evitar la subordinación de la mujer y la doble moral sexual.
·
El derecho al voto.
Definición de feminismo: Según el diccionario: “Doctrina y movimiento social que pide
para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que
tradicionalmente han estado reservados para los hombres”. Supone la toma de
conciencia de las mujeres como grupo o colectivo humano, de la opresión,
dominación, y explotación de que han sido y son objeto por parte del colectivo
de varones en el seno del patriarcado.
Definición de machismo:
El machismo es una expresión derivada de la palabra macho, definido como
aquella actitud o manera de pensar de quien sostiene que el varón es por
naturaleza superior a la mujer. El machismo es una ideología que engloba el
conjunto de actitudes, conductas, prácticas sociales y creencias destinadas a
promover la negación de la mujer como sujeto indiferentemente de la cultura,
tradición, folclore o contexto. En opinión de la escritora Rosa Montero «una
ideología en la que nos educa a todos y está grabado a fuego en
nuestro inconsciente».
1. Introducción:
La
feminista Rosa Cobo, doctora en Ciencias
Políticas y Sociología, dijo en una intervención en nuestro Parlamento que «las
feministas tenemos una característica con todas las ideologías críticas de la
modernidad, y es que tenemos la debilidad o la manía de mirar cuáles son las
causas de la subordinación, de la explotación o de la opresión».
Pero
si queremos encontrar las pruebas más antiguas que constatan la importancia que
las mujeres han tenido para la historia y para la humanidad, tenemos que echar
mano de la arqueología. Por ejemplo, la catedrática de Prehistoria de la
Universidad Complutense de Madrid, María Ángeles Quirol[1] llegó
a la conclusión de que la tarea fue fundamentalmente femenina, mientras que los
hombres se dedicaban a la caza. Así, en torno al 90% del sustento, el
procedente de la recolección vegetal y pequeños mamíferos, estaba mantenido por
las mujeres, una hipótesis que decidieron demostrar buscando registros
arqueológicos, una labor nada fácil. Durante su estudio, el principal problema
que encontró fue que la lengua no incluye a las mujeres (por eso soy tan
“machacona” con la importancia de las palabras”). Escribe: «En ninguno de los
discursos científicos de filosofía, antropología o historia las mujeres están
contempladas, salvo cuando hay algo tan específico de la mujer como el parto,
en ese caso ya se pone la palabra mujer», ha subrayado. Por ello, ha insistido
en que la palabra «hombres» a veces representa a las mujeres y a veces no, por
lo que es necesario especificar el género y educar a los hombres en este
sentido desde la infancia. Para algunos autores, la primera revolución sexual
se produce cuando el hombre primitivo comienza a intuir que el rol del macho en
la reproducción tenía tanta importancia como el de la hembra. Hasta entonces la
reproducción se entendía como gracia de la diosa naturaleza. En su obra más
célebre. Johann Jakob Bachofen en su obra El
derecho materno (1861), planteó que el matriarcado fue el régimen más
antiguo y que existió una mitología, de índole femenina, sobre la madre
originaria. Para él la mitología se basó en lo matriarcal-patriarcal.[2] La
directora de cine Donna Read y la autora neopagana y activista conocida como
"Starhawk" realizaron en 2004 un documental en estrecha colaboración
sobre la vida y el trabajo de Marija Gimbutas, una reconocida antropóloga, titulado
Signs out of time. Marija se basó en
utilizar de manera interdisciplinaria la arqueología con la lingüística y la
mitología, algo novedoso, para descubrir los orígenes de los pueblos
indoeuropeos. Destacamos por ello la importancia de la Genealogía para el conocimiento de la historia de
los grupos sociales).
La
investigadora de la Universidad colombiana de Antioquía, Alejandra Restrepo ,
afirma que para los estudios feministas “el restablecimiento de los vínculos
genealógicos es una estrategia política que ha permitido recuperar los legados
de las mujeres, visibilizar sus aportes en todos los ámbitos, identificar la
opresión femenina en perspectiva histórica, poner los acentos en el significado
que ha tenido lo ocurrido en cada momento histórico, desde la mirada de las
mujeres, y revisitar el pensamiento y la acción política feminista desde su
aparición”.
2.
Cronología
La
discriminación o la violencia contra la mujer no es un fenómeno propio de nuestra época ni exclusivo de
determinadas culturas; es un anómalo conjunto de conductas que se producen en
el género humano desde tiempos tan pretéritos como lugares o ámbitos tan
universales. Muchas mujeres han sufrido,
y sufren en la actualidad, una tangible diferencia en cuanto roles, funciones,
obligaciones y derechos respecto al hombre, sometidas a cierta discriminación
que limita o anula su independencia y autonomía; en pocas palabras, padecen un
permanente atentado tanto contra su propia Personalidad
como contra su Dignidad y, esto
ocurre, en medio de una silenciosa complicidad de la que todos, en mayor o
menor grado formamos, parte. Eso es lo que denominamos “el silencio elocuente”.
En definitiva, las mujeres víctimas de
mutilaciones genitales, violaciones, malos tratos, agresiones psicológicas y
económicas o, también, las miles de asesinadas, recuerdan a nuestras sociedades
una causa pendiente en la historia de la convivencia humana, el reconocimiento
efectivo de la Libertad, Dignidad, Igualdad y Personalidad respecto a una mitad
del género humano.
La
violencia y los abusos no tienen raza, ideología ni estatus social. Como
ejemplo, por la repercusión del personaje, traemos unas declaraciones de la
famosa actriz, e hija de actores Jane Fonda que escribe en su autobiografía:
“Conozco a chicas que han sido violadas y no sabían siquiera en qué consistía
una violación. Piensan: ‘Debe haber ocurrido porque dije que no de la manera
equivocada’”, apuntó (…) Una de las mejores cosas que ha logrado el movimiento
de las mujeres es darnos cuenta de que la violación y los abusos no son nuestra
culpa”, agregó[3].
A
lo largo de la Historia, el Patriarcado se configurará como forma de la
estructura social, ya exclusiva e inapelable durante la Edad Media (siglos V al
XV) con la consolidación de las religiones judío-cristiana en occidente y
budista o animista en oriente o en Egipto anteriormente (no olvidemos que los
derechos de las mujeres y sus papeles sociales han variado a través de la
historia). En el antiguo Egipto, aparentemente, las mujeres tenían similares
derechos económicos y legales que los hombres y llegaban a ser vistas como
heroínas en la cultura egipcia, según opinión de Meter Piccione, profesor de la
Northwestern University. A la mente nos
vienen nombres reales como Cleopatra VII (69ac-30aC) o las médicas Meri Ptah y Peseshet
(sobre el 2500 aC)[4],
o divinidades como Isis, Heket, Hathor, o el hecho de que algunos faraones
ptolemaicos acostumbraran a desposarse con sus hermanas y otros muchos
gobernaran, conjuntamente, con sus esposas; además, se sabe con certeza, que el
divorcio era una institución plenamente admitida entre los antiguos egipcios.
En sentido inverso, no hay ninguna
duda de la desigualdad entre hombres y mujer en la milenaria China donde el
valor de uno y otro sexo era, y es, abismal: Para acreditar esto bastará con
reproducir el inicio de un antiguo poema chino que dice; «… ¡Qué triste es ser
una mujer! / Nada en la tierra es considerado de menor valor...»
Entre
los siglo XI y II antes de Cristo encontramos que, con absoluta naturalidad,
principalmente en la literatura griega, aparecen comportamientos violentos,
vejatorios o discriminatorios hacia la mujer como norma de comportamiento tan
habitual como impune. Por ejemplo, podemos leer, en el Canto I de la Ilíada, que Zeus acostumbraba a
apalear a su esposa Hera, hecho contado por Hefesto, el hijo de ambos, el cual
se declara incapaz de defenderla, ya que, en cierta ocasión en que lo hizo, fue
arrojado del Olimpo por su padre, el maltratador Zeus, que lo agarró por los
pies y lo estrelló contra la tierra, quedando cojo para siempre.
Más
adelante, entre el sigo I (a C) y el siglo V (d C.), en la cultura romana
occidental, las ciudades eran lugares en donde sus habitantes tenían el derecho
de participar en las actividades políticas en pie de igualdad. Este estatus de
ciudadano exclusivamente lo detentaban aquellos que poseían un patrimonio
doméstico, es decir, el derecho de disponer sobre esclavos, mujeres y bienes
materiales. O, dicho en otros términos,
la mujer nunca era ciudadana y, consecuentemente, quedaba descartada para
participar en cualquier actividad pública, que se constituía en ámbito,
exclusivamente, masculino.
Entre
los años 1450 y 1750 la situación empeora y aparece, respecto a la mujer, un
patente proceso de exterminio, bajo el argumento de la «brujería», destinado a las
mujeres que practicaban la «magia negra» y se «aliaban», en sus propósitos, con
el Diablo, (lo cual, en bastantes ocasiones, quería decir «mujeres que pensaban»);
así se causó la muerte, según los cálculos más fidedignos, de unas 60.000
mujeres, en Europa Occidental que, previamente, eran sometidas a monstruosas
torturas para obtener las adecuadas confesiones en los juicios por brujería, a
los que, sólo en muy contadas ocasiones, fueron sometidos los varones, en los
que, por el contrario, siempre eran juzgadores.
3. Punto de inflexión
Mientras
que, de modo silente, surgen las ideas feministas, la concepción más difundida,
moderna y evolucionada, que impone la Revolución Francesa y su alegato de «Libertad,
Igualdad, Fraternidad», es la del ideario de Rousseau (1712-1778). Repito que
una cosa eran las teorías y otra la realidad. Así sucedió que, con la llegada
de la Revolución Francesa y del Liberalismo; las mentalidades sexistas no
cambiaban con igual cadencia que la se estaban produciendo las reformas
políticas. Curiosamente, a la Déclaration
des Droits de l'Homme et du Citoyen (1789) de la Revolución Francesa siguió
en 1791 la Déclaration des Droits de la
Femme et de la Citoyenne, donde se reclamaba la emancipación de las mujeres
y que fue redactada por Marie Gouze, más conocida como Olympe de Gouges
(1748-1793), que recibió como premio el ser guillotinada. Antes de estas
fechas, ya conocemos opiniones como la manifestada por Mary Astell (1666), una
escritora pionera que escribió: “Si todos los hombres nacen libres, ¿por qué
las mujeres nacen esclavas?”.
3.1. Inicios del feminismo organizado
Tendrían
que pasar miles de años para que el feminismo, como amplio movimiento social
viera la luz. Este tiene sus orígenes hacia finales del siglo XVIII y
principios del XIX, años en que el movimiento obrero mantenía una posición
tradicional de corte patriarcal en relación con la igualdad de la mujer y sus
reivindicaciones. Será a mediados del siglo XIX cuando los movimientos
reivindicativos de la mujer tomen fuerza: lucha por el sufragio femenino, la
reivindicación de la igualdad, la denuncia de la opresión social, familiar y
laboral. Surgieron entonces los denominados movimientos sufragistas,
inicialmente de origen burgués, con figuras como la pensadora socialista
francesa Flora Tristán (1803-1844). Esta posición contrasta claramente con la
misoginia de alguno de los primeros ideólogos del movimiento obrero como
Ferdinand Lasalle (1825-1864) y, sobre todo, Pierre-Joseph Proudhon
(1809-1864). Este último afirmaba claramente que una mujer igual al hombre
significaría «el fin de la institución del matrimonio, la muerte del amor y la
ruina de la raza humana». El lugar ideal para la mujer era el hogar. Para Proudhon
las cosas estaban claras: «no hay otra alternativa para las mujeres que la de
ser amas de casa o prostitutas».
En
sentido opuesto a este, los primeros grupos feministas en el movimiento obrero
tendrían como gran aliado teórico el libro de Friedrich Engels, publicado en
1884, El origen de la familia, la
propiedad privada y el Estado y surgirían dentro de los movimientos
anarquistas que reivindicaban, desde el neomalthusianismo, la procreación
consciente del proletariado, la separación entre sexualidad y reproducción, la
defensa de la maternidad libre, la liberación femenina, la libertad sexual, la
promoción de la planificación familiar, el cuidado de los niños así como el uso
y difusión de métodos anticonceptivos artificiales.
No
obstante, antes, mucho antes, existía ya un feminismo implícito; esto es, el
sentimiento en buena parte de las mujeres de que el poder en manos de los
hombres nos marginaba de la vida pública y nos condenaba a ser seres
subsidiados (algo así como un feminismo intuitivo). Sin embargo, si bien las
polémicas sobre la mujer se remontan hasta la Edad Media, con nombres de
mujeres como Hildegarda de Bingen o Cristina de Pizan, tienen su
continuación con el preciosismo[5], se considera que el primer gran precedente del
feminismo es la obra de Poullain de la Barre De l’égalité des deux sexes (1673) y que es en el siglo XVIII,
siglo de la controversia y de la razón, cuando la polémica sobre igualdad y
diferencia entre los sexos se plantea con un discurso crítico, a través de la
filosofía de la Ilustración, que era contemporánea.
Avanzados
estos antecedentes voy a tratar de esquematizar lo que ha sido la evolución del
Movimiento Feminista organizado en Europa y USA, que se suele resumir en «tres olas». Si bien
los inicios en Europa y USA surgen de contextos diferentes.
3.2. La Primera Ola del Feminismo
Según
la Genealogía del feminismo y la cronología de los estudios europeos, sitúa el
origen del feminismo en la Ilustración, por considerar que fue en el Siglo de
las Luces cuando la polémica sobre la naturaleza de la mujer y la jerarquía de
sexos, también llamada la polémica feminista, se planteaba en términos
diferentes a los de siglos anteriores. El feminismo nace con nuevo discurso
crítico que utiliza, precisamente, las categorías de la filosofía que le es
contemporánea. Es decir, usa el pensamiento de autores como Rousseau para
fundamentar las vindicaciones. En opinión de la filósofa Amelia Valcárcel «el
feminismo es un hijo no querido de la Ilustración». Según los estudios
norteamericanos, la primera ola se refiere al movimiento feminista que se
desarrolló en el Reino Unido y Estados Unidos a lo largo del siglo XIX y
principios del siglo XX y que tiene otras características, como ya veremos.
Sus principales
características son:
·
Se extiende desde la Revolución Francesa
hasta mediados del siglo XIX.
·
El debate se centra en la igualdad de la
inteligencia y la reivindicación de la educación.
·
Fundamenta sus reivindicaciones en el
pensamiento del Siglo de las Luces, a pesar de que muchos autores como Rousseau
desplazasen a la mujer a un segundo plano dentro del estado liberal.
Sus
autores clave son Poullain de la Barre (De
l’égalité des deux sexes, 1673), Olympe de Gouges (Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana, 1791) y
Mary Wollstonecraft (Vindicaciones de los
derechos de la mujer), así como las ciudadanas que presentaron en 1789 a la
Asamblea francesa sus Cahiers de
doléances («cuadernos de quejas»), que incluía ya el derecho al voto, la
reforma de la institución del matrimonio y la custodia de los hijos, además del
acceso a la instrucción. Los derechos de la mujer comienzan a estar presentes
en las tribunas políticas e intelectuales. Uno de los grandes pensadores, el
revolucionario girondino Condorcet,
padre el laicismo en la enseñanza, escribe en 1790 el ensayo Sobre la admisión de las mujeres en el
derecho de la ciudad.
3.3. La Segunda Ola: El Feminismo
Liberal Sufragista
Reivindica
principalmente el derecho al voto de las mujeres y su principal obra es El sometimiento de la mujer, escrito por
John Stuart Mill y Harriet Taylor en 1869, que sentó las bases del sufragismo.
Sus principales características son:
·
Se extiende desde mediados del siglo XIX
hasta la década de los cincuenta del siglo XX (final de la Segunda Guerra
Mundial).
·
Comienza con la Declaración de Seneca
Falls, de 1848. Entre 100 y 300 mujeres y hombres (la cifra varía según las
fuentes) pertenecientes a movimientos sociales y organizaciones, lideradas por
Elisabeth Cady Stanton y Lucrecia Mott, se reúnen en el Seneca Falls (NuevaYork)
y tomando como base la declaración de Independencia norteamericana, reclaman la
independencia de la mujer de las decisiones de padres y maridos así como el
derecho al trabajo, al que daban prioridad por encima del derecho al voto. Los
doce principios formulados exigen cambios en las costumbres y moral de la época
y en la consecución de la plena ciudadanía de las mujeres.
·
En Inglaterra aparecen las sufragistas,
lideradas por Emmeline Pankhurst, y el debate sobre el sufragio universal se
hace cada vez más intenso. Durante la primera mitad del siglo XX, se va
incorporando a las legislaciones democráticas, a veces limitada en edad o
estrato social. Es la primera reivindicación pacifista e introduce el término
de solidaridad.
·
Socialmente, el activismo se extiende a
las clases media y baja. También se vincula a otras causas de derechos civiles,
como la abolición de la esclavitud en Estados Unidos. En este sentido, destaca
la figura de Sojourner Truth y su discurso ¿Acaso
no soy mujer ('Ain't I a woman') de 1851.
·
Continúan, en paralelo al derecho al
voto, las reivindicaciones sobre el acceso a la educación y, a partir de 1880,
algunas universidades comienzan a admitir mujeres en sus aulas, aunque todavía
es algo excepcional. Antes, la mujer fue logrando acceso a la educación
primaria y secundaria, aunque todavía bajo el pretexto de ser buena madre y
esposa.
·
Liga por la Paz y la Libertad, 1867,
Ginebra. La Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad, 1915,
La Haya. Las sufragistas recibieron el
Premio Nobel de la Paz en 1931 y 1946, respectivamente.
3.4.
La Tercera Ola: El Feminismo Contemporáneo
Las
críticas a un feminismo único, que obviaba las diversidades femeninas y las
diferentes culturas y reivindicaciones de la mujer en el mundo se iniciaron al
finalizar la Segunda Ola, pero es el principal eje de todo el movimiento de la
Tercera Ola. Así, el feminismo se convierte en los feminismos (en plural) y
adquiere varias dimensiones étnicas, sexuales, de creencias, políticas...más
allá del esencialismo de la anterior etapa. Reivindica un cambio de valores y
que la justicia legisle aspectos considerados antes como «privados». Sus obras
de referencia son El segundo sexo de Simone
de Beauvoir, y La mística de la
femineidad, de Betty Friedan. Sus principales características son:
·
Comienza con las revoluciones de los
años 60 hasta la actualidad, aunque algunas teóricas marcan el punto final en
los años 80.
·
Se lucha contra la mujer como
estereotipo sexual en los medios de comunicación, el arte y la publicidad. Los
años cincuenta definen un tipo de femineidad, de la que se hace propaganda en
la televisión y el cine. Los sesenta y setenta reflexionan acerca de esos
modelos y se enfrentan a ellos.
·
Pide la abolición del patriarcado: se
toma consciencia de que más allá del derecho al voto, la educación y otros
logros de las primera feministas, es la estructura social la que provoca
desigualdades y sigue estableciendo jerarquías que benefician a los varones.
·
Con el lema «lo personal es político»
entran en el debate la sexualidad femenina, la violencia contra la mujer, la
salud femenina, el aborto o la contracepción, entre otros.
·
Desde los años ochenta, adquieren
especial importancia las diversidades femeninas, el multiculturalismo, la
solidaridad femenina y el debate, cada vez más intenso, entre diferentes
corrientes del feminismo. Teóricas feministas: Rebecca Walker, Olga Castro y
María Reimóndez, Nancy Fraser, Linda Nicholson o Elisabeth Spelman, Bell hooks,
Camille Paglia, Vandana Shiva (ecofeminismo), Wangari Maathai (del Movimiento
Cinturón Verde de Kenia), Sandra Harding, Donna Haraway, Naomi Wolf.
El
feminismo en los diferentes países (siglo XIX)
En Francia:
el feminismo experimentó un intenso desarrollo como movimiento organizado a
partir de 1860. Sin embargo, sus conexiones con el republicanismo anticlerical
hizo que la mayor parte de las mujeres, muy influenciadas por la Iglesia
Católica, se mantuvieran al margen del movimiento. Destacan figuras como Nelly
Roussel (1872-1922) y Madeleine Pelletier (1874-1939) que fueron pioneras en
plantear temas como la libertad sexual y el control de la natalidad. 1944
En Italia:
la situación se caracterizó por un mayor peso de la Iglesia Católica y la
consiguiente falta de movilización de las mujeres. La gran figura del
sufragismo italiano fue Anna Maria Mozzoni (1837-1920). 1945.
Reino Unido:
en Inglaterra, Mary Wollstonecraft (1759-1797) inicia con su obra Vindicación de los Derechos de la Mujer
(1792) la larga tradición del feminismo anglosajón. Contraria al absolutismo de
los reyes, señaló la conexión existente entre ese sistema político y las
relaciones de poder entre los sexos. 1928.
España:
En nuestro país la existencia de una sociedad arcaica, con escaso desarrollo
industrial, con una fuerte ascendencia de la Iglesia Católica y fuertes
jerarquizaciones de género en todos los ámbitos de la vida social, dio lugar a
que el feminismo tuviera durante el siglo XIX una menor presencia e influencia
social que en otros países. La resistencia a la generalización de la enseñanza
femenina fue muy acentuada. El reconocimiento oficial del derecho a la
educación superior no se produjo hasta 1910. A lo largo de todo el siglo XIX, el
analfabetismo femenino se mantuvo en tasas enormemente altas que rondaban el
70% en muchas zonas a fines de la centuria. En el caso español, hasta
principios del siglo XX no se puede hablar con propiedad de un movimiento
colectivo de emancipación femenina. 1931. Una de las principales teóricas es Carmen
de Burgos.
Feminismo USA: El
movimiento feminista en Estados Unidos se consolidó rápidamente debido a las
condiciones socio-políticas y económicas propias de la sociedad americana.
Partiendo de un sistema político teóricamente democrático, el feminismo nació
ligado a los movimientos protestantes de reforma religiosa que propugnaban una
regeneración moral de la sociedad y al abolicionismo. La importante
participación femenina en movimientos humanitarios por la abolición de la
esclavitud ayudó a la rápida concienciación de las mujeres. La analogía entre
los esclavos sin derechos y las mujeres era evidente. Las condiciones sociales
y culturales en EE.UU. fueron especialmente favorables para la extensión de los
movimientos femeninos. Las prácticas religiosas protestantes que promovían la
lectura e interpretación individual de los textos sagrados favorecieron el
acceso de las mujeres a niveles básicos de alfabetización, lo que provocó que
el analfabetismo femenino estuviera prácticamente erradicado a principios del
siglo XIX. A diferencia de Europa, desde mediados del siglo XIX nos encontramos
con una amplia capa de mujeres educadas de clase media que se convirtieron en
el núcleo impulsor del primer feminismo. Autoras y activistas importantes de la
primera ola del feminismo son: Lucretia Mott, Lucy Stone, Elizabeth Cady
Stanton, y Susan B. Anthony, muchas de ellas vinculadas al abolicionismo e
influenciadas por el pensamiento cuáquero. El primer documento colectivo del
feminismo norteamericano lo constituye la denominada Declaración de Seneca
Falls, ya citada, aprobada el 19 de julio de 1848 en una capilla metodista de
esa localidad del estado de Nueva York.
Tras
la guerra de Secesión (1861-1865), el movimiento feminista que había ligado en
gran medida su suerte al abolicionismo sufrió una gran desilusión. Pese al
triunfo del bando nordista, partidario de la supresión de la esclavitud, la XIV
enmienda de la Constitución, que otorgaba el derecho de voto a los esclavos
negros liberados, le negó a la mujer el derecho de sufragio. La reacción fue inmediata,
Elisabeth Candy Stanton (1815-1902) y Susan B. Anthony (1820-1906) crearon la
Asociación Nacional por el Sufragio de la Mujer (National Woman Suffrage Association), primera asociación del
feminismo radical americano, independiente de los partidos políticos y de los
movimientos de reforma.
España (S. XIX-XX)
En
1892, Emilia Pardo Bazán había fundado la publicación La biblioteca de la mujer
para hablar del sufragio y de temas relacionados con la liberación femenina,
pero, conforme avanzaban los números, se fue desanimando. La escritora esperaba
que sus referencias a obras como La
esclavitud femenina, de John Stuart Mill, hicieran despertar en las mujeres
el deseo de autonomía e independencia, y de exigir los mismos derechos que los
hombres. Pero eso no ocurrió. La periodista coruñesa, decepcionada, terminó la
colección con recetas de cocina.
«Cuando
yo fundé La biblioteca de la mujer,
era mi objeto difundir en España las obras del alto feminismo extranjero (…).
He visto, sin género de duda, que aquí a nadie le preocupan gran cosa estas
cuestiones, y a la mujer, aún menos. Cuando por caso insólito, la mujer se
mezcla en política, pide varias cosas distintas, pero ninguna que directamente,
como tal mujer, le interese y convenga», escribió. «Aquí no hay sufragistas, ni
mansas, ni bravas. En vista de lo cual, y no gustando de luchas sin ambiente,
he resuelto prestar amplitud a la sección de economía doméstica de dicha
Biblioteca, y ya que no es útil hablar de derechos y adelantos femeninos,
tratar gratamente de cómo se prepara el escabeche de perdices y la bizcochada
de almendra». Emilia Pardo Bazán.
Dos
años después de sacar a escena el tema del divorcio, Carmen de Burgos se
propuso azotar la opinión pública con una campaña en prensa a favor del
sufragio femenino. El 19 de octubre de 1906 inauguró una columna titulada «El
voto de la mujer».
El derecho al voto:
En
enero de 1918 aprobaron en Inglaterra la Ley de Representación del Pueblo. Las
mujeres por fin podían votar. Aunque no todas. Esa primera ley concedía el voto
a esposas de los propietarios, mujeres propietarias y universitarias de más de
30 años. Y había llegado muchos años después que en algunas de sus antiguas
colonias: Nueva Zelanda lo aprobó en 1893 y Australia, en 1902. También después
que en Finlandia (1906), Noruega (1913), Dinamarca e Islandia (1915), y
Alemania (1916).
Espero
que tras esta pequeña exposición nos haya quedado un poco más claro que el
feminismo tiene razones de peso para seguir vivo y en la brecha y que aunque
hemos avanzado significativamente en muchos aspectos, no debemos olvidarnos de
que somos nosotras, las europeas, las occidentales, una minoría privilegiada
respecto a los millones de mujeres que aún no disfrutan ni de los mínimos
derechos básicos.
Resumen:
·
El sufragismo aparece como una forma de
encuadramiento de mujeres de todas las clases sociales, a pesar de sus
distintas ideologías y objetivos, pero coincidentes en reclamar el derecho a la
participación política, uno de cuyos requisitos es el voto, para reformar la
legislación y la costumbre y, en consecuencia, la sociedad (...)
·
El sufragismo surgió en los países que
adoptaron el régimen capitalista, países de clase media poderosa y con unos
ideales democráticos asentados en sus instituciones políticas (...)
·
En los países nórdicos apenas se dio
sufragismo debido a la mentalidad progresista imperante y al peso social de la
mujer, que facilitaron la equiparación jurídica de los sexos.
·
Una evolución diferente presentó el
mosaico de países del este procedentes de los Imperios centrales:
austro-húngaro y alemán, turco y ruso. El desmoronamiento de los primeros tras
la Primera Guerra Mundial (Alemania, Austria, Checoslovaquia, Polonia) trajo
reformas muy progresistas, el voto femenino entre ellas, sin existencia previa
del sufragismo (...)
·
En Rusia fue posible después de una
auténtica revolución, la bolchevique, que trastocó los fundamentos del orden
tradicional.
·
En el caso de los estados surgidos del
Imperio turco, Yugoslavia, Grecia y Bulgaria, el peso de la tradición era
todavía muy fuerte y no hubo sufragismo ni reformas tocantes a la situación
femenina.
·
Por último, en los países occidentales
cabría diferenciar entre los protestantes (Inglaterra, Holanda...): más
modernos y evolucionados, y más prósperos económicamente, y los católicos
(Italia, España, Portugal...) : atrasados, tradicionales y conservadores (...)
En los países protestantes hubo un movimiento sufragista fuerte, y sólo gracias
a su lucha se consiguieron las reformas y el voto. En los católicos apenas se
dio el movimiento sufragista y sólo tras mucha batalla femenina y muy tarde,
caso de Italia, o por el reformismo de sus gobernantes, caso de España, se
obtuvieron estas conquistas".
Conclusión:
Por
último no puedo dejar de referirme a un tema recurrente, y tan antiguo como la
humanidad, como son las violaciones sistemáticas en los conflictos bélicos. Sí,
el abuso y la destrucción del cuerpo de la mujer es algo que se utiliza como
arma de guerra en todos los conflictos de la historia. En la Segunda Guerra
Mundial, por supuesto, las mujeres fueron violadas en el marco de la ocupación
nazi, en los campos de concentración. Pero lo tremendo es que también fueron
violadas por el ejército de liberación soviético. A menudo se cree que las
violaciones solo eran atrocidades de los fascistas, pero es un arma de guerra
que no entiende de ideologías. Ocurre lo mismo con el rapado de la cabeza y la
ingesta del aceite de ricino. Fue un ritual muy utilizado en la guerra de
España como castigo de los fascistas contra mujeres de izquierdas, pero durante
la liberación europea fue al revés: fueron los hombres y algunas mujeres de
izquierdas los que impartían estos castigos. ¿Por qué? Porque tenía un fuerte
componente de género, no tenía tanto que ver con una ideología política: se
trataba de castigar a las mujeres como cuerpos sexuados, suponía privar a la
mujer de su feminidad.
Uno
de los nombres propios de la ciencia del siglo XX es sin lugar a dudas el de
Albert Einstein. Su archiconocida teoría de la relatividad le hizo inmortal y
lo convirtió en un icono. Pero detrás del genio existió una mujer que inició
una brillante carrera como científica pero que fue dramáticamente truncada por
sus circunstancias personales. Mileva Marić, primera esposa de Einstein, le
acompañó en las largas horas de estudio que dieron como fruto sus grandes
descubrimientos científicos. Hay quien asegura que ella tuvo mucho que ver en
ellos.
Curiosidades:
La
actriz que inventó el intermitente: Florence Lawrence (1886-1938)
La
más bella inventora: Hedy Lamarr (1914-2000)
La
primera cineasta: Alice Guy (1873-1968)
La
magia de las sombras: Lotte Reiniger (1899-1981)
La
primera doctora amerindia: Suzanne LaFlesche Picotte (1865-1915)
La
primera ginecóloga: Agnódice (Siglo IV a.C.)
La
primera mujer al volante: Bertha Benz (1849-1944)
Inventando
pañales: Marion Donovan (1917-1998)
El
perfecto café: Melitta Bentz (1873-1950)
La
mujer que inventó el limpiaparabrisas. Mary Anderson (1866–1953)
El
alma del Monopoly: Elizabeth Magie (1866-1948)
La
inventora del lavavajillas: Josephine Cochrane (1839-1913)
La
mujer que inventó el e-book: Ángela Ruiz Robles (1895-1975)
La guerrera samurái:
Tomoe Gozen (1157-1184)
Bibliografía:
Celia
Amorós y Ana de Miguel (eds.) (2005): Teoría
feminista. De la Ilustración a la globalización (3 vols.), Madrid,
ediciones Minerva.
[1]Conclusiones que
llegó tras estudiar los grupos de personas pretecnológicas que vivieron en
África u Oceanía –últimos aborígenes más cercanos a las costumbres de los
hombres prehistóricos-.
[2] En 1861 publicó
El matriarcado: una investigación sobre
el carácter religioso y jurídico del matriarcado en el mundo antiguo, que
presentó una visión radicalmente nueva del papel de la mujer en una amplia gama
de sociedades antiguas. En su obra se inspiraron autores como Friedrich Engels,
que utilizó a Bachofen para sus Orígenes
de la familia, de la propiedad
privada y del Estado, Thomas Mann, Erich Fromm, Robert Graves, Rainer Maria
Rilke, Lewis Henry Morgan o la antropóloga Jane Ellen Harrison, que se sintió inspirada
por Bachofen para dedicar su carrera a la mitología, a Joseph Campbell, a Otto
Gross, Franz Mayr y a Julius Evola.
[3] En 2014, Fonda
desveló que su madre, Frances Ford Seymour, que se suicidó a los 42 años, también
sufrió abusos sexuales siendo niña. La actriz, mientras preparaba sus memorias,
descubrió esa situación cuando revisó el historial médico de su madre.
[4] Para quien le
interese, en 2009 se publicó la novela Ciclo
de tormenta, de Roy e Iris Johansen sobre este personaje.
[5]Es la
denominación de un movimiento social y cultural de naturaleza barroca que
precede al clasicismo francés y hasta cierto punto lo prepara, en la primera
mitad del siglo XVII. Vinculado a una moda social (la poussée précieuse), que responde a un deseo de elevación y
refinamiento en los modales, costumbres y gustos, sentido por una parte de la
alta sociedad parisina como reacción a lo que consideraba formas vulgares de la
Corte de Enrique IV. Las
preciosas, es decir las damas que participaban en los salones, contribuyeron al
refinamiento de la vida social, a la penetración de los intelectuales y de los
artistas en los círculos aristocráticos culturales y, en definitiva, a la
implantación del nuevo estilo de vida que caracteriza el clasicismo francés.
Estas mujeres eran además hijas de apoderados y hasta de padres protestantes,
lo que les permitía ilustrarse de manera secreta; puesto que en esta época el
conocimiento le estaba prohibido a la mujer.
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