miércoles, 8 de enero de 2020

EL ESTRÉS, LA INFLAMACIÓN Y LA LONGEVIDAD

                                MIÉRCOLES Y JUEVES DÍAS 8 Y 9 DE ENERO DE 2020



EL ESTRÉS, LA INFLAMACIÓN Y LA LONGEVIDAD
Después de muchos años de ensalzar la especialización como lo más avanzado en medicina, se impone una revisión conceptual para dirigir la mirada al funcionamiento en conjunto del organismo humano porque ello nos permite deducir importantes enseñanzas sobre cómo somos y sobre todo, sobre cómo queremos ser y de qué manera podemos nosotros  mismos influir en nuestra propia evolución.
En la primera jornada de la charla se actualizarán los conceptos sobre el inicio, el desarrollo y la diversificación de la vida, el concepto del estrés y la necesidad de combatirlo, la función del sistema nervioso y del eje cortico-hipofiso-suprarrenal, el tejido conjuntivo y la reacción inflamatoria, el estrés interno, el área esplácnica como fuente de recursos y la función de los telómeros como medidores de la función defensiva.
En la segunda jornada hablaremos de los mecanismos de defensa del organismo contra el estrés (químicos, biológicos y genéticos), la función defensiva de la microbiota, y las formas médicas y sociopolíticas de combatir la depresión como principal inductor de nuestro desequilibrio interno.

    




Jesús Lobillo Rios es doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena y reconocido por el Ayuntamiento de Benalmádena como “benalmadense del año 2020”.




EL ESTRÉS, LA INFLAMACIÓN Y LA LONGEVIDAD


1.- VOLVIENDO DE LA ESPECIALIZACION AL TODO.
Después de muchos años de ensalzar la especialización como “el no va más” en el avance de los logros de la investigación y de la medicina, parece que se impone una revisión de estos conceptos para volver a dirigir la mirada al funcionamiento de conjunto del organismo humano porque de ello podemos deducir enseñanzas importantes que nos ayudan a comprender mejor cómo somos y sobre todo cómo queremos ser y de qué manera podemos nosotros mismos influir en nuestra propia evolución.

2.- EL INICIO, EL DESARROLLO Y LA DIVERSIFICACIÓN.
Es de dominio común que la vida se inició hace unos cuatro mil millones de años de la unión de las cuatro bases nitrogenadas (A, C, G y T) con una molécula de azúcar y otra de fosfato formando  los nucleótidos cuyo agrupamiento y  entrelazamiento, de dos en dos (la A con la T y la C con la G) forman largas tiras finísimas helicoidales que son el origen de nuestros genes que  no solo se unen de dos en dos, también se organizan de tres en tres originando tripletes o codones porque cada uno de ellos codifica la formación de una proteína que es única para cada triplete y que desarrolla de forma imprescindible una función vital.
Estas funciones necesarias para sobrevivir varían según las influencias del medio ambiente, según las acciones que el medio ambiente ejerza sobre el organismo vivo, que a su vez reaccionará para acomodarse mediante la fabricación de las `proteínas necesarias y específicas, a cada situación, y en función de estas influencias van desarrollándose y diversificándose las proteínas necesarias en, una variabilidad genética, un genotipo, que se manifestará en nuestro fenotipo, es decir en nuestro aspecto exterior, de forma que aquellos organismos que se vean obligados a vivir en el agua serán peces, otros tendrán dos o cuatro patas y caminarán por la tierra, otros desarrollarán alas y volarán y otros tallos, raíces y hojas, y serán plantas.
Para conseguir este desarrollo, los genes se empaquetan cuidadosamente en cromosomas  debidamente protegidos y enfundados por  telómeros reuniendo las condiciones necesarias para no dejar en ningún momento de fabricar proteínas,  dentro del núcleo celular porque el cese de esta fabricación supondrá la desaparición o muerte del ser vivo.

3.-EL ESTRÉS
Todas estas acciones que influyen en la fabricación específica de las proteínas  las conocemos como estrés. Es decir, todo aquello que tiende a alterar la inercia, el estado de reposo o movimiento, de un ser vivo  es un estrés. Gracias al estrés, por tanto, los seres vivos van desarrollándose y adaptándose a su medio ambiente adquiriendo las características que necesitan para sobrevivir en ese medio ambiente.
Si el organismo vivo no puede superar o adaptarse al estrés, no podrá seguir viviendo y sucumbe. Pero si la adaptación es positiva mediante una  reacción, o sea, mediante la fabricación de la o las proteínas necesarias para superar el problema, no solo vivirá, sino que saldrá fortalecido y mejorado e incluso predispuesto a superar la siguiente acción.
A este último le denominamos estrés bueno, positivo o eustrés. Y al primero distrés o estrés malo o pernicioso.

4.-EL EJE CORTICO-HIPOFISO-SUPRARRENAL
Para hacer frente de forma organizada a estas situaciones de estrés, el organismo ya formado, se dota de un componente de relación que es el sistema nervioso que tiene dos partes anatómicas.
El SNC (sistema nervioso central: cerebro y médula) y el SNP (sistema nervioso periférico: nervios aferentes y eferentes). Su funcionamiento es de carácter voluntario (somático). Es el sistema nervioso de la vida o de relación,  consciente y responsable por tanto de las acciones voluntarias.
Pero en el organismo hay muchas acciones que no requieren de la consciencia, de la voluntariedad (el latido cardiaco, la respiración o el movimiento intestinal) pero que están reguladas subconscientemente por el SNA (sistema nervioso autónomo, vegetativo o visceral) y que para mantener un perfecto equilibrio vital se dota de dos componentes que son antagónicos: el parasimpático que propicia la relajación y el reposo (activa las secreciones digestivas y urinarias, la broncoconstrición y la miosis y la vasodilatación) y el simpático que comporta la preparación a la huida (aumenta el latido cardiaco, la sudoración, la broncodilatación, la vasoconstricción y la midriasis para ver mejor).
Últimamente se le da cada vez más importancia al SNE (sistema nervioso entérico) que regula casi exclusivamente al aparato digestivo cuyo comportamiento se está estudiando con creciente interés.
La interacción funcional de todos estos mecanismos da lugar a la formación del eje córtico-hipófiso-suprarrenal que constituye un conjunto complejo de influencias directas e interacciones retroalimentadas entre la corteza cerebral, el hipotálamo, la hipófisis y la glándula suprarrenal, relación que controla las reacciones al estrés así como la digestión, el sistema inmune, las emociones, la conducta sexual y el metabolismo energético. Este mecanismo en diversos grados es compartido por muchos organismos de la escala evolutiva, y sus reacciones son responsables del síndrome general de adaptación.
El cerebro se comporta como un visor y las conexiones anatómicas entre las áreas cerebrales facilitan la activación de este eje que se transmite al sistema nervioso vegetativo, lo que explica que cualquier estrés tenga una repercusión sobre nuestras funciones vitales. La activación de cualquiera de estas funciones comporta una mecánica de actuación, una forma de adecuarse para solucionar el problema que estresa, sea bueno o malo, y solicitará un aumento en el número de elementos celulares, en el número de secreciones activadoras y en definitiva en el trabajo de los codones y en la formación de nuevas proteínas que mantengan el ritmo vital. Esta forma de actuación prevista y organizada se conoce con el nombre de reacción inflamatoria.
     
5.-EL TEJIDO CONJUNTIVO Y LA REACCIÓN INFLAMATORIA.
La reacción inflamatoria es la respuesta a la  continua y constante acción estresante, buena o mala, que el organismo soporta dando lugar al desarrollo de acciones predeterminadas mediante las que los seres vivos mejoran continuamente su capacidad de defensa y adaptación.
Para que esta reacción sea eficaz  precisa de un asiento que permita su propagación rápida a lo largo del organismo. Este asiento es el tejido conjuntivo o tejido de unión (tejido vascularizado que rellena todo el organismo), porque la inflamación no es una repuesta aislada o localizada, es una respuesta generalizada, universal, capaz de atender al organismo en cualquier lugar y en todo momento hasta el punto de elucubrar que la única misión del tejido conjuntivo es inflamarse.
La inflamación (del latín inflammare=prender fuego) es una reacción que comporta cuatro fases que están clásicamente descritas desde del siglo I por Aulo Cornelio Celso: calor, rubor, tumor y dolor, a la que hay que añadir una quinta que es la reparación. Traduciéndolo a hechos reales se produce un aumento de vascularización, una extravasación sanguínea y una digestión (o fagocitosis) del elemento agresor que a continuación será expulsado del organismo y reparado el daño causado.
La reacción se lleva a cabo merced a la movilización del tejido inmunológico y de sus células y es una respuesta innata a cualquier tipo de agente agresor. Aunque también existe una respuesta inflamatoria adaptativa que utiliza la memoria guardada de estos agentes externos (antígenos) a los que ataca de forma específica al reconocerlos.
La inflamación es por lo tanto el medio universal de defensa y progresión ante cualquier estrés, reacción que está en la base de toda la patología médica y que adquiere diversos niveles de gravedad según el órgano y la intensidad del ataque (carditis, neumonitis, rinitis, otitis, enteritis, etc.) y de cuyo resultado dependerá la eliminación o el fortalecimiento del individuo, lo que estará en relación con la capacidad de nuestros tripletes o codones para hacer frente a la agresión.

6.-EL ESTRÉS INTERNO.
La evolución avanzada ha provisto al homo sapiens de unos elementos cerebrales que le permiten pensar, es el único ser vivo que es consciente de que es consciente. Esto supone la capacidad de almacenar, junto con los recuerdos, sentimientos de placer o de sufrimiento que se transmiten a través de las estructuras nerviosas idóneas, en forma de estrés, haciendo reaccionar igualmente al eje córtico-hipofiso-suprarrenal con la consiguiente excitación del sistema nervioso vegetativo.
Esta evolución por lo tanto ha determinado que nuestra vida, controlado el estrés físico, soporte casi de forma exclusiva un estrés interno o psíquico que pasa a ser causa y protagonista de la casi totalidad de nuestras reacciones vegetativas. Manifestamos externamente estos estados de estrés psíquico en forma de dolor de cabeza, o cuello, trastornos digestivos (diarrea o estreñimiento), encanecimiento o caída del pelo, insomnio, falta de concentración, ansiedad, depresión, trastornos de la conducta, etc. que aparentemente no tienen una causa visible.
Pero incluso nuestro fenotipo adquiere los caracteres de este estrés interior. Quien está contento ofrece un aspecto distinto del que está enfadado, el satisfecho difiere del preocupado, el sano es diferente del que está enfermo. La demostración definitiva es aquella que nos enfrenta críticamente a la foto de conmemoración de las bodas de plata o de oro de cualquier promoción académica en donde los que aparecen más jóvenes o mejor favorecidos son los triunfadores, lo que han alcanzado mejor posición y mejores puestos de trabajo y mayor capacidad económica en contraposición a los más envejecidos que son los que peor suerte han tenido en el desarrollo de su vida personal y familiar, es decir, los primeros han sufrido un estrés positivo y los segundos un estrés negativo.
Tanto el eustrés como el distrés están provocando continuamente un estado de inflamación, una solicitud de recursos que repare su deterioro o su agotamiento. Si es eustrés los recursos serán suficientes para equilibrar la alteración porque el desequilibrio es positivo y nos ayudará a progresar, pero si es distrés (una auténtica depresión) y no alcanzan los recursos necesarios para establecer un nuevo equilibrio, el deterioro general orgánico se acentuará propiciando el declive y la muerte del individuo.
La depresión es posiblemente el mayor elemento demandante de recursos, es decir demandante de inflamación, y se produce como consecuencia de acciones estresantes vitales (la muerte de un ser querido, un divorcio, la pérdida de un trabajo o el padecimiento de una enfermedad crónica, o de un acoso constante familiar o laboral, o de una impotencia manifiesta para superar una situación adversa) y produce en los afectados un aumento de la sensibilidad emocional (sentirse culpable o inútil, inquieto, irritado, desesperado, con tendencias suicidas) o física (dificultades para dormir, falta de apetito, dolores indeterminados, cansancio etc.).
Por último cualquier estructura orgánica que envejece pide inflamación que repare su deterioro para poder continuar funcionando, lo que quiere decir que la demanda de recursos aumenta conforme envejecemos y que el fracaso en la reposición de elementos nos lleva a la incapacidad y a la muerte.
El organismo necesita, por lo tanto, de una gran fuente de fabricación de recursos propios para atender y neutralizar todo el estrés que le acecha continuamente, de forma que este sea siempre positivo y en su provecho, y no alcance los grados de declive que llevan a la defenestración. Y esta fuente se encuentra en el área esplácnica o tejido intestinal.

7.- EL AREA ESPLACNICA  COMO FUENTE DE RECURSOS.
Para comenzar el tracto intestinal constituye la mayor superficie de comunicación con el exterior de todo el organismo: unos 300 ó 400 metros cuadrados (considerando la superficie total con las vellosidades desplegadas). En segundo lugar las células intestinales no están solas, están acompañadas por multitud de bacterias (si calculamos que hay cien mil millones de células, le acompañan cien billones de bacterias) con las que viven en perfecta simbiosis. Esto es lo que se denomina la microbiota intestinal a cambio de la cual el organismo obtiene importantes beneficios.
Por una parte las actividades metabólicas, o sea, la recuperación de nutrientes y energía, y por otra protección frente a la invasión por bacterias extrañas porque estas bacterias intestinales desempeñan un papel esencial en el desarrollo del sistema inmunitario, en el desarrollo de la inflamación que nos protege.
Ambas funciones: nutrición y defensa, dependen complementariamente tanto de las estructuras propias del tubo digestivo como de la presencia activa de las comunidades microbianas por lo que se piensa que la unión del tubo digestivo y la microflora intestinal constituyen un órgano, la microbiota, un órgano más, perfectamente integrado en nuestra fisiología. Los animales de experimentación criados en asepsia (sin flora) presentan importantes anomalías en su desarrollo (atrofia intestinal, alteraciones de la motilidad, bajo peso en general y un sistema inmune inmaduro).
En el intestino hay dos clases de bacterias: las nativas que viven permanentemente en él, y las de tránsito. Las nativas se adquieren al nacer y en el primer año de la vida y son un tercio del total. Las de tránsito se adquieren diariamente con la comida y la bebida.
El análisis de las bacterias intestinales demuestra que existen entre 500 y 1000 especies distintas cuya densidad aumenta progresivamente según se avanza hacia las regiones distales del colon. Las secreciones ácidas biliares y pancreáticas destruyen la mayor parte de los microorganismos ingeridos y la actividad motora propulsiva impide una colonización estable de la luz del tubo digestivo. Los análisis demuestran que muchas de las especies no crecen en los cultivos por lo que las técnicas de biología molecular nos han hecho conocer cepas no conocidas previamente.
Pero además de las funciones metabólicas y de protección, la microbiota comporta funciones tróficas sobre el epitelio intestinal protegiendo su diferenciación celular y su capacidad de reconocimiento de las bacterias invasoras y por ende beneficiando el desarrollo del sistema inmunológico y protegiendo el aumento de inmunoglobulinas circulantes y aumento en la capacidad de reparación a todos los niveles orgánicos, siendo por ello el órgano más importante en cuanto a capacidad de atender y satisfacer las necesidades de la reacción inflamatoria.
El fracaso de la simbiosis puede llevar al desarrollo de patologías de disregulación inmunitarias frente a la estructura antigénica propia (autoinmunidad) o estructuras antigénicas del medio ambiente (atopia).
Por último hay que mencionar que además de la microbiota intestinal existen la oral, la ocular, la vaginal, etc., y que de su capacidad funcional depende que nuestro organismo domine permanentemente a nuestros invasores manteniéndose en eustrés y sin fracasar ante un distrés que nos llevará inevitablemente a la muerte.

8.-LA EVALUACION DE LA ACTIVIDAD REPARADORA (LOS TELÓMEROS Y SU REVERSIBILIDAD).
Necesitamos por tanto un medidor de nuestra actividad defensiva, de nuestra capacidad de hacer frente a cualquier tipo de estrés, que lo haga sometido siempre como eustrés (fortalecedor) y nunca como distrés (debilitador). Y este elemento es el telómero.
Recordemos que los telómeros son la funda que protege nuestros cromosomas (almacenes de nuestros genes) de su deterioro o pérdida manteniendo su capacidad de trabajo, su capacidad de fabricar las proteínas imprescindibles para combatir, mediante la reacción inflamatoria el estrés que nos asedia de forma constante, pero no solo son protectores, son además inteligentes, si se alargan, la división celular y la fabricación de proteínas aumenta y la vitalidad se fortalece, y si disminuyen su longitud, la capacidad de trabajo disminuye y el envejecimiento y la decrepitud se inician. Este alargamiento o acortamiento se hace merced a la acción de una hormona llamada telomerasa que ha merecido el calificativo de “hormona de la inmortalidad”.
Los telómeros se conocían vagamente pero a partir de 1975 la doctora Elizabeth Blackburn comenzó a estudiarlos detenidamente en la tetrahymena, un organismo unicelular que vive en los charcos (agua dulce) buscando alimento o pareja (tiene siete sexos), aisló su ADN y en 1984 descubrió la telomerasa. También descubrió la manera de medir su longitud mediante un método de laboratorio denominado “flowfish”, una técnica de citometría de flujo y tinción por fluorescencia, y que puede llevarse a cabo mediante una gota de sangre extraída por punción en la yema de un dedo.
También estableció la relación entre la longitud de los telómeros y la calidad de vida a través de una serie de experimentos que llevó a cabo en principio en ratones a los que sometía a tratamientos que alteraban esta longitud observando las reacciones vitales de los animales. Y luego en individuos voluntarios que se sometieron a la analítica y lo demostró en el estudio de personas deprimidas como eran las madres de hijos subnormales.
En todos los casos demostró que el acortamiento de los telómeros coincidía siempre con signos de envejecimiento y con una salud débil, y también demostró que la relación inversa era igualmente válida. Pero lo más importante que demostró es que esta reacción era reversible y que esta reversibilidad se puede conseguir aplicando las medidas necesarias, medidas que son conocidas y que están a nuestro alcance, lo que posibilita que nosotros mismos tengamos la capacidad de mejorar e incluso prolongar nuestra calidad de vida.
    
9.-EL MECANISMO DE ACCIÓN DE LOS ANTIINFLAMATORIOS.
La inflamación representa por sí misma una amenaza muy importante porque según su intensidad puede pasar de ser reparadora a destructora por lo que en muchas ocasiones es necesario controlarla y para ello disponemos de los antiinflamatorios.
El organismo se defiende en primera instancia con sus propios antiinflamatorios que son los derivados de la corteza suprarrenal o antiinflamatorios esteroideos (corticoides) que tienen una acción muy potente y muy importantes efectos secundarios.
Para obviar este inconveniente se desarrollaron los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) que actúan mediante un mecanismo químico inhibiendo la actividad de la enzima ciclooxigenasa-1 (COX-1) y la ciclooxigenasa-2 (COX-2) que son las que permiten la formación de las prostaglandinas, a partir del ácido araquidónico, y que tienen un papel fundamental en la inflamación. Controlan la inflamación, el dolor y la fiebre.
El AINE principal es la aspirina o ácido acetilsalicílico que se comenzó a extraer de la corteza del sauce (salix alba) y del que hoy día se consume en comprimidos, unos mil millones de pastillas (unas cuarenta mil toneladas) anuales.
Pero también son AINEs los derivados del ácido propanoico (ibuprofeno y naproxeno) los derivados del ácido acético (indometacina) y de los ácidos enólicos (piroxican). Todos inhiben la formación de prostaglandinas incluyendo el paracetamol aunque este no se le considera un AINE por su menor poder antiinflamatorio.

10.-MECANISMO DE ACCIÓN DE LOS ANTIBIÓTICOS
El antibiótico se utiliza para combatir a un organismo vivo productor de inflamación  alterando la permeabilidad de la pared bacteriana con lo que las macromoléculas y los iones se escapan y la bacteria no puede reproducirse y muere. Es por lo tanto un mecanismo biológico, una antibiosis.

11.-LA DEFENSA ANTIVIRIÁSICA.
Aquí el mecanismo defensivo es genético y se denomina CRISPR, y está basado en el almacenamiento que hace el  genoma celular de fragmentos precisos de la cadena genética del agresor con el que ha estado previamente en contacto. Este almacenamiento o recuerdo  se organiza como “conjuntos regulares interespaciados  palindrómicos repetidos” que reconocen inmediatamente al virus agresor y a través del concurso de una proteína (Cas-9) se acopla a él y lo corta impidiendo su reproducción y causándole la muerte. La importancia actual que han adquirido es debido a que su manejabilidad en el laboratorio permite la manipulación genética a voluntad. Fueron descubiertos por el Dr. Mojica en la Universidad de Alicante estudiando las arqueas, bacterias de las salinas.

12.-LA MICROBIOTA
Es imprescindible mantener nuestro microecosistema o microbiota en las mejores condiciones posibles para que atienda sus tres misiones básicas: alimentación, defensa y reparación.
La microbiota es la puerta de entrada y reconocimiento de toda noxa externa que penetra en nuestro organismo y que es debidamente reconocida e  identificada, es almacenada para ser reconocida y reducida en una futura invasión.
Conocemos de antiguo que los niños de “la calle”, es decir, aquellos que no cuidan debidamente su higiene, no solían padecer poliomielitis. Pero es que ahora tenemos estudios que nos dicen que en aquellas casas en las que hay lavavajillas existen las rinitis en mayor proporción, e incluso en los domicilios en los que se cambian las sábanas muy a menudo, lo que parece estar en relación con la ausencia excesiva de gérmenes que pasan por nuestro tubo digestivo o por nuestra piel y que no son reconocidos por nuestro sistema inmunológico. 
La defensa o reparación es básica porque atiende a todo nuestro organismo. La fabricación de tejido inmunológico y de sustancias tróficas en cantidad suficiente y necesaria puede y debe de atender las solicitudes de  tejidos dañados por el exceso de inflamación provocada por agresiones externas (envejecimiento) o internas (estrés).
Por lo tanto aquello con lo que alimentamos nuestra microbiota tiene un impacto importante en nuestra salud, mientras mejor lo alimentemos más saludables estaremos. La clave para conseguirlo es nutrir equilibradamente las mil especies diferentes de bacterias que viven con nosotros. Para las que viven de manera permanente con nosotros les daremos lo que les gusta, es decir, los prebióticos. Y para las demás debemos de añadirles bacterias vivas directamente, o sea, probióticos.
Los prebióticos son fibras vegetales que constituyen alimento para estas bacterias que van desde los espárragos al ñame (un tubérculo) y que pueden buscarse en internet.
 Los probióticos contienen organismos vivos que se añaden a nuestra población de microorganismos saludables y se encuentran en el yogurt, el chucrut, actimel o el kéfir.
La correcta administración de estos productos requiere de un estudio pormenorizado y personalizado de la microbiótica cuyo inicio más importante es la leche materna y que se mejora con la ingestión de frutas y vegetales, así como huyendo de la administración de antibióticos y del alcohol.  
No obstante investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Oviedo en el estudio de la progeria que es un trastorno genético que provoca un envejecimiento prematuro en los primeros años de vida, demostraron en ratones, que en estos casos existía una disminución de una bacteria llamada Akkermancia que tenían en gran cantidad los longevos, y su administración, obtenida de intestinos de ratones sanos, y administrada por vía oral en ratones con progeria ha conseguido una espectacular mejoría en sus perspectivas vitales.
Estos transplantes fecales o implantes de caca están relacionados, también, con el tratamiento de enfermedades vasculares y de la demencia senil.
Esto parece abrir una guía para conseguir envasar las bacterias idóneas en relación a mejorar muchos procesos patológicos.
Un estudio presentado en la reunión de la United European Gastroenterology 2019, de la Universidad de Groningen (países Bajos) por la Dra. Laura Bolte, ha demostrado que alimentos específicos podrían proporcionar protección para el intestino, al ayudar a las bacterias con propiedades antiinflamatorias a prosperar.
Los expertos seleccionaron cuatro grupos de estudio: la población general y pacientes con enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y aquellos con síndrome del intestino irritable (SII). Analizaron una muestra de heces proporcionada por cada participante para reconstruir la microbiota del huésped y la compararon con los resultados de una encuesta de frecuencia de alimentos Así identificaron 61 alimentos individuales asociados con poblaciones microbianas y 49 correlaciones entre patrones alimentarios y grupos microbianos.
De ello dedujeron que los patrones dietéticos ricos en pan, legumbres, pescado y nueces y vino tinto (los de la dieta mediterránea) se asociaron con una disminución de bacterias aerobias potencialmente dañinas y una mayor abundancia de bacterias con funciones antiinflamatorias Y un nivel más bajo de  marcadores inflamatorios en las heces que se sabe que aumentan durante la inflamación intestinal.
Es decir que la proteína vegetal ayuda a la biosíntesis de vitaminas y aminoácidos, así como a la descomposición de los alcoholes de azúcar y la excreción de amonio, mientras la proteína derivada de animales y plantas mostró asociaciones opuestas en la microbiota intestinal.
Una dieta caracterizada por nueces, frutas, mayor ingesta de vegetales y legumbres que la proteína animal, combinada con un consumo moderado de alimentos derivados de animales como pescado, carne magra, aves de corral, se asocian beneficiosamente con el ecosistema intestinal a lo que se pueden añadir los lácteos y el vino tinto y la disminución de la ingestión de carnes rojas.

13.-OTROS FACTORES (LA OXIDACIÓN)
El estrés oxidativo podemos denominarlo como la enfermedad de los “single”, la de los electrones sueltos con capacidad de apareamiento.
Los radicales libres son átomos o grupos de átomos que se encuentran disponibles, y que  se producen en la mayoría de las reacciones orgánicas como son el metabolismo,  la respiración y el ejercicio, y son utilizados habitualmente para luchar contra las bacterias y  son fácilmente controlados o eliminados por el organismo.
Cuando uno de nuestros átomos tiene un electrón suelto está en desequilibrio puede aparearse con el primero que encuentra provocando a su vez el desequilibrio del átomo robado. Es como la estructura de un andamio a la que le hurtamos un puntal o travesaño que le hace perder su cohesión y derrumbarse.
El problema se plantea cuando existe una excesiva acumulación de estos radicales que absorbemos de la contaminación ambiental, del tabaquismo, las dietas ricas en grasa, la exposición excesiva a las radiaciones solares o la ingesta  de aceites vegetales. Y el mayor problema es que, en opinión de la Dra. Blackburn, los radicales libres tienen predilección por las secuencias de ADN que forman la estructura de los telómeros con lo cual tienden a  acortarlos con todas sus consecuencias.

14.- LA DEPRESION
Pero no solo tenemos que mantener nuestro organismo con capacidad suficiente para controlar el estrés inflamatorio habitual, también debemos de prestar  mucha atención a controlar los focos de excesos inflamatorios que pueden hacer fracasar la capacidad del organismo  y entre todos, el mayor demandante de inflamación es el distrés interno, todo aquello que nos preocupa, que nos incomoda y en definitiva que nos deprime, o sea, la depresión.
Consideramos a la depresión como un estado de ánimo que altera nuestras funciones fisiológicas. Existen patrones automáticos que definen nuestra actitud ante el medio ambiente como son: la hostilidad cínica, el pesimismo, la dispersión mental, es decir el “estrés malo” o destructivo.
Para combatirlo lo enfrentaremos a una serie de mecanismos defensivos, como son la monotarea o flujo frente a la multitarea, es decir, a concentrarnos profundamente en una actividad exclusivamente, al distanciamiento del problema que nos ataca, a la rumiación (pensar las cosas muchas veces hasta encontrarles un aspecto positivo), la supresión de pensamientos para hacerlos desaparecer conscientemente, el pensamiento resiliente o aceptamiento para mejorar su tolerancia, el pensamiento consciente (aceptarlo completamente para digerirlo) y el cambio del dolor por la autocompasión.
Para controlar nuestro componente ansioso es muy útil el ejercicio de la meticulosidad. Y por último poner en práctica terapias psicológicas “ad hoc”, como pueden ser los retiros de meditación.
También nos beneficia el ejercicio que es una de las mejores medicinas que podemos autorecetarnos porque incrementa el aporte sanguíneo al corazón y al cerebro, genera musculatura y fortalece los huesos.
También combate la presencia de radicales libres porque al producir más oxígeno proporciona una reacción que aumenta los antioxidantes orgánicos. Disminuyen la producción de cortisol (la hormona del estrés) y por tanto nos tranquiliza y además hace que las células se vuelvan más sensibles a la insulina tendiendo a normalizar nuestra glucemia.
La cantidad de ejercicio que se debe de hacer es aquel que admite nuestro organismo. El ejercicio más completo es andar, como ejercicio de mantenimiento (entre media y una hora diarias).
Complementariamente hay que considerar el sueño como el complemento del ejercicio y debemos cuidarlo en cuanto a su cantidad y sobre todo a su calidad. Con el sueño recordamos y olvidamos pero también requiere una regulación. Lo importante, más que el tiempo, es el ritmo y su calidad.
La luz azul de las pantallas, los teléfonos, tabletas, etc. y los ruidos inhiben la melatonina (hormona del sueño) y perjudican por tanto su calidad.
Para  beneficiar el sueño es bueno: dedicar un rato a la preparación (leer un rato en la cama), escuchar música relajante, disponer un ambiente relajante (luces atenuadas, fragancias), tomar una infusión de hierbas calientes una hora antes de acostarse y hacer estiramientos suaves.

15.-EL BIENESTAR SOCIAL
Pero de todas formas cómo se puede ayudar psicológicamente a alguien que tiene un problema del calibre de un desahucio, de la falta de trabajo, de la imposibilidad de satisfacer una hipoteca, de la incapacidad económica para atender a su familia, de la falta de capacitación para “salir adelante”, de un acoso permanente familiar o laboral, de un estrés favorecido pos las condiciones del contrato matrimonial, de una imposibilidad de divorcio por falta de recursos o capacidad de subsistencia, o de un divorcio con hijos no atendido económicamente, etc., etc..
Todas las personas prefieren, y tienen  derecho, a vivir en un ambiente relajado, rodeado de plantas y verdor, seguros y confiados en no ser asaltados o perseguidos, realizando una actividad y un trabajo adecuadamente remunerado en relación con nuestra competencia, con las comodidades inherentes a nuestro bienestar, con buenas relaciones en general y en particular, con una familia agradable y con amigos (o amantes) que beneficien nuestro psiquismo.
La solución a estos problemas, anteponer el bienestar común a la codicia de la banca y las eléctricas, garantizar que nadie se quede sin techo y sin ayudas por dependencia en lugar de premiar fiscalmente a las grandes fortunas y tratar como líderes de masa a los delincuentes financieros, todo lo que se refiere a la redistribución social de la riqueza y a las supuestas obligaciones del estado de satisfacer las necesidades de alimentación, vivienda, trabajo y salud de todos los ciudadanos, sobrepasan las posibilidades médicas de actuación y competen al terreno político social de los países en que vivimos y no pueden resolverlo las medidas psicofísicas de tratamiento ni la actuación de la telomerasa.

16.-LA TELOMERASA
Para vivir más y mejor lo que hay que hacer es administrar telomerasa que es fundamental para conseguir una buena renovación celular. Pero ello presenta un aspecto oscuro y es la posibilidad de que esta hiperdivisión forzada celular se descontrole dando lugar a la aparición de un cáncer, que al fin y al cabo es precisamente una proliferación celular descontrolada por lo que esta medida es totalmente desaconsejable.
No obstante en el Centro Nacional de Investigación del Cáncer (CNIO) se está llevando a cabo una línea de investigación que trata la fibrosis pulmonar con telomerasa, si bien los sujetos de experimentación son ratones a los que se ha inducido la enfermedad mediante la administración de tóxicos ambientales. La fibrosis pulmonar se produce por la respiración de tóxicos y la producción de acortamiento telomérico cuya respuesta inflamatoria produce una reparación a base de cicatrices y fibrosis pulmonar.
La doctora Maria Blasco ha vehiculizado el gen de la telomerasa en un vector (un virus inocuo para el ser humano) y lo ha introducido una sola vez en los pulmones de los ratones consiguiendo la curación de la enfermedad, lo que supone un resultado alentador si consideramos que en España existen 8.000 enfermos de esta patología. Esta doctora sigue trabajando con la telomerasa y observa en algunos de sus experimentos que pese a su administración prolongada, no se ha desarrollado un cáncer
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BIBLIOGRAFIA:
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FRANCISCO J. AYALA.-“¿De dónde vengo? ¿Quién soy? ¿A dónde voy?” Alianza Editorial. Madrid, 2015.

ELIZABETH BLACKBURN. “La solución de los telómeros” Editorial Aguilar, Barcelona 2017.

DICK SWAAB. “Somos nuestro cerebro” Plataforma Editorial. Barcelona 2014

LAURA BOLTE.-Comunicación a la United European Gastroenterology Week (UEG). Barcelona 2019.

FRANCISCO GUARNER AGUILAR, Jefe del Servicio de Gastroenterología del H. Vall de Hebron, Barcelona. “Evolución en el conocimiento de la microbiota intestinal” Conferencia magistral. (YouTube).

YUVAL NOAH HARARI. “Sapiens (De animales a dioses)”. Debate, Barcelona 2016


















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