EL ESTRÉS, LA INFLAMACIÓN Y LA LONGEVIDAD
Después de muchos años de
ensalzar la especialización como lo más avanzado en medicina, se impone una
revisión conceptual para dirigir la mirada al funcionamiento en conjunto del
organismo humano porque ello nos permite deducir importantes enseñanzas sobre
cómo somos y sobre todo, sobre cómo queremos ser y de qué manera podemos
nosotros mismos influir en nuestra
propia evolución.
En la primera jornada de la charla
se actualizarán los conceptos sobre el inicio, el desarrollo y la
diversificación de la vida, el concepto del estrés y la necesidad de combatirlo,
la función del sistema nervioso y del eje cortico-hipofiso-suprarrenal, el
tejido conjuntivo y la reacción inflamatoria, el estrés interno, el área
esplácnica como fuente de recursos y la función de los telómeros como medidores
de la función defensiva.
En la segunda jornada hablaremos
de los mecanismos de defensa del organismo contra el estrés (químicos,
biológicos y genéticos), la función defensiva de la microbiota, y las formas
médicas y sociopolíticas de combatir la depresión como principal inductor de
nuestro desequilibrio interno.
Jesús Lobillo Rios es doctor en
Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Presidente del Ateneo Libre
de Benalmádena y reconocido por el Ayuntamiento de Benalmádena como
“benalmadense del año 2020”.
EL ESTRÉS, LA INFLAMACIÓN Y LA LONGEVIDAD
1.- VOLVIENDO DE LA ESPECIALIZACION AL TODO.
Después de muchos años de
ensalzar la especialización como “el no va más” en el avance de los logros de
la investigación y de la medicina, parece que se impone una revisión de estos
conceptos para volver a dirigir la mirada al funcionamiento de conjunto del
organismo humano porque de ello podemos deducir enseñanzas importantes que nos
ayudan a comprender mejor cómo somos y sobre todo cómo queremos ser y de qué
manera podemos nosotros mismos influir en nuestra propia evolución.
2.- EL INICIO, EL DESARROLLO Y LA DIVERSIFICACIÓN.
Es de dominio común que la vida
se inició hace unos cuatro mil millones de años de la unión de las cuatro bases
nitrogenadas (A, C, G y T) con una molécula de azúcar y otra de fosfato formando
los nucleótidos cuyo agrupamiento y entrelazamiento, de dos en dos (la A con la T
y la C con la G) forman largas tiras finísimas helicoidales que son el origen
de nuestros genes que no solo se unen de
dos en dos, también se organizan de tres en tres originando tripletes o codones
porque cada uno de ellos codifica la formación de una proteína que es única
para cada triplete y que desarrolla de forma imprescindible una función vital.
Estas funciones necesarias para
sobrevivir varían según las influencias del medio ambiente, según las acciones
que el medio ambiente ejerza sobre el organismo vivo, que a su vez reaccionará
para acomodarse mediante la fabricación de las `proteínas necesarias y
específicas, a cada situación, y en función de estas influencias van desarrollándose
y diversificándose las proteínas necesarias en, una variabilidad genética, un
genotipo, que se manifestará en nuestro fenotipo, es decir en nuestro aspecto
exterior, de forma que aquellos organismos que se vean obligados a vivir en el
agua serán peces, otros tendrán dos o cuatro patas y caminarán por la tierra,
otros desarrollarán alas y volarán y otros tallos, raíces y hojas, y serán
plantas.
Para conseguir este desarrollo,
los genes se empaquetan cuidadosamente en cromosomas debidamente protegidos y enfundados por telómeros reuniendo las condiciones necesarias
para no dejar en ningún momento de fabricar proteínas, dentro del núcleo celular porque el cese de
esta fabricación supondrá la desaparición o muerte del ser vivo.
3.-EL ESTRÉS
Todas estas acciones que influyen
en la fabricación específica de las proteínas
las conocemos como estrés. Es decir, todo aquello que tiende a alterar
la inercia, el estado de reposo o movimiento, de un ser vivo es un estrés. Gracias al estrés, por tanto,
los seres vivos van desarrollándose y adaptándose a su medio ambiente adquiriendo
las características que necesitan para sobrevivir en ese medio ambiente.
Si el organismo vivo no puede
superar o adaptarse al estrés, no podrá seguir viviendo y sucumbe. Pero si la
adaptación es positiva mediante una reacción,
o sea, mediante la fabricación de la o las proteínas necesarias para superar el
problema, no solo vivirá, sino que saldrá fortalecido y mejorado e incluso
predispuesto a superar la siguiente acción.
A este último le denominamos
estrés bueno, positivo o eustrés. Y al primero distrés o estrés malo o
pernicioso.
4.-EL EJE
CORTICO-HIPOFISO-SUPRARRENAL
Para hacer frente de forma organizada
a estas situaciones de estrés, el organismo ya formado, se dota de un
componente de relación que es el sistema nervioso que tiene dos partes
anatómicas.
El SNC (sistema nervioso central:
cerebro y médula) y el SNP (sistema nervioso periférico: nervios aferentes y
eferentes). Su funcionamiento es de carácter voluntario (somático). Es el
sistema nervioso de la vida o de relación,
consciente y responsable por tanto de las acciones voluntarias.
Pero en el organismo hay muchas
acciones que no requieren de la consciencia, de la voluntariedad (el latido
cardiaco, la respiración o el movimiento intestinal) pero que están reguladas
subconscientemente por el SNA (sistema nervioso autónomo, vegetativo o
visceral) y que para mantener un perfecto equilibrio vital se dota de dos
componentes que son antagónicos: el parasimpático que propicia la relajación y
el reposo (activa las secreciones digestivas y urinarias, la broncoconstrición
y la miosis y la vasodilatación) y el simpático que comporta la preparación a
la huida (aumenta el latido cardiaco, la sudoración, la broncodilatación, la
vasoconstricción y la midriasis para ver mejor).
Últimamente se le da cada vez más
importancia al SNE (sistema nervioso entérico) que regula casi exclusivamente
al aparato digestivo cuyo comportamiento se está estudiando con creciente
interés.
La interacción funcional de todos
estos mecanismos da lugar a la formación del eje córtico-hipófiso-suprarrenal
que constituye un conjunto complejo de influencias directas e interacciones retroalimentadas
entre la corteza cerebral, el hipotálamo, la hipófisis y la glándula
suprarrenal, relación que controla las reacciones al estrés así como la
digestión, el sistema inmune, las emociones, la conducta sexual y el
metabolismo energético. Este mecanismo en diversos grados es compartido por
muchos organismos de la escala evolutiva, y sus reacciones son responsables del
síndrome general de adaptación.
El cerebro se comporta como un
visor y las conexiones anatómicas entre las áreas cerebrales facilitan la
activación de este eje que se transmite al sistema nervioso vegetativo, lo que
explica que cualquier estrés tenga una repercusión sobre nuestras funciones
vitales. La activación de cualquiera de estas funciones comporta una mecánica
de actuación, una forma de adecuarse para solucionar el problema que estresa,
sea bueno o malo, y solicitará un aumento en el número de elementos celulares,
en el número de secreciones activadoras y en definitiva en el trabajo de los codones
y en la formación de nuevas proteínas que mantengan el ritmo vital. Esta forma
de actuación prevista y organizada se conoce con el nombre de reacción
inflamatoria.
5.-EL TEJIDO CONJUNTIVO Y LA
REACCIÓN INFLAMATORIA.
La reacción inflamatoria es la
respuesta a la continua y constante
acción estresante, buena o mala, que el organismo soporta dando lugar al
desarrollo de acciones predeterminadas mediante las que los seres vivos mejoran
continuamente su capacidad de defensa y adaptación.
Para que esta reacción sea
eficaz precisa de un asiento que permita
su propagación rápida a lo largo del organismo. Este asiento es el tejido
conjuntivo o tejido de unión (tejido vascularizado que rellena todo el
organismo), porque la inflamación no es una repuesta aislada o localizada, es
una respuesta generalizada, universal, capaz de atender al organismo en cualquier
lugar y en todo momento hasta el punto de elucubrar que la única misión del
tejido conjuntivo es inflamarse.
La inflamación (del latín
inflammare=prender fuego) es una reacción que comporta cuatro fases que están
clásicamente descritas desde del siglo I por Aulo Cornelio Celso: calor, rubor,
tumor y dolor, a la que hay que añadir una quinta que es la reparación.
Traduciéndolo a hechos reales se produce un aumento de vascularización, una
extravasación sanguínea y una digestión (o fagocitosis) del elemento agresor
que a continuación será expulsado del organismo y reparado el daño causado.
La reacción se lleva a cabo
merced a la movilización del tejido inmunológico y de sus células y es una
respuesta innata a cualquier tipo de agente agresor. Aunque también existe una
respuesta inflamatoria adaptativa que utiliza la memoria guardada de estos
agentes externos (antígenos) a los que ataca de forma específica al reconocerlos.
La inflamación es por lo tanto el
medio universal de defensa y progresión ante cualquier estrés, reacción que
está en la base de toda la patología médica y que adquiere diversos niveles de
gravedad según el órgano y la intensidad del ataque (carditis, neumonitis,
rinitis, otitis, enteritis, etc.) y de cuyo resultado dependerá la eliminación
o el fortalecimiento del individuo, lo que estará en relación con la capacidad
de nuestros tripletes o codones para hacer frente a la agresión.
6.-EL ESTRÉS INTERNO.
La evolución avanzada ha provisto
al homo sapiens de unos elementos cerebrales que le permiten pensar, es el
único ser vivo que es consciente de que es consciente. Esto supone la capacidad
de almacenar, junto con los recuerdos, sentimientos de placer o de sufrimiento
que se transmiten a través de las estructuras nerviosas idóneas, en forma de estrés,
haciendo reaccionar igualmente al eje córtico-hipofiso-suprarrenal con la
consiguiente excitación del sistema nervioso vegetativo.
Esta evolución por lo tanto ha
determinado que nuestra vida, controlado el estrés físico, soporte casi de forma
exclusiva un estrés interno o psíquico que pasa a ser causa y protagonista de
la casi totalidad de nuestras reacciones vegetativas. Manifestamos externamente
estos estados de estrés psíquico en forma de dolor de cabeza, o cuello,
trastornos digestivos (diarrea o estreñimiento), encanecimiento o caída del
pelo, insomnio, falta de concentración, ansiedad, depresión, trastornos de la
conducta, etc. que aparentemente no tienen una causa visible.
Pero incluso nuestro fenotipo
adquiere los caracteres de este estrés interior. Quien está contento ofrece un
aspecto distinto del que está enfadado, el satisfecho difiere del preocupado,
el sano es diferente del que está enfermo. La demostración definitiva es
aquella que nos enfrenta críticamente a la foto de conmemoración de las bodas
de plata o de oro de cualquier promoción académica en donde los que aparecen
más jóvenes o mejor favorecidos son los triunfadores, lo que han alcanzado
mejor posición y mejores puestos de trabajo y mayor capacidad económica en
contraposición a los más envejecidos que son los que peor suerte han tenido en
el desarrollo de su vida personal y familiar, es decir, los primeros han
sufrido un estrés positivo y los segundos un estrés negativo.
Tanto el eustrés como el distrés
están provocando continuamente un estado de inflamación, una solicitud de
recursos que repare su deterioro o su agotamiento. Si es eustrés los recursos
serán suficientes para equilibrar la alteración porque el desequilibrio es
positivo y nos ayudará a progresar, pero si es distrés (una auténtica
depresión) y no alcanzan los recursos necesarios para establecer un nuevo
equilibrio, el deterioro general orgánico se acentuará propiciando el declive y
la muerte del individuo.
La depresión es posiblemente el
mayor elemento demandante de recursos, es decir demandante de inflamación, y se
produce como consecuencia de acciones estresantes vitales (la muerte de un ser
querido, un divorcio, la pérdida de un trabajo o el padecimiento de una
enfermedad crónica, o de un acoso constante familiar o laboral, o de una
impotencia manifiesta para superar una situación adversa) y produce en los
afectados un aumento de la sensibilidad emocional (sentirse culpable o inútil,
inquieto, irritado, desesperado, con tendencias suicidas) o física
(dificultades para dormir, falta de apetito, dolores indeterminados, cansancio
etc.).
Por último cualquier estructura
orgánica que envejece pide inflamación que repare su deterioro para poder continuar
funcionando, lo que quiere decir que la demanda de recursos aumenta conforme
envejecemos y que el fracaso en la reposición de elementos nos lleva a la
incapacidad y a la muerte.
El organismo necesita, por lo
tanto, de una gran fuente de fabricación de recursos propios para atender y
neutralizar todo el estrés que le acecha continuamente, de forma que este sea
siempre positivo y en su provecho, y no alcance los grados de declive que
llevan a la defenestración. Y esta fuente se encuentra en el área esplácnica o tejido
intestinal.
7.- EL AREA ESPLACNICA COMO FUENTE DE RECURSOS.
Para comenzar el tracto
intestinal constituye la mayor superficie de comunicación con el exterior de
todo el organismo: unos 300 ó 400 metros cuadrados (considerando la superficie
total con las vellosidades desplegadas). En segundo lugar las células
intestinales no están solas, están acompañadas por multitud de bacterias (si
calculamos que hay cien mil millones de células, le acompañan cien billones de
bacterias) con las que viven en perfecta simbiosis. Esto es lo que se denomina
la microbiota intestinal a cambio de la cual el organismo obtiene importantes
beneficios.
Por una parte las actividades
metabólicas, o sea, la recuperación de nutrientes y energía, y por otra
protección frente a la invasión por bacterias extrañas porque estas bacterias
intestinales desempeñan un papel esencial en el desarrollo del sistema
inmunitario, en el desarrollo de la inflamación que nos protege.
Ambas funciones: nutrición y
defensa, dependen complementariamente tanto de las estructuras propias del tubo
digestivo como de la presencia activa de las comunidades microbianas por lo que
se piensa que la unión del tubo digestivo y la microflora intestinal
constituyen un órgano, la microbiota, un órgano más, perfectamente integrado en
nuestra fisiología. Los animales de experimentación criados en asepsia (sin
flora) presentan importantes anomalías en su desarrollo (atrofia intestinal,
alteraciones de la motilidad, bajo peso en general y un sistema inmune
inmaduro).
En el intestino hay dos clases de
bacterias: las nativas que viven permanentemente en él, y las de tránsito. Las
nativas se adquieren al nacer y en el primer año de la vida y son un tercio del
total. Las de tránsito se adquieren diariamente con la comida y la bebida.
El análisis de las bacterias
intestinales demuestra que existen entre 500 y 1000 especies distintas cuya
densidad aumenta progresivamente según se avanza hacia las regiones distales
del colon. Las secreciones ácidas biliares y pancreáticas destruyen la mayor
parte de los microorganismos ingeridos y la actividad motora propulsiva impide
una colonización estable de la luz del tubo digestivo. Los análisis demuestran
que muchas de las especies no crecen en los cultivos por lo que las técnicas de
biología molecular nos han hecho conocer cepas no conocidas previamente.
Pero además de las funciones
metabólicas y de protección, la microbiota comporta funciones tróficas sobre el
epitelio intestinal protegiendo su diferenciación celular y su capacidad de
reconocimiento de las bacterias invasoras y por ende beneficiando el desarrollo
del sistema inmunológico y protegiendo el aumento de inmunoglobulinas
circulantes y aumento en la capacidad de reparación a todos los niveles
orgánicos, siendo por ello el órgano más importante en cuanto a capacidad de atender
y satisfacer las necesidades de la reacción inflamatoria.
El fracaso de la simbiosis puede llevar
al desarrollo de patologías de disregulación inmunitarias frente a la
estructura antigénica propia (autoinmunidad) o estructuras antigénicas del
medio ambiente (atopia).
Por último hay que mencionar que
además de la microbiota intestinal existen la oral, la ocular, la vaginal, etc.,
y que de su capacidad funcional depende que nuestro organismo domine
permanentemente a nuestros invasores manteniéndose en eustrés y sin fracasar
ante un distrés que nos llevará inevitablemente a la muerte.
8.-LA EVALUACION DE LA ACTIVIDAD
REPARADORA (LOS TELÓMEROS Y SU REVERSIBILIDAD).
Necesitamos por tanto un medidor
de nuestra actividad defensiva, de nuestra capacidad de hacer frente a
cualquier tipo de estrés, que lo haga sometido siempre como eustrés
(fortalecedor) y nunca como distrés (debilitador). Y este elemento es el
telómero.
Recordemos que los telómeros son
la funda que protege nuestros cromosomas (almacenes de nuestros genes) de su
deterioro o pérdida manteniendo su capacidad de trabajo, su capacidad de fabricar
las proteínas imprescindibles para combatir, mediante la reacción inflamatoria
el estrés que nos asedia de forma constante, pero no solo son protectores, son
además inteligentes, si se alargan, la división celular y la fabricación de
proteínas aumenta y la vitalidad se fortalece, y si disminuyen su longitud, la
capacidad de trabajo disminuye y el envejecimiento y la decrepitud se inician.
Este alargamiento o acortamiento se hace merced a la acción de una hormona
llamada telomerasa que ha merecido el calificativo de “hormona de la
inmortalidad”.
Los telómeros se conocían
vagamente pero a partir de 1975 la doctora Elizabeth Blackburn comenzó a
estudiarlos detenidamente en la tetrahymena, un organismo unicelular que vive
en los charcos (agua dulce) buscando alimento o pareja (tiene siete sexos),
aisló su ADN y en 1984 descubrió la telomerasa. También descubrió la manera de
medir su longitud mediante un método de laboratorio denominado “flowfish”, una
técnica de citometría de flujo y tinción por fluorescencia, y que puede
llevarse a cabo mediante una gota de sangre extraída por punción en la yema de
un dedo.
También estableció la relación
entre la longitud de los telómeros y la calidad de vida a través de una serie
de experimentos que llevó a cabo en principio en ratones a los que sometía a
tratamientos que alteraban esta longitud observando las reacciones vitales de
los animales. Y luego en individuos voluntarios que se sometieron a la
analítica y lo demostró en el estudio de personas deprimidas como eran las madres
de hijos subnormales.
En todos los casos demostró que
el acortamiento de los telómeros coincidía siempre con signos de envejecimiento
y con una salud débil, y también demostró que la relación inversa era
igualmente válida. Pero lo más importante que demostró es que esta reacción era
reversible y que esta reversibilidad se puede conseguir aplicando las medidas
necesarias, medidas que son conocidas y que están a nuestro alcance, lo que
posibilita que nosotros mismos tengamos la capacidad de mejorar e incluso
prolongar nuestra calidad de vida.
9.-EL MECANISMO DE ACCIÓN DE LOS
ANTIINFLAMATORIOS.
La inflamación representa por sí
misma una amenaza muy importante porque según su intensidad puede pasar de ser
reparadora a destructora por lo que en muchas ocasiones es necesario
controlarla y para ello disponemos de los antiinflamatorios.
El organismo se defiende en
primera instancia con sus propios antiinflamatorios que son los derivados de la
corteza suprarrenal o antiinflamatorios esteroideos (corticoides) que tienen
una acción muy potente y muy importantes efectos secundarios.
Para obviar este inconveniente se
desarrollaron los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) que actúan mediante
un mecanismo químico inhibiendo la actividad de la enzima ciclooxigenasa-1
(COX-1) y la ciclooxigenasa-2 (COX-2) que son las que permiten la formación de
las prostaglandinas, a partir del ácido araquidónico, y que tienen un papel
fundamental en la inflamación. Controlan la inflamación, el dolor y la fiebre.
El AINE principal es la aspirina
o ácido acetilsalicílico que se comenzó a extraer de la corteza del sauce
(salix alba) y del que hoy día se consume en comprimidos, unos mil millones de
pastillas (unas cuarenta mil toneladas) anuales.
Pero también son AINEs los
derivados del ácido propanoico (ibuprofeno y naproxeno) los derivados del ácido
acético (indometacina) y de los ácidos enólicos (piroxican). Todos inhiben la
formación de prostaglandinas incluyendo el paracetamol aunque este no se le
considera un AINE por su menor poder antiinflamatorio.
10.-MECANISMO DE ACCIÓN DE LOS
ANTIBIÓTICOS
El antibiótico se utiliza para
combatir a un organismo vivo productor de inflamación alterando la permeabilidad de la pared
bacteriana con lo que las macromoléculas y los iones se escapan y la bacteria
no puede reproducirse y muere. Es por lo tanto un mecanismo biológico, una
antibiosis.
11.-LA DEFENSA ANTIVIRIÁSICA.
Aquí el mecanismo defensivo es
genético y se denomina CRISPR, y está basado en el almacenamiento que hace el genoma celular de fragmentos precisos de la
cadena genética del agresor con el que ha estado previamente en contacto. Este
almacenamiento o recuerdo se organiza
como “conjuntos regulares interespaciados palindrómicos repetidos” que reconocen
inmediatamente al virus agresor y a través del concurso de una proteína (Cas-9)
se acopla a él y lo corta impidiendo su reproducción y causándole la muerte. La
importancia actual que han adquirido es debido a que su manejabilidad en el
laboratorio permite la manipulación genética a voluntad. Fueron descubiertos
por el Dr. Mojica en la Universidad de Alicante estudiando las arqueas,
bacterias de las salinas.
12.-LA MICROBIOTA
Es imprescindible mantener
nuestro microecosistema o microbiota en las mejores condiciones posibles para
que atienda sus tres misiones básicas: alimentación, defensa y reparación.
La microbiota es la puerta de
entrada y reconocimiento de toda noxa externa que penetra en nuestro organismo
y que es debidamente reconocida e identificada, es almacenada para ser reconocida
y reducida en una futura invasión.
Conocemos de antiguo que los
niños de “la calle”, es decir, aquellos que no cuidan debidamente su higiene,
no solían padecer poliomielitis. Pero es que ahora tenemos estudios que nos
dicen que en aquellas casas en las que hay lavavajillas existen las rinitis en
mayor proporción, e incluso en los domicilios en los que se cambian las sábanas
muy a menudo, lo que parece estar en relación con la ausencia excesiva de
gérmenes que pasan por nuestro tubo digestivo o por nuestra piel y que no son
reconocidos por nuestro sistema inmunológico.
La defensa o reparación es básica
porque atiende a todo nuestro organismo. La fabricación de tejido inmunológico
y de sustancias tróficas en cantidad suficiente y necesaria puede y debe de
atender las solicitudes de tejidos
dañados por el exceso de inflamación provocada por agresiones externas (envejecimiento)
o internas (estrés).
Por lo tanto aquello con lo que
alimentamos nuestra microbiota tiene un impacto importante en nuestra salud,
mientras mejor lo alimentemos más saludables estaremos. La clave para
conseguirlo es nutrir equilibradamente las mil especies diferentes de bacterias
que viven con nosotros. Para las que viven de manera permanente con nosotros
les daremos lo que les gusta, es decir, los prebióticos. Y para las demás
debemos de añadirles bacterias vivas directamente, o sea, probióticos.
Los prebióticos son fibras
vegetales que constituyen alimento para estas bacterias que van desde los
espárragos al ñame (un tubérculo) y que pueden buscarse en internet.
Los probióticos contienen organismos vivos que
se añaden a nuestra población de microorganismos saludables y se encuentran en
el yogurt, el chucrut, actimel o el kéfir.
La correcta administración de
estos productos requiere de un estudio pormenorizado y personalizado de la
microbiótica cuyo inicio más importante es la leche materna y que se mejora con
la ingestión de frutas y vegetales, así como huyendo de la administración de
antibióticos y del alcohol.
No obstante investigaciones
llevadas a cabo en la Universidad de Oviedo en el estudio de la progeria que es
un trastorno genético que provoca un envejecimiento prematuro en los primeros
años de vida, demostraron en ratones, que en estos casos existía una
disminución de una bacteria llamada Akkermancia que tenían en gran cantidad los
longevos, y su administración, obtenida de intestinos de ratones sanos, y
administrada por vía oral en ratones con progeria ha conseguido una
espectacular mejoría en sus perspectivas vitales.
Estos transplantes fecales o
implantes de caca están relacionados, también, con el tratamiento de
enfermedades vasculares y de la demencia senil.
Esto parece abrir una guía para
conseguir envasar las bacterias idóneas en relación a mejorar muchos procesos
patológicos.
Un estudio presentado
en la reunión de la United
European Gastroenterology 2019, de la Universidad
de Groningen (países Bajos) por la Dra. Laura Bolte, ha demostrado que
alimentos específicos podrían proporcionar protección para el intestino, al
ayudar a las bacterias con propiedades antiinflamatorias a prosperar. Los expertos seleccionaron cuatro grupos de estudio: la población general y pacientes con enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y aquellos con síndrome del intestino irritable (SII). Analizaron una muestra de heces proporcionada por cada participante para reconstruir la microbiota del huésped y la compararon con los resultados de una encuesta de frecuencia de alimentos Así identificaron 61 alimentos individuales asociados con poblaciones microbianas y 49 correlaciones entre patrones alimentarios y grupos microbianos.
De ello dedujeron que los patrones dietéticos ricos en pan, legumbres, pescado y nueces y vino tinto (los de la dieta mediterránea) se asociaron con una disminución de bacterias aerobias potencialmente dañinas y una mayor abundancia de bacterias con funciones antiinflamatorias Y un nivel más bajo de marcadores inflamatorios en las heces que se sabe que aumentan durante la inflamación intestinal.
Es decir que la proteína vegetal ayuda a la biosíntesis de vitaminas y aminoácidos, así como a la descomposición de los alcoholes de azúcar y la excreción de amonio, mientras la proteína derivada de animales y plantas mostró asociaciones opuestas en la microbiota intestinal.
Una
dieta caracterizada por nueces, frutas, mayor ingesta de vegetales y legumbres
que la proteína animal, combinada con un consumo moderado de alimentos
derivados de animales como pescado, carne magra, aves de corral, se asocian
beneficiosamente con el ecosistema intestinal a lo que se pueden añadir los
lácteos y el vino tinto y la disminución de la ingestión de carnes rojas.
13.-OTROS
FACTORES (LA OXIDACIÓN)
El estrés oxidativo podemos
denominarlo como la enfermedad de los “single”, la de los electrones sueltos
con capacidad de apareamiento.
Los radicales libres son átomos o
grupos de átomos que se encuentran disponibles, y que se producen en la mayoría de las reacciones
orgánicas como son el metabolismo, la
respiración y el ejercicio, y son utilizados habitualmente para luchar contra
las bacterias y son fácilmente controlados
o eliminados por el organismo.
Cuando uno de nuestros átomos
tiene un electrón suelto está en desequilibrio puede aparearse con el primero
que encuentra provocando a su vez el desequilibrio del átomo robado. Es como la
estructura de un andamio a la que le hurtamos un puntal o travesaño que le hace
perder su cohesión y derrumbarse.
El problema se plantea cuando
existe una excesiva acumulación de estos radicales que absorbemos de la
contaminación ambiental, del tabaquismo, las dietas ricas en grasa, la
exposición excesiva a las radiaciones solares o la ingesta de aceites vegetales. Y el mayor problema es
que, en opinión de la Dra. Blackburn, los radicales libres tienen predilección
por las secuencias de ADN que forman la estructura de los telómeros con lo cual
tienden a acortarlos con todas sus
consecuencias.
14.- LA DEPRESION
Pero no solo tenemos que mantener
nuestro organismo con capacidad suficiente para controlar el estrés
inflamatorio habitual, también debemos de prestar mucha atención a controlar los focos de
excesos inflamatorios que pueden hacer fracasar la capacidad del organismo y entre todos, el mayor demandante de
inflamación es el distrés interno, todo aquello que nos preocupa, que nos
incomoda y en definitiva que nos deprime, o sea, la depresión.
Consideramos a la depresión como
un estado de ánimo que altera nuestras funciones fisiológicas. Existen patrones
automáticos que definen nuestra actitud ante el medio ambiente como son: la
hostilidad cínica, el pesimismo, la dispersión mental, es decir el “estrés
malo” o destructivo.
Para combatirlo lo enfrentaremos
a una serie de mecanismos defensivos, como son la monotarea o flujo frente a la
multitarea, es decir, a concentrarnos profundamente en una actividad
exclusivamente, al distanciamiento del problema que nos ataca, a la rumiación
(pensar las cosas muchas veces hasta encontrarles un aspecto positivo), la
supresión de pensamientos para hacerlos desaparecer conscientemente, el
pensamiento resiliente o aceptamiento para mejorar su tolerancia, el
pensamiento consciente (aceptarlo completamente para digerirlo) y el cambio del
dolor por la autocompasión.
Para controlar nuestro componente
ansioso es muy útil el ejercicio de la meticulosidad. Y por último poner en
práctica terapias psicológicas “ad hoc”, como pueden ser los retiros de
meditación.
También nos beneficia el
ejercicio que es una de las mejores medicinas que podemos autorecetarnos porque
incrementa el aporte sanguíneo al corazón y al cerebro, genera musculatura y
fortalece los huesos.
También combate la presencia de
radicales libres porque al producir más oxígeno proporciona una reacción que
aumenta los antioxidantes orgánicos. Disminuyen la producción de cortisol (la
hormona del estrés) y por tanto nos tranquiliza y además hace que las células
se vuelvan más sensibles a la insulina tendiendo a normalizar nuestra glucemia.
La cantidad de ejercicio que se
debe de hacer es aquel que admite nuestro organismo. El ejercicio más completo
es andar, como ejercicio de mantenimiento (entre media y una hora diarias).
Complementariamente hay que
considerar el sueño como el complemento del ejercicio y debemos cuidarlo en
cuanto a su cantidad y sobre todo a su calidad. Con el sueño recordamos y
olvidamos pero también requiere una regulación. Lo importante, más que el
tiempo, es el ritmo y su calidad.
La luz azul de las pantallas, los
teléfonos, tabletas, etc. y los ruidos inhiben la melatonina (hormona del
sueño) y perjudican por tanto su calidad.
Para beneficiar el sueño es bueno: dedicar un rato
a la preparación (leer un rato en la cama), escuchar música relajante, disponer
un ambiente relajante (luces atenuadas, fragancias), tomar una infusión de
hierbas calientes una hora antes de acostarse y hacer estiramientos suaves.
15.-EL BIENESTAR SOCIAL
Pero de todas formas cómo se
puede ayudar psicológicamente a alguien que tiene un problema del calibre de un
desahucio, de la falta de trabajo, de la imposibilidad de satisfacer una
hipoteca, de la incapacidad económica para atender a su familia, de la falta de
capacitación para “salir adelante”, de un acoso permanente familiar o laboral,
de un estrés favorecido pos las condiciones del contrato matrimonial, de una
imposibilidad de divorcio por falta de recursos o capacidad de subsistencia, o
de un divorcio con hijos no atendido económicamente, etc., etc..
Todas las personas prefieren, y
tienen derecho, a vivir en un ambiente
relajado, rodeado de plantas y verdor, seguros y confiados en no ser asaltados
o perseguidos, realizando una actividad y un trabajo adecuadamente remunerado
en relación con nuestra competencia, con las comodidades inherentes a nuestro
bienestar, con buenas relaciones en general y en particular, con una familia
agradable y con amigos (o amantes) que beneficien nuestro psiquismo.
La solución a estos problemas,
anteponer el bienestar común a la codicia de la banca y las eléctricas,
garantizar que nadie se quede sin techo y sin ayudas por dependencia en lugar
de premiar fiscalmente a las grandes fortunas y tratar como líderes de masa a
los delincuentes financieros, todo lo que se refiere a la redistribución social
de la riqueza y a las supuestas obligaciones del estado de satisfacer las
necesidades de alimentación, vivienda, trabajo y salud de todos los ciudadanos,
sobrepasan las posibilidades médicas de actuación y competen al terreno
político social de los países en que vivimos y no pueden resolverlo las medidas
psicofísicas de tratamiento ni la actuación de la telomerasa.
16.-LA TELOMERASA
Para vivir más y mejor lo que hay
que hacer es administrar telomerasa que es fundamental para conseguir una buena
renovación celular. Pero ello presenta un aspecto oscuro y es la posibilidad de
que esta hiperdivisión forzada celular se descontrole dando lugar a la
aparición de un cáncer, que al fin y al cabo es precisamente una proliferación
celular descontrolada por lo que esta medida es totalmente desaconsejable.
No obstante en el Centro Nacional
de Investigación del Cáncer (CNIO) se está llevando a cabo una línea de
investigación que trata la fibrosis pulmonar con telomerasa, si bien los
sujetos de experimentación son ratones a los que se ha inducido la enfermedad
mediante la administración de tóxicos ambientales. La fibrosis pulmonar se
produce por la respiración de tóxicos y la producción de acortamiento
telomérico cuya respuesta inflamatoria produce una reparación a base de
cicatrices y fibrosis pulmonar.
La doctora Maria Blasco ha
vehiculizado el gen de la telomerasa en un vector (un virus inocuo para el ser
humano) y lo ha introducido una sola vez en los pulmones de los ratones
consiguiendo la curación de la enfermedad, lo que supone un resultado alentador
si consideramos que en España existen 8.000 enfermos de esta patología. Esta
doctora sigue trabajando con la telomerasa y observa en algunos de sus
experimentos que pese a su administración prolongada, no se ha desarrollado un
cáncer
.
BIBLIOGRAFIA:
.
.
FRANCISCO J. AYALA.-“¿De dónde
vengo? ¿Quién soy? ¿A dónde voy?” Alianza Editorial. Madrid, 2015.
ELIZABETH BLACKBURN. “La solución
de los telómeros” Editorial Aguilar, Barcelona 2017.
DICK SWAAB. “Somos nuestro
cerebro” Plataforma Editorial. Barcelona 2014
LAURA BOLTE.-Comunicación a la
United European Gastroenterology Week (UEG). Barcelona 2019.
FRANCISCO GUARNER AGUILAR, Jefe del Servicio de Gastroenterología del H.
Vall de Hebron, Barcelona. “Evolución en el conocimiento de la microbiota
intestinal” Conferencia magistral. (YouTube).
YUVAL NOAH HARARI. “Sapiens (De
animales a dioses)”. Debate, Barcelona 2016
Aforos constatados: miércoles 8: 26 asistentes
jueves 9: 36 asistentes
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