LEONARDO
DA VINCI: EL HOMBRE Y SU TIEMPO
Rosa
M. Ballesteros García. Historiadora
1. El contexto histórico, social y político
Uno
de los especialistas sobre da Vinci escribió que Leonardo «siempre defendió mostrar al hombre y no al
genio, al aprendiz y no al maestro, al Leonardo de sus
errores y sus fracasos». Por ello voy a desarrollar esta charla siguiendo esta
prioridad. Por otra parte, como historiadora, siempre planteo que, para abordar
la vida de cualquier personaje, o de algún acontecimiento relevante es imprescindible
contextualizarlo para entenderlo, cosa que no resulta nada fácil. En el caso
que nos ocupa, la figura del italiano Leonardo, nace en un contexto como fue el
Renacimiento, que se inicia con la Caída de Constantinopla en 1453.
2. El Renacimiento
Es
un fenómeno cultural iniciado con la Edad Moderna que retoma los principios de
la antigüedad Clásica, pero actualizándola. Sin renunciar a la tradición
cristiana, sustituye la omnipresencia de lo religioso por el aumento y
afirmación de los valores del mundo y del ser humano. Este movimiento se
produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI, teniendo como foco
difusor Italia (XIV). Fue un período de transición entre la Edad Media y los
inicios de la Edad Moderna y sus principales exponentes se hallan en el campo
de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias, tanto
naturales como humanas. La primera persona que utilizó el término fue el historiador
y artista Giorgio Vasari, quien consideraba a la cultura medieval como un arte
de «bárbaros».
La
característica que define este movimiento es el humanismo, que entiende que las
ideas tienen como centro y foco de atención principal al hombre. En otras
palabras, es el paso del teocentrismo medieval al antropocentrismo renacentista.
En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el mundo y al ser humano,
con nuevos enfoques en los campos de las artes, la política, la filosofía y las
ciencias, situando al hombre como centro universal. No fue un fenómeno
unitario, tanto desde el punto de vista geográfico como cronológico, si bien se
hizo efectivo en la cultura europea con el centro difusor en Italia, como ya he
adelantado, para expandirse progresivamente a los países de la América recién
descubierta, hito que inaugura lo que conocemos como Edad Moderna.
Características
del Renacimiento:
·
la consolidación de los estados
europeos,
·
los viajes transoceánicos que pusieron
en contacto a Europa y América,
·
la descomposición del feudalismo
·
el ascenso de la burguesía
·
la afirmación del capitalismo
Tras esta pequeña
introducción pasamos a presentar a nuestro personaje.
3. Datos biográficos
Leonardo da Vinci (Leonardo di ser Piero
da Vinci), nació en Vinci, el 15 de abril de 1452 y murió en la ciudad francesa
de Amboise el 2 de mayo de 1519. Leonardo fue un polímata (del griego μανθάνω (aprender) y πολύ (mucho) ―es la
sabiduría que abarca conocimientos sobre campos diversos de la ciencia, el arte
o las humanidades―. Fue a la vez anatomista, arquitecto, paleontólogo, artista,
botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor,
músico, poeta, urbanista y pintor… y aunque parezca inverosímil fue un
autodidacta, porque no pasó por la Universidad y quizás esta circunstancia
sirviera como acicate para su gran curiosidad por descubrir cosas y de esta
forma, en mi opinión, se distanció del narcisismo de tantas criaturas que se
consideraban (y se consideran) genios. En opinión de la psiquiatra y
psicoanalista Marie-France Hirigoyen: «se creen genios por encima de la línea
de flotación».
Leonado se opuso al concepto de «belleza
ideal», de canon, defendiendo la imitación de la naturaleza con fidelidad, sin
tratar de mejorarla[1].
Contempla la fealdad y lo grotesco, como en sus dibujos de personajes deformes
y cómicos, considerados las primeras caricaturas de la historia del arte. Al
parecer, tuvo dificultades intentando aprender latín y griego, los idiomas
cultos, y la llave de acceso a la cultura filosófica neoplatónica que dominaba
Italia y parte de Europa. Leonardo escribió la mayor parte de sus escritos en toscano,
un dialecto florentino, pero escribía al revés, como visto por un espejo
(escritura especular). Quizás, en mi opinión, todas estas particularidades, tan
diferentes a otros grandes artistas, han hecho de él un mito, el par inter pares; dicho de otra forma, un
genio que sobresale por encima de otros genios, a pesar de que el mismo se
definía como «un discípulo del experimento». Entre sus maestros Leon Battista
Alberti, también hijo natural, elegante y deportista; o también el matemático,
médico, astrónomo y geógrafo Paolo Toscanelli.
Su vida personal es en gran parte un
misterio; apenas han llegado indicaciones acerca de sus costumbres, gustos o
defectos. Se sabe que era estrictamente vegetariano, por sus cartas y escritos
sobre anatomía, en los que llama a los omnívoros «devoradores de cadáveres».
Fue inconformista, pues nunca estaba contento con lo que pintaba. Buena parte
de sus biógrafos apuntan que fue homosexual, señalando entre sus amantes al
también pintor Gian Giacomo Caprotti (Salai), uno de sus discípulos, que sirvió
como modelo para su San Juan Bautista, o Jacopo Saltarelli, un aprendiz de
orfebre. Elizabeth Abbott, en su Historia
del celibato sostiene que, aunque Leonardo era probablemente homosexual, el
trauma del caso de la sodomía lo convirtió al celibato para el resto de su
vida. El tema fue ampliamente estudiado por Freud. Otros intentos más recientes
para psicoanalizar a Leonardo se discuten al final del libro de Bradley Collins
Leonardo, el psicoanálisis y la historia del arte. Lo cierto es que Leonardo
permaneció soltero y sin hijos.
Tras pasar su infancia en su ciudad
natal, Vinci, localidad de la provincia de Florencia, en la Toscana, Leonardo
estudió con el pintor florentino Andrea de Verrocchio, aunque sus primeros
trabajos de importancia fueron creados en Milán al servicio del duque Ludovico
Sforza. Esta fue, en opinión de uno de sus biógrafos, Charles Nichols, el fin
de su infancia para adentrarse en un «mundo competitivo, urbano y adulto de su
padre, un mundo de gremios, contratos y fechas de entrega en el que nunca
llegará a encajar». Trabajó a continuación en Roma, Bolonia y Venecia, y pasó
los últimos años de su vida en Francia, por invitación del rey Francisco I. Murió
acompañado de Francesco Melzi a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas.
Prototipo de
hombre del Renacimiento, Leonardo fue el hijo ilegítimo de Piero Fruosino di
Antonio, noble y embajador de la República de Florencia, y de una joven
campesina llamada Caterina di Meo Lippi. Su madre se casó con un hombre de la
localidad y tuvo cinco hijos. Su padre, por su parte, se casó hasta cuatro
veces y tuvo doce hijos reconocidos. Leonardo vivió en la casa paterna en
Vinci. Sin embargo, nunca fue reconocido como hijo legítimo por su
padre y según varias fuentes el hecho le hizo sentirse excluido de por vida. La
educación de Leonardo da Vinci fue, precisamente, en el municipio florentino de
Vinci. Allí aprendió los conocimientos básicos de lectura, escritura y
aritmética porque al ser un bastardo no se le permitió estudiar en la
Universidad, así que podemos decir que fue un autodidacta. En lenguaje actual,
no estuvo lastrado de esa «titulitis» que a veces nos hace caer en ciertos prejuicios.
Su mayor virtud fue la curiosidad. Por el contrario, su punto débil fue la
bipolaridad que le impidió, por el déficit de atención que ello comporta,
finalizar muchas de sus obras o inventos. Siempre se consideró más científico
que artista. El oficio de pintor lo consideraba el más insignificante de sus
talentos, por debajo incluso del musical. En general, muchos de sus biógrafos
coinciden en que la suya era una inteligencia expansiva (todo es una
continuidad de causa y efecto). Una gran parte de tener una mentalidad
expansiva es creer que la inteligencia y talentos naturales no determinan el
éxito o el fracaso. Es el paradigma que nos dice que «todos podemos ser líderes»,
en lugar del paradigma común que afirma que el «liderazgo es para unos pocos
elegidos». Un ejemplo contrario, por ejemplo, fue Miguel Ángel, que tenía una
inteligencia concentrada (en un solo punto). Cristián Gálvez, en su biografía
utiliza la siguiente metáfora para retratar al genio: «su cabeza era una
creativa olla a presión».
Da Vinci pronto
manifestó inquietud por la naturaleza. Su curiosidad le llevó a pintar seres
mitológicos inventados por él mismo, inspirados en sus observaciones. Su
voluntad de representar la realidad se puede contrastar en su técnica del óleo,
que le permitía transmitir auténtica sensación de vida en sus obras. Da Vinci
definió al color como algo propio de la materia y confeccionó la siguiente
escala de colores básicos: primero el blanco como el principal, ya que permite
recibir a todos los demás colores; después el amarillo para la tierra, verde
agua, azul cielo y rojo fuego. Por último, el negro para la oscuridad, ya que
es el color que nos priva de verlos a todos. Con la mezcla de estos colores
obtenía todos los demás. Por primera vez en la historia se habla de los colores
primarios y secundarios.
Su primer
biógrafo, Giorgio Vasari, afirmó que el padre de Leonardo quedó aterrado a la
vez que fascinado por uno de los dibujos que pintó el joven Leonardo. Conocedor
del enorme talento del joven, su padre preguntó al artista Andrea del
Verrocchio si su hijo podría dedicarse a la pintura. Ante la afirmación de
este, Leonardo ingresó en su taller como aprendiz en 1469. Orfebre, herrero,
escultor y pintor, Verrocchio trabajó para la familia Medici. En su taller,
Leonardo aprendió desde las técnicas de dibujo y pintura hasta la base de la
química, pasando por técnicas de grabado y de escultura. Se piensa que,
durante estos años, Leonardo también aprendió música y las primeras nociones
sobre anatomía en el taller de Antonio Pallaiuolo, que se encontraba cerca de
Verrocchio. Después de los seis años que pasó como aprendiz, Leonardo montó su
propio taller en Florencia.
La acusación (al parecer falsa) de sodomía en
que se vi involucrado le impulsó en 1482 abandonar Florencia para asentarse en
Milán. Allí, se presentó ante Ludovico Sforza, duque de Milán, que pasó a ser
su mecenas. Permaneció en su corte durante 17 años como ingeniero. Cuando este
cayó, fue a Venecia y en 1500 volvió a Florencia para trabajar al servicio de
César Borgia y unos años más tarde, en 1506, se trasladó de nuevo a Milán.
Durante este periodo desarrolló un especial interés en la ciencia, aunque
continuó con su faceta de pintor, y en 1513 se mudó a Roma, al servicio del
papa León X. Finalmente, El rey de Francia, Francisco I, instaló a da Vinci en
el castillo de Clos-Lucé, cercano a la localidad de Amboise, donde pasó los
últimos años de su vida. El 2 de mayo de 1519 Leonardo murió a los 67 años. Sus
restos descansan en la capilla de Saint Hubert, en el castillo de Amboise. Esta
es, a grandes rasgos, su biografía.
4.
Autorretratos
de Leonardo
Leonardo
de Vinci era atractivo, bien proporcionado, elegante y agraciado. Vestía una
túnica rosa hasta la rodilla en un momento en que la mayoría llevaba túnicas
largas. Tenía un hermoso cabello rizado, cuidadosamente peinado, que le llegaba
la mitad del pecho (descripción del Manuscrito de la familia Gaddi, recopilado
en 1540). Nadie puede asegurar, hasta el momento, cuál es su retrato a pesar de
las distintas representaciones que se conservan. El imaginario colectivo lo
identifica con la figura del anciano de larga barba porque estamos
acostumbrados a ver a través de los ojos del arte (el mito visual). Para el
mitólogo Roland Barthes la producción del mito es el mecanismo fundamental por
el cual el ser humano ha llegado hoy a considerar lo históricamente construido
como algo naturalmente dado. La pintura al temple sobre madera de álamo,
muestra el busto de un hombre en primer plano, vestido con una prenda oscura y
un gorro con una pequeña ala hacia arriba. La piel del hombre es pálida, sus
ojos azules y su cabello y barba canosos. Es claramente, un hombre europeo, de
aspecto mediterráneo, probablemente italiano. La figura está colocada sobre un
fondo oscuro, siendo iluminada desde la parte izquierda. La mirada de la figura
se vuelve hacia el espectador. La identificación de este retrato como uno de
Leonardo da Vinci se basa en la comparación con otras tantas representaciones
del artista, incluido un retrato muy similar en los Uffizi, el retrato de tiza
roja en Turín, el otro retrato de tiza roja de Francesco Melzi en Windsor y
otros de similar factura, como el que pintó Rafael Sanzio en su célebre fresco La escuela de Atenas. Esto llevó a los
expertos a desestimar la idea inicial de los dueños originales de que se
trataba de un retrato de Galileo Galilei, confirmando que era un retrato de
Leonardo da Vinci.
5. Luces y sombras de Leonardo
Muy
repetida es la frase de Bernardo de Chartres, filósofo neoplatónico del siglo
XII, recogida por Juan de Salisbury, que «somos como enanos a hombros de
gigantes», aunque la cita suele atribuirse a Isaac Newton. Sobre esta cuestión,
es decir, sobre los «hombros» en los que se apoyó Leonardo, vamos a recordar a
unos cuantos maestros antecesores del genio florentino. Su legado se estudia a
partir de las 6.ooo notas con un alfabeto secreto que sólo se puede leer
aplicando un espejo (conservadas en 10 cuadernos o códices).
Antes
de abordar este legado y a propósito de la presencia de códices de Leonardo en
España durante los siglos XVI XVII, estos datos se conocen gracias al escultor
italiano Pompeo Leoni, que fueron traídos por él desde Milán, a instancias de
Felipe II, para incorporar a su biblioteca de El Escorial. Las historiadoras
del arte Victoria Soto Caba (UCM) y Palma Martínez-Burgos García (UCLM) han
puesto al día el nombre de los ingenieros que estaban a su servicio. De hecho,
Leoni estaba muy bien relacionado con los ingenieros españoles. Consideran
estas profesoras que muchos de los códices de Leonardo que estuvieron en España
fueron conocidos por personajes de la corte española y al estar en la
Biblioteca Real pudieron ser consultados por los artífices que trabajaron para
los monarcas Felipe II, Felipe III y Felipe IV, como Francisco de Mora, Juan
Gómez de Mora, Teodoro Ardemans y Domingo García, para quienes la lectura de
esos códices serviría en sus proyectos y en su interés por la hidráulica.
6. Los genios antecesores
Mariano di Jacopo detto
il Taccola (1382 - 1453) («Cuervo»). Fue un administrador, artista e ingeniero
italiano de principios del Renacimiento. Taccola es conocido por sus tratados
tecnológicos llamado De ingeneis y De
machinis, que contaba con dibujos anotados de una amplia gama de máquinas y
dispositivos innovadores. El trabajo de Taccola fue ampliamente estudiado por
otros ingenieros y artistas renacentistas, entre ellos Francesco di Giorgio, y
quizás incluso Leonardo da Vinci.
Marco Vitrubio Pilión
(c. 80 a.C-15 a.C.). Fue arquitecto de Julio César durante su juventud, y al
retirarse del servicio entró en la arquitectura civil, siendo de este periodo
su única obra conocida, la basílica de Fanum (en Italia). Es el autor del
tratado más antiguo sobre arquitectura que se conserva y el único de la
Antigüedad clásica, De Architectura,
en 10 libros (probablemente escrito entre los años 27 a. C. y 23 a. C.).
Inspirada en teóricos helenísticos
Abu l-Qāsim Abbās ibn
Firnās (Ronda, Málaga, 810-Córdoba, 877). Fue un precursor de la aeronáutica y
un proto-humanista, científico y químico andalusí nacido en una familia de
origen bereber cuyos ancestros participaron probablemente en la conquista de la
Península. Vivió en la época del Emirato Omeya en al-Ándalus. Los biógrafos lo
presentan como un brillante filósofo; debió recibir una formación sólida, lo
que significa que realizó estudios científicos. Estudió química, física y
astronomía, principalmente. Sus aptitudes en el campo de la poesía y su
habilidad en astrología le permitieron introducirse en la corte de Abderramán
II (822-852), donde enseñó poesía. Diseñó un reloj de agua, la clepsidra. También
fue el primero en desarrollar la técnica de talla del cristal de roca; hasta
entonces, sólo los egipcios sabían facetar el cristal. Creó una esfera armilar
para representar el movimiento de los astros y un planetario que construyó en
su casa, siendo el primero en utilizar en toda la península ibérica las tablas
astronómicas de Sinhind, originarias de la India, básicas para el desarrollo de
la ciencia europea posterior. Precursor de la aeronáutica, en el siglo IX
inventó lo que algunos investigadores retrasan a la época del Egipto antiguo.
Abbas se lanzó desde la torre de la Arruzafa con un ingenio alado para planear
sobre Córdoba. En Ronda, su ciudad natal, se ha inaugurado un centro
astronómico que lleva su nombre. Con 65 años diseñó las alas (de seda y
adornadas de plumas). Se rompió las piernas.
Guido da Vigevano (c.
1280-c. 1349). Era el físico personal de la Reina Juana de Borgoña. Para una
cruzada prevista dibujó bocetos de carros blindados, carruajes a propulsión de
viento y máquinas de asedio. También fue uno de los primeros en agregar órganos
a sus descripciones anatómicas. Sus bocetos eran por lo general medievales en
su falta de perspectiva. Guido creó un vehículo que se movía utilizando un
molino de viento que transmitía fuerza a la marcha y luego a las ruedas.
Algunos consideran esta máquina el primer automóvil de la historia, o al menos
un precursor del mismo
León Battista Alberti
(1404-1472). Fue un arquitecto, secretario personal (abreviador apostólico) de
tres papas —Eugenio IV, Nicolás V y Pío II—, humanista, tratadista, matemático
y poeta italiano. Además de estas actividades principales, también fue
criptógrafo, lingüista, filósofo, músico y arqueólogo.
Francesco di Giorgio
(c. 1439-1502). Arquitecto, escultor y pintor italiano. Como ingeniero militar
ejecutó diseños arquitectónicos, proyectos escultóricos y construyó casi 70
fortificaciones para el Federico da Montefeltro.
7. Retomando a Leonardo
Para
el futuro sabio, Leonardo, en principio, su primera obsesión fue volar. Se
quedaba ensimismado estudiando el vuelo de las aves, aunque el resultado de estos
estudios se ignora si se pudieron probar al no haberse encontrado restos
materiales de sus inventos, como es el caso del paracaídas. Se sabe que estudió
los manuscritos de la tradición ingeniera de Sienna y que su primer inspirador
fue Taccola, quien introdujo la técnica del diseño previo para llevarlo a sus
inventos.
7.1.El pintor
Su
asociación histórica más famosa es la pintura. Dos de sus obras más conocidas, La Gioconda (1503-1519 últimos retoques)
y La Última Cena, copiadas y
parodiadas en varias ocasiones, al igual que su dibujo del Hombre de Vitruvio, que llegaría a ser retomado en numerosos
trabajos derivados. No obstante, únicamente se conocen alrededor de 20 obras
suyas, debido principalmente a sus constantes (y a veces desastrosos)
experimentos con nuevas técnicas y a su inconstancia crónica. Fue el inventor
del Sfumatto, un efecto vaporoso que
se obtiene por la superposición de varias capas de pintura extremadamente
delicadas, proporcionando a la composición unos contornos imprecisos, así como
un aspecto de vaguedad y lejanía. Existen cientos de copias contrastadas. De
los dos cuadros que se dicen originales se duda su autenticidad a tenor de la
descripción que hace Vasari. No se aprecian dejas, pestañas y labios carnosos.
Inacabado. Tampoco se han hallado evidencias de contrato para su realización.
En el cuadro podemos apreciar sus Estudios de la naturaleza: las plantas (los
anillos de los árboles), las piedras, la tierra estableciendo la interrelación
de todos estos elementos, lo que lo convierte en un ecologista avant la lettre poniendo de manifiesto
lo que se denomina «pensamiento sistémico»: no se pueden estudiar los fenómenos
de la naturaleza de forma aislada, ya que están interrelacionadas. Al final no
queda en el cuadro el mínimo trazo de pincel, haciendo muy difícil saber a
simple vista cuál ha sido la técnica pictórica empleada.
7.2. Inventor y anatomista
Entre
sus investigaciones: el paracaídas, el chaleco salvavidas, la bomba de agua,
las aletas de natación, la perforadora de pozos, el barco impulsado por
paletas, un carro si caballos (automóvil), la cadena de rodillos, la pistola de
vapor, la turbina de agua, la máquina para pulir lentes, las granadas de
fragmentación, la ametralladora, el aeroplano, el helicóptero, la bomba de
tornillo (un artilugio que ya anticipó Arquímedes en el siglo III a.C.), o el
prototipo de submarino. Se dice también que invento el primer despertador del
que se tenga noticia. El paracaídas, que ya estudió Taccola en el s. XV, es un
ensayo que ya había antes efectuado el cordobés Abbas Ibn Firnas. No obstante,
Leonardo fue el primero en detallar las dimensiones y el material: tela de lino
encerado que se comporta como las plumas de los pájaros.
Otros inventos en los que se inspira en
anteriores trabajos de Taccola son el salvavidas, para permitir a los caballeros
con armaduras atravesar ríos. Entramos con esto en el mito y en el mar, el
lugar más misterioso e inexplorado de nuestro planeta: la profundidad de los
océanos. A través de la historia, el ser humano ha sentido el impulso de
conocer lo que contienen esas aguas con hábitats y vidas fascinantes, tan
diferentes a las que existen en la superficie terrestre. La dificultad de poder
sobrevivir dentro del agua sin algún artefacto de apoyo sólo incrementó el
misterio y, por ende, la curiosidad. Sin embargo, eso no frenó la imaginación,
los diseños y la eventual audacia para poner a prueba los primeros mecanismos
sumergibles que terminaron evolucionando en los sofisticados submarinos que
conocemos hoy en día.
La primera mención de un aparato
sumergible la hizo el filósofo Aristóteles en el siglo IV a. de C. al aludir a
un supuesto evento en el que participó su más destacado pupilo, Alejandro
Magno. La historia de la aventura submarina de Alejandro fue elaborada en gran
medida durante el curso de la Edad Media, especialmente en la literatura vernácula
alemana.
Una versión relataba que Alejandro tenía
curiosidad por explorar el océano. Se sumergió en el agua en una campana de
vidrio y se llevó consigo tres criaturas: un perro, un gato y un gallo. El que
fue rey de Macedonia, Hegemón de Grecia, Faraón de Egipto y rey de Media y
Persia confió a su amante más leal el cuidado de la cadena con la que se sacaba
la campana a la superficie. Pero su amante tenía a su vez un amante que la
persuadió de que se fugase con él y arrojó la cadena al mar. Con la cadena
inútilmente enroscada en el fondo del océano, Alejandro tuvo que idear su
propio escape.
El mismo Leonardo Da Vinci, precursor de
los aparatos voladores y tanques de guerra, dibujó a principios del siglo XVI
una embarcación de doble casco semi-sumergible. Aunque algunos se han referido
a este como el «submarino de Leonardo», se trataba de un armazón con espacio
suficiente para acomodar una persona sentada en su interior. En la parte
superior tenía una torre de mando sellada con una tapa, que se anticipó al
diseño de los submarinos modernos.
Fuera
del mito, se tiene constancia de que el primer intento de navegación submarina
tuvo lugar en España en el siglo XVI. Según un informe en Opusculum Taisnieri, publicado en 1562: «dos griegos entraron y
salieron varias veces del fondo del Tajo ante la presencia del emperador Carlos
V, sin mojarse y sin extinguirse el fuego que llevaban en sus manos». Este
hecho supuestamente tuvo lugar en el río Tajo, cerca de Toledo; según parece,
los submarinistas utilizaron una especie de campana protectora.
Algunas
de las anotaciones que Leonardo Da Vinci escribió en aquel volumen de 72
páginas (Codigo Leicester) y que anticiparon tantos descubrimientos siglos
después, podrían haberle costado la vida. No era buena idea, por ejemplo, andar
por ahí en 1506 con la ocurrencia de que el mundo existía desde mucho antes que
el hombre o que los castigos del cielo, en realidad, no iban a llegar en forma
de diluvio, sino a causa de todo lo contrario. Buena parte de su vida sigue
siendo un misterio. ¿Por un deseo general de que no se resuelva el misterio y
mantener así el placer del mito?
Nota:
Este es el resumen de uno de los temas dedicados a modo de reconocimiento y en
conmemoración de los 500 años de su fallecimiento que teníamos preparados
cuando nos sorprendió la pandemia. La presentación iba acompañada de
fotografías de sus inventos y sus pinturas que hubieran sido fundamentales para
complementar el texto.
[1]
Este punto de vista no es nuevo y baste con recordar las representaciones
conservadas del faraón Akenaton (Amenophis IV) del siglo XIV a.C. con estilo
realista, no idealizado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario