domingo, 23 de enero de 2022

Ämbitos

¿NAVIDAD HACE 12.000 AÑOS?

 

Mi profesión de investigadora me incita constantemente a estudiar el pasado para comprender los hechos del presente. En estas cavilaciones me encontraba en estos días festivos de Navidad preguntándome el porqué de la trascendencia de estas fiestas y cómo es que han llegado a consolidarse en las diferentes sociedades de todo el mundo con culturas tan diferentes. Me llamaba poderosamente la atención que el día 25 de diciembre tantos millones de personas se unieran a este acontecimiento.

El punto de partida para responder a esta pregunta me vino dado por las palabras del antropólogo inglés Wallis Budge quien afirmaba que la Navidad fue celebrada por primera vez como una fiesta religiosa hace 12.000 años cuando aquellas sociedades primitivas de agricultores festejaban el solsticio de invierno. Y el tiempo siguió su marcha y estas celebraciones, como hilo conductor, continuaron con las antiguas tradiciones celtas confundidas (o fundidas) con las tradiciones paganas de los países nórdicos ―donde el año comenzaba el 25 de diciembre―, con una fiesta que se llamaba la Noche de las Madres, relacionada con diversos aspectos de la gran diosa Madre, generadora de la vida, de épocas anteriores al patriarcado. La noche de las Madres céltica coincidía con una vieja celebración nórdica llamada Yule que significa rueda, aparentemente por una relación con la esfera solar, celebrada desde la antigüedad para marcar el solsticio de invierno. La rueda marcaría la pausa del período que muere para dar lugar a un nuevo ciclo, en el que el dios solar Balder (también de la paz y del perdón) renace de la Diosa Frigg, diosa de la fertilidad, el amor, el hogar, el matrimonio, la maternidad, la previsión y la sabiduría. (Se le relaciona con la diosa griega Afrodita). El dios representaba el Sol que retorna tras la oscuridad del invierno y renace en la noche más larga para traer otra vez la fertilidad y el calor a la tierra.

Y es que todo lo expuesto nos remite al heliocentrismo, al calor del sol como generador de vida y principio de todas las religiones que se retroalimentan de lo más arcano. De esta forma, la Iglesia primitiva cristiana absorbió los ritos existentes de los romanos antiguos que, desde los primeros tiempos, habían celebrado el solsticio de invierno y la llegada de la primavera en unas fiestas llamadas Saturnales que comenzaban el 17 de diciembre en honor de Saturno, dios de la agricultura, y finalizaban el 23 del mismo mes. El hacer coincidir el nacimiento de Cristo a esas fechas no es sino una decisión de los Padres de la Iglesia, 345 años después, y decimos decisión si consideramos que los evangelios no mencionan fechas específicas.

 Las Saturnales fueron fiestas asociadas a la finalización de los trabajos del campo tras la conclusión de la siembra del invierno y en las nórdicas Yule se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para conseguir que el Sol brillara con más fuerza. La costumbre de adornar casas y árboles con luces de colores es una versión moderna de la costumbre mencionada de encender velas y fuegos como actos mágicos para atraer y reavivar de nuevo al sol menguante. Esta tradición, aún hoy en día, sigue siendo una costumbre en Irlanda y Noruega de tener luces encendidas por toda la casa en la noche de Navidad. Es una solución sincrética, no sólo para atraer de nuevo el sol, sino también para honrar a la diosa virgen que le da nacimiento. Es, pues, una forma de demostrar como las corrientes religiosas, las culturas populares de casi todos los pueblos del mundo de alguna manera han festejado el regreso del sol desde su punto más débil. Posteriormente, el nacimiento del sol y su nuevo periodo de luz fueron sustituidos por la iglesia, quien hizo coincidir con esas fechas el nacimiento de Jesús de Nazaret con el objetivo de acabar con las antiguas celebraciones.

La Navidad, tal como la conocemos hoy, es una creación del siglo XIX, ya que entre 1552 y 1660 los puritanos ingleses prohibieron la fiesta. El árbol de navidad, originario de zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América. Los villancicos fueron recuperados y se compusieron muchos nuevos (la costumbre, aunque de antiguos orígenes, procede fundamentalmente del siglo XIX). En resumen, en la mayoría de las lenguas europeas, sea cual sea la forma en que se pronuncie o traduzca, tanto Navidad, como natividad, al igual que Yule, se entienden como sinónimos de una misma celebración. En España, por ejemplo, si consultamos cualquier diccionario veremos traducida la palabra Yule como “pascuas” o “navidades”.

 

                                    Rosa M Ballesteros García

                     Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                                 “benaltertulias.blogspot.com”

                              “ateneolibredebenalmadena.com” 

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