¿NAVIDAD HACE 12.000 AÑOS?
Mi
profesión de investigadora me incita constantemente a estudiar el pasado para
comprender los hechos del presente. En estas cavilaciones me encontraba en
estos días festivos de Navidad preguntándome el porqué de la trascendencia de
estas fiestas y cómo es que han llegado a consolidarse en las diferentes
sociedades de todo el mundo con culturas tan diferentes. Me llamaba
poderosamente la atención que el día 25 de diciembre tantos millones de
personas se unieran a este acontecimiento.
El punto de partida para responder a esta pregunta me vino dado
por las palabras del antropólogo inglés Wallis Budge quien afirmaba que la Navidad
fue celebrada por primera vez como una fiesta religiosa hace 12.000 años cuando
aquellas sociedades primitivas de agricultores festejaban el solsticio de
invierno. Y el tiempo siguió su marcha y estas celebraciones, como hilo
conductor, continuaron con las antiguas tradiciones celtas confundidas (o
fundidas) con las tradiciones paganas de los países nórdicos ―donde el año
comenzaba el 25 de diciembre―, con una fiesta que se llamaba la Noche de las
Madres, relacionada con diversos aspectos de la gran diosa Madre, generadora de
la vida, de épocas anteriores al patriarcado. La noche de las Madres céltica coincidía
con una vieja celebración nórdica llamada Yule que significa rueda,
aparentemente por una relación con la esfera solar, celebrada desde la
antigüedad para marcar el solsticio de invierno. La rueda marcaría la pausa del
período que muere para dar lugar a un nuevo ciclo, en el que el dios solar
Balder (también de la paz y del perdón) renace de la Diosa Frigg, diosa de la
fertilidad, el amor, el hogar, el matrimonio, la maternidad, la previsión y la
sabiduría. (Se le relaciona con la diosa griega Afrodita). El dios representaba
el Sol que retorna tras la oscuridad del invierno y renace en la noche más
larga para traer otra vez la fertilidad y el calor a la tierra.
Y es que todo lo expuesto nos remite al heliocentrismo, al calor
del sol como generador de vida y principio de todas las religiones que se
retroalimentan de lo más arcano. De esta forma, la Iglesia primitiva cristiana
absorbió los ritos existentes de los romanos antiguos que, desde los primeros
tiempos, habían celebrado el solsticio de invierno y la llegada de la primavera
en unas fiestas llamadas Saturnales que comenzaban el 17 de diciembre en honor
de Saturno, dios de la agricultura, y finalizaban el 23 del mismo mes. El hacer
coincidir el nacimiento de Cristo a esas fechas no es sino una decisión de los
Padres de la Iglesia, 345 años después, y decimos decisión si consideramos que
los evangelios no mencionan fechas específicas.
Las Saturnales fueron
fiestas asociadas a la finalización de los trabajos del campo tras la conclusión
de la siembra del invierno y en las nórdicas Yule se quemaban grandes troncos
adornados con ramas y cintas en honor de los dioses para conseguir que el Sol
brillara con más fuerza. La costumbre de adornar casas y árboles con luces de
colores es una versión moderna de la costumbre mencionada de encender velas y
fuegos como actos mágicos para atraer y reavivar de nuevo al sol menguante.
Esta tradición, aún hoy en día, sigue siendo una costumbre en Irlanda y Noruega
de tener luces encendidas por toda la casa en la noche de Navidad. Es una
solución sincrética, no sólo para atraer de nuevo el sol, sino también para
honrar a la diosa virgen que le da nacimiento. Es, pues, una forma de demostrar
como las corrientes religiosas, las culturas populares de casi todos los pueblos
del mundo de alguna manera han festejado el regreso del sol desde su punto más
débil. Posteriormente, el nacimiento del sol y su nuevo periodo de luz fueron
sustituidos por la iglesia, quien hizo coincidir con esas fechas el nacimiento
de Jesús de Nazaret con el objetivo de acabar con las antiguas celebraciones.
La Navidad, tal como la
conocemos hoy, es una creación del siglo XIX, ya que entre 1552 y 1660 los
puritanos ingleses prohibieron la fiesta. El árbol de navidad, originario de
zonas germanas, se extendió por otras áreas de Europa y América. Los
villancicos fueron recuperados y se compusieron muchos nuevos (la costumbre,
aunque de antiguos orígenes, procede fundamentalmente del siglo XIX). En
resumen, en la mayoría de las lenguas europeas, sea cual sea la forma en que se
pronuncie o traduzca, tanto Navidad, como natividad, al igual que Yule, se
entienden como sinónimos de una misma celebración. En España, por ejemplo, si
consultamos cualquier diccionario veremos traducida la palabra Yule como “pascuas”
o “navidades”.
Rosa M
Ballesteros García
Vicepresidenta del Ateneo
Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
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