MARION E. WONG (1895-1969)
Una
cineasta entre Oriente y Occidente
En palabras de la profesora Moira Fradinger: “Largos y sinuosos son los
caminos que nos conducen al rescate de los magros datos existentes sobre las
mujeres pioneras del cine en el mundo”[1].
Por otra parte, no debemos perder de vista que estamos hablando de un mundo
laboral tan especial como el de las artes escénicas, tan escapista a normas
establecidas, tan liberal en muchos aspectos y, por otro lado, tan
contradictorio; todo ello sin perder la perspectiva cronológica del periodo
propuesto para presentar a una de estas pioneras, la actriz y directora Marion
E. Wong, nacida en San Francisco, aunque su familia era originaria de China. Trabajó
en la industria cinematográfica de Hollywood durante la etapa del cine mudo o
cine silente, como también fue conocido en aquellos años, y también como
cantante y animadora.
Hasta
hace relativamente pocos años, y gracias a la investigación feminista, están
saliendo a la luz más y más nombres de mujeres profesionales del cine (especialmente
tras las cámaras) que hasta hace bien poco no se conocían o, lo que es más
grave, se les había ocultado deliberadamente. Sirvan unos ejemplos de cineastas
chinas que trabajaron en él durante las décadas de 1920 y principios de 1930:
Xie Caizhen, Yang Naimei y Xuan Jinglin: ¿Alguien sabía de su existencia?
Por
otro lado, suele hablarse de cine mudo o bien de la época silente o muda, y
esto no es del todo exacto porque las proyecciones en las salas iban
acompañadas de música ejecutada por un pianista o bien por una pequeña
orquesta. También iba relatando la trama un “comentador de películas”, pues la
inmensa mayoría del público o bien era analfabeta o inmigrantes que desconocían
el idioma, porque este nuevo arte había nacido para entretener a un auditorio
popular. El cine mudo, en realidad, no lo era del todo, y por ello, al
referirnos al cine “sonoro” lo hacemos utilizando el término “cine hablado”.
Incidimos
en el desconocimiento de las mujeres profesionales que habían trabajado en esta
nueva industria, ya sea tras las cámaras (guionistas, productoras, directoras,
etc.) o delante de ellas (actrices) y a ello se suma, en este caso concreto, el
exotismo de una mujer, de origen oriental, protagonista principal de este
artículo. Se llamaba Marion E. Wong y fue la primera actriz
china que trabajó en un largometraje americano y además fue una de las primeras
directoras a nivel internacional.
Hasta hace pocos años se creía que
la primera empresa estadounidense de origen chino había sido la Wah Ming Motion
Picture Company, fundada por James B. Leong en 1922 ―Leong había llegado a los
Estados Unidos con su familia desde Shangai, naturalizándose después como norteamericano―;
sin embargo, gracias a posteriores investigaciones, se descubrió que cinco años
antes una joven estadounidense de origen chino (Marion Wong) se le había
adelantado fundando la Film Company Mandarín en la ciudad californiana de
Oakland. Gracias a los datos aportados por Arthur Dong[2], su
descubridor, sabemos que Wong fue además guionista, directora y diseñadora de
vestuario. Marion
utilizó la mejor tecnología de su tiempo con actores no profesionales: familia
y vecinos colaboraron en la producción y el vestuario entre otras cosas. Toda
la producción, desde la dirección a la confección del vestuario es de autoría
china, con patrocinio de un cuñado, marido de su hermana, que era un rico
comerciante. Cuando la entrevistaban para diversas publicaciones, Wong siempre
expresó su entusiasmo por la presentación de la cultura china a los
occidentales.
Por la información recibida a
través de una entrevista, realizada años más tarde con algunos de sus
parientes, recogida por la Women Film Pioneers Projects para elaborar su
biografía. sabemos que parte del rodaje se realizó en China. La trama tiene
como protagonista a un niño, testigo de la primera Revolución China[3]. El
film es
un melodrama donde están presentes el amor, la pasión, los celos y los
conflictos familiares. Termina con la muerte de la villana (interpretada por
Marion E. Wong) y la reunificación feliz de la esposa, encarnada por la hermana
de Marion, Violet Wong.
La película que dirigió se titulaba
La maldición de Quon Gwon (Cuando el Lejano Oriente se mezcla con
Occidente) producida en 1916. En ella trabajaban, como ya hemos anticipado,
su hermana Violet, su madre, Chin See y su sobrina Stella.
Marion
Evelyn Wong nació el 1895 en San Francisco, aunque se crio en Oakland,
California, donde fue alumna de su Universidad. A los 16 años viajó a China,
acompañada de dos hermanos, para conocer a su futuro esposo, como era la
costumbre. Según la política americana disponían de un año para lograr su propósito
si no querían perder la ciudadanía. Uno de sus hermanos murió, y el otro volvió
con una candidata, de nombre Violet, que se convirtió en cuñada y colaboradora
de nuestra directora. En cuanto a ella, regresó a casa sin marido porque se
negó a casarse con él. Según el periódico Oakland
Tribuned, Wong construyó un estudio temporal en la parte trasera de su casa
y alquiló un equipo de cámara para rodar su película, perdida hasta 2005, cuando
aparecieron dos carretes del negativo original de 35 mm y una copia de 16 mm
encontrados, casi por accidente, en el sótano de la Sociedad Histórica China
Estadounidense en San Francisco. Gracias a estas pruebas sabemos que se trataba
de un melodrama lleno de amor, pasión, celos y conflictos familiares que
finaliza con la muerte de la villana (la propia Marion E. Wong) y la feliz
reunificación de la esposa (Violet), con su esposo. Hasta entonces, sólo se
conocía su existencia por la prensa de la época.
Por último, y como curiosidad,
porque la película es muda y sin intertítulos, llamamos la atención sobre la
gestualidad, definitoria durante la época no hablada, así como la puesta en
escena. El actor masculino, aunque chino, como todo el elenco, aparece vestido
a lo occidental, con traje y sombrero. La esposa la vemos ataviada a lo
oriental, con el traje tradicional de las mujeres chinas; sin embargo, la
villana, es decir Marion Wong, aparece vestida, como el hombre, a lo
occidental. De este modo queda representada visualmente la simbiosis entre las
dos civilizaciones.
Esta pionera murió en la ciudad
californiana de Alameda en 1969. En el censo del año 2000, la población
asiática suponía más de un cuarto de su población.
Rosa María
Ballesteros García
Vicepresidenta del Ateneo
Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
[1]
Profesora y directora de
Estudios de Grado, Literatura Comparada de Yale con una Maestría en Estudios de
la Mujer del Instituto de Estudios Sociales en Holanda y una Licenciatura en
Psicología por la Universidad de Buenos Aires en Argentina.
[2] El director e investigador de
cine Arthur Dong (California, 1953), encontró por casualidad hacia 2005 dos
carretes de 35mm, con parte del negativo original, en una impresión de 16 mm, en
el sótano de la American Historical Society chino en San Francisco. Según los
datos del original, se rodó durante 1917.
[3] La Revolución China (1911-1913),
no sólo puso fin dos mil años de un sistema feudal, sino que aceleró con ello
el ritmo de la occidentalización y la modernización de aquel país.
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