domingo, 28 de enero de 2024

La red Comète

Andrée De Jongh y la Red “COMÈTE”

 

Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Bélgica, a pesar de ser neutral en principio, tuvo que tomar partido ante la invasión del país por el ejército nazi. Era el mes de mayo de 1940 y los belgas se habían resistido poco más de dos semanas. En la misma situación se encontraban nuestros vecinos franceses, ocupados por el ejército nazi desde junio del mismo año. Las costas septentrional y occidental, así como el interior de las mismas, y una pequeña zona de ocupación en el sureste, quedaron en manos del bloque nazi-fascista. La Francia “Libre”, con capital en Vichy, retuvo el sur del país hasta 1942, que también fue ocupado por alemanes e italianos hasta la entrada de los aliados en 1944.

Esta era la situación general en Europa desde que en septiembre de 1939[1] los alemanes invadieran Polonia. En este contexto la extenuada España, recién salida de una guerra civil, se había declarado neutral, si bien sus intereses estaban ligados a las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón). Esta situación, que podríamos definir como “singular”, junto a su ubicación estratégica, a caballo entre la Europa ocupada por los nazis y un país formalmente no beligerante, situó al País Vasco como protagonista involuntario y coyuntural de una de las redes más importantes de paso para las víctimas que huían del nazismo: la red Comète, organizada por la resistencia belga en 1940.

A través de la muga (frontera vasco-francesa en euskera) muchos hombres y mujeres, por encima de ideologías, se jugaron la vida sirviendo de guías (“mugalaris”) o enlaces para quienes buscaban la libertad. Esta red “ilegal” tenía como misión la evacuación hacia Gibraltar tras atravesar la frontera vasco-navarra, y estuvo apoyada por los servicios de la embajada británica en Madrid. Desde su recogida en Bélgica, Holanda o el norte de Francia, se iniciaba un largo y peligroso viaje que finalizaba en San Juan de Luz, última etapa hacia la libertad que tampoco estaba exenta de peligros porque no olvidemos que había que atravesar la España franquista hasta llegar, como ya adelantamos, a Gibraltar.

Fueron varios cientos los voluntarios que se incorporaron a esta red: unas 1.700 personas, perdiendo la vida en este intento 290, varias en campos de concentración, como la navarra Frantxia Usandizaga. A esta muerte se suman las de Juan Larburu, Alejandro Elizalde, Jean Dassié, Jean François Nothomb (alias “Fanco”) o Antoine D´Urgell, por citar sólo unos pocos nombres. Gracias a su sacrificio, y al de otros voluntarios, 800 aviadores y fugitivos de diverso origen lograron escapar de la persecución nazi. La red fue organizada por la resistencia belga, como ya adelantamos, con el objeto de poner a salvo a los aviadores aliados que habían caído o hechos prisioneros por los nazis.

Entre los nombres de los resistentes destacamos al ingeniero belga Arnold Deppé, o la familia De Greef. Entre algunos de estos valientes vasco-navarros destacamos a Florentino Goikoetxea, un refugiado de Hernani en el País Vasco-Francés, captado por una de sus dirigentes, la joven belga Andrée de Jongh, de quien trataremos más adelante, o Bernardo Aracama, otro vecino de San Sebastián y dueño de un garaje. Florentino llegó a trasladar a 200 pilotos caídos a través de la frontera. Vecinos también del País Vasco-Francés fueron Kattalin y su hija Josephine Aguirre (con nombre de guerra “Fifí”) o la familia belga De Greef, ya citada: la madre Elvire (“Tante Go”), encarcelada en varias ocasiones, y los hijos Freddi y Janine (esta última, eslabón crucial de la red).  

Por otro lado, cabe destacar de todo este entramado una joven belga: Andrée de Jongh (1916-2007). Conocida como “Dedé”, ejercía como enfermera cuando entró a formar parte de la red. Su padre, Frederick, fue asesinado por los nazis en 1943. Junto con Arnol Deppé, organizan los primeros contactos, ayudados también por una familia que vivía en la ciudad francesa de Anglet (los De Greef) y otros ciudadanos antifascistas, como el ya citado Bernardo Aracama, o familias como las Iriarte Berasategui, Garayar o Armendáriz. La red sufrió varios intentos para hacerla desaparecer, tanto por los nazis como por los franquistas y sus delatores. En una de estas razzias, en enero de 1944, cayó la propia “Dedé” cuando estaba refugiada con varios pilotos en el caserío Bidegain Berri. Desde allí pasó a la cárcel de Bayona y posteriormente a la de Fresnes, en Francia, hasta que la enviaron a Ravensbrück, un campo de concentración exclusivo para mujeres situado en Alemania. Fue liberada por las tropas soviéticas el 30 de abril de 1945. Después de la guerra trabajó como enfermera en el Congo Belga y luego en Etiopía, en el hospital para enfermos de lepra de Adís Abeba. Jubilada, vivió sus últimos años en Bruselas.

Finalizada la guerra, recibió diversas condecoraciones: Medal of Freedom de Estados Unidos, y la George Medal en el Reino Unido; además en Bélgica recibió el título de condesa y el grado de teniente coronel del ejército. Varios periódicos como The Guardian, The Washington Post o The Times ofrecieron extensas reseñas a su fallecimiento,

 Se calcula que, con apenas 19 años de edad, Janine de Greefr realizó una treintena de viajes para escoltar a los pilotos desde París a Baiona. Esta es, en nuestra opinión, una de estas personas que nos reconcilian con el ser humano. Cada año, las autoridades del norte de Euskal Herria y la Asociación de Amigos de la Red Comète realizan actos de homenaje a los vascos que colaboraron con ese grupo de la resistencia contra los nazis

 

                                 Rosa M Ballesteros García

                   Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena

                               “benaltertulias.blogspot.com”

 

P.D.- Para más información sobre el tema recomendamos el libro Camino a la libertad. La red de evasión Comète y la frontera vasca durante la II Guerra Mundial, de Juan Carlos Jiménez de Aberasturi.



[1] En abril había finalizado la guerra española.

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