Andrée
De Jongh y la Red “COMÈTE”
Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945) Bélgica, a pesar de ser neutral en principio, tuvo que tomar
partido ante la invasión del país por el ejército nazi. Era el mes de mayo de
1940 y los belgas se habían resistido poco más de dos semanas. En la misma
situación se encontraban nuestros vecinos franceses, ocupados por el ejército
nazi desde junio del mismo año. Las costas septentrional y occidental, así como
el interior de las mismas, y una pequeña zona de ocupación en el sureste,
quedaron en manos del bloque nazi-fascista. La Francia “Libre”, con capital en
Vichy, retuvo el sur del país hasta 1942, que también fue ocupado por alemanes
e italianos hasta la entrada de los aliados en 1944.
Esta era la situación general
en Europa desde que en septiembre de 1939[1] los
alemanes invadieran Polonia. En este contexto la extenuada España, recién
salida de una guerra civil, se había declarado neutral, si bien sus intereses
estaban ligados a las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón). Esta
situación, que podríamos definir como “singular”, junto a su ubicación estratégica,
a caballo entre la Europa ocupada por los nazis y un país formalmente no
beligerante, situó al País Vasco como protagonista involuntario y coyuntural de
una de las redes más importantes de paso para las víctimas que huían del
nazismo: la red Comète, organizada por la resistencia belga en 1940.
A través de la muga (frontera
vasco-francesa en euskera) muchos hombres y mujeres, por encima de ideologías,
se jugaron la vida sirviendo de guías (“mugalaris”) o enlaces para quienes
buscaban la libertad. Esta red “ilegal” tenía como misión la evacuación hacia
Gibraltar tras atravesar la frontera vasco-navarra, y estuvo apoyada por los
servicios de la embajada británica en Madrid. Desde su recogida en Bélgica,
Holanda o el norte de Francia, se iniciaba un largo y peligroso viaje que
finalizaba en San Juan de Luz, última etapa hacia la libertad que tampoco
estaba exenta de peligros porque no olvidemos que había que atravesar la España
franquista hasta llegar, como ya adelantamos, a Gibraltar.
Fueron varios cientos
los voluntarios que se incorporaron a esta red: unas 1.700 personas, perdiendo
la vida en este intento 290, varias en campos de concentración, como la navarra
Frantxia Usandizaga. A esta muerte se suman las de Juan Larburu, Alejandro
Elizalde, Jean Dassié, Jean François Nothomb (alias “Fanco”) o Antoine D´Urgell,
por citar sólo unos pocos nombres. Gracias a su sacrificio, y al de otros
voluntarios, 800 aviadores y fugitivos de diverso origen lograron escapar de la
persecución nazi. La red fue organizada por la resistencia belga, como ya
adelantamos, con el objeto de poner a salvo a los aviadores aliados que habían
caído o hechos prisioneros por los nazis.
Entre los nombres de
los resistentes destacamos al ingeniero belga Arnold Deppé, o la familia De
Greef. Entre algunos de estos valientes vasco-navarros destacamos a Florentino
Goikoetxea, un refugiado de Hernani en el País Vasco-Francés, captado por una
de sus dirigentes, la joven belga Andrée de Jongh, de quien trataremos más
adelante, o Bernardo Aracama, otro vecino de San Sebastián y dueño de un
garaje. Florentino llegó a trasladar a 200 pilotos caídos a través de la
frontera. Vecinos también del País Vasco-Francés fueron Kattalin y su hija
Josephine Aguirre (con nombre de guerra “Fifí”) o la familia belga De Greef, ya
citada: la madre Elvire (“Tante Go”), encarcelada en varias ocasiones, y los
hijos Freddi y Janine (esta última, eslabón crucial de la red).
Por otro lado, cabe
destacar de todo este entramado una joven belga: Andrée de Jongh (1916-2007). Conocida
como “Dedé”, ejercía como enfermera cuando entró a formar parte de la red. Su
padre, Frederick, fue asesinado por los nazis en 1943. Junto con Arnol Deppé, organizan
los primeros contactos, ayudados también por una familia que vivía en la ciudad
francesa de Anglet (los De Greef) y otros ciudadanos antifascistas, como el ya
citado Bernardo Aracama, o familias como las Iriarte Berasategui, Garayar o
Armendáriz. La red sufrió varios intentos para hacerla desaparecer, tanto por
los nazis como por los franquistas y sus delatores. En una de estas razzias,
en enero de 1944, cayó la propia “Dedé” cuando estaba refugiada con
varios pilotos en el caserío Bidegain Berri. Desde allí pasó a la cárcel de
Bayona y posteriormente a la de Fresnes, en Francia, hasta que la enviaron a
Ravensbrück, un campo de concentración exclusivo para mujeres situado en
Alemania. Fue liberada por las tropas soviéticas el 30 de abril de 1945. Después
de la guerra trabajó como enfermera en el Congo Belga y luego en Etiopía, en el
hospital para enfermos de lepra de Adís Abeba. Jubilada, vivió sus últimos años
en Bruselas.
Finalizada la guerra, recibió
diversas condecoraciones: Medal of Freedom de Estados Unidos, y la George
Medal en el Reino Unido; además en Bélgica recibió el título de condesa y
el grado de teniente coronel del ejército. Varios periódicos como The
Guardian, The Washington Post o The Times ofrecieron extensas
reseñas a su fallecimiento,
Se calcula que, con apenas 19 años de edad,
Janine de Greefr realizó una treintena de viajes para escoltar a los pilotos
desde París a Baiona. Esta es, en nuestra opinión, una de estas personas que
nos reconcilian con el ser humano. Cada año, las autoridades del norte de
Euskal Herria y la Asociación de Amigos de la Red Comète realizan actos de
homenaje a los vascos que colaboraron con ese grupo de la resistencia contra
los nazis
Rosa M
Ballesteros García
Vicepresidenta del Ateneo
Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
P.D.- Para más información sobre
el tema recomendamos el libro Camino a la libertad. La red de evasión Comète
y la frontera vasca durante la II Guerra Mundial, de Juan Carlos Jiménez de
Aberasturi.
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