¿QUÉ
ES LA VIDA?
Cuando el Dr. Lobillo, presidente del Ateneo Libre de
Benalmádena me invitó a participar en el foro que, de momento, sustituye a las
charlas presenciales en el edificio ovoide, además de agradecérselo, pensé que
podía aprovechar esta oportunidad para transmitir lo poco que me haya podido
quedar de mi actividad profesional, aportando cultura científica que también es
cultura. Mi especialidad médica ha sido, en general, la bioquímica y en particular
las hormonas, conocidas en su día como segundo mensajero, lo que implica que
debe haber un primero y que la información es algo que viene utilizando la
naturaleza mucho antes de que se inventaran los móviles. Como profesor de
bioquímica me he pasado cuarenta y cinco años explicando las bases moleculares
de la vida a los estudiantes de medicina y solo al final de mi carrera llegué a
darme cuenta de que no sabía lo que era la vida. Por eso quiero empezar por
ahí.
En mis clases me he cansado de repetir que la vida es un
estado estacionario alejado del equilibrio, lo que viene a decir poco a quienes
no manejen la jerga de la termodinámica. Se trata de una forma de hablar para
entendidos que creen saber de qué hablan, aunque a veces no sepan lo que dicen.
Espero que algún día sea capaz de hacer ver lo que esconde el estado
estacionario y el equilibrio que es su contrario. Para un primer contacto se
puede echar mano de un ejemplo sencillo como el del ciclista que se mantiene en
“estado estacionario” mientras pedalea y que, si por desgracia se cae y deja de
hacerlo, alcanza el equilibrio. Solo quiero indicar que el estado estacionario sostiene
una situación productiva inestable y que el equilibrio es improductivo. El
ciclista utiliza energía para mantener (es difícil no decir equilibrio)
movimiento y si se cae deja de hacerlo. Estado estacionario y equilibrio son
términos contrarios como vida y muerte, por lo que se puede deducir lo que
representa un estado estacionario (vida) pensando lo contrario de lo que es un
equilibrio (muerte).
En esta
primera aproximación aparece la palabra energía que es otro de esos términos
que utiliza la ciencia sin saber del todo lo que significa, pero no es el único,
porque ¿qué es tiempo, gravedad, fuerza…? Einstein decía que era un milagro que
entendiéramos este mundo tan complejo y lo es más si se tiene en cuenta que se
utilizan términos imprecisos para describirlo, empezando por la luz que da la
falsa impresión de iluminar el Universo cuando lo único que hace es estimular
los fotorreceptores de la retina. Este hecho nos permite interpretar la
realidad desde el punto de vista, nunca mejor dicho, de la visión humana
dejando fuera otro tipo de radiaciones. ¿Cómo veríamos el mundo si nuestra
visión en lugar de ser sensible a los fotones lo fuera a los rayos X? La
conclusión a la que se puede llegar es que la realidad es el resultado de la
interpretación subjetiva de la mente humana. Con la vida pasa lo que le sucedía
a San Agustín con el tiempo. Sé lo que es el tiempo, decía el obispo de Hipona,
pero si me lo preguntan dejo de saberlo. Todos sabemos lo que es la vida, pero
que no nos pregunten lo que se está viendo, ya que lo más difícil de explicar
es lo evidente. Por eso se habla más de política que confunde que de ciencia que
aclara.
Se cree que
la vida germinó hace unos tres mil setecientos millones de años en un medio
acuoso. Una característica que se conserva de aquellas primeras etapas además
de sus propiedades irrenunciables, a saber, nacer. crecer, reproducirse y
morir, es que las reacciones químicas fundamentales con las que obtenían
energía los primeros seres vivos se mantienen intactas. Las bacterias
metabolizan la glucosa con un equipo enzimático semejante al humano. Eso ha
permitido que se pueda utilizar su aparato de síntesis de proteínas, que
tampoco ha cambiado tanto con el tiempo, para fabricar proteínas humanas como,
por ejemplo, la insulina que utilizan los diabéticos. La hormona que se
inyectan es exactamente igual a la que sintetizaban ellos mismos cuando tenían
sanas sus células beta; lo único que cambia es que ahora procede de bacterias.
Eso explica que los animales unicelulares se encuentren tan a gusto
colonizándonos. Parece ser que cada uno de nosotros llevamos puesto una
sociedad de más de cien billones de bacterias frente a los treinta y siete
billones de células propias y que hay 370 veces más genes codificadores
bacterianos que humanos. Si esta colaboración cuaja, algún día hablaremos de
microbiota, la ayuda que recibimos de esa monumental montaña de bacterias,
hongos y virus que llevamos encima. Pero para empezar a hablar de vida hay que
entender lo que significa energía porque en definitiva la vida es un sistema de
utilización de la energía que recibe a través de los alimentos y con la que
mueve los motores musculares, hace funcionar las empresas de transformación que
son las glándulas y alimenta la misteriosa maquinaria cerebral que es capaz de
transformar la energía de un bocata en pensamiento.
Salvador
Peran Mesa
Profesor
Titular de Bioquímica. UMA.
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