"LA ESTANCIA"
Lo natural en
estos momentos que estamos atravesando es abordar de forma más profunda
,intensa o continua la reflexión, no
importa sobre qué; parece que todos
hablamos de que ahora tenemos tiempo o , si nuestra sinceridad es meridiana,
reconocemos que esa reflexión ocupa un espacio que ahora, en esta oquedad, no
sabemos gestionar y reflexionamos. Otros, dicen, han ocupado el tiempo
leyendo libros que antes no habían tenido la oportunidad de hacerlo. Lo cierto
es que lo más probable sea que para muchos este momento que se hace largo, nos
haya puesto ante nosotros mismos sin darnos cuenta. No hay calles, ni luces en
la noche, no hay voces de coros disonantes, el mar está lejos y ausente, nos
dicen que tampoco hay barcos que lo surquen; algunos solo pueden ver el cielo a
través de un recuadro imperfecto y un mar pixelado en un rectángulo. Hay
silencio que más que silencio es intemperie y un atisbo de nerviosa soledad en
compañía de otras soledades encerradas y también inquietas. Algunos habrán
descubierto que la calle, su día a día
anterior, su cielo ensuciado por una cotidianidad febril, su mirada perdida en
una pantallas de seis pulgadas esperando
lo que no puede llegar y aun ansía que lo haga; que todo eso y mucho más, que
todo nuestro tiempo ha sido ocupado, reconstruido de forma que nos haga sentir
que somos dueños de él sin serlo
Algunos
dejaron de pensar cuando esperaban. Las esperas eran momentos de soledad
necesaria; de visitar nuestras acciones, nuestra memoria. El paseo, el simple
paseo nos daba el tiempo para consolidar el reconocimiento de nuestros interior; ese paseo sin más
interferencias que nuestros propios sobresaltos antes las dudas de nuestras
acciones. Este confinamiento nos viene largo, demasiadas certezas sobre
nosotros mismos sin que podamos despistarlas frente a una cerveza junto a unos
amigos. O bien sea, en otros casos, el reconfortante reencuentro, la
constatación del acierto del camino y de quienes nos acompañan en él, un camino
que solo tiene el valor en su movimiento, en el paisaje que atravesamos , un
panorama vaciado de recelos y añoranzas, cargado de miradas entrañables que se
cruzan en el museo vivo que es la vida inagotable.
Manuel Del
Castillo
Asesor
literario de Ediciones El Genal
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