Apuntes cine-literarios sobre Málaga
Rosa Mª
Ballesteros García (SEIM/UMA)
rosaballesterosgarcia@gmail.com
Cine, cine, cine,
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.
más cine por favor,
que todo en la vida es cine
y los sueños,
cine son.
Luis E. Aute.
El poeta y
Premio Nobel de Literatura Vicente Aleixandre escribió hace ya muchos años: “Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos. Colgada del imponente
monte, apenas detenida en tu vertical caída a las ondas azules, intermedia en
los aires, como si una mano dichosa te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes…” La destinataria de los
versos era, como ya habrán adivinado su ciudad amada: Málaga, “Ciudad del
Paraíso”.
No cabe duda que una ciudad tan
antigua, fundada por los fenicios hace dos mil setecientos años: cartaginesa; ciudad confederada durante el Imperio Romano; ciudad goda; capital del reino andalusí malagueño; aglutinadora de mozárabes, mudéjares, judíos y cristianos; foco
industrial de primer orden en el siglo XIX; social y políticamente revolucionaria − lo que valió el título de “La
primera en el peligro de la libertad”−, tiene el atractivo suficiente como para
dedicarle muchísimos estudios[1].
Pero si los datos que
hemos señalado no fueran suficientes, la historia de la Málaga del siglo XX nos
presenta episodios tan apasionantes como los que se desarrollaron durante la
Guerra Civil. Gracias a los trabajos de investigación, artículos, tesis y obras
al respecto, conocemos episodios tan sangrientos como la masacre llevada a cabo
por la aviación nazi sobre una población civil e indefensa que huía de Málaga y
del horror de la guerra por la carretera de Almería. En contrapartida, sabemos
también de nombres asociados a ella que dignifican a la raza humana. Sirvan
ejemplos como los del doctor Norman Bethune (1890-1939) un cirujano canadiense,
ángel protector de la caravana malagueña de la muerte (muerto él mismo mientras
prestaba sus servicios durante la guerra Chino-Japonesa)[2] o el de Porfirio Smerdou
(1905-2002), cónsul honorario de México en Málaga al estallar la Guerra Civil, que
tantas vidas salvó (sin pararse en colores) y a quien Diego Carcedo, en su
biografía, le llamó “el Schindler de la Guerra Civil Española”[3].
Pero la marcha del tiempo
es inexorable y sigue imperturbable pese a los acontecimientos. De este modo,
años más tarde, Málaga fue protagonista de otras historias menos luctuosas al
abrigo del boom turístico de los años
60 y 70. Unas veces la capital y otras su provincia Málaga se convirtió en
reiterado escenario para películas, como la titulada Días de viejo color, (2) película de 1967 dirigida por Pedro Olea, en la que
se aborda (con rara dignidad) el fenómeno turístico de la Costa del Sol en los
años sesenta. En la cinta se narran las vacaciones “torremolinenses” de un
grupo de jóvenes madrileños, sus aventuras, y la inevitable historia de amor
con el fin convencional que requería la época y que, sin embargo, no deja de
hacernos su particular guiño sobre el ambiente de tolerancia de que disfrutaba
la Costa del Sol en aquellos años de tímida apertura social y cultural. Como
fondo musical, las canciones de Luís Eduardo Aute. Y de otro Pedro (Lazaga) es
la comedia Dos chicas locas, locas, locas, estrenada en 1964 y
protagonizada por las gemelas Pili y Mili. Como contrapunto, se rodarían
numerosos filmes, de diferente factura, que se alargan hasta los años 80, como
es el caso de Manolo la nuit (1973) o Los
liantes (1981), uno de los muchos que dirigió Mariano Ozores, que se
rodó en Torremolinos y fue protagonizado, entre otros, por Andrés Pajares,
Fernando Esteso y Antonio Ozores.
Sin embargo, Málaga ya se había
estrenado delante de las cámaras cuando finalizaba el siglo XIX gracias, entre
otras cualidades, a su extraordinario clima y a su incomparable luminosidad
porque, parafraseando a Antonio Banderas: “Si el cine es luz, Málaga es puro
cine”. La primera proyección de cine en Málaga, según
los datos que nos proporcionan autores como Francisco Griñán o Mª Pepa Lara, se
celebró en un mes de septiembre de 1896: De Málaga a Vélez-Málaga, un documental dirigido por el
legendario Ricardo de Baños (1884-1939)[4]. Dos años
más tarde Málaga aparece en el título (que no en sus escenarios) de la película
La
malagueña y el torero (en 1905 la francesa Alice Guy hizo una segunda
versión, coloreada a mano)[5].
Hacia 1900 otra película alude a nuestra ciudad: Una buena copa de Málaga.
En la década siguiente se han contabilizado 37 películas rodadas o relacionadas
con Málaga y otras tantas en los años 20: Pícaros y aventureros (1920), Diego Corrientes (1924) de José Buchs;
Carmen,
de Jacques Feyder; Amapola, de José Martín; El niño de oro, Helena Cortesina y
José Mª Granada o Manon Lescaut, de Arthur Robinson (todas de 1925), entre otras.[6]
En los años treinta se rodó Sierra de Ronda (1933) y
en 1945 los jardines de La Concepción sirvieron como escenario para
algunas escenas de Los últimos de Filipinas, un film dirigido por Antonio Román
que convirtió a Málaga en el escenario bélico de la gesta de un puñado de
soldados españoles al mando del capitán Las Morenas (Alfredo Mayo).
En Duende y misterio del flamenco, dirigido por Edgar Neville en
1952, Málaga fue nuevamente escenario para esta aproximación al arte flamenco
(por cierto, bastante alejada de los tópicos habituales) a través de una
antología de cantes y bailes. En 1951 Ladislao Vagda dirigió Ronda
española, rodada en gran parte a bordo del buque Monte Albertia que, de
acuerdo con el guion, recorría varios puertos de América del Sur llevando a
bordo a los Coros y Danzas de la Sección Femenina que difundían la imagen de la
nueva España por los países de habla española.
En esta ocasión, el puerto de Málaga simulaba un puerto de Perú; en 1956
se estrenó El Piyayo, una película basada en la vida del popular cantante
malagueño Rafael Flores Nieto (1864-1941) un gitano, descrito por José C. de
Luna en sus versos como: “un viejecillo renegro,
reseco y chicuelo; la mirada de gallo pendenciero y hocico de raposo tifioso”.
Fue dirigida por Luis Lucia, e interpretada en sus papeles principales
por el popular actor Valeriano León (marido de la extraordinaria actriz Aurora
Redondo) y un joven Antonio Molina. En 1963 Saura dirige Llanto por un bandido,
una coproducción hispano-franco-italiana que recrea la figura histórica de José
Mª “El Tempranillo”. En esa misma década
se ruedan también Secuestro bajo el sol (1964), sobre un grupo de delincuentes
quienes raptan a una joven española cuya familia es millonaria; algunas escenas
del famosísimo Doctor Zhivago (1965), El Coronel Von Ryan (1965) o Mando
Perdido (1966), un melodrama bélico protagonizado por Anthony Quinn.
En 1954 el Parque malagueño, el Camino de Colmenar y los Montes sirvieron
como telón de fondo a Perfume de misterio, una película norteamericana, dirigida
por Michael Todd Jr. a partir de un argumento que gira alrededor de un
fotógrafo (Denholm Elliott), de vacaciones en España, que descubre una trama
para asesinar a una bella heredera americana (papel que interpretó Elizabeth Taylor, madrastra del
director de la cinta en la vida real, en una sorpresiva y breve aparición). La
película se estrenó en 1960. En 1954 se rodó también Fuego sobre África con la
actriz irlandesa, recientemente fallecida, Maureen O´Hara.
En 1957 se estrenará otra película: Amanecer
en Puerta oscura, dirigida por José Mª Forqué (el padre de la actriz
Verónica Forqué), quien también elaboró el guion, junto con Alfonso Sastre y
Natividad Zaro. De hondo contenido social, se cuenta la historia de Juan Cuenca
(Paco Rabal), un rebelde, perseguido por la justicia, que vive refugiado en los
montes andaluces. A Juan se le unen un minero que ha dado muerte a su capataz (Luis
Peña) y un ingeniero amigo (Alberto Farnesse) que, por defenderlo, ha matado al
dueño de la mina. Cercados por la guardia civil llegan a Málaga para dar el
salto a América, pero son detenidos y encarcelados. Jesús el Rico librará a uno
de ellos de la muerte. Su trabajo se vio recompensado con un Oso de Plata en la
Berlinale y en 1960 un título muy malagueño: Café de Chinitas,
dirigido por Gonzalo Delgrás y Antonio Molina como actor protagonista.
Con el film Carmen, la de Ronda,
estrenada en 1959, damos un salto atrás cronológico para situarnos en los días
de la Guerra de la Independencia. Con el escenario de la ciudad del Tajo una
Sara Montiel, travestida de una folclórica Carmen, da la réplica (y algunas
otras cosas más) a dos paisanos (Jorge Mistral y Germán Cobos) y a un oficial
francés (Maurice Ronet). La década de los sesenta la inaugura la ya mítica Un
rayo de Luz, dirigida por Luis Lucia, que inicia la carrera de éxitos
de Marisol y que se inscribe en la llamada década de los niños prodigio del
cine español.
De nuevo, retomando la época del boom turístico, se ruedan en escenarios
malagueños (verdiales incluidos) películas de producción extranjera como El
precio de la muerte (1963),
dirigida por Carol Reed y protagonizada por Laurence Harvey y Lee Remick en una
trama de estafas, amor e intento de asesinato; ese mismo año es la película
española Chantaje a un torero, dirigida por Rafael Gil y protagonizada
por Manuel Benítez “El Cordobés” que, como no podía ser de otra forma, nos
narra las aventuras (y desventuras) de dos maletillas aspirantes a torero. Como
telón de fondo, La Malagueta; de 1965 es Tabú, dirigida por Javier Setó y
rodada en La Concepción; de 1965 es El coronel Von Ryan, antes citado,
encarnado por Frank Sinatra -en el papel del coronel Joseph Ryan-, en una
película épica (y de fugas) ambientada durante la II Guerra mundial. Los
extras, supuestos soldados alemanes y británicos, eran malagueños y los
picachos del Chorro escenario de unos hipotéticos Alpes. Siguiendo la línea
épica aquí se rodaron escenas de Soldado de Dios, un film americano de aventuras medievales y templarias,
dirigido por W.D. Hogan y protagonizado por Tim Abell. Se estrenó en 2006.
En la línea histórico-mítica se estrenaría en 1979 La
Sabina, un relato basado en la mitología popular. Una estupenda Ángela
Molina (“La Sabina”) da vida a una atractiva y salvaje andaluza de la serranía
rondeña que, en realidad, es una dragona que habita en el fondo de una sima.
Esta “Sabina” atrae a sus víctimas (hombres) por medio de un sortilegio; las
posee, y luego las devora. La dirigió José L. Borau. De épocas pasadas, e
inspiración histórica es también la coproducción franco-británica-española,
dirigida por Mary McGuckian, El puente de San Luis Rey, un relato
ambientado en el Perú del siglo XVIII -en plena Inquisición española-, donde
se entrelazan una diversidad de mundos tan opuestos como los conventos y los
burdeles; los muelles limeños y los teatros; las instituciones científicas y la
corte madrileña. Entre los actores: Robert de Niro,
F. Murray Abraham, Kathy Bates, Geraldine Chaplin, Harvey Keitel o Pilar López
de Ayala. Se estrenó en 2004.
En 1971, en el film titulado El Bulevar del ron, una exuberante y
rubísima Brigitte Bardot pasea por las calles de Cuba… Una Cuba situada en
Málaga recreando uno de sus hoteles que no es otro que ¡el edificio barroco del
Ayuntamiento! Inspirada también en esos “felices” años es la película Torremolinos 73
-inspirada en un hecho real-, que cuenta la historia de Alfredo López (Javier
Cámara), un frustrado vendedor de enciclopedias a domicilio y de Carmen
(Candela Peña), fiel esposa y peluquera de profesión; una pareja que cambiará
radicalmente su existencia al recibir una extravagante proposición:
protagonizar películas porno, estrenada en 2003. En 1995 Icíar Bollaín dirige Hola,
¿estás sola?, una historia natural y divertida que narra las
vicisitudes de dos amigas encarnadas por las actrices Silke y Candela Peña. En
la historia interviene también el actor malagueño Antonio de la Torre. Al año
siguiente se estrena Killer Barbys, dirigida por el
maestro del cine negro español Jesús Franco, una historia de siniestras
aventuras protagonizadas por los miembros de una banda punky en gira, en la que también tienen cabida una malvada bruja,
un asesino psicópata y otros peculiares personajes. En esa línea dislocada se
estrenó en 2001 Torrente 2: Misión en Marbella, la segunda comedia dirigida por
Santiago Segura, que sigue a la primera entrega de la serie de Torrente. En este caso, el casposo detective se
encuentra, sin comerlo ni beberlo, complicado en una guerra mafiosa que amenaza
con destruir Marbella. Su misión será salvar a la ciudad. Fue todo un éxito.
De nuevo la Costa del Sol tiene como escenario la
comedia Agítese antes de usarla, dirigida por Mariano Ozores en 1983 y
protagonizada por la pareja de cómicos Pajares-Esteso y la coproducción
hispano-argentina Amor a la española, dirigida por Fernando Merino, y de Ozores
es también la comedia de 1967 protagonizada por Manolo Escobar, Donde
hay patrón no manda marinero.
En 2002 se estrenaron dos películas que tienen como fondo nuestra costa.
Con argumentos basados en el drama y la intriga, Patricia Ferreira dirigió El
alquimista impaciente, película basada la novela homónima del madrileño
Lorenzo Silva (1966). La pareja de investigadores de la Guardia Civil: el
sargento Rubén Belvilacqua (Roberto Enríquez) y su ayudante Virginia Chamorro
(Ingrid Rubio) intentará desentrañar el caso de un extraño asesinato. Como
fondo, una trama de intereses económicos y medioambientales. Entre otros
participantes destacamos el papel de dos extraordinarios actores: Adriana
Ozores y Miguel A. Solá. En La caja 507, dirigida por Enrique Urbizu, nos
adentramos directamente en el submundo de los intereses inmobiliarios llevados
hasta las últimas consecuencias. Un director de banco (Antonio Resines) y un ex
policía corrupto (José Coronado) son los principales protagonistas, junto al
extraordinario trabajo llevado a cabo por una convincente Goya Toledo, en el
papel de amante de Coronado. En 2009 el thryller
de factura USA Traidor, dirigido por Jeffrey Nachmanoff, sitúa parte de la
acción en Marbella siguiendo una trama en la que se mezclan el FBI, la CIA, un
esquivo ex-soldado y el terrorismo islámico.
Pero, como ya adelantamos,
tanto la capital como la provincia fueron escenario transitado para el rodaje
de películas. La población costera de Nerja, por ejemplo, se ha visto a menudo
invadida por equipos de rodaje. Por citar algunos ejemplos, en 1967 se rodaron
filmes como Guapa,
Intrépida y Espía, dirigido por Leslie H. Martins y protagonizada por
Tony Franciosa y Raquel Welch en el papel de una paracaidista que intenta
desmantelar un detonador atómico; en Operación Kid Brother Alberto de
Martino dirige una intriga en la que un criminal intenta chantajear a los
gobiernos y hacerse con las reservas de oro mundiales. Los actores Neil Connery
y Daniella Blanchi encabezan el reparto. En 1971 el norteamericano Richard
Fleischer dirige una trama de acción: Terror ciego, protagonizada por
George C. Scott, un antiguo gangster que vive retirado hasta que le proponen un
trabajo especial…
De 1978 es la película española Los
días del pasado, una historia de amor marcada por los silencios
obligados del franquismo. Gran interpretación de la entonces pareja formada por
Pepa Flores (Marisol) y Antonio Gades. La dirigió Mario Camus. En 1999 el británico
Colin Nutley dirigió Under The Sun (Bajo el sol), un film sueco interpretado por Rolf Lassgard y Helena
Bergström (que fue nominado al Oscar, además de obtener una mención especial
del Jurado en el Festival de Cine de San Sebastián). Es una historia de amor
entre un granjero soltero y solitario que busca esposa a través de un anuncio
en la prensa y una hermosa mujer que responde a la llamada. En 2004 otro
director extranjero, el escocés Ken Loach dirigió Solo un beso, una
coproducción Reino Unido-Italia-Alemania. Director comprometido socialmente,
nos narra una historia de amor entre un musulmán y una escocesa y las negativas
consecuencias que surgen alrededor de esta relación. Junto a los títulos
citados, también se han rodado series para televisión como la popularísima
“Verano Azul” (1981) o “Sangre Azul” (1989).
Finalmente, apenas desbrozado el
filón fílmico (se han contabilizado más de doscientas películas con escenario
local o provincial), no podíamos dejar encerrada en el armario el trabajo de
tres Antonios locales: la rabiosamente malagueña, dirigida por Banderas, El
Camino de los Ingleses. Se estrenó en 2006 a partir de la novela de
Antonio Soler del mismo título y se acompañó con música de Antonio Meliveo. Un
trabajo coral de jóvenes actores -muchos de ellos andaluces- como Fran Perea,
Félix Gómez o Cuca Escribano, junto a otros veteranos como el también andaluz
Juan Diego o Victoria Abril (una madrileña criada en Málaga), que dan vida a
“gente corriente” y recrean historias cotidianas, amores, deseos, sueños…
teniendo como escenario un verano malagueño de principios de los setenta; de
ese mismo año es Marina: la última bala, un drama de Richard Jodan. En 2008
Pablo cantos dirigió el drama-comedia Imaginario, protagonizada por Rosana
Pastor. Ya en 2015 Kike Maíllo dirige el thriller Toro, protagonizada por
Luis Tosar y Mario Casas.
Por otro lado, como ya sugiere el
título con el que encabezamos el artículo, no sólo se va a ver reflejada Málaga
en la gran pantalla. La literatura, fuente recreativa de primer orden, nos ha
venido proporcionando, desde hace largo tiempo, una serie de títulos sugerentes
y atractivos relacionados con Málaga, su historia y sus habitantes, algunos de
los cuales vamos relacionar en las páginas que siguen. Entre tantos títulos,
nos hemos visto en la obligación de elegir sólo unos cuantos ejemplos, de modo
que pasando de puntillas por el siglo XIX y su abundante producción literaria
(mil perdones a Martínez Barrionuevo, Jerez Perchet, Díaz de Escovar y
compañía), hemos centrado nuestra búsqueda en títulos que plasman algunos de
los hitos de su historia más próxima. Junto con títulos recientísimos de
autoría local como Amnesia urbana (Carlos Hernández Pezzi), Saque de esquina
(Salvador Moreno Peralta), Muerte en la rotativa (Ángel Escalera y otros) o Un
regalo de Reyes (José Mª Alday y otros), Málaga aparece en obras que
recrean momentos particularmente interesantes como son los años que giran
alrededor de la época republicana, la Guerra Civil, la posguerra, los años del boom turístico o el salvaje
desarrollismo y sus secuelas.
De 1950 es la novela Monte
Sancha, de Mercedes Fórmica (1916-2002). Falangista desde 1933, amiga
de José Antonio Primo de Rivera y colaboradora habitual de su hermana Pilar,
tras la Guerra Civil se convierte en una de las tres mujeres que ejercían la
abogacía en Madrid, dedicándose a la defensa de los derechos de las mujeres
maltratadas y separadas (ella podía) durante los años más duros de la
dictadura. Por este motivo, la fotógrafa austriaca Inge Morath (futura esposa
del dramaturgo Arthur Miller) recibió el encargo de Robert Capa, para la
Agencia Magnum, de fotografiar a esta “rara avis”. La novela está ambientada en
la Málaga republicana y recrea los amores de una joven de la burguesía mestiza
malagueña (es medio inglesa) y un joven obrero de La Trinidad. La novela fue
finalista del premio Ciudad de Barcelona. Su autora utilizó el pseudónimo de
“Elena Puerto” para firmarla.
La siguiente obra es de otra
escritora, Isabel Oyarzábal Smith (1878-1974). Malagueña y miembro de la
burguesía comercial, fue también actriz dramática y articulista. Feminista,
luchó también por los derechos de la infancia. Vinculada políticamente al PSOE
fue la primera mujer española que ejerció como embajadora. Murió en el exilio
mexicano. En 1956, en México, publicó su novela En mi hambre mando yo. En ella nos muestra la dramática lucha de
intereses económicos e ideológicos de aquellos turbulentos años republicanos
que desembocaron en el enfrentamiento fratricida. Como fondo, los amores entre
una joven viuda de la clase acomodada y su antiguo novio, un líder defensor de
los campesinos. Publicó bajo los seudónimos de “Beatriz Galindo” e “Isabel O.
de Palencia”.
El otro reino de la muerte es un
libro de memorias de la escritora americana Gamel Woolsey (1895-1968), esposa
del hispanista Gerald Brenan (1894-1987). La escritora relata los primeros días
de la Guerra Civil desde su perspectiva de extranjera, pero buena conocedora de
la sociedad malagueña (residía de forma permanente en Churriana desde 1935). En
su obra la autora capta el ambiente general de nerviosismo e incertidumbre de
aquellos momentos trágicos. En una de sus cartas escribirá que su relato “No es
sólo una historia de la Guerra Civil sino también de mi corazón, y es la única
cosa mía que realmente he querido publicar”. El libro se publicó en 1939 en
Inglaterra.
La terna de escritoras la completamos con la inglesa Marjorie
Grice-Hutchinson (1909-2003), quien nos ha dejado su particular visión de
Málaga en su obra Un cortijo de Málaga, publicado en inglés en Londres, bajo el
título de Málaga Farm (1956) y
traducido casi medio siglo después al castellano, un compendio de análisis
económico, social y antropológico de nuestra ciudad en los años 50; y dando un
paso atrás en el tiempo no queremos olvidar a Alicia Rodríguez Fernández (195-2011): actriz de cine, teatro y
televisión, escritora y activista nacida en Málaga y exiliada en México a causa
de la Guerra Civil. Quizás muchos de sus paisanos ignoran que en 1997 fue
nominada al Premio Nobel de la Paz. Escribió dos libros publicados en México: Una
niña hacia el destierro y Encuentra
tu misión.
Salvador González Anaya (1879-1955)[7], escritor y político
malagueño, escribirá su novela Las vestiduras recamadas
ambientándola en la Málaga republicana. Editada en Barcelona en 1932, tiene
como protagonista a una pareja: una joven malcasada malagueña (que cree ser
viuda) y un joven emprendedor madrileño, pero con raíces malagueñas y una
amante que le pisa los talones y que le chantajea. A los conflictos que se
generan entre la pareja (sospecha, celos, diferencias políticas y religiosas)
el autor va entreverando los conflictos sociales, políticos y religiosos que
definen aquellos tumultuosos años; especial mención para su completísimo relato
de la Semana Santa y otro no menos detallado de la quema de conventos. Para no
dejar un mal sabor de boca, plantea para la pareja un final feliz.
José Luís Conde aporta su particular versión sobre los años de la Guerra
Civil en su novela Crónicas del Julio colérico (2009), un libro de historias
particulares (y olvidadas) “porque nadie quedó para contarlas”. Luis Melero
(1942), malagueño de nacimiento y nómada por vocación, en su novela La
desbandá, publicada en 2005, nos asoma a la Málaga de los años treinta
y a una familia proletaria con diversidad ideológica. El relato culmina con el
horrible episodio sufrido por miles de malagueños, en su intento de escapar de
las tropas fascistas marroquíes a través de la carretera de Almería en los
primeros días de febrero de 1937. Como se sabe, la Luftwaffe alemana segó la
vida de muchos miles, especialmente mujeres, ancianos y niños. El escritor
malagueño Leonardo Cervera incide también en los hechos citados en su novela La
primera en el peligro de la libertad, calificada por el periodista y
escritor Diego Carcedo como “la primera versión en profundidad de los
terribles hechos de la guerra civil en Málaga”.
En la misma época está ambientada la
novela del malagueño Miguel Torres López de Uralde (1966) Pantalones cortos (2007).
Un chaval, hijo de un padre barbero y republicano va a ser testigo de unas
experiencias que marcaron a varias generaciones. Como elemento protagonista un
gran espejo que, un buen día, dos obreros (uno gordo y otro flaco) llevan a la
barbería, de nombre “La Española”. Todo un acontecimiento: “Detrás de nosotros había un montón de gente apelotonada,
pues en la barbería se habían congregado todos los amigos de mi padre para
celebrar la llegada del espejo nuevo”.
Juan Goytisolo (1931) centra en su
novela La isla (1961) en los duros años de la posguerra. En ella nos
describe a unos personajes cosmopolitas: “Había varias cartas reexpedidas desde
París […] las arrojé a la papelera sin leerlas. Solamente retuve un sobre
blanco, escrito directamente a Torremolinos”. La novela, una crítica social y
moral, quiere ser testimonio de una época concreta en un lugar concreto -esa
“isla” a la que alude el título-, pone en contraposición una realidad social y
una elite de “peluquero y gimnasio”,
bastante alejada de la miseria general. Por su parte, el malagueño Rafael Pérez
Estrada (1934-2000) publica en 1999 La extranjera, una historia que
tiene a Málaga como escenario, y como protagonistas a una serie de personajes
que aquí viven y aman mientras Europa se desangra en la cruel Segunda Guerra
Mundial.
De Fernando Sánchez Dragó (1936) es
la novela Eldorado. Un canto al Torremolinos de principios de los sesenta
(con doble guiño incluido en su título: la antigua sala de fiestas, ya
desaparecida, y aquel soñado Eldorado de nuestros conquistadores); una historia
inspirada, en palabras de su autor “en cuanto había sucedido en aquel pueblo,
Torremolinos, asiento a la sazón del paraíso”. Un paraíso que retoma la novela
–en su momento bestseller- del
toledano Ángel Palomino (1919-2004) titulada Torremolinos Gran Hotel y publicada en 1971). La novela está
inspirada en los hechos y anécdotas que el autor recopiló durante los años en
que ejerció su profesión como director del Hotel Riviera de Benalmádena. Entre
sus actividades relacionadas con las letras firmó artículos para La Codorniz
con el pseudónimo de “Ulises”.
Las truculentas historias de
vividores, narcotraficantes, contrabandistas y demás fauna ad hoc han quedado reflejadas en novelas como La reina del sur, del
académico y antiguo reportero Arturo Pérez Reverte (1951), muy documentado en
las luchas contrabandistas que se libran en el estrecho. Se ha estrenado un
telefilm, con reparto internacional, basado en ella. La siguiente novela de
Félix Bayón (1952-2006) De un mal golpe, publicada en 2005,
contiene todos los ingredientes que identifican al llamado “género negro”. Su
protagonista, el detective privado Luís León, se enfrenta a un mundo de drogas,
mafias, sobornos y corrupción. Como fondo Marbella, y como embrión de la
historia el desliz amoroso de un político que es utilizado para extorsionarle.
En ésta línea detectivesca profundiza la obra del malagueño Juan Madrid (1947)
titulada Cuartos oscuros, cuya trama tiene como protagonista a Tomás, un
joven estudiante, hijo de divorciados. Un día recibe una carta con matasellos
de la prisión provincial de Málaga por la cual se entera de que el padre, preso
en ella, había decidido fugarse y quiere reunirse con él. Entonces comienza una
historia de pesadilla que, finalmente, tendrá su lado positivo porque habrá
contribuido a su madurez.
Como decíamos al principio, todas
las películas y obras citadas son sólo una pequeña muestra y un anticipo para
seguir profundizando en la filmo-literatura que ha tenido, tiene y de seguro
seguirá teniendo Málaga. Títulos recientes como Una sombra en el paraíso
del director, guionista y productor malagueño Alberto Jiménez; Men who hate women, Millenium, Al otro lado o
Clandestinos, todas ellas estrenadas
en 2009, son un ejemplo de lo expuesto.
BIBLIOGRAFÍA
RELACIONADA
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director y Ramón, el "cameraman"): toda una etapa del cine
barcelonés. Ensayo apresurado de biofilmografía, Madrid, Filmoteca Nacional
de España, 1975.
MADRID, Juan
C. de la (coord.), Primeros tiempos del
cinematógrafo en España. Oviedo, Trea, 1997.
MANZANO,
Victoria, “Directoras de cine en España: Misión de audaces”, en Revista Nerea, Alhaurín El
Grande-Málaga, pp. 12-16, 2009.
NADAL, Antonio,
Mi diario en villa Maya: los refugiados
nacionalistas en el consulado mejicano de Málaga, julio 1936-febrero 1937,
Málaga, Junta de Andalucía, 1989.
QUILES FAZ, Amparo, Málaga y sus
gentes en el siglo XIX, Málaga, Arguval, 1995.
SÁNCHEZ ALARCÓN, Inmaculada, “Imágenes en
silencio, imágenes para recordar. Inicios y desarrollo de la exhibición
cinematográfica en Antequera (1902-1928)”, en Jábega, núm. 95 (2003),
Revista de la Diputación de Málaga, pp. 115-126.
VERA, Mª Teresa Vera y MELÉNDEZ, Natalia, “El mito de Carmen: exotismo,
romanticismo e identidad”, en Ambitos: Revista internacional de comunicación, núm. 17 (2008), pp. 343-354.
Ciudad del
Paraíso (Vicente Aleixandre, 1939)
A mi ciudad de Málaga
Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.
Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama, por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví, y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus
espumas.
Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas
gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
merecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.
Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad
honda.
Allí donde los jóvenes resbalan sobre la piedra
amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores en brillos.
Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida del tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la lucha eterna que instantánea transcurre.
Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un dios
emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.
Jardines, flores. Mar alentado como un brazo que
anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!
Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.
Artículo publicado en la revista Jábega nº 107, 2016, pp. 61-71.
[1]
“La Primera en el Peligro de la Libertad”, además de la divisa de la ciudad de
Málaga es el título de la novela histórica de Leonardo Cervera, editada por
Arguval en 2007, sobre la guerra civil en Málaga. Otros títulos otorgados a la
ciudad son: “la muy Noble, muy Leal, muy Hospitalaria, muy Benéfica y siempre
Denodada Ciudad de Málaga”. El primero de ellos concedido por los Reyes
Católicos en 1492. En 1640 Felipe IV le concedió el título de “muy Leal”.
Felipe V, en 1710, le concedió el título de “muy Ilustre” como premio a los
servicios prestados a la Corona por la ciudad durante la Guerra de Sucesión. En
1843, a través de un Real Decreto, le fue concedida otro título: “Siempre
Denodada” y la divisa “La primera en el peligro de la libertad”, con motivo de las
luchas que provocaron la caída del General Espartero. Otro Real Decreto de 1901
le concedió el título de “Muy Hospitalaria” como premio a la conducta del
pueblo malagueño con motivo del naufragio de la fragata de guerra alemana
Gneisenau. Finalmente, en 1922, y como premio a la ciudad por su ayuda a los
soldados que luchaban en la guerra africana, se concedió a Málaga el título de
“muy Benéfica”.
[2] Norman Bethune (18890-1939).
Eminente cirujano, director del Hospital Sacré-Coeur de Montreal. Con cuarenta
y cinco años, y en la cima de la fama, del éxito y del dinero, abandonó todo
para enrolarse como voluntario en ayuda de los republicanos durante nuestra
Guerra Civil. Llegó a España en noviembre de 1936. Para más información cf.
Girón, Enrique y Arenas, Andrés (2000): “Dr. Norman Bethune: la forja de un
héroe”, en Isla de Arriarán: revista
cultural y científica, Nº 15, pp. 65-76.
[3]
Sobre el particular cf. CARCEDO, Diego, Neruda
y el barco de la esperanza. Madrid, Temas de hoy, 2006; El Schlinder de la Guerra Civil.
Barcelona, Ediciones B, 2003. NADAL, Antonio, Mi diario en villa Maya: los refugiados nacionalistas en el consulado
mejicano de Málaga, julio 1936-febrero 1937. Málaga, Junta de Andalucía,
1989.
[4] Cf. GRIÑAN, Francisco, Las estaciones perdidas
del cine mudo en Málaga. Málaga Cinema 2009; GRIÑÁN, Francisco, VIGAR,
J.A., Málaga Cinema. Rodajes desde el
nacimiento del cine hasta 1960. Málaga, Ayuntamiento de Málaga, Fundación
Unicaja, Festival de Málaga, 2004; LARA, Mª Pepa, Historia del cine en Málaga. Málaga, Sarriá, 1999. Remitimos de
nuevo a Francisco Griñán y su “Ciclo Málaga. 100 años de cine”, celebrado
durante el Festival de Cine de Málaga, 20015.
[5] Guy (1873-1968) fue la primera
persona en llevar un film narrativo a la pantalla. Es considerada la primera
directora de cine. Dirigió, produjo y/o supervisó más de 300 películas. Sus
producciones tocaban todos los géneros, desde cuentos de hadas y cuentos
fantásticos a parábolas religiosas, pasando por comedias románticas o películas
policíacas. Para más información remitimos a MANZANO, Mª Victoria Manzano,
“Directoras de cine en España: Misión de audaces”, en Nerea (2008), pp. 12-16.
[6] Especialmente
documentales con una intencionalidad de promoción turística.
[7] Fue historiador oficial de
Málaga, y su alcalde, en 1916, 1918 y 1935.
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