domingo, 17 de diciembre de 2023

Kenzaburo Oé

                                            KENZABURO OÉ

                   UN  NOBEL ESCONDIDO EN EL SILENCIO

 

El término “englobamiento”, no forma parte del léxico español; lo utiliza Antonella Romano como subtitulo de un ensayo sobre la empresa historiográfica que investiga la llegada a China de los misionarios europeos en la segunda mitad del siglo XVI[1],pero también podría aplicarse a la obra de Kenzaburo Oé, como englobamiento o abrazo total de cuantos aspectos abarca el hecho cultural, sus manifestaciones y los instrumentos con los que se visibiliza. Oé desarrolla de forma extraordinaria, las conexiones entre aquellas manifestaciones ya sean occidentales o netamente japonesas, construyendo textos de alta intensidad intelectual cuyo soporte  es la sensibilidad no exenta de erotismo, delicadeza y en ocasiones   crudeza; aspectos que encajan en la tradición narrativa japonesa  y que son, a la vez , comprensibles en la occidental sin mayor dificultad ; hay en ellos  algo más que una cuestión de equilibrios, se trata de la  interiorización de la pertenencia al conjunto sin dejar en absoluto la parte.

El Japón contemporáneo se encuentra de forma clara reflejado en su obra, leerle es mirar al país en el último viaje ya   incorporado  en lo occidental a expensas de su localización geográfica en el noreste asiático , aunque diferenciado  con claridad debido a la insularidad que le ha venido protegiendo , si no de las influencias, China 1.500 años, occidente más de 200, si de las ocupaciones  por terceros  hasta agosto de 1945  que lo hizo EEUU  y que duró hasta 1951 cuando se firmó el Tratado de San Francisco . Los tratados con EE. UU., fuente de permanente controversias siempre  han formado parte de las preocupaciones de Kenzaburo, manifestándolas en público  y en paralelo con el resto del país.

La aplicación del término englobamiento a la vida y obra de Kenzaburo nos puede servir para interpretar un mapa de instrumentos culturales, cada conjunto de ellos localizado en su propia  capa  de identidades socio-geográficas, incluyendo en ellas el vector del tiempo. Incorporar la relación entre instrumentos y estructuras diferenciadas de pertenencia con resultados coherentes es, sin lugar a duda, algo que aparentemente ocurre en el Japón contemporáneo, pero que puede interpretarse como impostación cuando se escarba un poco. Sin embargo, en Oé es una realidad sólida, algo que se percibe como natural, porque él abraza el mundo en todas sus geografías y manifestaciones. Hablar de influencias, en su caso, es minimizar el impacto; hay algo más profundo que la mera influencia, hay aprendizaje, orientación, entrañamiento

La visión ideal del Japón actual asociada a un  intelectual , podríamos , entre otros, vincularla con Kenzaburo Oé. Su pensamiento representa ese frágil puente de la ambivalencia actual. Su obra, repleta de influencias occidentales, refleja por un lado el compromiso con un espacio global y la certeza de la pertenencia a otro más limitado que en  general circunscribe a los bosques de la isla de Shisoku , lugar donde nació y que viene a representar el vínculo de pertenencia a una comunidad y cultura originaria; todo lo anterior anclado a la férrea compañía de su propio hijo Hikari ,  discapacitado, pero Hikari no solo forma parte de su obra fundacional (“Una cuestión personal” / 1964 ) sino que nos lo vamos a encontrar a lo largo de su obra como recordatorio de su vínculo con la más elemental de las realidades. Hikari sobrevuela la cosmovisión de Oé, marcando el camino de  retorno a lo primordial ( “Un amor especial, vivir en familia con un hijo disminuido” /1998).

                Ferviente admirador de Proust (realizó su tesis sobre su obra), de los poetas Yeat y William Blake; la lista de narradores occidentales que influyeron en su pensamiento es larga : Faulkner, Cervantes, Dostoievski…., entre los que habría  que destacar a Malcom Lowry por el impacto que tuvo en él la lectura de “Bajo el volcán”,  junto con su etapa en México.  En sus novelas realiza con notable éxito el enlace entre esa realidad occidental japonesa que él vive en primera persona con sus colaboraciones en universidades en el extranjero y sus orígenes que refleja en los bosques , su familia, amigos de infancia, adolescencia y formación académica. Sus textos responden a lo que el mismo opina  con respecto al papel de la narrativa;  por citar un ejemplo, en “Cartas a los años de la nostalgia” nos dice a través de su interlocutor:

                Hasta ahora, cuando escribías en primera persona, para evocar tus recuerdos de infancia                durante la guerra, o para reflejar la angustia de un joven que vive en una gran ciudad                 inhospitalaria (Tokio), veía en ello una fuerza persuasiva. Ese “yo”, era ciertamente , en muchos    aspectos el propio escritor , pero este era a la vez un narrador que reflejaba la realidad social de    su época. Una obra literaria es un fenómeno social.

Oé, responde de alguna manera, a la observación de Ruth Benedict ( “El crisantemo y la espada” ) [2]sobre los japoneses y su afición a hablar de si mismos;  utiliza de forma casi constante su propia vida como hilo conductor de su narrativa. La vida como objeto de reflexión, como representación de un Japón transformado, incluido en el mundo occidental o como receptor de un legado de características universales. Su pensamiento, transmitido a través de su obra, parece circular en paralelo con el resto del país, pero siempre encontrando  el entronque con el pasado contándonos  sus vivencias, a veces, las más, con nostalgia, otras como sucesos irremediables formadores de  su personalidad.

No cabe duda de que cuando le otorgaron el premio Nobel en 1994, se tuvo en cuenta, no solo su compromiso con los valores que se iban consolidando en occidente, tales como la ecología o las cuestiones relacionadas con la energía nuclear, sino con su posicionamiento inequívoco con el resto del mundo, la pertenencia a esa globalidad que se iba conformando y la renuncia al aislamiento y a la concepción de imperio en la que se educó.  La interiorización de los valores democráticos le llegó de golpe, inmediatamente después de escuchar la voz del emperador y su renuncia a la divinidad en enero de 1946 ( nos dice). Oé , profundo defensor del artículo 9 de su Constitución en el que se renuncia a la guerra[3]  , opositor militante del tratado de seguridad  con los EE. UU., no escatimó su presencia en las manifestaciones. De la misma forma denunció la corrupción política de su país e incluso se llegó a preguntar , cómo las fuerzas de autodefensa no han intentado un golpe de estado (“Adiós Libros míos”).

Leer a Oé requiere un esfuerzo de reflexión, acercamiento a los contextos por  los que se mueve y, desde luego, reconocer a los autores que cita y transcribe en múltiples ocasiones. No caba duda que ese mosaico de influencias occidentales, representen mejor que otros autores, la universalidad que ha deseado alcanzar su país. Fue  un intelectual comprometido con su tiempo y su espacio , pero demasiado olvidado de los lectores y las bibliotecas.

 

                                                           Manuel del Castillo Molina

                                           Secretario del Ateneo Libre de Benalmádena

                                                        “benaltertulias.blogspot.com”



[1] Antonella Romano- “Impresiones de China, Europa y el englobamiento del mundo (siglos XV-XVII)”: Editorial Ambos Mundos ,2018

[2] Ruth Benedict; “El crisantemo y la espada”; Alianza editorial, El libro de bolsillo; 1974

[3] Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales.

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