“LOS AÑOS DE
BARBATE”
El cambio climático que
precipitó la caída del reino visigodo.
Un reciente estudio publicado en la
revista Nature Communications, liderado por la Universidad de Granada y
el CSIC, revela que la Hispania visigoda sufría periodos de aridez extrema y
hambrunas cuando los musulmanes del califato Omeya la conquistaron.
Hasta hace
relativamente pocos años, la historiografía se mostraba escéptica con las
noticias recogidas en textos de finales del siglo VII y del VIII. Un ejemplo de
ello lo describe el Liber Iudiciorum (segunda mitad del siglo VII) en
una ley promulgada por el rey visigodo Recesvinto titulada: “De los que roben
las aguas de los riegos” en la que se dice: “Muchas tierras que por su
situación se ven faltas de lluvias hay que estudiar que sean favorecidas por
aguas de riego. La experiencia de estas tierras demuestra que, si falta el uso
acostumbrado de las aguas, desaparece el esperado fruto de la cosecha”. Finaliza
el texto con penas durísimas, tanto físicas como económicas a sus infractores.
En el estudio ya citado, aparecen los datos aportados por más de cien registros
polínicos (que incluyen toda la Península Ibérica y Marruecos) en los que se
constata que el pico máximo de la señal polínica de plantas adaptadas a la
escasez de agua se dio precisamente en los años que giran en torno al
desembarco de Tàriq.
También los
historiadores tildaban de exageradas las palabras del rey Ervigio en el XII
Concilio de 681 que definía el panorama general como “Un mundo que se derrumba”.
Y tenía razón porque en un país, fundamentalmente agrario, las terribles
sequías y el intenso frío fueron caldo de cultivo para las hambrunas, las
epidemias de peste y, como consecuencia, los generalizados conflictos sociales.
Abundando en lo que venimos diciendo, la Crónica mozárabe de 754 abunda en
noticias de este tipo. En una de estas crónicas, relacionada con el reinado de
Ervigio (680-687) se dice: “Fue consagrado Ervigio en el Reino de los godos.
Gobierna siete años, asolando a Hispania un hambre terrible”. Otra, sacada del
mismo texto, afirma que: “Unos ángeles, enviados por Dios, causaron estragos
entre todos los habitantes de Hispania con un hambre insoportable.” Algo más
reciente, aunque abundando en lo mismo, es la Crónica de Alfonso III (s. IX) que
afirma: “Los godos perecieron parte por hambre, parte por la espada”.
Este era, a grandes
rasgos, el panorama al que se enfrentaban los hispano-visigodos cuando, en el
año 711, un ejército de bereberes africanos, comandados por el general Táriq
ibn Ziyad, entonces gobernador de Tánger, se dispuso a la conquista de la
península. En aquellos momentos, sumándose a todo este conglomerado de desastres
climáticos, la monarquía visigoda se encontraba dividida en una guerra civil
fratricida entre los partidarios de Rodrigo y los de Agila II (hijo de Witiza).
Todo este conjunto de factores haría posible el éxito de la empresa, comandada
por Táriq, que partía desde Gibraltar, facilitándole la empresa el conde Olbán
(conocido también como don Julián), gobernador de Ceuta y partidario de Agila.
Las fuentes no se ponen de acuerdo sobre si su origen era godo, bizantino o
bereber y tradiciones posteriores, según fuentes musulmanas y cristianas,
señalan que era el padre de Florinda la Cava, ultrajada por el rey visigodo Don
Rodrigo que, como venganza, facilitaría el paso a las huestes musulmanas. Si
bien esto se considera como una leyenda para justificar la derrota cristiana en
Guadalete. “De la pérdida de España //fue aquí funesto principio”, reza la
leyenda.
Como ya anticipamos,
todos estos desastres que se alargan hasta mediados del siglo VIII estuvieron,
además, detrás de la rebelión bereber del año 740 y la caída del emirato
dependiente de Damasco. Como alusión al título del artículo, el Ajbar Machmua
(Colección de tradiciones andalusí), datada de mediados del siglo XI y
conservada en la biblioteca de París, recoge los años acontecidos: ”Los años de
Barbate” a partir de 747, relatando como las gentes del recién estrenado
al-Andalus lo abandonaban, desesperados, buscando alimento en las costas de
Tánger y el Rif: “Siguió apretando el hambre y la gente de Hispania salió en
busca de víveres para Tánger, Arcila y el Rif, partiendo desde un río que hay
en el distrito de Sidonia, llamado río Barbate, por lo cual los años referidos
son llamados “Años de Barbate”. Los habitantes de al-Andalus disminuyeron de
tal suerte, que hubieran sido vencidos por los cristianos de no haber estado
estos preocupados también por el hambre.” (pp. 66-67).
Como último dato
científico que apoya este cambio climático, el análisis de los datos polínicos
evidencia varios picos de aridez entre los años 450 y 950, alcanzándose el peor
de esos momentos, entre los años 695-725. Esto es, en los años inmediatamente
anteriores y posteriores a la conquista de la Hispania visigoda, sus habitantes
se morían de hambre cuando Tariq tomó tierra en Gibraltar a pesar de que, como
ya hemos apuntado, los visigodos trataron de reaccionar adoptando soluciones
como construir acequias de careo para rellenar los acuíferos o ensayos de
nuevos sistemas de explotación agraria que trataban de sortear la falta de
lluvia, cambios en los cultivos y muchos asentamientos se mudaron a las sierras
en busca de agua.
Rosa Maria Ballesteros
García
Vicepresidenta del Ateneo Libre
de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
Textos
recomendados:
Los
visigodos. Hijos de un dios furioso, Desperta Ferro
Ediciones, 2020.
“La
sequía como posible factor que contribuyó a la crisis del reino visigodo y la
expansión islámica en la Península Ibérica””, Nature Comunications, 15
sep, 2023.
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