«PITOUTO»: EL PEQUEÑO GIGANTE DE LA COMEDIA
(Partner
de «Cantinflas» en el cine mexicano)
Se
llamaba Pedro Elviro Rodríguez y había nacido en el pueblo extremeño de Valencia
de Alcántara el 7 de marzo de 1896. Murió muy lejos de su tierra, en Ciudad de
México, donde se había exiliado al finalizar la Guerra Civil, el 24 de agosto
de 1971. Fue uno de varios miles de españoles que tuvieron que abandonar el
país tras la caída de la República.[1]
En
una entrevista realizada por el periodista José Montero Alonso para el
periódico La Esfera (26 de enero de 1926) nuestro protagonista le
confiesa que su inquietud para conocer mundo se inició, con apenas diez años,
escapando de su casa. Entre sus múltiples actividades afirmaba que fue agente
comercial de máquinas de escribir, vendió seguros, trabajó en publicidad y fue
corrector de pruebas en publicaciones como La Opinión, El
Parlamentario o en el semanario «Novela Roja». Sin embargo, su verdadera
vocación fue la interpretación: «Me pareció aquello tan natural, tan sencillo,
tan dentro de mi temperamento y de mi carácter, que comprendí que estaba allí
mi ruta de siempre; me convertí en lo que nunca soñé que pude acabar: en un
artista de film». Con estas palabras describe Pedro Elviro su entusiasmo
por esta vocación que le había llegado, por casualidad, a través de una
recomendación. Su aspiración, le sigue confiando al redactor era «llegar ante
los públicos extranjeros». Y lo hizo tan bien, y con tanta personalidad, que se
dice que muy pocos directores le hicieron repetir una escena. También confesaba
que le gustaba el teatro, y en teatro anduvo sus primeros pasos, decantándose
por la comedia, Su físico se imponía para ello: era muy pequeño de estatura,
más bien diminuto, y tenía una innata facilidad para los gestos faciales, en
los que sobresalían dos enormes y expresivos ojos
Hacia
la mitad de los años veinte debuta en el entonces cine mudo con películas como:
Los granujas, La chavala, Don Quintín el amargao (con la
actriz, después exiliada Ana María Custodio), Ruta gloriosa o Los
chicos de la escuela, entre otros títulos, donde demostraría que no hay
papel pequeño cuando se tiene un gran talento. Sin embargo, el papel que lo
consolidó y lo haría famoso en nuestro país, durante la época del cine mudo,
fue La casa de la Troya, estrenada en 1925. En este film mudo interpretó
al personaje de «Pitouto», un estudiante de leyes campechano y bufo que lo
lanzó a la fama y le acuñó su apodo artístico, con el que fue conocido
popularmente en todos los países en los que trabajó, especialmente en Francia y
México. En total, intervino en más de diez películas en nuestro país.
Como
le confesaba al periodista que le había hecho la interviú en La Esfera,
sus expectativas de trabajar en otros países, para «públicos extranjeros», como
decía, llegaron gracias a las películas que la empresa norteamericana Paramount
rodaba en los Estudios que había montado en Joinville, cerca de París. Allí
trabajaron muchos profesionales españoles en películas para el público y el
mercado hispanohablante, entre ellas: Un caballero de frac (1931) de
Roger Capellani, con Antoñita Colomé y Rosita Díaz Gimeno, la protagonista
principal, apodada por el profesor Román Gubern como «La sonrisa de la República»,
una estrella que también tuvo que exiliarse y que tiene una vida apasionante.
Aunque esta es materia para otra historia.
Instalado
en Francia desde final de los años 20, llegó a participar en varias decenas de
películas, entre las que destacamos: À bas les hommes, 1931 (con
Carmelita Aubert); De haute en bas, 1933; Monsieur le vagabondo y
Dernier houre, 1934; Quadrille d´Mour, 1935; Le chanteur de
minuit,1937; Un scandale aux galeries, 1937; Vacances payées,
Le puritain, ambas de 1938, o la comedia Les compagnons de
Saint-Hubert, 1939, última película francesa en la que intervino Pitouto antes
de exiliarse.
Según
datos proporcionados por la Fundación Pablo Iglesias, Pitouto se habría
afiliado allí, en París, al Grupo Socialista Español del PSOE. Durante la
guerra civil prestó servicio en la Delegación de Propaganda del gobierno de la
República en París. Al finalizar la guerra en España solicitó ayuda a la Junta
de Cultura Española en la capital francesa para salir del país. En el mes de
junio de ese año (1939) embarcaría en el «Ipanema» en el puerto de Pauillac
(Gironde) rumbo a México. Llegó a Veracruz el 7 de julio de ese año. Otro
público más que lo llegó a admirar y querer como suyo.
Como
le sucedió a otro de nuestros paisanos, el director de cine toledano José Díaz
Morales, Pitouto llegó al país azteca en plena «época dorada» (1936-1956); un
terreno fértil en el que arraigó y que le proporcionó, además de la
nacionalización, el participar en más de cien películas. Algunos expertos
contabilizan su intervención en 127 títulos. Por otro lado, es necesario decir
que este experto en la pantomima en el cine mudo no tuvo dificultad para la
transición del mudo al sonoro, como les ocurriría a tantos actores consagrados.
Su debut en el cine azteca fue en la comedia Los últimos días de Pompeyo,
1940. De ese número ingente de películas en las que intervino destacamos, entre
otras: Las aventuras de cucuruchito y pinocho, 1943, película que
dirigió el español Carlos Vejar, con guion de los también españoles Salvador
Bartolozzi y Magda Donato[2].
Hay que señalar también las 20 películas que trabajó con Mario Moreno
«Cantinflas», entre ellas: Los tres mosqueteros, 1942; El circo
1943; Subida al cielo, dirigida por Luis Buñuel, 1951 (lisiado); El
señor fotógrafo, 1953 (recién casado); El bolero de Raquel (tendero)
1957; El portero, 1959 (don Fortino), Sube y baja, 1959 o El
analfabeto, 1961 (alguacil). Entre otras estrellas mexicanas trabajó con, Pedro
Infante o Germán Valdés (el famoso Tin-Tan) en Hotel de verano, 1944,
donde coincide con profesionales españoles como Consuelo Guerrero de Luna,
Carlos Villarías o Manuel Fontanals. El papel más largo de su carrera en aquel
país fue en el film Cuando la tierra tembló, dirigida por Antonio Helú
en 1942 en el rol de un gracioso propietario de un restaurante donde quedan
atrapados los comensales hasta que son rescatados. Su última participación en
el cine mexicano fue La criada bien criada, dirigida por Fernando Cortés
en 1970, un año antes de su muerte. En resumen, desde 1924 hasta su muerte en
1971 filmó más de 170 películas, una buena parte de ellas, como ya hemos
adelantado, en Francia y México.
En
la página de Wikipedia de su pueblo, Valencia de Alcántara, hay una referencia
a este pequeño, pero gran actor que, como tantos profesionales españoles,
tuvieron que abandonar nuestro país huyendo de la guerra civil.
Rosa M.
Ballesteros García
Vicepresidenta del
Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
[1] Se estima que entre 25.000 a 30.000
españoles se refugiaron en aquel país, la mayoría para no volver.
[2] Sinónimo de la escritora Carmen
Eva Nelken, hermana de la que fue diputada socialista Margarita Nelken. Todo
los profesionales citados en el artículo estuvieron exiliados en aquel país.