El
cordobés Carlos Villarías:
El
primer Drácula del cine hablado
Carlos Villarías Liano fue un
andaluz de Córdoba (julio, 1892-abril, 1976). Como tantos otros españoles no
fue profeta en su tierra. Se le conoció también en el mundo del cine como Carlos
Villar y Carolo Villarías. Sus principales personajes los realizó para la
industria de Hollywood, aunque también interpretó papeles en películas
españolas, mexicanas o británicas.
Provenía
de una familia de militares (su padre era un general del ejército español) y
durante su infancia y primera juventud residió en varias ciudades debido a los
traslados del padre. Sus primeros estudios los hizo en San Sebastián y la
carrera de Derecho la completó en la Universidad de Valladolid. Al finalizar la
carrera abrió su propio bufete, aunque su verdadera vocación era la
interpretación, así que fue un abogado de trayectoria efímera que muy pronto cambiaría
«el
estrado por las tablas del teatro» y «la toga por el disfraz de
actor»
o cantante en algunas compañías de opereta y zarzuela, e incluso llegó a actuar
en París, con cierto éxito, en el teatro de La Gaîté Lyrique (Teatro de La
Alegría desde 1792). En España intervino como «Pepe el tranquilo» en
la película El pobre Valbuena (1917), dirigida por Manuel Noriega[1].
Actuó también en Italia, en varias ciudades, debutando en Turín en el Teatro
Víctor Manuel. La Primera Guerra Mundial
en Europa estaba a la vuelta de la esquina y el inquieto Carlos, ante el
panorama que se presentaba, decide emigrar a los Estados Unidos.
En
1915 ya está nuestro cordobés al otro lado del Atlántico, en los Estados Unidos
de América. Muy pronto, gracias a su dominio del inglés, se incorpora a la
compañía dramática del director de origen holandés Lou Tellegen en Nueva York,
ciudad donde fue cofundador de la compañía del Teatro Español de Nueva York, en
cuya inauguración representó el drama del autor catalán Ángel Guimerá Tierra
baja. No es esta la única obra escrita por un autor español en la que
intervino como actor. En 1945, para el cine mexicano, lo encontramos formando
parte del elenco de la obra de Vicente Blasco Ibáñez La barraca,
dirigida por el mexicano Roberto Gavaldón y guion de la hija de Blasco,
Libertad Blasco. Entre los actores encontramos varios españoles (exiliados)
como José Baviera, Anita Blanch o la toledana Luana Alcañíz, con quien
coincidió en otras películas. Carlos da vida al tabernero. Dos años después, es
la novela del sevillano Manuel Fernández y González Los siete niños de Écija,
otro ejemplo con argumento de sabor patrio. En esta ocasión es el castellano-manchego
Miguel Morayta, allí exiliado tras finalizar la guerra civil, quien dirige la
película, también con algunos actores españoles como Florencio Castelló,
Francisco Jambrina o Pepita Meliá. Carlos da vida al Mayoral. Son algunos
ejemplos de las películas basadas en obras de escritores españoles en las que
intervino nuestro actor.
Sin
embargo, el inquieto cordobés, tras pasar unos años en la Gran Manzana, decide
lanzarse a la aventura de la incipiente industria hollywoodiense y buscarse su
hueco. Hacia 1923 llega a Los Ángeles (California) e interviene en pequeños
papeles en películas mudas, alguna con Rodolfo Valentino y otras, como El
cuerpo del delito, con el actor español Antonio Moreno; El hombre malo,
de nuevo con Moreno y Rosita Ballesteros; El valiente, con Julio
Villarreal, María Calvo y Carlos en el papel de «alcalde»; Estrellados, Friend
y la versión española de Free and easy, ambas con Buster Keaton (todas
ellas de 1930). Sin embargo, su primer gran éxito le llegaría con el papel de protagonista,
contratado por la Universal, en la versión rodada en castellano del primer Drácula
(1931) sonoro producido por la Universal.
Por
otro lado, aunque los principales personajes de su carrera los realizó en la
industria de Hollywood, un buen número de ellas las realizó en los estudios
norteamericanos instalados en Joinville (París), durante la década de 1930,
como Asegure a su mujer, con Rosita Díaz Gimeno; Granaderos del amor
y Asegure a su mujer, con Conchita Montenegro o Señora casada
necesita marido, con Catalina Bárcena. También intervino en varias decenas
de películas en el cine azteca, entre las que destacamos dos títulos de contenido
religioso: María Magdalena, pecadora de Magdala (1946) y Reina de reinas:
La Virgen María (1948), ambas dirigidas por Miguel Contreras Torres y Luana
Alcañiz, ya citada, como María, Luis Alcoriza como Jesús y Carlos en el papel
de San Pedro. En este contexto, es interesante destacar que fue también un
español, el toledano José Díaz Morales, exiliado en aquel país, el primer
cineasta que llevó a sus pantallas la vida de Jesús de Nazaret. Estrenada en
1942 tiene un amplio repertorio de profesionales españoles, como el escenógrafo
Manuel Fontanals y un elenco de actores, presididos por el protagonista, José
Cibrián, en el papel de Jesucristo. En La vida secreta de Marco Antonio
y Cleopatra (1947), dirigida por Gavaldón, interpretó al emperador
Septimio. Entre su extensa producción en el cine mexicano intervino en
películas con famosos actores locales como «Cantinflas» (Gran
hotel, 1944), Jorge Negrete, Pedro Infante o Lupita Tovar, entre otros,
además de trabajar con un buen número de actores y actrices que, tras la guerra
civil, se habían exiliado en aquel país.
Como
ya más arriba apuntamos, su confirmación como protagonista la obtendría dando
vida al «gran
vampiro»
en la filmación de su versión norteamericana en español (destinada al gran
mercado sudamericano, especialmente México y Argentina). Los rodajes de estas
versiones se hacían de noche, cuando los decorados quedaban libres, y
utilizando parte del metraje diurno. La versión inglesa estaba dirigida por Tod
Browning y el famoso actor húngaro Bela Lugosi como Drácula. Por su parte, con
un presupuesto mucho menor, la versión protagonizada por Carlos la dirigió
George Melford. Las protagonistas femeninas eran Helen Chandler y Lupita Tovar,
en las versiones inglesa y española, respectivamente. Sin embargo, a pesar de
los hándicaps, esta versión es considerada superior en muchos aspectos
técnicos. A priori, la versión inglesa tenía todos los triunfos; el húngaro se
podía decir que tenía «el traje hecho a su medida» y el andaluz, a diferencia de
aquel, se había criado «en la tierra del sol y la alegría», como alguien ha escrito. No
obstante, el hecho de que se rodara por la noche, lo que propiciaba una
atmósfera tétrica ad hoc, sumado al excelente trabajo de Vallarías, muy
bien caracterizado, y con gran capacidad de expresar con la mirada todas las
emociones que requería el personaje y la situación, daría como resultado que la
actuación de nuestro protagonista saliera triunfante para la crítica y los
espectadores. Como curiosidad adicional, no deja de resultar cuanto menos
curioso el hecho de que el director de la versión española no supiera una sola
palabra de español y, por ello, no le extrañase esa especie Torre de Babel
hispanoamericana en la que se entendían los actores, con muy distintos acentos.
Varios años después, Villarías daría vida a otro personaje oscuro, Nostradamus
(1937), película dirigida por Juan Bustillo Oro. Como resultado final, fue
este actor español el primero en protagonizar el personaje del famoso conde en
una película hablada, si bien hay una versión alemana anterior, muda, basada en
el mismo personaje creado por Bram Stocker, dirigida por F. W. Murnau bajo el
título de Nosferatu (1922)[2],
con el actor alemán Max Schreck como protagonista. Drácula, junto con
Frakenstein, es uno de los dos mitos literarios más potentes y visionarios del
siglo XIX, donde se funden «lo ancestral, el pasado, lo oculto, el
ansia de eternidad y el progreso y los miedos al futuro y la ciencia».
Después de aquel hito, Carlos Villarías seguiría actuando durante muchos
años. Su filmografía incluye casi un centenar de películas en las que aparece
acreditado. Falleció en Los Ángeles en 1976, con 83 años.
Rosa M. Ballesteros García
Vicepresidenta del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
[1]
En ella actuaba como
protagonista femenina la valenciana María Conesa (conocida como «La gatita
blanca») quien desarrolló su carrera en México y se convirtió en un mito.
[2]
Más de 200 filmes se han
rodado alrededor de este mito literario a cuyos pies han caído directores como
Francis Ford Coppola. Nosferatu fue prohibida, algunas cintas se
salvaron y se convirtió en obra de culto.