EL TOQUE REAL
La Historia vincula el origen de la realeza
a las primeras civilizaciones: Mesopotamia, Egipto y el Valle del Indo, donde
las monarquías surgieron como gobiernos religiosos; es decir, donde el monarca
acaparaba un triple poder ya que a su «divinidad» se le unían su liderazgo
militar y su oficio como sumo sacerdote. Con el tiempo, las monarquías fueron
derivando hacia sistemas hereditarios que es una forma, en opinión de sus
defensores, de asegurar la estabilidad y continuidad del gobierno. En
oposición, para sus detractores antimonárquicos, el modelo estaría obsoleto,
argumentando que era antidemocrático, injusto y elitista.
A todos los poderes
antiguos ya mencionados, y desde fines del siglo X hasta el transcurso del
siglo XII, los cambios de dinastías en Francia e Inglaterra obligaron a sus
gobernantes, para afianzar la legitimidad divina de sus monarcas (los reyes de los
países citados), añadirles el don de la taumaturgia. En otras palabras: que el
rey estaba en posesión de realizar prodigios, por lo que se convertía, teórica
y legalmente, en Theios aner, un «hombre-dios». En el caso francés, los
historiadores oscilan entre Felipe I o Luis IX como los primeros «sanadores milagrosos»;
en Inglaterra, se señala a Carlos X como el último en practicarlo.
Con el paso del tiempo,
este derecho divino de los reyes fue perdiendo fuerza. Actualmente los reyes (o
las reinas) han perdido algunas de estas regalías o privilegios. Algunos
monarcas, como en el caso francés, perdieron la condición «divina» con la
Revolución de 1789 y los efectos producidos por la propagación de los ideales
de la Ilustración. En Inglaterra, actualmente, el
soberano también posee el título de gobernante supremo de la Iglesia, aunque en
la práctica el liderazgo espiritual lo ejerce el arzobispo de Canterbury. En
el caso de España, la monarquía parlamentaria restringe su papel a lo
representativo o simbólico.
Retomamos el tema de la
taumaturgia que, en el pensamiento racionalista, que prioriza la razón como
fuente principal de conocimiento, es tan complejo de entender. Taumaturgia y
Racionalismo son dos perspectivas opuestas sobre la realidad y el conocimiento.
La Taumaturgia, pues, es la capacidad para «realizar maravillas, prodigios o
hechos de carácter sobrenatural». Naturalmente este superpoder sobrepasa la
capacidad natural humana. Llegados a este punto, y con nuestra mentalidad,
generalmente poco dada a estas maravillas, resulta un tanto difícil asimilar
cómo, por ejemplo, un rey español, Carlos II, que reinó entre 1665 y1700,
conocido con el sobrenombre de «el Hechizado», podría haber tenido esa
capacidad milagrera.
Por otro lado, durante
la antigüedad y parte de la Edad Media existió la expresión «mal del rey» (morbus
regius) para designar sucesivamente la ictericia, la lepra y afecciones que
desfiguraban la apariencia del enfermo. A partir del siglo XIII dicha expresión
se comenzó a usar respecto a la escrófula[1] en
el sentido de que era la enfermedad curable por el rey, y por ello este acto,
por el cual aquel le ponía su mano con intención curativa sobre el enfermo,
pasó a llamarse «toque del rey». Este rito fue, un simple acto de imposición de
manos, fue evolucionando hasta llegar a ser una ceremonia más compleja: misas,
señales de la cruz, pasajes evangélicos, rezo de ciertas oraciones dirigidas al
enfermo al que se despedía, a veces, con alguna limosna, a veces medallas que,
en no pocas ocasiones, fueron vendidas por el pícaro paciente. A todo esto,
anteriormente, el médico había seleccionado anticipadamente a los escrofulosos,
descartando otro tipo de enfermedades. Algunos estudiosos vinculan a este tipo
de enfermos por tratarse de patologías más simples, con un gran porcentaje de
curas. En otras palabras, eran enfermos «a la carta».
Por otra parte, se sabe
de pacientes que recibieron el toque en más de una ocasión, por lo que las
dudas y la incredulidad fomentaron y difundieron la idea de que el mágico toque
no producía efecto si no se repetía. Es posible que el recelo creciera y
creciera hasta el punto de que la antigua frase: «El rey te toca; Dios te cura»
se cambiase por la nueva fórmula «El rey te toca; que Dios te cure».
Aunque la unción regia
se produjo también en otras monarquías, los reyes de Francia y los reyes y
reinas regentes de Inglaterra fueron los únicos reyes cristianos que reclamaron
disponer del poder de origen divino. Otras monarquías tienen también en su
haber sus propias «particularidades». Los Habsburgo, por ejemplo, curaban la
tartamudez con un beso en la boca; los reyes de la Castilla medieval realizaban
exorcismos haciendo la señal de la cruz e invocando a Dios para liberar a los
endemoniados y también se decía que los reyes de Hungría curaban la ictericia.
Aunque el toque real
inicialmente se reservaba a la escrófula, se extendió al reumatismo, las
convulsiones y toda clase de fiebres y cegueras; así como al bocio y otras
enfermedades. Desde el reinado de Isabel I de Inglaterra se volvió a restringir
a la escrófula. En esta corte se repartieron «anillos de los calambres» para
la cura de enfermedades de supuesto origen diabólico como los calambres y la
epilepsia. La protestante Isabel I, si bien fue en principio reacia a tal
ritual, reanudó la práctica en 1570, tras su excomunión por el Papa, para
demostrar que no había perdido ningún poder, ni siquiera el curativo, y el
toque se extendió a Escocia, y allí los escoceses comenzaron a creer que
también su rey y no sólo el de Inglaterra tenía la capacidad de curarles.
A partir del
desprestigio en que cayó desde el siglo XVIII, el toque real ha pasado a ser
analizado desde una perspectiva mucho más abierta en los enfoques académicos a
partir de finales del siglo XX. Lord Macaulay, lo ridiculizaba como «una
superstición absurda de una era pre-ilustrada»; el historiador Marc Bloch lo
consideraba esotérico y un ejemplo de histeria de masas. Finalmente, el siempre
sarcástico Voltaire escribió que había perdido confianza en el poder de su
toque al morir de escrófula una de sus amantes, que ciertamente había sido «muy
bien tocada por el rey».
Rosa
M. Ballesteros García
Vicepresidenta del
Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
[1] Según los expertos, es una
enfermedad que raramente es mortal, y que remite espontáneamente con relativa
frecuencia, lo que facilitaba atribuir su curación a la intervención real.