"CARMEN DE BURGOS, COLOMBINE"
Rosa Ballesteros García. Doctora en Historia. Aforo: 38 asistentes
Carmen de Burgos
Seguí “Colombine” (La primera periodista)
Declaración de
principios
Antonio Tabucchi en su magnífica
novela: Sostiene Pereira, pone en
boca de uno de los protagonistas, el joven Monteiro Rossi, la siguiente frase:
“Escribo siguiendo las razones del corazón”. Con ello quiero resaltar que para
hablar de un tema concreto hay que estar implicado con él. En pocas palabras: opino
que es imprescindible la empatía y el creer en lo que intentas trasladar al
auditorio. Mi implicación (académica) se remonta a 1988, en la Universidad de
Málaga, al especializarme en una línea de investigación que entonces se estaba
creando: los estudios de género y la historia de las mujeres. Porque la
Historia, con mayúscula, es tan importante para conservar hechos y personajes
que a los bardos de la mitología celta, considerados como auténticos almacenes
de la historia comunitaria, transmisores de noticias, se les consideraban casi
sagrados e inviolables, estando exentos de contribuciones y del servicio de las
armas.
Colombine:
Nuestro personaje hace dos años
habría cumplido 150 años. Carmen de Burgos, más conocida por su alias literario
más utilizado: “Colombine”, escribía desde lo que hoy se llamaría “perspectiva
de género” mucho antes de que existiera ese concepto. Era consciente del poder
que le daba el llegar a los lectores. Uno de sus primeros reportajes trataba
sobre la situación de los niños en las cárceles, una de las principales
reivindicaciones del feminismo (un movimiento social, seguramente el más
importante de la historia porque engloba a toda la humanidad, conformando eso
que la sociología ha denominado “Humanismo integral”). Sólo fue el principio de
una prolija carrera: más de cien novelas cortas, una docena de largas, ensayos,
traducciones y cerca de 10.000 artículos en prensa.
Carmen, la futura “Colombine”, nació en Almería en 1867 y murió en
Madrid en 1932. Era hija de doña Nicasia Seguí (Níjar, 1852) y de don José de
Burgos Cañizares (Almería, 1841), que era 11 años más que su futura mujer. Se
casaron en 1867, cuando ella tenía 14 años de edad y tuvo a su hija Carmen
apenas cumplidos los 15 años. Este dato tiene su importancia porque Carmen de
Burgos iba a repetir la actitud de su progenitora casándose a los 16 años con
un hombre 14 años mayor que ella. Los padres de Carmen tuvieron 10 hijos y
cuando murió don José de Burgos en 1922 con 81 años, sólo vivían seis. Sin duda
las dolorosas pérdidas de los cuatro hijos no fueron recibidas como un hecho
especial, sino como un fenómeno natural y constante en el entorno social de la
época. También “Colombine” sufrió la pérdida de 3 hijos.
Carmen, durante su infancia y
adolescencia tuvo la suerte de que José de Burgos, su padre, le dio la mejor
educación que se podía ofrecer en ese momento. Le abrió su biblioteca y le
cedió sus periódicos, de igual forma que el padre de la también escritora, Emilia
Pardo Bazán (1851-1921), otra de las pioneras, algo mayor que nuestra
escritora, al que la hija no duda en referirse a él como un «feminista” que
decía a su niña: «Mira, hija mía, los hombres somos muy egoístas, y si te dicen
alguna vez que hay cosas que pueden hacer los hombres y las mujeres no, di que
es mentira, porque no puede haber dos morales para los dos sexos». Carmen, una
adelantada a su tiempo en todos los aspectos, llegó a ser tildaba
despectivamente como “La dama roja” o “La divorciadora” y su descrédito llegó al
punto de ponerle su nombre a un prostíbulo de Almería (durante la dictadura).
Sin embargo, Carmen, fue algo
más. Se casó en 1883, con dieciséis años, y en contra del consejo paterno, con
Arturo Álvarez
Bustos, un bohemio pintor y periodista, doce años mayor que ella. Era periodista como su
padre, pero no heredó sus nobles cualidades con la pluma. Siguió un modelo de
señorito calavera y ocioso, de moral poco escrupulosa; pero, a pesar de ello,
Carmen se sintió fascinada por su atractivo personal y por el prestigio de su
oficio de escritor, como confesaría “Colombine” a su amigo el escritor Rafael
Cansinos-Assens: “Un señorito juerguista, un tenorio que me fascinó (…) Era
escritor (…) me dedicaba versos (…), se pasaba la vida en tabernas y garitos
(…) yo lo soportaba todo porque lo quería… lo creía un genio”.
El matrimonio, desigual en edad,
fue mal desde el principio. Tuvieron cuatro hijos, de los cuales solo
sobrevivió su hija María, que la acompañó siempre, y que nació en 1895. En este
aspecto nos recuerda a la escritora británica Mary Shelley (autora del famoso
personaje Fankenstein) a la que
también se le murieron los tres primeros hijos. Mary sólo tenía 19 años y la
obra se publicó, sin su firma, con un prólogo firmado por su marido. Mary fue hija
del escritor William Godwin y de la también filósofa y activista feminista Mary
Wollstonecraft, autora de una de las obras más importantes del feminismo: Vindicación de los derechos de la mujer (1792).
Carmen, en agosto de 1901, decide
abandonar a su marido para comenzar una nueva vida sin él en Madrid, llevándose
consigo a su única hija superviviente. Ramón Gómez de la Serna escribe en su
bigrafía: "Esas largas noches de madre admirable y rebelde que ha salvado
de la muerte varias veces a esa hija única, desahuciada al nacer. Su hija se lo
debe todo sólo a su madre”. Llegó pues a Madrid con su hija y un título de
maestra que había sacado, estudiando por las noches, a escondidas de su esposo.
Tenía 33 años y una plaza en un colegio de Guadalajara, pero lo que de verdad
quería era vivir en Madrid, porque su ambición ya no era formar una familia
numerosa. Ansiaba trabajar en periódicos y entrar en los círculos intelectuales
y de escritores de la época. Probablemente, igual que la protagonista de su
novela La que se casó muy niña (1923):
«experimentaba repugnancia por el marido» y decidió: —«Yo no quiero tener más
hijos». En 1909 falleció su esposo, quedó viuda e inició una larga relación
amorosa y literaria con Ramón Gómez de la Serna y na tertulia que se mantuvo
varios años y estuvo en el origen de la Revista
Crítica (1908-1909), donde se defendía al sefardismo (los judíos españoles
condenados al exilio).
Carmen escribió bajo los
pseudónimos de: «Colombine», «Perico el de los palotes», «Gabriel Luna»,
«Honorine», «Raquel», «Marianela» o «Condesa Laureana» en muchas de sus
variopintas publicaciones que van desde manuales de belleza hasta los temas más
controvertidos (y comprometidos) como el feminismo, el adulterio, el divorcio,
el espiritismo, la defensa del sefardismo, la malversación, la corrupción
política y la malversación de obras de arte.
A partir de 1902 colaboró con el
periódico El Globo en el que escribía
una columna titulada “Notas femeninas” que analizaba asuntos como ‘La mujer y
el sufragio’ o ‘La inspección de las fábricas obreras’. En 1903, Augusto Suárez
de Figueroa fundó el Diario Universal
y la contrató para llevar una columna diaria titulada “Lecturas para la mujer”,
bajo el seudónimo de "Colombine", sugerido por el propio editor. Era la primera vez en España que una mujer
fuera reconocida como periodista profesional.
Hizo campaña para que se
legalizara el divorcio, lo que le valió la admiración de Giner de los Ríos y
Blasco Ibáñez, pero ataques por parte de la Iglesia y de los sectores
conservadores que buscaron desacreditarla.
A su regreso de Francia, uno de
los países que había visitado, gracias a una beca, para estudiar los sistemas
educativos más modernos, creó una reunión semanal denominada ‘La tertulia
modernista’, a la que acudían escritores, periodistas, músicos, artistas
plásticos, poetas y artistas extranjeros de paso por Madrid. Allí conoció a
Ramón Gómez de la Serna, entonces un desconocido estudiante de diecinueve años,
veinte años menor que ella, que se convierte en su admirador. Se relacionó con
Galdós, Blasco Ibáñez, Cansinos Assens, Juan Ramón Jiménez, Tomás Morales,
Alonso Quesada, Julio Antonio, Julio Romero de Torres, Sorolla, etc. Desarrolló además una estrecha amistad con
la escritora portuguesa Ana de Castro Osório. En 1905 fue admitida como socia del Ateneo
de Madrid, y en 1907 en la Asociación de la Prensa de Madrid, junto con la
también escritora Consuelo Álvarez Pool, “Violeta”. Trabajó entre otras, en
publicaciones como El Universal, El
Globo, La Correspondencia de España, El Heraldo de Madrid o ABC. Además de
su intensa obra periodística son destacables sus conferencias en el ámbito del
movimiento feminista; por ejemplo: “La misión social de la mujer” (1911) y “La
mujer en España”.
Entre sus publicaciones:
Muchas de ellas autobiográficas
como: La malcasada (1923, 2016); Quiero vivir mi vida (con un prólogo del
Dr. Marañón sobre el sentido de los celos), Los
anticuarios, 1926; 1931, El último
contrabandista, 1918. En otras, toca temas como el espiritismo: El retorno (basada en hechos reales),
1922; Los espirituados, 1923 o temas
varios como: Alucinación, 1905, Los inadaptados, 1909, El balcón. Valencia, 1909; La rampa, 1917; Ellas y ellos ó ellos y ellas, 1917 (sobre la homosexualidad); La hora del amor, 1922; La mujer fantástica, 1924; El tío de todos, 1925 o Puñal de claveles, 1931, basada en el
mismo argumento de García Lorca utilizó para su novela Bodas de sangre, publicada algo después.
Hizo también numerosas traducciones
de autores extranjeros, entre otros: Helen Keller, León Tolstoi, Paul Julius
Moebius (La inferioridad mental de la
mujer, 1904); Ernesto Renan, León Deutsch; Roberto Bracco (En el mundo de las mujeres: Conversaciones
feministas), Georges de Bouhelier, Longo, Emilio Salgari, Pablo Mantegazza,
Fisiología del placer, John Ruskin, Max Nordau, Marcel Tynaire, J. H. Rosni o
Anatole France.
Otra de sus intervenciones, esta
vez como corresponsal de su periódico, se produce tras el desastre del Barranco
del Lobo en el Rif en 1909. Carmen de Burgos decide acercarse a las tropas
españolas que luchaban alrededor de Melilla. Allí ejerció de corresponsal de
guerra del diario El Heraldo de Málaga.
Una vez de vuelta a Madrid, publicó el artículo “¡Guerra a la guerra!” en el
que defendía a los pioneros de la objeción de conciencia. No hay en todo este
relato de Carmen de Burgos la más leve crítica a la intervención armada en
Marruecos, si no es lamentar el
dolor de las madres y esposas ante el peligro que corren sus hijos y maridos.
Es muy cierto que la entonces vigente Ley de Jurisdicciones, promulgada el 23
de marzo de 1906, castigaba duramente todo lo que pudiera considerarse como
“injurias u ofensas claras y encubiertas al Ejército”, lo que, en tiempos de
guerra, podría aplicarse a cualquier crítica a la actuación de los mandos
militares en aquella contienda. Además de la Ley de Jurisdicciones, otras leyes
ya existentes en el ámbito de la jurisdicción civil ordinaria limitaban la
libertad de expresión cuando se trataba de determinados temas. La “señá
Anastasia”, como le llamaban jocosamente a la censura, no se andaba con bromas
cuando sacaba las tijeras.
En 1929, tras el fracaso de su
matrimonio, su hija regresa con ella a Madrid, donde Carmen consigue para su
hija, una actriz sin éxito y con problemas de adicción, un papel menor en la
obra de Gómez de la Serna Los medios
seres, que fracasaría en taquilla. El autor y su hija iniciaron un romance
durante los ensayos, que duró menos de un mes y que terminó con una escapada a
París de Gómez de la Serna. La longeva relación de Carmen y Gómez de la Serna
se rompió irremediablemente, y si bien se distanciaron, esta no dejó de
considerarle un amigo.
Con la proclamación de la Segunda
República en 1931, la nueva constitución reconoció el matrimonio civil, el
divorcio y el voto femenino, colmando así las aspiraciones de Carmen de Burgos.
Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y fue nombrada "presidente"
de la “Cruzada de Mujeres Españolas” y de la “Liga Internacional de Mujeres
Ibéricas e Hispanoamericanas”. Fue también elegida ‘vicepresidente primero’ de Izquierda
Republicana Anticlerical, y en noviembre de 1931 fundó la logia “Amor” de la
que era Gran Maestre.
El 8 de octubre de 1932, mientras
participaba en una mesa redonda sobre educación sexual en el Círculo Radical
Socialista, Carmen de Burgos empezó a sentirse mal y fue trasladada a su
domicilio donde le atendieron tres médicos, entre los cuales estaba su amigo
Gregorio Marañón, pero sin éxito. Falleció a los sesenta y cuatro años de edad,
a las dos de la madrugada del día 9, y fue enterrada en el cementerio civil de
Madrid en presencia de los principales políticos e intelectuales de la época.
Clara Campoamor, junto con varios intelectuales, pidió que se diera su nombre a
una calle de Madrid. Su hija falleció en 1939, con cuarenta y un años.
Tras la Guerra Civil y la victoria del régimen franquista,
su nombre fue incluido en la lista de autores prohibidos y sus libros
desaparecieron de las bibliotecas y las librerías. Curiosamente, sólo se
publicaría a final de los años 40 uno de sus tratados de cocina: ¿Quiere usted comer bien?
Comenzaba la presentación con una
declaración de principios y la finalizo con una de intenciones (didáctica) con
la que intento reflexionar sobre el papel de las mujeres a lo largo de la historia
y su posición ante la ley, y para ello remito al Código legal más antiguo que
conocemos que es del babilonio Hammurabi (unos 2.000 años a.C.) en el que se
afirma que el orden social se basaba en principios universales y eternos de
justicia dictados por los dioses. Según él las personas se dividen en dos
géneros y tres clases sociales: personas superiores, plebeyos y esclavos.
Atendiendo al tema que nos ocupa
destacamos las sentencias (209-214):
Si un hombre superior golpea y
hace abortar a una mujer de su clase pagará por el feto 10 siclos de plata. Si la mujer muere, se matará a la hija del
homicida.
Si es entre plebeyos, los
castigos serán de 5 siclos y 30 siclos si la mujer muere.
Si es entre esclavos, los
castigos serán de 2 siclos y 20 si la mujer muere.
Para quienes quieran saber más sobre “Colombine”
Publicaciones propias sobre
Carmen de Burgos “Colombine”.
Capítulos de libros:
“Cartas a una amiga portuguesa
(Carmen de Burgos a Ana de Castro Osório)” en La Mujer (II). Actas III Congreso de Andalucía, Córdoba,
Publicaciones Obra Social Cultural Cajasur, 2002, pp. 21-39.
“Carmen de Burgos Seguí” en
SÁNCHEZ SANCHEZ, Isidro (coord.), Educación,
Ciencia y Cultura en España: Auge y colapso (1907-1940), Almud, Ediciones
de Castilla-La Mancha, 2012.
”El feminismo “ben comportado” de
Ana de Castro Osório” en Mujeres
Iberoamerianas y Derechos Humanos, 2017.
Artículos en revistas
especializadas:
“El krausismo y la educación
femenina en España: Carmen de Burgos y Dolores Cebrián, maestras de la Normal
de Toledo” en Docencia e Investigación.
Revista de la Escuela Universitaria de Magisterio de Toledo, año XXVII
(enero-diciembre), 2ª época, nº 13, 2003, pp. 7-38.
“Las “distracciones misteriosas”:
Colombine y la masonería portuguesa” en Aposta digital. Revista de Ciencias Sociales,
nº 15, febrero 2005, pp.1-21.
Artículos en prensa:
“Carmen de Burgos, una mujer
fuera de “orden”: Una maestra llamada Colombine (I)” en La Tribuna de Toledo (4-5-2004), pp. 14-15.
“Carmen de Burgos, una mujer
fuera de “orden”: Un viaje pedagógico (II)” en La Tribuna de Toledo (18-5-2004), pp. 14-15.
“Carmen de Burgos, una mujer
fuera de “orden”: La ciudad de los Cristos (III)” en La Tribuna de Toledo (1-6-2004), pp. 20-21.
“Las heroínas noveladas de
Colombine (XI)” en La Tribuna de Cuenca
(12-10-2004), pp. 12-13.
“Colombine y las “distracciones
misteriosas” como masona” en La Tribuna
de Cuenca (12-11-2004), pp. 12-13.
CARMEN DE BURGOS en la Biblioteca
Virtual de Andalucía.
Publicaciones de otras autorías sobre “Colombine”
STARCEVIC, Elizabeth (1976): Carmen de Burgos. Defensora de la mujer.
NÚÑEZ REY, Concepción (1992): Carmen de Burgos, Colombine (1867-1932).
ESTABLIER PÉREZ, Helena (1997): Mujer y Feminismo en la narrativa de
“Colombine”.
UTRERA, Federico (1998): Memorias de Colombine, la primera
periodista.
RAMÍREZ GÓMEZ, Carmen
(2000): Mujeres escritoras en la prensa andaluza del siglo XX (1900-1950).
BRAVO CELA, Blanca (2003): Carmen de Burgos
SEVILLANO, A.; SEGURA, A. (2009):
Carmen de Burgos “Colombine” (Almería,
1867-Madrid, 1932).
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