miércoles, 5 de junio de 2019

LA INFLUENCIA DEL LENGUAJE TAURINO EN EL LENGUAJE COLOQUIAL

Tertulia del 5 de Junio de 2019

        "LA INFLUENCIA DEL LENGUAJE TAURINO EN EL LENGUAJE COLOQUIAL"

Concepción Torres Leiva. Maestra. Aforo completo: 50 asistentes.





INFLUENCIA  DEL  LENGUAJE  TAURINO  EN  EL  LENGUAJE  COLOQUIAL

   Que la relación del hombre con el toro existe desde que aquel apareció sobre la Tierra parece evidente, y los orígenes de la actual fiesta de los toros hay que buscarlos en los tiempos prehistóricos, donde ya aparece la figura del toro en los grabados de numerosas cavernas. Aparecen ya en esta época algunos grabados que representaban al hombre luchando contra el toro en un ritual que deja entrever algo más que una escena de caza. Desde nuestras raíces prehistóricas, este animal ha sido dotado de una compleja simbología. Este rumiante, para diferentes civilizaciones y culturas ha simbolizado la fuerza, la virilidad, la fertilidad, la deidad protectora de la agricultura y la muerte.

   El hombre se ha enfrentado al toro a lo largo de la historia para demostrar su valentía, su poder, representando, por ello, el triunfo de la vida sobre la muerte. Es esta representación de poder, lo que suscita una enorme capacidad de atracción, tanto simbólica como emocional en el hombre, siendo la principal causa de sustento y perpetuación de esta actividad a lo largo de los siglos.

   La vinculación del toro con la cultura mediterránea está atestiguada en múltiples manifestaciones artísticas que según numerosos arqueólogos fueron realizadas con finalidades mágicas para propiciar la existencia de abundante caza.
   Dar culto a un dios encarnado en la figura de un toro. En este sentido encontramos en los orígenes de la civilización occidental, varias deidades en las que sus leyendas están relacionadas con el culto al toro bravo, como son: Mithra, Zeus y Europa, Parsifae y Minos.
   Estas teorías relacionadas con los hallazgos de actividades conectadas con la figura del toro de la cultura cretense hace que muchos arqueólogos e historiadores creen que la cuna de la tauromaquia hispana está en este lugar. Serían los pueblos del mar los encargados de difundirla por todo el Mediterráneo. Las legiones romanas difundirían este culto por todo el imperio romano a partir del s I a C.

   En nuestro país estos ritos tendrían un triple origen, por un lado, las colonias helénicas y fenicias, por otro, la romanización, y por último, ciertos rituales funerarios íberos autóctonos.
   Los hallazgos sobre el culto al toro en nuestra región son múltiples, aparecen multitud de actividades y ritos encaminados a utilizar al toro como elemento de sacrificio ritual a los dioses de ofrenda propiciatoria para obtener sus favores, tanto por su bravura y fuerza, como por su abundancia en nuestra región.
   Ya encontramos referencias a estos ritos en los siglos VII a VI a. C. cuando Hércules robó en Tartessos los toros rojos de Gerión; o cuando Strabón nos narra que en la llanura del Guadalquivir abundaban los toros en la época de la cultura turdetana y tartésica.
   En Andalucía son muy numerosos los hallazgos arqueológicos sobre la existencia de manadas de uros (ej. Cueva de la Pileta en Benaoján). Esto traía consigo dos necesidades vitales, por un lado, la de defenderse de estos animales mediante carreras, sobre todo por la velocidad y fuerza de sus embestidas, la necesidad de dominar tretas que permitiesen engañarlos para salvar sus propias vidas. Este dominio y la destreza de las mismas, debió ser considerado por los restantes componentes del grupo como signo de valor y poder. Estas grandes manadas de reses bravas, muy probablemente garantizaba la alimentación estable de todo el grupo, lo cual nos hace pensar la necesidad de dominar también ciertas técnicas de pastoreo de estos animales tan bravos y en la de poder vencerlos para matarlos a la hora de servir de alimento, faenas que con casi absoluta seguridad perdían la vida muchos de sus componentes, lo que igualmente daba a dichos animales un carácter mágico.

   En los últimos años del imperio Romano aparecen documentadas las primeras noticias sobre la participación de toros en espectáculos públicos.
   Varios siglos después de la caída de Roma se seguían celebrando en la Bética una serie de juegos, en el curso de los cuales, jóvenes se enfrentaban a toros salvajes; tal como nos refiere San Isidoro en sus “Etimologías”, y a los que condenaba con vehemencia desde sus creencias cristianas, dado que eran “ejercicios puestos al servicio exclusivo de la vanidad, ya que los mozos cuando se enfrentaban con los animales salvajes, solo buscaban, con riesgo de sus propias vidas, la fama, la aclamación y el reconocimiento público de su ciudad”. Y satinizó esta conducta por exponerse “voluntariamente a la muerte, por no haber cometido crimen alguno, sino por valentía”.
   Es decir, los mozos lidiaban públicamente toros en la Bética visigoda con la única intención de ganar fama de hombres valientes.
   Sin embargo, la propia afición popular mantuvo algunas tradiciones en las que se seguían utilizando para su realización, aunque en la mayoría de los casos camufladas bajo rituales festivos cristianos.

   Y fue la aristocracia la que practicaría la tauromaquia a caballo como un hecho de valor. Durante el s XV , en la época caballeresca, salían los nobles a la plaza ricamente armados, ostentando en los escudos empresas dedicadas al amor de sus damas, y con el acicate de aparecer dignos de ellas, derrochaban valor y arrojo en la diversión de matar toros.
   Los árabes españoles eran aún más apasionados de estas corridas caballerescas.

   A partir de s XVII el pueblo comenzó a tener sus propios entretenimientos taurinos, que llegó a considerarlo como algo propio, hasta el punto de no existir ninguna festividad que no contase con su corrida de toros. Este interés y aprecio por las actividades taurinas entre el pueblo, elevará a sus practicantes a la categoría de ídolos, recuperando en parte, su sentido originario de triunfadores frente a la figura del toro bravo como semidiós y aportará a los matadores fama, buena posición y la consideración de maestros de su arte.

   La tauromaquia moderna más técnica y profesional, con un alto sentido del espectáculo la aproxima mucho más a su origen de aquellas venationes romanas en las que los taurarii comenzaron a demostrar que con habilidad, destreza, fuerza, agilidad y valentía, el hombre podía llegar a dominar a ese ser tan próximo a los dioses por su bravura y fortaleza llamado toro.



   Hay que reconocer que el toro es un animal emblemático en nuestro país, hasta el extremo de que en la descripción del mapa de España, le denominamos “la piel de toro”, por su similitud con ésta. El toro juega un papel crucial en las múltiples festividades populares que se celebran en España.
   El toro está considerado como un emblemático símbolo tanto de fecundidad como de potencia sexual, y por él sentimos admiración y miedo. Quien se siente aficionado lo es “a los toros” y nadie dice ser aficionado “a los toreros”. Tampoco decimos “voy a los toreros”, sino “voy a los toros”.

   “La fiesta de los toros no es tan solo una diversión más o menos recomendable desde el punto de vista moral, o pedagógico, o estético, o sentimental, sino un hecho de profunda significación en la vida española, y de raíces tan hondas y extensas, que no hay actividad social o artística en que no se encuentren sus huellas”. (José María de Cossío).
   Todo esto ha traído como consecuencia la inserción en el habla familiar y en el lenguaje literario de un copioso caudal de voces, metáforas, imágenes y alusiones procedentes de la fiesta de los toros, que debían llamar la atención, no ya de un filólogo interesado, sino de cualquier observador atento.

   Fue José María de Cossío quien hizo una gran investigación de la riqueza del lenguaje taurino, basándose y ampliando dos estudios anteriores, presentados en 1929 y 1931 como tesis doctorales en las universidades de Hamburgo y en la de Colonia.
   Resulta sorprendente que fueran dos investigadores alemanes quienes se ocuparan de estudiar esta influencia del lenguaje taurino en el lenguaje coloquial del español.
   Recopilando los resultados de esta investigación, no podemos menos que establecer, que las corridas de toros, han tenido un influjo que no se puede menospreciar en el idioma perifrástico español, y que las múltiples explicaciones metafóricas motivadas por la fiesta nacional constituyen una parte significativa y típica de su idioma.
   El profesor Tierno Galván escribió un sugerente ensayo “Los Toros, Acontecimiento Nacional” en el que, entre otras interesantes reflexiones, brinda ésta “nada explica mejor, a mi juicio, la importancia social de la fiesta que el conjunto de significaciones que traslaticiamente ha incorporado al idioma”. Y concluye “…hay un proceso de absorción de plasticidad en virtud del cual la palabra se impregna del sentido vital del acaecimiento: es evidente que esto solo puede ocurrir cuando el acto o acontecimiento posea enorme vigencia social”.

   La influencia del lenguaje taurino en el lenguaje cotidiano de los españoles es tan evidente que solo hay que seguir la pista de aquellas metáforas de inspiración taurina que con suma habilidad han sabido captar incluso quienes no frecuentan las plazas de toros, pero que en ellas encuentran el simbolismo adecuado, para describir, las circunstancias y peripecias de su cotidiana vida.  Una manera de expresarse los españoles. Si consideramos  la metáfora como ingrediente íntimo de la comunicación – entender de forma implícita -.
   El lenguaje taurino, integrado por buen número de expresiones, frases y exclamaciones, tiene tal plasticidad de sugerencia que permite su uso en el lenguaje cotidiano, incluso por quienes no conocen el mundo de los toros o ni siquiera simpatizan con él. Cada día miles de ciudadanos españoles recurren a expresiones taurinas en su lenguaje cotidiano para expresar ideas o situaciones, describir un conflicto, una actitud o como resolver un problema.
   Y es que en nuestra vida cotidiana, en las conversaciones con los amigos sobre nuestros problemas, proyectos o inquietudes, utilizamos una y otra vez términos taurinos, sin darnos cuenta de ello y sin reparar que su metafórica utilización está inspirada en cuanto ocurre en una plaza de toros o tiene relación con el torero y el toro. Y ello es así porque en el ruedo de una plaza de toros, se dan los valores de la vida, los mismos que como hombres y mujeres tenemos en nuestra existencia. Se da el miedo y el valor; la solidaridad y la competencia; la audacia y la prudencia; la conveniencia y la generosidad; el drama y el triunfo; la grandeza y el detalle. También la sorpresa y la pasión, la decisión y la incertidumbre.
   El lenguaje taurino es, como consecuencia de esta multiplicidad de sensaciones vitales, apasionado y muy descriptivo.
   En palabras del que fuera académico José María de Cossío “en la vena del idioma corriente de cualquier español circulan los términos propios de la tauromaquia, referentes tanto a las condiciones y caracteres del toro, como a la plaza y sus dependencias, y como a los instrumentos de la lidia, y a las suertes del toreo. Tanto en conversaciones entre amigos, tertulias, periódicos o revistas registran en algún que otro instante un recurso o expresión, frase o modismo proveniente del mundo de los toros. Y no es extraño que personajes famosos de la política, la música, el teatro, la literatura… contesten con metáforas taurinas.

   Además de en el lenguaje común, cabe destacar, que la jerga taurina ha estado presente en todos los géneros literarios de la literatura de todos los tiempos, en las obras de Tirso de Molina, Quevedo, Góngora, Machado, Nicolás Fernández de Moratín, Mariano José de Larra, Manuel Machado, Federico García Lorca, Rafael Alberti, José Bergamín, Miguel Hernández, Gerardo Diego…

   En España la temática taurina ha impregnado y calado en la dinámica creativa de muchas personalidades relacionadas con el mundo del arte. Existen múltiples ejemplos de ello, como lo fue Francisco de Goya, Pablo Picasso o Salvador Dalí, (quien daba enorme importancia a las emociones experimentadas en una plaza de toros). El propio Salvador Dalí manifestaba que el mejor lugar para inspirarse artísticamente es en las corridas de toros, ya que “es el lugar donde puedes morirte de una sobredosis de susto y de gusto”.
   De igual manera, Ramón Pérez de Ayala, Vicente Aleixandre, Salvador de Madariaga, Camilo José Cela, José de Zorrilla, Pedro Salinas… resaltaron a través de sus obras la importancia del toro en la cultura española.
   Así, Federico García Lorca manifestó que “la fiesta de los toros es la fiesta más culta que hay hoy en el mundo, y el toro es probablemente la riqueza poética y vital mayor de España”.
   También citar que el poeta Rafael Alberti traspasó su afición taurina al plano profesional, ya que incluso llegó a actuar como banderillero a las órdenes del torero Ignacio Sánchez Mejías.
   El caso concreto de Sánchez Mejías es de vital importancia. Torero extraordinariamente polifacético y creativo, además de matador de toros, fue actor de cine, escritor de obras de teatro de éxito, crítico taurino, automovilista y presidente de un club de fútbol de la primera división española. Él fue quien tuvo la iniciativa de propiciar la primera reunión de lo que más tarde se conoció como “la Generación del 27” con motivo de la celebración del aniversario de la muerte de Góngora. Generación de la cual fue miembro destacado.
   A partir del lenguaje taurino surgen metáforas de la vida cotidiana en diversos ámbitos.
   Por ejemplo en la política. Grandes políticos han utilizado frases como “coger al toro por los cuernos” frente a decisiones terminantes. Algún ministro puede ser objeto de una operación de “acoso y derribo” cuando alguien le está atacando con sus críticas hasta que consigue hacerlo caer. En la vida cotidiana se llama “primeros espadas” a las personas que destacan en cualquier actividad. Ese nombre aplicado a los toreros de más fama, sobre todo se oye en comentarios políticos para aludir a los líderes de los diferentes partidos o sindicatos.
   La forma de enfrentarse a los problemas. Si no tenemos “mano izquierda” para resolver una situación difícil con habilidad y astucia, deberemos “atarnos los machos”, es decir prepararnos para la difícil “faena” y “agarrar al toro por los cuernos” enfrentándonos al problema con valor y decisión. Cuando no se quiere afrontar un problema es común decir que “vemos los toros desde la barrera”, o que nos “va a pillar el toro” porque nos hemos entretenidos; o “saltarnos a la torera”, para omitir audazmente el cumplimiento de una obligación, y “ponernos el mundo por montera” sin atenernos a razones o importarnos las consecuencias. A “rematar la faena”, intentando poner un brillante final a algo que hemos realizado; podemos fracasar si “pinchamos en hueso”, (como el matador que no logra clavar su estoque para matar al toro). “Dar un quiebro” si nos mostramos muy hábiles y burlamos una situación no grata para nosotros. Ante una situación inevitable decimos “¡suerte y al toro!”. Cuando sobrellevamos algún enfrentamiento o lucha que requiere esfuerzo y sacrificio, decimos que es una “brega” (recordando al peón de brega, el ayudante del matador). “Escurre el bulto” alguien que se aleja de una situación en la que prevé que pueda estar en peligro, igual que hace el torero en ese ágil movimiento mediante el cual burla la embestida del toro, apartándose de su camino.
   El éxito. Se dice que un torero “ha armado el taco” cuando ha obtenido un notable éxito. Se suele hacer patente con las ovaciones y aclamaciones del público. De la misma manera se utiliza esta expresión cuando en cualquier otra actividad, algún artista triunfa de manera clamorosa. “Salir por la puerta grande” es la gran aspiración y el gran sueño de todo torero, puesto que supone el máximo reconocimiento a su actuación por parte del público. Fuera de los ruedos esta expresión se aplica a alguien que ha triunfado rotundamente en cualquier actividad. A lo largo de la historia, estando bastante relacionado el mundo de los toros con el flamenco, se ha dicho que un torero o cantaor o guitarrista “tiene duende” cuando posee una forma de interpretar que parece proceder de la magia o algo fuera de lo humano.
   Las conversaciones. Cuando alguien nos pregunta sobre un asunto molesto o comprometido “le damos una larga cambiada”, para despistarle o evitar que siga con el tema. Si nos “dan la vara”, nos molestan y aburren; “hay que cambiar de tercio” de tema de conversación.  Una entrevista o charla “da juego” si permite entretener, aprender u obtener información, pero hay entrevistas que “no tienen un pase” porque no dicen nada interesante.
   Los estados de ánimo. Algunas veces cuando tenemos momentos de desánimo o desilusión, por analogía con la imagen  del torero apático o desganado ante los problemas que le plantea la lidia, estamos “de capa caída”. De igual manera cuando alguien está extremadamente cansado, o se encuentra abatido o sin fuerzas para seguir “está para el arrastre”, como el toro una vez muerto. También podemos recibir “un revolcón”, un pequeño contratiempo, o una verdadera “cornada” cuando el daño es grande, o darnos “la puntilla”. En semejantes momentos necesitamos a alguien que nos “eche un capote” o que “esté al quite”, dispuesto a echarnos una mano para salir del apuro.
   Si no aceptamos que nos falten al respeto o que se burlen de nosotros, podemos decir “¡a mí no me torea nadie!” y así “le paramos los pies” al que quiera imponer su voluntad frente a los demás, y al igual que el toro que es un animal que se caracteriza por su bravura ante una situación difícil, uno puede mostrar su “casta” o ponerse “hecho un toro”.
   Cuando no se quiere seguir con una ocupación profesional o personal, “nos cortamos la coleta”. Y “entramos al trapo” si caemos en una trampa, o “nos venimos arriba” si todo nos sale bien.

Bibliografía:
José María de Cossío,” Los Toros, tratado técnico e histórico”.
Carlos Abella, “¡Derecho al toro!”. El lenguaje taurino y su influencia en lo cotidiano.
Andrés Amorós, “Ignacio Sánchez Mejías” biografía.
Juan Carlos Fernández Truhán, “Orígenes de la tauromaquia” Universidad Pablo Olavide.
Y numerosas consultas en Internet.

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