UNA HISTORIA DE FIEBRES
RECURRENTES
La malaria o paludismo es una
enfermedad que llegó a España hace unos dos mil quinientos años, lo que quiere
decir que, de hecho, constituye un mal endémico entre nosotros responsable de
diversas epidemias de variable mortalidad. Está producida por un parásito del
género plasmodium que transmite el mosquito anópheles a través de su picadura,
y que se desarrolla preferentemente en aguas pantanosas insalubres,
manifestándose clínicamente por la aparición de fiebres intermitentes, dolores
de cabeza y musculares, diarrea y decaimiento. Particularmente infortunada es
su localización cerebral.
En 1880 el médico militar francés
Charles Louis Alphonse Laveran (Paris 1845-1922), estableció el origen
protozoario de la enfermedad lo que le valió la obtención del Premio Nobel de
Medicina en 1907. En España los primeros trabajos sobre anofelismo se deben al
médico escocés Iam Macdonald en las minas de RioTinto, en Huelva, en el año
1900 y a los médicos españoles Francisco Huertas y Barrero (Cáceres 1847-Madrid
1933) y Antonio Mendoza (fallecido en 1918) que hicieron un estudio
pormenorizado de la enfermedad en Extremadura, en 1901.
En 1902 llega a Madrid a hablar
de paludismo en el XIV Congreso Internacional de Medicina el Dr. Gustavo
Pittaluga Fattorini (Florencia 1876-La Habana1956) discípulo del Prof. Giovanni
Battista Grassi (1854-1925 que había demostrado la transmisión de la malaria
por el mosquito anófeles), cuyos conocimientos despiertan el interés de
Santiago Ramón y Cajal, a la sazón director del Instituto Nacional de Higiene
Alfonso XIII. Pittaluga se nacionalizaría español en 1904 y en 1905 fue
nombrado jefe del Servicio de Desinfección de dicho Instituto, y en 1911
Catedrático de Parasitología y Patología Tropical de la Universidad de Madrid.
En 1920 se hizo cargo de la organización de la lucha contra el paludismo en
España, ejerciendo como representante español en los organismos internacionales
de esta lucha.
Uno de sus más destacados
discípulos fué el Dr. Sadi de Buen Lozano (1893-1936) miembro de una ilustre
familia de científicos: su padre fue el fundador del Instituto Español de
Oceanografía y su tío Luis Lozano Rey, Catedrático de Vertebrados de la
Universidad de Madrid, sus hermanos, Demófilo Catedrático de Derecho, Fernando
y Rafael oceanógrafos, Víctor ingeniero industrial y Eliseo también médico que
se doctoró con una tesis sobre el paludismo, y que colaboraron con él.
El Dr. Sadi de Buen se dedicó a
combatir la malaria a través de la investigación y de la práctica. Desde 1920
dirigió la fundación de 32 dispensarios antipalúdicos y en 1924 fundó y dirigió
el Instituto Antipalúdico de Navalmoral de la Mata. Con ayuda de su hermano
Fernando introdujo en España la “gambussia affinis” un pez carnívoro americano
que se alimenta de las larvas de los mosquitos, y que consiguió aclimatar en
las quebradas de Cáceres como agente preventivo. También hizo estudios sobre la
lepra y la leishmaniosis, otra enfermedad protozoaria propia de la península
ibérica. En 1931 fue nombrado Director General de Instituciones Sanitarias,
segundo cargo en la Dirección General de Sanidad que en aquel momento ostentaba
el Dr. Marcelino Pascua (Valladolid 1897-Ginebra 1977) que fue profesor de
Higiene en la Facultad de Medicina de Madrid y
diplomático del gobierno de la República.
También fue profesor en el
Instituto Nacional de Higiene el Dr.
Juan Gil Collado (Jaén 1901-1986) un experto en mosquitos que estudió la
distribución en toda España y en el norte de África, del mosquito anófeles,
procurando una cobertura inestimable a la campaña contra el paludismo desarrollada por el Dr. de Buen.
Con todas estas medidas, la gran
expansión del paludismo fue controlado en nuestro país después de las epidemias sufridas que
afectaron sobre todo a Extremadura, Cataluña y
los arrozales valencianos, siendo vehiculizados especialmente a través de
las obras del ferrocarril. Pero la Guerra Civil y sus intereses ideológicos frustraron
los avances conseguidos. El Dr. Pittaluga fue depurado y separado de la
Docencia en la famosa orden ministerial de febrero de 1939 y se exilió en Cuba
donde siguió trabajando. Igual suerte sufrieron los demás integrantes de la
familia de Buen, y lo mismo le ocurrió al Dr. Gil Collado que fue apartado de
la docencia e inhabilitado de forma perpetua para cualquier actividad oficial. Lo
peor fue lo del Dr. Sadi de Buen que encontrándose en Córdoba en viaje por sus
funciones de inspección, fue detenido el día 22 de Julio de 1936 y fusilado el
2 de septiembre sin que conste en ningún sitio las razones que pudieran, en su
caso, justificar esta acción.
Como consecuencia del abandono de
las medidas de control, la malaria, alcanzó un espectacular recrudecimiento
después de la guerra civil con un pico estremecedor en el año 1943 en el que
enfermaron 400.000 personas y murieron 1307 según estimaciones del Ministerio
de la Gobernación, lo que obligó a un gobierno de militares desbordados, a devolver
la lucha antipalúdica a un médico, en este caso, al Dr. Gerardo Clavero del
Campo (Soria 1895-Madrid 1972) Catedrático de Higiene y Sanidad, y Decano de la
Facultad de Medicina de Cádiz y Director de la Escuela Nacional de Sanidad, que
reinició la metodología de la lucha antipalúdica, y que, pasados otros 20 años
más, daría sus frutos al conseguir que la OMS declarara a España, en 1964, como
el último país de Europa libre de paludismo.
Jesús Lobillo Ríos
Presidente del Ateneo Libre de Benalmádena
“benaltertulias.blogspot.com”
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